MAX WEBER
ECONOMÍA Y SOCIEDAD
Esbozo de sociología comprensiva
Edición
preparada
por
J
OHANNES
WINCKELMANN
Nota
preliminar
de
]OSÉ
MEDINA
ECHAVARRÍA
FONDO
DE
CULTURA
ECONÓMICA
MÉXICO - ARGENTINA -
BRASIL
-
CHILE
-
COLOMBIA
-
ESPAÑA
ESTADOS
UNIDOS
-
GUATEMALA
-
PERÚ
- VENEZUELA
Primera edición
en
alemán, 1922
Cuana edición
en
alemán, 1956
Primera edición
en
español,
1944
Segunda edición
en
español,
de
la
cuana
en
alemán, 1964
Primera reimpresión
en
FCE-España, 1993
Segunda reimpresión
en
FCE-España, 2002
Título original:
Wirtschaft
und
Gesellschaft.
Grundriss
der
Vmtehendn
Soziologie
© 1922,
I.C.B.
Mohr
(Paul
Siebeck),
Tubinga
DR.©
1944, 1964
FONDO
DE
CULTURA
EcONÓMICA
Carretera
Picacho-Ajusco,
227. 14200 México,
D.F.
www.fce.com.mx
FONDO
DE
CULTURA
ECONóMICA
DE EsPAÑA,
S.
·L.
Fernando
el
Católico, 86. 28015 Madrid
www.fcede.es
I.S.B.N:
84-375-0374-4
Déposito
Legal:
M-6.906-2002
Impreso
en
España
l.
CONCEPTOS SOCIOLóGICOS FUNDAMENTALES
Advertencia preliminm: El método de esta introductoria definición de conceptos,
de la que no puede prescindirse fácilmente no obstante ser de modo inevitable
abstracta y lejana,
al
parecer, de
la
realidad, no pretende novedad en modo alguno
Al
contrario,
sólo
desea
formular
-teniendo
la
esperanza de haberlo consegui-
do-
en
forma
más
conveniente y correcta (quizá por
eso
con cierta apariencia
pedante), lo que toda sociología empírica entiende de hecho cuando habla de
las
mismas
cosas.
Esto aun allí donde
se
empleen expresiones
al
parecer no habitua-
les
o nuevas. En relación con
mi
artículo
en
Logos
(IV, 1913, pp.
253
ss.)
la
terminología ha sido simplificada en lo hacedero, y modificada muchas
veces
con
el
propósito de hacer
fácil
su
comprensión
en
la
mayor medida posible. Desde
luego, la
exigencia
de una vulgarización absoluta no
es
siempre compatible con
la
de una máxima precisión conceptual y ésta debe predominar sobre aquélla.
Sobre
el
concepto "comprender'' (Verstehen) cf.la obra de
K.
Jaspers: Allgeme-
ine Psychopathologie, "Psicopatología general" (también algunas observaciones
de Rickert
en
la segunda edición de
Grert%en
der nttturwissenschaftlichen Be-
griffsbildung, "Límites de
la
formación conceptual de
las
ciencias naturales", y
particularmente de Simmel en Probleme der Geschichsphilosophie, "Problemas
de
filosofía
de
la
historia", corresponden a la cuestión) . Metodológicamente
remito aquí, como
se
ha hecho con frecuencia,
al
antecedente de F. Gottl en S!l
obra Die
Hemchaft
des
Worts,
"El imperio de la palabra", escrita ciertamente
en
un
estilo difícil y que quizá no
lleva
hasta
su
plenitud
el
pensamiento
en
ella
encerrado. Y por lo que respecta
al
contenido,
al
bello libro de F. Tonnies,
Gemeinschaft
und
Gesellschaft, "Comunidad y sociedad". Por último, a la equi-
vocada obra de
R.
Stammler: Wirtschaft
und
Recht
("Economía y Derecho".
Trad.
esp.
Reus) y a
su
crítica contenida
en
mi artículo
del
Archiv für
So%údwis-
sensclutft (XXIV, 1907), que ofrece en gran medida
los
fundamentos de lo que
,.a
a
ser
expuesto. De
la
metodología de Simmel (en la Sociología [trad.
esp.
Rev.
Occ.] y en Filosofía del dinero) difiero
en
la separación que llevo a cabo, siempre
que
ha
sido factible, entre "sentido" mentado y "sentido" objetivamente válido,
los
cuales Simmel no solamente
no
distingue siempre, sino que con frecuencia
permite de modo deliberado que
se
deslicen confundidos.
§
l.
Concepto de la sociología y del "significado" en
la
acci6n social.
Debe
entenderse por sociología (en el sentido aquí aceptado de esta palabra,
empleada con
tan
diversos significados) : una ciencia que pretende entender,
interpretándola,
la
acción social para de
e5a
manera explicarla causalmente
en
su desarrollo y efectos. For "acción" debe entenderse una conducta hu-
mana (bien consista
en
un
hacer externo o interno,
ya
en un omitir o permi-
tir) siempre que
el
sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido
subjetivo.
La
"acción social",
por
tanto,
es
una acción
en
donde
el
sentido
mentado por su sujeto o sujetos está referido a la conducta de
otros, orien-
tándose por ésta
en
su desarrollo.
6
CONCEPTOS
SOCIOLÓGICOS
FUNDAMENTALES
J.
FUNDAMENTOS METODOLÓGICOS
l.
Por "sentido" entendemos
el
sentido mentado y subjetivo de los sujetos de
la
acción, bien
a)
existente de hecho:
a)
en
un
caso
históricamente dado,
fJ)
como promedio y de un modo aproximado, en una determinada masa
de
casos:
bien b) como construido
en
un
tipo
ideal con actores de este carácter.
En
modo
alguno
se
trata de
un
sentido "objetivamente justo" o de un sentido "verdadero··
metafísicamente fundado. Aquí radica precisamente
la
diferencia entre las cien-
cias
empíricas de
la
acción, la sociología y
la
historia, frente a toda ciencia
dog-
mática, jurisprudencia, lógica, ética, estética, las cuales pretenden investigar
en
sus
objetos
el
sentido "justo" y "válido".
2.
Los
límites entre una acción con sentido y un modo de conducta simple-
mente reactivo (como aquí le denominaremos), no unido a un sentido subjeti-
vamente
mentado, son enteramente elásticos. Una parte muy importante de los
modos de conducta de interés para
la
sociología, especialmente la acción puramen-
te tradicional, se halla en la frontera entre ambos. Una acción con sentido,
es
decir, comprensible, no
se
da en muchos
casos
de
proc<.'Sos
psicofísicos, y en otros
sólo existe para
los
especialistas;
los
procesos místicos,
no
comunicables adecua-
damente por medio de la palabra, no pueden ser comprendidos con plenitud por
los
que no son accesibles a ese tipo de experiencias. Pero tampoco
es
necesaria
la
capacidad de producir uno mismo una acción semejante a la ajena para la posi-
bilidad de
su
comprensión:
"no
es
necesario
ser
un César para comprender a
César''. El poder "revivir" en pleno
algo
ajeno
es
importante para
la
evidenciJ
de la comprensión, pero
no
es
condición absoluta para la interpretación del sen-
tido. A menudo
los
elementos comprensibles y
los
no comprensibles de un
pro--
ceso están unidos y mezclados entre
sí.
