aplicación que, con miras económicas, hace de ellas el capitalista por las probabilidades
de provecho que ofrece. También los indios calcularon con unidades, cultivaron el
álgebra e inventaron el sistema de los números de posición, que en Occidente se puso
inmediatamente al servicio del desarrollo del capitalismo; y, sin embargo, no supieron
crear las modernas formas de calcular y hacer balances. El origen de la matemática y la
mecánica no fue condicionado por intereses capitalistas, pero la aplicación técnica de los
conocimientos científicos (lo decisivo para el orden de vida de nuestras masas) sí que
estuvo, desde luego, condicionado por el resultado económico aspirado en Occidente
precisamente por ese medio; y ese resultado se debe justamente a las características del
orden social occidental. Por tanto, habrá que preguntarse a qué elementos de esas
características, puesto que, sin duda, no todas poseían la misma importancia. Por lo
pronto, cabe citar éste: la índole racional del derecho y la administración, pues el
moderno capitalismo industrial racional necesita tanto de los medios técnicos de cálculo
del trabajo como de un derecho previsible y una administración guiada por reglas
formales; sin esto es posible el capitalismo aventurero, comercial y especulador, y toda
suerte de capitalismo político, pero es imposible la industria racional privada con capital
fijo y cálculo seguro. Pues bien, sólo el Occidente ha puesto a disposición de la vida
económica un derecho y una administración dotados de esta perfección formal técnico-
jurídica.* Por eso es preciso preguntarse: ¿a qué se debe la existencia de tal derecho? No
hay duda de que, en otras circunstancias, los intereses capitalistas contribuyeron a allanar
el camino a la dominación de los juristas (educados en el derecho racional) en la esfera
de la justicia y la administración, pero no constituyeron en modo alguno el factor único o
dominante. Y, en todo caso, tal derecho no es un producto de aquellos intereses. Otras
fuerzas fueron operantes en este desarrollo; pues, ¿por qué los intereses capitalistas no
actuaron en el mismo sentido en China? ¿Por qué no orientaron // el desarrollo científico,
artístico, político o económico por el mismo camino de la racionalización que es propio
de Occidente?
Es evidente que, en todos estos casos, se trata de un “racionalismo” específico y
peculiar de la civilización occidental. Ahora bien, bajo estas dos palabras pueden
entenderse cosas harto diversas, como habrá ocasión de poner de relieve en las páginas
siguientes.* Hay, por ejemplo, “racionalizaciones” de la contemplación mística (es decir,
de una actividad que, vista desde otras esferas vitales, constituye algo específicamente
“irracional”),* como las hay de la economía, de la técnica, del trabajo científico, de la
educación, de la guerra, de la justicia y de la administración. Además, cada una de estas
esferas puede ser “racionalizada” desde distintos puntos de vista, y lo que desde uno se
considera “racional” parece “irracional” desde otro.* Procesos de racionalización, pues,
se han realizado en todos los grandes “círculos culturales” (Kulturkreisen)* y en todas
las esferas de la vida. Lo característico de su diferenciación histórica y cultural es
precisamente cuáles de estas esferas, y desde qué punto de vista, fueron racionalizadas
en cada momento. Por tanto, lo primero que interesa es conocer las características
peculiares del racionalismo occidental, y, dentro de éste, del moderno, explicando sus
orígenes. Esta investigación ha de tener en cuenta muy principalmente las condiciones