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Capítulo 1. Anatomía y fisiología de la piel
• Histiocitos. Son células del sistema mononuclear fagocítico que se
parecen mucho a los brocitos (núcleo grande basólo y citoplasma
claro con abundantes lisosomas).
Dependiendo de la misión fagocitaria que efectúen,
reciben diferente denominación. Así, cuando estos
macrófagos captan lípidos, se denominan «lipófagos»,
si es melanina, «melanófagos», y si las partículas a
fagocitar son muy grandes, se multiplican rápidamente
sus núcleos o bien se unen varios macrófagos,
formando las «células gigantes de cuerpos extraños»,
con múltiples núcleos de disposición anárquica. Y
también, en ciertas infecciones (tuberculosis, lepra,
leishmaniasis), los histiocitos adoptan un aspecto
semejante a las células del cuerpo mucoso de Malpighi
(núcleo voluminoso oval y citoplasma eosinófilo mal
definido), por lo que se denominan «células
epitelioides», que a su vez pueden unirse formando las
«células gigantes tipo Langhans», con núcleos
dispuestos en herradura en la periferia del citoplasma;
así constituyen los folículos, como el de Köster en la
tuberculosis.
• Mastocitos. Son células mononucleadas, voluminosas, de forma varia-
da (ovoides, poliédricas, fusiformes, estrelladas), que tienen un origen en
una célula madre hematopoyética de la médula ósea. Son más numero-
sos en la dermis subpapilar, en la región del plexo vascular supercial.
La activación de estas células induce la liberación de mediadores ina-
matorios preformados, localizados en unos gránulos especializados, y la
síntesis de novo y secreción de citocinas, quimocinas y eicosanoides, que
intervienen en los procesos de inamación tanto aguda como crónica.
Su característica principal es la presencia de abundantes granulaciones
redondeadas citoplásmicas metacromáticas, fácilmente revelables por los
colorantes básicos. Estos gránulos de 0,6 micras de diámetro contienen
heparina, ácido hialurónico, histamina, serotonina, bradiquinina, cis-
teinil-leucotrienos (anteriormente denominados como SRS-A) y otros
derivados del ácido araquidónico. Además, estos gránulos de los masto-
citos de la dermis contienen triptasa y quimotriptasa (mastocitos-TQ) y
se diferencian por su aspecto de las granulaciones de los mastocitos de
mucosa intestinal y pulmón, que solo contienen triptasa (mastocitos-T).
Los mastocitos juegan un papel principal en las reacciones de fase in-
mediata, agudas, produciéndose la liberación de mediadores, como la
histamina y la serotonina, que aumentan la permeabilidad capilar y de-
terminan la pápula dérmica típica de la urticaria. Los eicosanoides, las
prostaglandinas y los leucotrienos son sintetizados después de la activa-
ción de los mastocitos, contribuyendo a las reacciones de fase intermedia
y, posteriormente, las citocinas proinamatorias, que contribuyen a las
reacciones de fase tardía.
Fibras de la dermis
• Fibras colágenas. Son el componente estructural más importante
de la dermis y las que le dan la fuerza de tensión. Están producidas
por los brocitos y se agrupan en gruesas bandas onduladas que, como
ya indicamos, en dermis media y profunda se disponen paralelas a la
supercie cutánea, mientras que en dermis papilar son verticales. El
diámetro de estas bras de colágeno se va incrementando de forma pro-
gresiva desde la dermis supercial hasta la dermis media y la profun-
da. Cada bra de colágeno está compuesta por microbrillas o brillas
elementales formadas de tropocolágeno, el cual consta de tres cadenas
de polipéptidos enrolladas unas a las otras formando una estructura de
triple hélice. Cada cadena polipeptídica contiene grandes cantidades de
hidroxiprolina, hidroxilisina y glicina. La alineación de las moléculas a
lo largo de las microbrillas se estabiliza por medio de uniones inter- e
intramoleculares. Morfométricamente se comprueba que las bandas de
colágeno representan el 24% del tejido de la dermis fetal. Aumentan
hasta el 60% al nacer y alcanzan su máxima densidad, casi el 70%, du-
rante la segunda década de la vida, para a partir de los 60 años disminuir
hasta valores del 40%. El número de bandas de colágeno por unidad de
área disminuye inmediatamente después de nacer y esta disminución
sigue durante el resto de la vida aunque es menos evidente. Por el con-
trario, el tamaño de las bandas de colágeno aumenta al nacer y tiende a
seguir aumentando durante el resto de la vida. El colágeno se fabrica en el
retículo endoplásmico rugoso de los broblastos, donde sus ribosomas,
al polimerizar aminoácidos, sintetizan las cadenas del procolágeno. Tres
de esas cadenas polipeptídicas se enrollan en forma de una triple hélice,
convirtiéndose en tropocolágeno, el cual se almacena en el aparato de Golgi
y después se libera al espacio extracelular, donde se ensambla en brillas
elementales que, por último, constituyen, al agruparse también ellas, las
bras y bandas de colágeno. La hidroxilisina es crucial para las uniones inter-
e intramoleculares de la fase extracelular.