3.
Toda interpretación, como toda ciencia en general, tiende a
la
"evidencia".
La
e\'idencia de la comprensión puede ser de carácter racional
(y
entonces, bien
lógica, bien matemática) o de carácter cndopático: afectiva, receptivo-artística.
En
el
dominio de
la
acción
es
racionalmente evidente, ante todo, lo que de
su
"conexión de sentido" se comprende intelectualmente de un modo diáfano y
exhaustivo. Y hay evidencia endopática de la acción cuando
se
re\'ive plenamente
la
"conexión de sentimientos" que
se
vivió
en ella. Racionalmente comprensibles
-es
decir, en este caso: captables en su sentido intelectualmente de un modo
inmediato
y univoco-- son ante todo, y en grado máximo
las
conexiones signifi-
cativas, recíprocamente referidas, contenidas
en
las proposiciones lógicas y mate-
máticas. Comprendemos
así
de un modo unh·oco
Jo
que
se
da
a entender cuand.J
alguien, pensando o argumentando, hace
uso
de la proposición 2 X 2 = 4, o de
los
teoremas pitagóricos o extrae una conclusión
lógic-a
--de
acuerdo con nuestros
hábitos
mentales-
de un modo "correcto".
De
igual manera, cuando alguien,
basándose en
los
datos ofrecidos por "hechos" de la experiencia que nos son "co-
nocidos"
y en fines dados, deduce
{>ara
su acción
las
consecuencias claramente
inferibles (según nuestra experiencia) acerca de
la
clase de "medios" a emplear.
Toda interpretación de una acción con arreglo a fines orientada racionalmente de
esa
manera posee
-para
la inteligencia de
los
medios
empleados-
el
grado
má-
ximo de evidencia. Con no idéntica evidencia, pero
suficiente
par::.
nuestras
exi-
gencias de explicación, comprendemos también
aque11os
"errores" (inclusive con-
fusiones de problemas) en
los
que somos capaces de incurrir o de cuyo nacimiento
podríamos tener una experiencia propia. Por
el
contrario, muchos de
los
"valores''
y "fines" de carácter último que parecen orientar
1:r
acción de un hombre
no
los
podenws comprender a menudo, con
p1ena
evidencia, sino tan sólo, en ciertas
FUNDAMENTOS METODOLOGfCOS
7
circunstancias, captarlos intelectualmente; mas tropezando con dificultades
cre-
cientes para poder "revividos" por medio de la fantasía endopática a medida en
que
se
alejan más radicalmente de nuestras propias valoraciones últimas. Tenemos
entonces que contentamos, según el caso, con su interpretación exclusivamente
intelecttud
o,
en detenninadas circunstancias
-si
bien esto puede
fallar-,
con
aceptar aquellos fines o valores sencillamente como datos para tratar luego de
hacemos comprensible
el
desarrollo de
la
acción por ellos moth·ada por
la
mejor
interpretación intelectual posible o por un revivir
sus
puntos de orientación
lo
más cercano posible. A esta clase pertenecen, por eíemplo, muchas acciones
vir-
tuosas, religiosas y caritativas, para
el
insensible a ellas; de igual suerte, muchos
fanatismos de racionalismo extremado
("derechos del hombre") para quien abo-
rrece de ello. Muchos afectos reales (miedo, cólera, ambición, envidia, celos, amor,
entusiasmo, orgullo, venganza, piedad, devoción y apetencias de toda suerte)
y
las
reacciones irracionales (desde
el
punto de \'Ísta de
la
acción racional con arreglo
a fines) derivadas de ellos podemos
"revivirlos" afectivamente de modo tanto
más evidente cuanto más susceptibles seamos de
esos
mismos afectos; y en todo
c;:so,
aunque excedan
en
absoluto por su intensidad a nuestras posibilidades,
po-
demos comprenderlos endopáticamente en
S!l
sentido, y calcul:.u intelectualmente
sus
efectos sobre la dirección y los medios de
la
acción.
El método científico consistente en la construcción de
tipos
investiga y expone
todas
las
conexiones de sentido irracionales, afectivamente condicionadas, del
comportamiento que influyen en
la
acción, como "desviaciones" de un desarrollo
de la misma
"construido" como puramente racional con arreglo a fines. Por ejem-
plo, para
la
explicación de un "pánico bursátil" será conveniente fijar primero
cómo
se
desarrollaría
la
acción fuera de todo influía de afectos irracionales, para
introducir después, como
"perturbaciones", ltquellos componentes irracionales.
De
igual modo procederíamos en la explicación de una acción política o militar: ten-
dríamos que fijar, primero, cómo
se
hubiera desarrollado
esa
acción de haberse
conocido todas las circunstancias y todas
las
intenciones de
los
protagonistas y de
haberse orientado
la
elección de
los
medios
-a
tenor de
los
datos de
la
experien-
cia considerados por nosotros como
existentes-
de un modo rigurosamente
ra-
cional con arreglo a fines. Sólo
así
sería posible la imputación de las desviaciones
a las irracionalidades que
las
condicionaron.
La
construcción de una acción
rigu-
rosamente racional con arreglo a fines sirve en estos
casos
a la sociología
--en
méritos de su evidente inteligibilidad
y,
en cuanto racional, de su
univocidad-
como un tipo (tipo ideal), mediante
el
cual comprender la acción real, influida
por irracionalidades de toda especie (afectos, errores), como una desviación
dd
desarrollo esperado de la acción racional.
De
esta
suerte,
pero sólo en virtud de estos fundamentos de com·enicncia
me-
todológica, puede decirse que
el
método de
la
sociología "comprensiva"
es
"racio-
nalista". Este procedimiento no debe, pues, interpretarse como un prejuicio
racionalista de
la
sociología, sino sólo como un recurso metódico; y mucho
me-
nos, por tanto, como
si
implicara la creencia de un predominio en
la
vida de lo
racional.
Pues nada nos dice en lo más mínimo hasta qué punto en la realidad
las acciones
retJJ.es
están o no determinadas por consideraciones racionales de
fi-
nes.
(No
puede negarse la existencia del peligro de interpretaciones racionalistas
en
lugares inadecuados. Toda la experiencia confirma, por desgracia, este aserto.)
4.
Los
procesos y objetos
ajenos
al
sentido entran en
el
ámbito de las ciencias
de la acción como ocasión, resultado, estimulo u obstáculo de la acción humana.
Ser ajeno
al
sentido no significa "inanimado" o
"no
humano". Todo artefacto,
una máquina, por ejemplo,
se
comprende e interpreta, en fin de cuentas, por
el
8
CONCEPTOS SOCIOLÓGICOS
FUNDAMENTALES
sentido que a su producción y empleo le presta (o quisiera prestar) la acción
humana (con finalidades posiblemente muy diversas); sin
el
recurso a
ese
sentido
permanece completamente incomprensible.
Lo comprensible
es,
pues, su refe-
rencia a
la
ciCci6n
humana,
ya
como "medio",
ya
como
el
"fin" imaginado por
el
actor o actores y que orienta su acción. Sólo mediante estas categorias tiene lugar
una comprensión de semejantes objetos.
