
estudio. El trabajo de campo no solo afecta la teoría social; también modifica los modos en que la gente a
la que queremos conocer se define en nuestra presencia.
Me di cuenta de que los cursos habituales sobre métodos en ciencias sociales nos llevan a extraer
(fragmentar) procedimientos que son acciones que surgen de nuestra vida diaria y de nuestras reflexiones
corrientes, como hablar, escuchar, preguntar, observar y participar. Los métodos suelen enseñarse
aislándolas, como si se tratara de artefactos sin pasado, ni cultura, ni situación. “En los tiempos de
Malinowski, los antropólogos trabajaban de otra manera: partían al campo sin instrucciones específicas
salvo llevar muchos blocks de papel, lápices y zapatillas”. Tales sugerencias abandonaban al novato a su
suerte y a la lógica del “nadas o te ahogas”, pero lo obligaban a re-socializarse en un nuevo ambiente,
probablemente exótico.
Los antropólogos hemos desarrollado una gran capacidad para reconstruir las articulaciones sociales y
des-fragmentar la comprensión de las vidas de los pueblos y, al hacerlo, también des-fragmentamos los
procedimientos metodológicos como técnicas de trabajo de campo y las convertimos en expresiones de la
vida diaria, la nuestra y la de los Otros en sus propios medios.
CONCEPTOS Y MÉTODOS DE EXPERIENCIA CERCANA PARA LEER Y HACER ETNOGRAFÍA
Ustedes tienen que hacer como hacían los pilotos en Malvinas: tienen que volar rasantes”.
El trabajo del etnógrafo se parecía al de los A-4s en la guerra. Los antropólogos partimos de las
universidades cultural y socialmente cerca de nuestros hogares y cultura. Partimos a nuestras misiones
investigativas con alguna lectura general sobre las experiencias de otros, pero debemos reabastecernos
alto en el cielo con teoría proveniente de libros y artículos sobre algo que tenga que ver con nuestros
temas. Luego bajamos al campo. No somos parte de él y le tememos a lo exótico y a su fatal atracción.
Podemos peinar las olas de las ceremonias y la vida cotidiana, e incluso nos las arreglamos para sentirnos
“en casa”, pero no debemos ignorar dos riesgos: ser expulsados o identificarnos con el Otro. Ambos
riesgos pueden desviarnos del objetivo, la tesis. Luego, cuando empezamos a ver el objetivo/blanco, el
buque-Otro, entramos en otra fase peligrosa: lanzar una idea, una respuesta a la pregunta inicial, o su
reformulación. Así, para producir una tesis que nos aprueben jurados y colegas, necesitamos dejar el
campo y establecernos en un escenario analítico no sé si más seguro, pero sí lejos de los buques y el mar.
Aquí me gustaría destacar dos similitudes:
Primero, ambos encaramos una misión en su totalidad, lo cual requiere distintas relaciones de proximidad
y distancia con nuestros objetos-sujetos-blancos. En nuestra investigación es el mismo agente, el piloto y
el etnógrafo, quien abandona el ámbito familiar, decide ir hacia e internarse en un nuevo medio, y regresar
para dar la información, analizar los datos y escribir el texto etnográfico. El mismo agente busca una
comprensión involucrada, más que una relación externa presentada como objetiva. Esto significa que,
como esos pilotos, los etnógrafos dejan el claro espacio por encima de las nubes, bajan a través de las
capas nubosas y se acercan al mar, pero no se sumergen en él.
Segundo, igual que los etnógrafos, los pilotos de caza experimentan la superficie oceánica tan cerca como
pueden, volando rasantes o peinando las olas; al hacerlo sus aeronaves parecen ser devoradas por el
medio naval. Toda la experiencia de la misión afectó, y de este modo modificó, la naturaleza del avión y de
su piloto, o más exactamente, la naturaleza de esa doble entidad que es el piloto-avión.
Una clave de la creatividad intelectual y de la precisión metodológica reside en comprender cómo los
académicos somos afectados por nuestras misiones etnográficas. La etnografía nos cambia y ya no
volveremos a ser como antes de partir. Somos también entidades dobles: vamos al campo con la creencia
de que sólo llevamos nuestra carga intelectual, nuestra mente profesional; también llevamos nuestras
cargas civiles, personales e históricas. Es desde este ser humano-profesional que conducimos nuestras
rutinas con los Otros, igual que el miedo, la alegría, la excitación, la determinación, la fe y el terror junto al
entrenamiento profesional en las misiones de los pilotos al Atlántico Sur. Esto es de lo que está hecha la
experiencia