Estas bandas de colágeno mantienen la epidermis adherida a planos
más profundos y, por tanto, son las responsables de la presencia de los
«surcos cutáneos» visibles en la supercie externa del epitelio. Aunque
los surcos se observan en forma de guras geométricas cuadrangulares
en todo el cuerpo, tienen especial conguración en las palmas de las
manos (lineales) y, sobre todo, en la yema de los dedos, donde, al adop-
tar una forma de líneas concéntricas, proporcionan carácter individual
a las personas; son los denominados dermatoglifos, que van a formar
la «huella dactilar».
En la dermis hay fundamentalmente colágeno tipo I
(75-85%), tipo III (15%) y tipo V (2-4%), aunque también
existen los tipos IV, VI y VII. El colágeno tipo I es el
más abundante y se encuentra organizado en una
densa red ortogonal en la dermis reticular. La fuerza
tensora de la dermis se debe principalmente a este
colágeno tipo I y, proporcionalmente en menor
medida, al colágeno tipo III. Las fibras de colágeno
tipo III, anteriormente denominadas reticulina, se
encuentran principalmente situadas en la dermis
papilar y perianexial (Fig. 23).
ficie cutánea, mientras que en dermis papilar son vertica-
les. El diámetro de estas fibras de colágeno se va incre-
mentando de forma progresiva desde la dermis superficial
hasta la dermis media y la profunda. Cada fibra de colá-
geno está compuesta por microfibrillas o fibrillas elemen-
tales formadas de tropocolágeno, el cual consta de tres
cadenas de polipéptidos enrolladas unas a las otras for-
mando una estructura de triple hélice. Cada cadena poli-
peptídica contiene grandes cantidades de hidroxiprolina,
hidroxilisina y glicina. La alineación de las moléculas a lo
largo de las microfibrillas se estabiliza por medio de unio-
nes inter e intramoleculares. Morfométricamente se com-
prueba que las bandas de colágeno representan el 24% del
tejido de la dermis fetal. Aumentan hasta el 60% al nacer y
alcanzan su máxima densidad, casi el 70%, durante la
segunda década de la vida, para a partir de los 60 años
disminuir hasta valores del 40%. El número de bandas de
colágeno por unidad de área disminuye inmediatamente
después de nacer y esta disminución sigue durante el
resto de la vida aunque es menos evidente. Por el contra-
rio, el tamaño de las bandas de colágeno aumenta al nacer
y tiende a seguir aumentando durante el resto de la vida.
El colágeno se fabrica en el retículo endoplásmico rugoso
de los fibroblastos, donde sus ribosomas, al polimerizar
aminoácidos, sintetizan las cadenas del procolágeno. Tres
de esas cadenas polipeptídicas se enrollan en forma de
una triple hélice, convirtiéndose en tropocolágeno, el cual
se almacena en el aparato de Golgi y después se libera al
espacio extracelular, donde se ensambla en fibrillas ele-
mentales que, por último, constituyen, al agruparse tam-
bién ellas, las fibras y bandas de colágeno. La hidroxilisina
es crucial para las uniones inter e intramoleculares de la
fase extracelular.