Por
el
contrario, permanecen ajenos
al
sentido todos
los
procesos o estados
-animados,
inanimados, humanos y extra-
humanos-
en que
no
se
mienta un sentido, en tanto que no aparezcan en la
acción en
la
relación de "medio" o de "fin", y sólo sean, para
la
misma, ocasión,
estímulo u obstáculo.
La
formación del Dollart en
el
año 1277 tiene (¡quizá!)
significación
"histórica" como provocadora de ciertos asentamientos de conside-
rable alcance histórico. El rihno de la muerte y
el
ciclo orgánico de
la
vida: desde
el
desvalimiento del nifio al desvalimiento del anciano, tienen
naturalment~
alcance sociológico de primera fuerza por
los
diversos modos en que
la
acción
humana
se
ha orientado y orienta por
esos
hechos. Otra clase de categorías está
constituida por ciertos conocimientos sobre
el
desarrollo
de
algunos fenómenos
físicos o psicofísicos (cansancio, hábito, memoria, etc.; y también, por ejemplo,
euforias
típicas en determinadas formas de mortificación, diferencias típicas de
los
modos de reacción según ritmo, modo, claridad, etc.) que.
si
se apoyan en
la
experiencia no implican comprensión. La situación
es,
sin embargo, la misma que
la existente
en
otros hechos opacos a la comprensión: la "actitud comprensiva"
los
acepta en igual forma que lo hace cualquier actividad práctica, como "datos"
con
los
cuales hay que contar.
Cabe
la
posibilidad de que la investigación futura encuentre regularidades
no sujetas a comprensión para determinadas
conductas con sentido, por
escasa
que haya sido hasta ahora semejante cosa. Diferencias en
la
herencia biológica
(de las
"razas") por ejemplo
--cuando
y
e:n
la medida en que
se
aportara la
prueba estadística de su influjo
en
los
modos de conducta
de
alcance sociológico;
especialmente en la acción social por lo que respecta a la manera de estar referida
a su
sentido-- se aceptarlan por la sociología como datos, ni más ni menos que
los hechos fisiológicos del tipo de la necesidad de alimentación o de los efectos
de
la
senectud sobre la acción humana. Y
el
reconocimiento de su significación
causal para nada alteraría la tarea de la sociología (y de las ciencias de la acción
en general): comprender, interpretándolas, las acciones orientadas por un sentido.
No
haría sino insertar en determinados puntos de
sus
conexiones de motivos,
comprensibles e interpretables, hechos no comprensibles (así: conexiones típicas
de
la frecuencia de determinadas finalidades de
la
acción o del grado de su racio-
nalidad típica con
el
índice craneano,
el
color de la piel o cualesquiera otras cuali-
dades fisiológicas hereditarias), como
ya
hoy día ocurre en
esa
materia.
5.
Puede entenderse por comprensión:
1,
la comprensión
actual
del sentido
mentado en una acción (inclusive: de una manifestación). Comprendenws, por
ejemplo, de un modo actual
el
sentido
de
la proposición 2 X 2 = 4, que oímos o
leemos (comprensión racional,
actual,
de pensamientos), o un estallido de cólern
manifestado en gestos faciales, interjecciones y movimientos irracionales { com-
prensión irracional,
actual,
de
afectos), o la conducta de un lefiador o de alguien
que pone su mano en
el
pomo de la puerta para cerrarla o que dispara sobre un
animal (comprensión racional,
actual,
de acciones)
-pero
también: 2, la com-
prensión
explicativa.
Comprendemos por
sus
motivos qué sentido puso en ello
quien formuló o escribió
la
proposición 2 X 2 = 4, para qué lo hizo precisamente
en ese momento y en
esa
conexión, cuando lo vemos ocupado en una operación
mercantil,
en
una demostración científica, en un cálculo técnico o en otra acción
FUNDAME!iTOS
METODOLÓGICOS
9
::t
cuya conexión total pertenece aquclht proposición por
el
sentido que vemos
>incul::tdo
::t
ella;
es
decir,
es::t
proposición logra
un::t
"conexión de sentido" com-
prensible
para nosotros (comprensión
racio~al
por motivos).
Compr~ndemos
al
leñador o
al
que apunta con un arma,
no
solo
de
un modo
actual,
smo por sm
motivos, cuando sabemos que
el
primero ejecuta
esa
acción por ganarse un salario
o
para cubrir
sus
necesidades o por diversión (racional) o porque "reaccionó de
tal modo a una excitación" (irracional), o que
el
que dispara
el
arma lo hace por
una orden
de
ejecutar a alguien o de defensa contra
el
enemigo (racional) o
bie~
por venganza (afectiva
y,
en este sentido, irracional). Compre?demos, por úlh-
mo, un acto de cólera por
sus
motivos cuando sabemos que detras de él hay
celo~.
vanidad enfermiza u honor lesionado (afectivamente condicionado: comprensión
irracional por motivos). Todas éstas representan conexiones
de
sentido compren-
sibles,
la comprensión de las cuales tenemos por una explicación del desarrollo
real de
la
acción. "Explicar" significa, de esta manera, para la ciencia que se
ocu-
pa del sentido de
la
acción, algo
así
como: captación de la conexión de sentido
en que se incluye una acción,
ya
comprendida de modo actual, a tenor de
s~
sentido "subjetivamente ment-ado". (Sobre
In
significación causal de este "exph-
car"
cf.
n9
6.)
En
todos estos casos, también en
los
procesos afectivos, entende-
mos por sentido subjetivo del hecho, incluso de la conexión de sentido,
el
sentido
"mentado"
(apartándonos del uso habitual, que suele hablar únicamente de "men-
tar",
en la significación aludida, con respecto a las acciones racionales e intencio-
nalmente referidas a fines) .
6.
Comprensión equivale en todos estos
casos
a: captación interpretativa del
sentido o conexión
de
sentido:
a)
mentado realmente en la acción particular (en
la consideración histórica);
b)
mentado en promedio y
de
modo aproximativo
(en la consideración sociológica en masa);
e)
construido científicamente (por
el
método tipológico) para la elaboración del tipo
ideal
de un fenómeno frecuente.
Semejantes construcciones típico-ideales se dan, por ejemplo, en los concep-
tos y leyes de la teoría económica pura. Exponen cómo se desarrollarla una
forma especial de conducta humana,
si
lo hiciera con todo rigor con arreglo
al
fin, sin perturbación alguna
de
errores y afectos, y de
estar
orientada de un
modo unívoco por un solo fin (el económico). Pero la acción real sólo en
casos
raros (Bolsa), y eso de manera aproximada, transcurre tal como fue construid,\
c11
el
tipo ideal (respecto a
la
finalidad de tales construcciones, cf. Archiv.
f.
Sozialmiss., XIX, pp.
64
ss.,
e infra,
el
n9
8).
Toda interpretación persigue la evidencia. Pero ninguna interpretación de
sentido, por evidente que sea, puede pretender, en méritos de ese carácter de
evi-
dencia, ser también la interpretación
causal
válida.
