
FUNDAMENTOS METODOLOGfCOS
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circunstancias, captarlos intelectualmente; mas tropezando con dificultades
cre-
cientes para poder "revividos" por medio de la fantasía endopática a medida en
que
se
alejan más radicalmente de nuestras propias valoraciones últimas. Tenemos
entonces que contentamos, según el caso, con su interpretación exclusivamente
intelecttud
o,
en detenninadas circunstancias
-si
bien esto puede
fallar-,
con
aceptar aquellos fines o valores sencillamente como datos para tratar luego de
hacemos comprensible
el
desarrollo de
la
acción por ellos moth·ada por
la
mejor
interpretación intelectual posible o por un revivir
sus
puntos de orientación
lo
más cercano posible. A esta clase pertenecen, por eíemplo, muchas acciones
vir-
tuosas, religiosas y caritativas, para
el
insensible a ellas; de igual suerte, muchos
fanatismos de racionalismo extremado
("derechos del hombre") para quien abo-
rrece de ello. Muchos afectos reales (miedo, cólera, ambición, envidia, celos, amor,
entusiasmo, orgullo, venganza, piedad, devoción y apetencias de toda suerte)
y
las
reacciones irracionales (desde
el
punto de \'Ísta de
la
acción racional con arreglo
a fines) derivadas de ellos podemos
"revivirlos" afectivamente de modo tanto
más evidente cuanto más susceptibles seamos de
esos
mismos afectos; y en todo
c;:so,
aunque excedan
en
absoluto por su intensidad a nuestras posibilidades,
po-
demos comprenderlos endopáticamente en
S!l
sentido, y calcul:.u intelectualmente
sus
efectos sobre la dirección y los medios de
la
acción.
El método científico consistente en la construcción de
tipos
investiga y expone
todas
las
conexiones de sentido irracionales, afectivamente condicionadas, del
comportamiento que influyen en
la
acción, como "desviaciones" de un desarrollo
de la misma
"construido" como puramente racional con arreglo a fines. Por ejem-
plo, para
la
explicación de un "pánico bursátil" será conveniente fijar primero
cómo
se
desarrollaría
la
acción fuera de todo influía de afectos irracionales, para
introducir después, como
"perturbaciones", ltquellos componentes irracionales.
De
igual modo procederíamos en la explicación de una acción política o militar: ten-
dríamos que fijar, primero, cómo
se
hubiera desarrollado
esa
acción de haberse
conocido todas las circunstancias y todas
las
intenciones de
los
protagonistas y de
haberse orientado
la
elección de
los
medios
-a
tenor de
los
datos de
la
experien-
cia considerados por nosotros como
existentes-
de un modo rigurosamente
ra-
cional con arreglo a fines. Sólo
así
sería posible la imputación de las desviaciones
a las irracionalidades que
las
condicionaron.
La
construcción de una acción
rigu-
rosamente racional con arreglo a fines sirve en estos
casos
a la sociología
--en
méritos de su evidente inteligibilidad
y,
en cuanto racional, de su
univocidad-
como un tipo (tipo ideal), mediante
el
cual comprender la acción real, influida
por irracionalidades de toda especie (afectos, errores), como una desviación
dd
desarrollo esperado de la acción racional.
De
esta
suerte,
pero sólo en virtud de estos fundamentos de com·enicncia
me-
todológica, puede decirse que
el
método de
la
sociología "comprensiva"
es
"racio-
nalista". Este procedimiento no debe, pues, interpretarse como un prejuicio
racionalista de
la
sociología, sino sólo como un recurso metódico; y mucho
me-
nos, por tanto, como
si
implicara la creencia de un predominio en
la
vida de lo
racional.
Pues nada nos dice en lo más mínimo hasta qué punto en la realidad
las acciones
retJJ.es
están o no determinadas por consideraciones racionales de
fi-
nes.
(No
puede negarse la existencia del peligro de interpretaciones racionalistas
en
lugares inadecuados. Toda la experiencia confirma, por desgracia, este aserto.)
4.
Los
procesos y objetos
ajenos
al
sentido entran en
el
ámbito de las ciencias
de la acción como ocasión, resultado, estimulo u obstáculo de la acción humana.
Ser ajeno
al
sentido no significa "inanimado" o
"no
humano". Todo artefacto,
una máquina, por ejemplo,
se
comprende e interpreta, en fin de cuentas, por
el