Estas bandas de colágeno mantienen la epidermis adhe-
rida a planos más profundos y, por tanto, son las respon-
sables de la presencia de los «surcos cutáneos» visibles en
la superficie externa del epitelio. Aunque los surcos se
observan en forma de figuras geométricas cuadrangulares
en todo el cuerpo, tienen especial configuración en las pal-
mas de las manos (lineales) y, sobre todo, en la yema de
los dedos, donde, al adoptar una forma de líneas concén-
tricas, proporcionan carácter individual a las personas; son
los denominados dermatoglifos, que van a formar la «hue-
lla dactilar».
En la dermis hay fundamentalmente colágeno tipo I
(75-85%), tipo III (15%) y tipo V (2-4%), aunque
también existen los tipos IV, VI y VII. El colágeno tipo
I es el más abundante y se encuentra organizado en
una densa red ortogonal en la dermis reticular. La
fuerza tensora de la dermis se debe principalmente a
este colágeno tipo I y, proporcionalmente en menor
medida, al colágeno tipo III. Las fibras de colágeno
tipo III, anteriormente denominadas reticulina, se
encuentran principalmente situadas en la dermis papi-
lar y perianexial (Fig. 23).
Son más numerosas en la zona inmediatamente debajo de
la unión dermoepidérmica, aunque también están presen-
tes en toda la dermis, en íntima relación con las fibras de
colágeno tipo I. El colágeno tipo V se encuentra localizado
entre las células dérmicas y el resto de fibras de colágeno
intersticiales y también alrededor de los vasos sanguí-
neos.
Actualmente se han descrito 27 tipos de colágeno que
se dividen en diversos subgrupos. Hay cinco miembros,
los colágenos tipos I, II, III, V y XI, denominados colágenos
fibrilares, que forman triples cadenas helicoidales perfec-
tas. Por otro lado, estaría el grupo de los colágenos atípi-
cos, o no fibrilares, que son más numerosos y más diver-
sos. En éstos se encuadrarían los denominados colágenos
relacionados con la membrana basal, como el tipo IV y el
tipo VII, que difieren del resto por su gran tamaño y que
tienen triples hélices extendidas, y el colágeno tipo XVII o
antígeno 2 del penfigoide ampolloso (BPAg2), los coláge-
nos FACIT (colágenos tipos XII, XIV y XVI) y los colágenos
de cadena corta, como los colágenos tipos VI, VIII y X.
El colágeno es relativamente inerte y persiste durante
largos periodos de tiempo, pero está sometido también a
una remodelación. Los mecanismos de reabsorción son
diferentes según los tipos de colágeno y dependen de la
regulación tisular específica. Los colágenos fibrosos son
específicamente degradados por las colagenasas. Las cola-
genasas 1, 2 y 3 forman parte de las denominadas metalo-
proteinasas de matriz, familia de más de 20 miembros
que, además de los colágenos, degradan proteoglicanos y
otros componentes de la matriz extracelular. También
existen, al menos, tres inhibidores titulares de las metalo-
proteinasas, que las bloquean reversiblemente.
Fibras elásticas. Aunque son escasas, tienen una impor-
tancia extrema, pues determinan la extensibilidad y elasti-
cidad cutáneas. Están constituidas por un material amorfo
central consistente en elastina, que es una proteína fibrosa
insoluble derivada de la tropoelastina, y unas microfibri-
llas periféricas, más heterogéneas, formadas por varias
glicoproteínas insolubles, como las fibrilinas 1 y 2 o las
fibulinas 1 y 2. Las propiedades de extensibilidad y elasti-
cidad de las fibras elásticas se deben al contenido en elas-
tina, mientras que las microfibrillas dan la estabilidad al
conjunto de cada fibra. Se disponen orientadas perpendi-
cularmente en el cuerpo papilar, donde son más delgadas,
Temas generales
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Figura 23. El Fibroblasto. Sustancia que produce.
Fibroblasto
Tropoelastina
Sustancia de sustento
Fibra elástica
Fibrilla de colágeno (III)
(fibra reticular)
Fibrilla de
Tropocolágeno
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Figura 23. El broblasto. Sustancia que produce.