En
no
es
otra cosa que
una
hipótesis causal particularmente evidente.
a)
Con frecuencia "motivos" pre-
textados y "represiones" (es decir, motivos
no
aceptados) encubren, aun para
el
mismo actor, la conexión real de la trama
de
su
acción, de manera que
el
pro-
pio testimonio subjetivo, aun sincero, sólo tiene
un valor relativo.
En
este caso
la tarea que incumbe a la sociología
es
averiguar e interpretar
esa
conexión, aun-
que no haya sido elevada a conciencia
o,
lo
que ocurre las más de las veces, no
lo haya sido con toda
la
plenitud con que fue mentada en concreto: un caso
lí-
mite de la interpretación
de
sentido.
b)
Manifestaciones externas la acción
tenidas por nosotros como
"iguales" o "semejantes" pueden apoyarse en conexio-
nes de sentido muy diversas en
el
actor o actores; y "comprendemos" también
un actuar fuertemente diverso, a menudo de sentido cabalmente opuesto, frente
a situaciones que juzgamos
"semejantes" entre sí. (Ejemplos en Simmel:
Probl.
der
Geschicht.~phil.)
e)
En
situaciones dadas
los
hombres están sometidos en
su
10
CONCEPTOS SOCIOLÓGICOS 1-'Ur..'DAMENTALES
acción a la pugna de impulsos contrarios, todos ellos "comprensibles". Cuál sea
la
intensidad relativa con que
se
manifiestan en
la
acción las distintas referenci9s
significativas subyacentes en la
"lucha de motivos", para nosotros igualmente
comprensibles,
es
cosa que, según
la
experiencia, no
se
puede apreciar nunca con
toda seguridad y en la mayor parte de
los
casos ni siquiera de un modo aproxi-
mado. Sólo
el
resultado efectivo de la lucha de motivos nos ilustra sobre ello.
Como en toda hipótesis
es
indispensable
el
control
de
la interpretación compren-
siva de sentidos por
los
resultados: la dirección que manifieste
la
realidad. Sólo
en los escasos y especialmente adecuados
casos
de
la
experimentación
psicológic-.t
puede lograrse un control de precisión relativa. También por medio de la est1dís-
tica, y con extraordinarias diferencias en la aproximación, en los
casos
(también
limitados) de fenómenos en masa susceptibles de cuantificación
y correlación.
En
los demás casos, y como tarea importante de
la
sociología comparada, sólo queda
la
posibilidad de comparar
el
mayor número posible
de
hechos de
la
vida histó-
rica o cotidiana que, semejantes entre si, sólo difieran en un punto
decisivo:
el
"motivo" u "ocasión", que precisamente por su importancia práctica tratamos
de investigar. A menudo
sólo
queda, desgraciadamente,
el
medio inseguro
dd
"experimento ideal",
es
decir, pensar como no presentes ciertos elementos
con5-
titutivos de
la
cadena causal y "construir" entonces el curso probable que tendría
la
acción para alcanzar asi una imputación causal.
La llamada
"ley de Gresham", por ejemplo,
es
una interpretación racional
evidente de
la
conducta humana en determinadas condiciones y desde
el
supues-
to
típic(}-ideal de una acción estrictamente racional con arreglo a fines. Hasta
qué
punto la conducta
real
concuerda con la construcción
es
cosa que
sólo
puede
enseñarnos una experiencia ( expresable, en principio, en alguna forma estadística)
que compruebe en
las
relaciones económicas la desaparición efectiva
de
la
mone-
da
de más valor; ello nos instruye sobre la amplia validez de la
le~·.
En
realidad,
la
marcha del conocimiento
es
ésta:
primero
existieron las obscn·aciones de
la
experiencia y luego vino la fórmula interpretativa. Sin esta interpretación conse-
guida por
nosotros hubiera quedado insatisfecha nuestra necesidad causal. Pero
sin la prueba, por otra parte, de que
el
desarrollo idealmente construido de los
modos
de
conducta encarna en alguna medida también en la realidad, una
ley
semejante, tan evidente en
como se quiera, hubiera sido una construcción sin
,·alor alguno para
el
conocimiento de
la
acción real.
En
este ejemplo
es
conclu-
yente
la
concordancia entre adecuación de sentido y prueba en1pírica, y los casos
son lo suficientemente numerosos para tener
la
prueba como suficientemente
segura.
La
hipótesis de Eduard Mayer sobre
la
significación causal de las bat1-
llas de Maratón, Salamina y Platea respecto de
la
peculiaridad del dcsarrol
la
cultura helénica (y, con ella, de
la
occidental)
-hipótesis
inferida por
ar
ción de sentido y apoyada ingeniosamente en
hecl10s
sintomáticos ( actit
los oráculos y de
los
profetas helénicos para con
los
persas)-
sólo puede torta-
lecerse con
la
prueba obtenida de
los
ejemplos de
la
conducta seguida por los
persas en los
casos
de victoria (Jerusalén, Egipto,
Asia
Menor)
y,
por tanto, en
muchos aspectos tiene que permanecer incompleta. La evidencia racional inter-
pretativa de
la
hipótesis tiene aquí que sen·ir forzosamente como apoyo.
En
otros
muchos casos de imputación histórica,
al
parecer de gran evidencia, ni siquiera
cabe la prueba del caso citado. Por consiguiente,
la
imputación queda dcfiniti,·a-
mente como una simple hipótesis.
7. Llamamos
"motivo" a
la
conexión de sentido que para
el
actor o el obser-
vador aparece como
el
"fundamento" con sentido de una conducta. Decimos
que una conducta que se desarrolla como un todo coherente
es
"adecuada por
el
FUNDAMENTOS
METODOLÓGICOS
11
sentido", en la medida en que afirmamos que la relación entre sus elementos
constituye una "conexión
de
sentido" típica (o, como solemos decir, "correcta")
a tenor de los hábitos mentales y afectivos medios. Decimos por
el
contrario,
que una sucesión de hechos
es
"causalmente adecuada" en la medida en que, Sl'-
gún reglas de experiencia, exista esta probabilidad: que siempre transcurra de
igual manera. (Adecuada por su sentido es, por ejemplo, la solución
correcta de un
problema aritmético, de acuerdo con las normas habituales del pensamiento y del
cálculo. Es
causalmente adecuada
--en
d ámbito del acontecer estadístico-- b
probabilidad existente, de acuerdo con reglas comprobadas de ,la experiencia, de
una solución "correcta" o "falsa"
-desde
el
punto de vista de nuestras normas
habituales-
y también de un "error de cálculo" típico o de una confusión de
problemas también típica.)
La explicación causal significa, pues, esta afirmación:
que, de acuerdo con una determinada regla de probabilidad
-cualquiera
que
se;1
el
modo de calcularla y sólo en casos raros e ideales puede ser según datos men-
surables-,
a un determinado proceso (interno o externo) observado sigue otro
proceso determinado (o aparece juntamente con
él).
Una interpretaci6n causal correcta de una acción concreta significa: que
el
desarrollo e.xterno y
el
motivo han sido conocidos de un modo certero y al mismo
tiempo
comprendidos con Sl'ntido
en
su
conexión. Una interpretación causal
correcta de una acción
típica (tipo
de
acción comprensible) significa: que
el
acaecer considerado típico se ofrece con adecuación de sentido (en algún grado) y
puede también ser comprobado como ca.usalmente adecuado (en algún grado).
Si
falta la adecuación
de
sentido nos encontramos meramente ante una probabilidad
estadística no susceptible de comprensi6n (o comprensible en forma incompleta);
y esto aunque conozcamos
la
regularidad en
el
desarrollo del hecho (tanto exte-
rior como psíquico) con
el
máximo de precisión y sea determinable cuantitativa-
mente. Por otra parte, aun
la
más evidente adecuación de sentido sólo puede
considerarse como una proposición causal
corrcct:t para
el
conocimiento socioló-
gico en
la
medida en que se pruebe
la
existencia de una probabilidad (determina-
ble de alguna manera) de que la acción concreta tomará de hecho, con determi-
nable frecuencia o aproximación (por término medio o en
el
caso
"puro"),
la
forma que fue considerada como adecuada por
el
sentido.
Tan
sólo aquellas
regularidades estadísticas que corresponden al sentido mentado "comprensible"
de una acción constituyen tipos de acción susceptibles
de
comprensión (en b
significación aquí usada);
es
decir, son: "leyes sociológicas". Y constituyen tipo:
sociológicos del acontecer real tan sólo aque)las construcciones de una "conduct1
con sentido comprensible" de las que pueda observarse que suceden en
In
reali-
dad con mayor o menor aproximación. Ahora bien, se está muy lejos de poder afir-
mar que paralelamente al grado inferible de la adecuación significativa crezca
la
probabil!dad. efectiva de la frecuencia del desarrollo que le corresponde. Sólo por
la experiencia externa puede mostrarse que éste
es
el
caso. Hay estadísticas
lo
mismo de hechos ajenos al sentido (mortalidad, fatiga, rendimientos de máqui-
nas, cantidad de lluvia) que de hechos con sentido. Estadística sociológica sólo
es,
empero, la
de
los últimos (estadística criminal,
de
profesiones, de precios, de
cultivos). (Casos que incluyen ambas, estadísticas de cosechas, por ejemplo, son
naturalmente frecuentes.)
8.
Procesos y regularidades que, por ser incomprensibles en
el
sentido aquí
empleado, no pueden ser calificados de hechos o
de
leyes sociológicos, no por
eso
son menos importantes. Ni tan siquiera para
la
sociología
en
el
sentido por
nos-
otros adoptado (que implica la limitación a
la
"sociología comprensiva", sin que
por ello deba ni pueda obligar a nadie). Sólo que pertenecen a un lugar distinto
12
CONCEPTOS SOCIOLÓGICOS
FUNDAMENTALES
-y
esto metodológicamente
es
inevitable-
del de
la
acción comprensible:
al
de
las
"condiciones", "ocasiones", "estímulos" y "obstáculos" de
la
misma.
9.
"Acción" como orientación significativamente comprensible de
la
propia
conducta, sólo existe para nosotros como conducta de una o varias personas
in-
dividuales.
Para otros fines
de
conocimiento puede ser útil o necesario concebir
al
indi-
,·iduo,
por ejemplo, como una asociación
de
"células", o como un complejo
de
reacciones bioquímicas, o su vida "psíquica" construida por varios elementos
(de cualquier forma que
se
les
califique). Sin duda alguna se obtienen
así
cono-
cimientos
\'a
liosos (leyes causales). Pero no nos
es
posible "comprender" el
comportamiento de
esos
elementos que
se
expresa en leyes. Ni aun en
el
caso de
tratarse de elementos psíquicos;
y tanto menos cuanto más exactamente se les
conciba en
el
sentido de las ciencias naturales; jamás
es
éste d camino para una
interpretación derivada del
sentido mentado. Ahora bien,
la
captación
de
la
conexión de sentido de
la
acción
es
cabalmente
el
objeto de
la
sociología (tal
como aquí la entendemos; y también
de
la historia). Podemos observar (en prin-
cipio,
al
menos)
el
comportamiento de las unidades fisiológicas, las células por
ejemplo, o cualesquiera elementos psíquicos,
tratar de obtener inferencias de
esas
observaciones, formular reglas ("leyes") para
esos
comportamientos y "explicar"
causalmente con su ayuda procesos particulares,
es
decir, incluirlos bajo
esas
leyes.
La interpretación de
la
acción, sin embargo, sólo se interesa en tales hechos y
leyes en igual forma y medida en que lo hace respecto a cualesquiera otros hechos
(por ejemplo: hechos físicos, astronómicos, geológicos, meteorológicos, geográfi-
cos, botánicos, zoológicos, fisiológicos, anatómicos, psicopatológicos ajenos
al
sentido; y condiciones cien tífico-nahuales de los hechos técnicos) .
Para otros fines de conocimiento (p. ej., jurídicos) o por finalidades prácticas
puede ser conveniente y hasta sencillamente inevitable tratar a determinadas
for-
maciones sociales (estado, cooperativas, compañía anónima, fundación) como
si
fueran individuos (por ejemplo, como sujetos
de
derechos y deberes, o de deter-
minadas acciones
de
alcance jurídico). Para la interpretación comprensiva
de
la
sociología, por
el
contrario,
esas
formaciones no son otra cosa que desarrollos y
entrelazamientos de acciones específicas
de
personas individuales,
ya
que tan
sólo éstas pueden ser sujetos de una acción orientada por
su
sentido. A pesar de
esto,
la
sociología no puede
ignorar,
aun para sus propios fines, aquellas estructuras
conceptuales de naturaleza colectiva
que
son instrumentos de otras maneras
de
enfrentarse con la realidad. Pues
la
interpretación
de
la
acción tiene respecto a
esos
conceptos colectivos una doble relación:
a)
se
ve
obligada con frecuencia
a trabajar con conceptos semejantes (que a menudo llevan los mismos nombres)
con
el
fin de lograr una terminología inteligible. Lo mismo
el
lenguaje jurídico
que
el
cotidiano
se
refieren, por ejemplo, con
el
término
estado
tanto
al
concepto
jurídico como a aquellas realidades de
la
acción social
frente
a las cuales
la
norma
jurídica eleva su pretensión de validez.
Para la sociología la realidad "estado" no
se
compone necesariamente
de
sus elementos
jurídicos;
o,
más precisamente,
no deriva de ellos.
En
todo caso no existe para ella una personalidad colectiva en
acción. Cuando habla del
"estado", de
la
"nación", de la "sociedad anónima".
de
la
"familia", de un "cuerpo militar" o de cualquiera otra fonnación semoiante
se
refiere únicamente
al
desarrollo, en una forma detenninada, de
la
acción social
de unos cuantos individuos, bien
sea
real o construida como posible; con
lo
cual
introduce en el concepto jurídico, que emplea en méritos de su precisión y
uso
general,
un sentido completamente distinto;
b)
la interpretación de
la
acción debe
tomar nota del importante hecho de que aquellos conceptos empleados tanto por
FUNDAMENTOS
METODOLÓGICOS
13
el
lenguaje cotidiano como por
el
de los juristas
(y
también por
el
de otros profe-
sionales), son representaciones
de
algo que en parte existe y en parte
se
presenta
como un deber ser en
la
mente
de
hombres concretos (y no sólo de jueces \
burócratas, sino del público en general), la acción de los cuales
orientan real-
mente; y también debe tomar nota de que
esas
representaciones, en cuanto tales,
poseen una poderosa, a menudo dominante significación causal en
el
desnrrollo
de
la conducta humana concreta. Sobre todo, como representaciones de algo que
debe
ser
(y también que
no
debe ser).
(Un
estado moderno
~omo
complejo
de
una específica nctuación humana en
común-
subsiste en parte muy considerable
de esta forma: porque determinados hombres orientan su acción por
la
represen-
urción
de
que aquél debe existir o existir
de
tal o cual forma;
es
decir,
de
que
poseen
valide%
ordenaciones con ese carácter
de
estar jurídicamente orientadas.
Sobre esto, cf. infra). Y aunque sería posible, no sin cierta pedantería y proli-
jidad, que
la
terminología de la sociología eliminara estos conceptos
del
lengua-
je usual, que se emplean
no
sólo
para
la
normatividad jurídiCa, sino para
el
acaecer real, sustituyéndolos por palabras de nueva creación, quedaría,
al
me-
nos, excluida esta posibilidad para un hecho tan importante como el que trata-
mos.
e)
El método
de
la llamada sociología "organicista" (tipo clásico:
el
inge-
nioso libro de Schaffle, Bau und Leben
der
sozialen
Korpers,
"Estruchua y vida
del cuerpo
social") pretende explicar partiendo
de
un
"todo"
(p. ej., una econo-
mía nacional)
el
actuar conjunto que significa lo social; por
lo
cual, dentro de ese
todo se trata
al
individuo y su acción análogamente a como
la
fisiología trata de
la situación
de
un "órgano" en
la
economía del organismo (desde el punto de vista
de
su
"conservación"). (Cf. la famosa frase de un fisiólogo:"§ X.
El
ba%o.
Del
bazo, señores, no sabemos nada. ¡Es decir, del bazo propiamente y en cuanto
tal!"
En
realidad
la
persona en cuestión sabía del bazo bastantes cosas: situación,
volumen, forma, etc.
-tan
sólo la "función" le era desconocida y a esta incapa-
cidad
le
llamaba
"no
saber nada".)
No
puede ser dilucidado aquí hasta qué
punto en otras disciplinas tiene que ser definitiva (necesariamente) esta
consi-
deración funcional de las "partes" de un "todo"; de todos modos,
es
cosa
conocida
que la ciencia bioquímica y biomecánica no quisiera contentarse
fundamental-
mente con
esa
consideración. Para una sociología comprensiva tal modo de
expresarse:
1)
Puede servir para fines de orientación provisional y
de
ilustración
práctica (siendo en esta función altamente útil y necesario, aunque también
perjudicial en caso de una exageración
de
su
valor cognoscitivo y de un falso
rea-
lismo conceptual).
2)
En
determinadas circunstancias sólo ella puede ayudamos
a destacar aquella acción social cuya comprensión interpretativa sea
importante
para la explicación
de
una conexión dada. Mas en este punto comienza precisa-
mente la tarea de
la
sociología (tal como aquí
la
entendemos). Respecto a las
"formas sociales" (en contraste con los "organismos"), nos encontramos cabal-
mente, más
allá
de
la
simple detcrmill':lción de sus conexiones y "leyes" funciona-
les,
en situación
de
cumplir lo que está permanentemente negado a las ciencias
naturales (en
el
sentido de
la
formulación de leyes causales de fenómenos y
for-
maciones y de la explicación mediante ellas de los procesos particulares) :
la
comprensión
de
la conducta de los individuos partícipes; mientras que, por
el
con-
trario,
no
podemos "comprender''
el
comportamiento, p. ej.,
de
las células, sino
captarlo funcionalmente, determinándolo con ayuda de las
leyes
a que está some-
tido. Este mayor rendimiento de
la
explicación interpretativa frente a la observa-
dora tiene ciertamente como precio
el
carácter esencialmente más hipotético y
fragmentario
de
los resultados alcanzados por la interpretación. Pero
es
precisa-
mente lo específico del conocimiento sociológico.
14
CONCEPTOS
SOCIOLÓGICOS
FUNDAMENTALES
Hasta qué punto puede sernas comprensible por
~u
sentido la conducta de
los
animales y
al
contrario
-ambas
cosas en
un
sentido altamente impreciso y
pro-
blemático
en
su
extensión-
hasta qué punto puede darse, por lo tanto, una
socio-
logía de
las
relaciones del hombre con
los
animales (animales domésticos, ani-
males de caza)
es
un problema que no puede desarrollarse ahora (muchos animales
"comprenden" órdenes, cólera, amor e intenciones agresivas; reaccionando ante
esas
actitudes no sólo de un modo mecánico sino muchas
veces
de tal manera
que parece consciente del sentido y orientada por
la
experiencia).
En
la
medida
de nuestra sensibilidad ante la conducta de
los
hombres primitivos no
es
esencial-
mente superior.
En
la
fijación de
la
situación subjetiva del animal
los
medios a
nuestra disposición o no existen o son muy insuficientes; como
es
sabido,
los
problemas de
la
psicología animal son tan interesantes como espinosos. Existen
y son particularmente conocidas, sociedades animales de
la
más varia especie:
"familias" monógamas y polígamas, rebaños, traíllas y "estados" con división de
funciones. (El grado de
la
diferenciación funcional de estas sociedades animales
no marcha en modo alguno paralelo con
el
grado de
la
diferenciación evolutiva
organológica y morfológica alcanzado por las especies
en
cuestión.
Así,
la
diferen-
ciación funcional existente en
los
termes
y,
por consiguiente,
la
de
sus
artefactos,
es
mucho mayor que entre las hormigas y
las
abejas.) Es evidente que aquí
la
investigación tiene que contentarse, aceptándola por lo menos por
el
momento
como definitiva, con
la
consideración puramente funcional,
es
decir, con
el
des-
cubrimiento de
las
funciones decisivas que tienen
los
tipos particulares de indivi-
duos (rey, reinas, obreros, soldados, zánganos, reproductores, reinas sustitutas)
en
la conservación de la sociedad animal, o
sea
en la alimentación, defensa, propa-
gación y renovación de
esas
sociedades. Todo lo que excedió de
esa
consideración
fueron por mucho tiempo puras especulaciones o im·estigaciones sobre
la
respec-
tiva medida en que herencia y medio participan en la formación de
esas
"disposi-
ciones"
sociales. (Así, particularmente,
las
controversias entre Weisman y Gotte,
en
las
que
el
primero fundamentó
su
"omnipotencia de la fuerza del medio" con
muchas deducciones extra empíricas.)
Sin embargo,
el
acuerdo
es
completo entre
los
investigadores rigurosos respecto
al
carácter forzoso, por
el
momento, de
la
aludida limitación
al
conocimiento funcional, esperándose no obstante que esto
sea
provisional ( cf. para
el
estado actual de las investigaciones sobre
los
termes
la publicación de Escherich,
1909). Ahora bien, seria de desear no solamente el
hacerse cargo del
"valor para
la
conservación" de las funciones de cada uno de
aquellos tipos diferenciados
-cosa
relativamente
fácil-
y
el
explicar aquella
diferenciación, tanto
si
no se admite
el
supuesto de
la
herencia de
las
capacidades
adquiridas, como
si,
al
contrario,
se
le admite (y en este caso, cualquiera que
sea
el
modo de interpretar
ese
supuesto), sino también
el
poder saber:
1)
qué
es
lo
que decide
el
comienzo de la diferenciación en individuos originariamente neu-
trales o indiferenciados, y
2)
qué
es
lo que
ocasiona
que
el
individuo diferenciado
se
conduzca (en
el
promedio) en la forma que de hecho
es
útil
al
interés de con-
servación del grupo diferenciado. Siempre que se ha adelantado algo
en
esta
di-
rección ha sido por la demostración experimental (o sospecha) de la
existenci:1
de excitaciones químicas o situaciones fisiológicas (procesos digestivos, castración
parasitaria, etc.) en
los
individuos
en
cuestión. Hasta qué punto subsiste la espe-
ranza problemática de mostrar como verosímil, por medios experimentales,
la
ex~stencia
de una orientación
"p~icológica"
y
:·e~~
sentido",
es
cosa que ni
los
m1smos
expertos pueden hoy
dcc1r.
Una descnpcwn controlable de
la
psique de
estos animales sociales. sobre la base de
.la
"col!lprensión" de sentido, no parece
que
se
pueda lograr, m aun como meta
1deal,
smo dentro de muy estrechos
Hm.i-
FUNDA:\lENTOS
METODOLÓGICOS
15
tes. En todo caso, no puede esperarse de ahí la inteligencia de
la
acción social
humana, sino más bien
al
revés:
se
trabaja y debe trabajarse allí con analogías
humanas. Quizá podamos esperar que
esas
analogías nos sean alguna
vez
útiles
en
la
resolución del siguiente problema: cómo apreciar en
el
estadio primitivo de
la diferenciación social humana la relación entre
el
campo de la diferenciación
puramente mecánico-instintiva y lo que
es
producto de la acción indh·idual con
sentido y lo que posteriormente ha sido creado de un modo consciente. La
socio-
logía comprensiva debe tener en cuenta con toda claridad que también para
el
hombre, en los estadios primitivos, predominan
los
primeros componentes y que
en los estadios posteriores de
su
evolución siguen éstos cooperando siempre (y a
veces
de un modo decisivo). Toda acción tradicional ( § 2) y anchas zonas de la
carismática (cap.
m)
en su calidad de núcleos del "contagio" psíquico y porta-
dores, por tanto,
de
"estímulos de desarrollo" sociológicos, están muy próximas, y
en gradaciones insensibles, de aquellos procesos que sólo pueden ser captados
biológicamente y que no son explicables por sus motivos, ni comprensibles, sino
muy fragmentariamente, por
su
sentido. Pero todo esto no libera a
la
sociología
comprensiva de
la
tarea que le
es
propia y que sólo ella puede cumplir, aunque
tenga conciencia de los estrechos límites en que
se
encuentra encerrada.
Los
distintos trabajos de Othmar Spann
-con
írecuencia ricos de pensa-
mientos aceptables
al
lado de equivocaciones, sin duda ocasionales, y sobre todo
de argumentos apoyados en juicios de valor que no pertenecen a la investigación
empírica-
aciertan sin duda, al subrayar
la
significación, por nadie negada, del
carácter previo de la problemática funcional (lo llamado por él método
"uni-
versalista")
para toda sociología. Ciertamente necesitamos saber primero cuál
es
la importancia de una acción desde
el
punto de vista funcional para la "conser-
vación"
(y
también antes que nada para
la
peculiaridad cultural) y desenvoh-i-
miento en una dirección determinada de un tipo de acción social, antes de poder
preguntarnos de qué manera se origina aquella acción
y cuáles son
sus
motivos.
Precisa que sepamos qué servicios presta un "rey", un "funcionario", y un "em-
presario",
un "rufián", un "mago"; o
sea
qué acción típica (aquello por lo que
se
le incluye en una de
esas
categorías)
es
importante para
el
análisis y merece
ser considerada antes
de
que podamos comenzar
el
análisis propiamente dicho
("referencia
al
valor" en
el
sentido de
H.
Rickert). Mas sólo este análisis nos
proporciona lo que
la
comprensión sociológica
de
la
acción de los individuos típi-
camente diferenciados
(y
sólo de
la
acción humana) puede y debe ofrecernos.
En
todo
caso
deben eliminarse tanto
el
eúorme equívoco implicado
al
pensar que un
método individualista significa una valoración individualista (en cualquier senti-
do) como
la
opinión de que una construcción conceptual de carácter inevitable-
mente (en términos relativos) racionalista significa una creencia en
el
predominio
de
los motivos racionales o simplemente una valoración positiw1 del "racionalis-
mo".
También una economía socialista tendría que ser comprendida por
la
acción
de
los individuos
-los
tipos de "funcionarios" que en ella
existan-,
o sea con
igual carácter
"individualista" que caracteriza
la
comprensión de
los
fenómenos
de cambio con ayuda dcl
mdodo
de
la
utilidad marginal
(o
cualquiera otro aná-
logo en este sentido, de considerarlo mejor). Porque también en ese caso la
investigación empírico-sociológica comienza con esta pregunta: ¿qué motivos
de-
terminaron y determinan a
los
funcionarios y miembros
de
esa
"comunidad" a
conducirse
de
tal modo que ella pudo surgir y subsiste? Toda construcción con-
ceptual funcional (partiendo de un
"todo")
sólo cumple una tarea previa a
la
auténtica problemática;
lo
cual no significa que no se considere indiscutible
su
uti-
lidad y
su
carácter indispensable, cuando
se
lleva a cabo del modo adecuado.
16
CONCEPTOS
SOCIOLÓGICOS
FUNDAMENTALES
10.
Las "leyes'', como
se
acostumbra a llmnar a muchas proposiciones de la
sociología comprensiva
-por
ejemplo,
la
"ley" de
Gresham-,
son determinadas
probabilidades típicas, confirmadas por
la
observación, de que, dadas determina-
das
situaciones de hecho, transcurran en
la
forma esperada ciertas acciones socia-
les
que son comprensibles por sus motivos típicos y por
el
sentido típico mentado
por
los
sujetos de
la
acción. Y son claras y comprensibles, en su
más
alto grado,
cuando
el
motivo subyacente en
el
desarrollo típico de
la
acción (o que ha sido
puesto como fundamento
del tipo ideal construido metódicamente)
es
puramente
racional con arreglo a fines
y,
por tanto, la relación de medio a fin, según ensefia
la
experiencia,
es
unívoca (es decir,
los
medios son "ineludibles").
En
este caso
es
admisible la afirmación de que cuando
se
ha actuado de un modo rigurosa-
mente racional, así y no de otra manera ha debido de actuarse (porque por
razo-
nes "técnicas",
los
partícipes, en servicio
de
sus fines
-claramente
dados-,
sólo
podían disponer de estos medios y no de otro alguno). Precisamente este caso
muestra lo equivocado que
es
suponer a una psicología cualquiera como funda-
mento último de la sociología comprensiva. Cada quien entiende hoy por psico-
logía
cosa
distinta. Razones de método justifican cumplidamente, para una di-
rección científico-naturalista, la separación entre lo "psíquico" y lo "físico",
cosa
completamente extraña, en este sentido, a las disciplinas que se ocupan
de
la
acción.
Los
resultados de una ciencia psicológica que únicamente investigue
lo
psíquico en
el
sentido
de
la
metódica de las ciencias naturales y con los
me-
dios propios
de
esas
ciencias y
no
se
preocupe
de
interpretar
la
conducta humana
por su
sentido
-con
lo cual tendriamos
ya
algo completamente
distinto-
intere-
san a
la
sociología, cualquiera que
sea
la metodología particular de
esa
psicología,
como pueden interesarle los de cualquiera otra ciencia, y en casos concretos pueden
alcanzar a menudo una eminente significación.
Pero
no
existe en este caso una
relación más estrecha que la que guarda con otras ciencias.
El
error está en este
concepto de lo
"psíquico": todo lo que no
es
"fisico"
es
psíquico. Sin embargo,
el
sentido de
un
cálculo aritmético, que alguien mienta, no
es
cosa "psíquica". La
reflexión racional de un hombre sobre
si
para
el
logro de determinados intereses
está exigida o no
una cierta acción, en mérito
de
las consecuencias que de ella
se
esperen, y la decisión que deriva del resultado de
esa
reflexión, son
cosas
cuya
comprensión en modo alguno
nos
facilitan las consideraciones "psicológicas".
Ahora bien, sobre tales supuestos racionales construye cabalmente la sociología
(incluida la economía)
la
mayoría de sus "leyes". Por
el
contrario,
la
psicología
comprensiva puede prestar sin duda alguna decisivos servicios a la explicación
so-
ciológica
de
los
aspectos irracionales de
la
acción. Pero esto para nada altera la
situación metodológica fundamental.
11.
La
sociología construye conceptos-tipo
-como
con frecuencia se da por
supuesto como evidente por
mismo-
y se afana por encontrar reglas generales
del acaecer. Esto en contraposición a la historia, que
se
esfuerza por alcanzar
el
análisis e imputación causales de las personalidades, estructuras y acciones
individuales consideradas cu.lturalmente importantes. La construcción conceptual
de
la
sociología encuentra
su
material paradigmático muy esencialmente, aunque
no de modo exclusivo, en las realidades de la acción consideradas también
im-
portantes desde
el
punto
de
vista de
la
historia. Construye también sus concep-
tos y busca sus leyes con el propósito, ante todo,
de
si
pueden prestar algún
servicio para la imputación causal histórica de los fenómenos culturalmente
im-
portantes. Como en toda ciencia generalizadora,
es
condición
de
la
peculiaridad
de sus abstracciones
el
que sus conceptos tengan que ser relativamente
vacíos
fren-
te a la realidad concreta de lo histórico. Lo que puede ofrecer como contrapartida
FUNDAMENTOS
METODOLÓGICOS
17
es
la
univocidad acrecentada de sus conceptos. Esta acrecentada univocidad se
alcanza en virtud
de
la posibilidad de un óptimo en la adecuación de sentido, tal
como
es
perseguido por
la
conceptuación sociológica. A
su
vez, esta adecuación
puede alcanzarse en su forma más plena
-de
lo
que hemos tratado sobre todo
hasta
ahora-
mediante conceptos y reglas
racionales
(racionales con arreglo a
valores o arreglo a fines).
Sin embargo,
la
sociología busca también aprehender
mediante conceptos teóricos y adecuados
por
su
sentido fenómenos irracionales
(místicos, proféticos, pneumáticos, afectivos).
En
todos los casos, racionales como
irracionales,
se
distancia
de
la
realidad, sirviendo para
el
conocimiento
de
ésta
en
la
medida en que, mediante
la
indicación del grado
de
aproximación
de un
fe-
nómeno histórico a uno o varios de
esos
conceptos, quedan tales fenómenos
ordenados conceptualmente. El mismo fenómeno histórico puede ser ordenado
por uno de sus elementos, por ejemplo, como
"feudal", como "patrimonial" por
otro, como
"burocrático" por alguno más todavía, por otro como "carismático".
Para
que con estas palabras se exprese algo unívoco
la
sociología debe formar, por
su
parte, tipos
puros
(ideales)
de
esas
estructuras, que muestren en
si
la unidad
más
consecuente
de
una adecuación
de
sentido lo más plena posible; siendo por
eso
mismo tan poco frecuente quizá en
la
realidad
-en
la forma pura absoluta-
mente ideal del
tipo-
como una reacción física calculada sobre
el
supuesto de
un espacio absolutamente vacío. Ahora bien,
la
casuística sociológica sólo puede
construirse a partir de estos tipos
puros
(ideales). Empero,
es
de
suyo
evidente
que
la
sociología emplea también tipos-promedio, del género de los tipos empírico-
estadísticos; una construcción que no requiere aquí mayores aclaraciones meto-
dológicas.
En
caso de duda debe entenderse, sin embargo, siempre que se hable
de casos
"típicos", que nos referimos
al
tipo
ideal,
el
cual puede ser, por su parte,
tanto racional como irracional, aunque las más de las veces sea racional (en
la
teoría económica, siempre) y en todo caso
se
construya con adecuación de
sentido.
Debe quedar completamente en claro que en
el
dominio de la sociología sólo
se
pueden construir "promedios" y "tipos-promedio" con alguna univocidad,
cuando se trate
de
diferencias de grado entre acciones cualitativamente
seme¡an-
tes por
su
sentido. Esto
es
indudable.
En
la mayor parte de los casos, sin embar-
go,
la
acción de importancia histórica o sociológica está influida por motivos
cualitativamente heterogéneos, entre los cuales no puede obtenerse un
"prome-
dio"
propiamente dicho. Aquellas construcciones tfpico-ideales de la acción
so-
cial, como las preferidas por la teoría económica, son "extrañas a la realidad" en
el
sentido en que
-como
en
el
caso
aludido-
se
preguntan sin excepción:
1)
cómo
se
procedería
en
el
caso ideal de una pura racionalidad económica con
arreglo a fines, con
el
propósito de poder comprender la acción codeterminada
por obstáculos tradicionales, errores, afectos, propósitos y consideraciones
de
ca-
rácter no económico,
en
la
medida en que también estuvo determinada en
el
caso
concreto por una consideración racional
de
fines o suele estarlo en el promedio; y
también
2)
con
el
propósito de facilitar el conocimiento de sus motivos reales
por medio de
la
distancia
existente entre la construcción ideal y
el
desarrollo
real.
De
un modo completamente análogo tendría que proceder la construcción
típico-ideal de una consecuente actitud acósmica frente a
la
vida (por ejemplo,
frente a la politica
y a la economía) místicamente condicionada. Cuanto con
más
precisión y univocidad
se
construyan estos tipos ideales y sean
más
extraffos
en este sentido,
al
mundo, su utilidad será también mayor tanto terminológica,
clasificatoria, como heurísticamente. En realidad, no procede de otra forma
la
imputación causal concreta que hace
la
historia de determinados acontecimientos:

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