“Volando rasantes”… etnográficamente hablando. Cuando la reflexividad de los sujetos sociales
irrumpe en la reflexividad metodológica y narrativa del investigador
Rosana Guber
Por no tenerse en cuenta el concepto de reflexividad, se acaban reproduciendo patrones de conocimiento
social que dichas nociones pretenden replantear, como el objetivismo, la distancia social y el
etnocentrismo. El género, la raza, la etnicidad y otros aspectos de la persona del investigador inciden,
afectan y modelan el trabajo de campo, y por lo tanto, la investigación. A hacer etnografía se aprende
leyendo teoría, otras etnografías y haciendo trabajo de campo, de manera que la reflexividad abarca
también los modos en los que emprendemos el campo y en que acometemos la redacción y la lectura del
texto final nuestro y de los demás.
La reflexividad no debe ser analizada para comprender la producción subjetivada (del investigador) de los
̈datos de campo ̈, sino que debe ser incorporada para articular y comprender las distintas fases de la
investigación etnográfica como un proceso totalizador que alcanza a las convicciones y las prácticas
académicas más enraizadas. El camp afecta las nociones y prácticas del llamado ̈método etnográfico ̈
tanto como las capacidades de elaborar y leer las conceptualizaciones en el texto resultante.
NO SOLO CONCEPTOS.
Los antropólogos entendemos por “etnografía” un cierto enfoque disciplinar, una perspectiva metodológica
y un género textual. Como enfoque, la etnografía analiza procesos o fenómenos sociales desde la
perspectiva de sus miembros, con relativa autonomía del marco teórico del investigador. Como texto, la
etnografía es una presentación escrita (hoy también visual) en la que el antropólogo trata de representar,
describir o traducir una cultura o cierto aspecto de una cultura a lectores que, en principio, no están
familiarizados con ella. Como método, la etnografía abarca muy distintas actividades y procedimientos
conocidos como cuestionarios, encuestas, entrevistas en profundidad, historias de vida y todo aquello que
uno hace en el campo y que los antropólogos ubicamos bajo el rótulo de “observación participante”. Estas
actividades tienen lugar mientras los investigadores vivimos junto a o cerca de nuestros “nativos” por un
período relativamente extendido en el tiempo. La información obtenida se convierte en datos que
constituyen la evidencia de una tesis que se presenta y desarrolla. La etnografía es una descripción del
comportamiento social en una cultura particular, que resulta del trabajo de campo extendido y
generalmente presencial.
¿Qué tienen en común estas tres acepciones? comparten una forma particular de producir conocimiento
social a través de la experiencia directa con los sujetos sociales que desea conocer.
Las descripciones etnográficas requieren encuentros cara a cara con sujetos sociales a los que
designamos, en nuestra jerga, como “los Otros”. Esas descripciones están orientadas por problemas de
orden teórico que giran en torno a la comprensión de las prácticas y conceptos con que ellos viven y
piensan.
Los conceptos de experiencia cercana nos dan claves fundamentales para comprender, elaborar y hasta
discutir nociones teóricas abstractas. ¿Para qué? Como dice la antropóloga brasileña, Marisa Peirano, para
construir una teoría más genuinamente universal con conceptos cada vez menos etnocéntricos.
Los conceptos de experiencia cercana a los que accedemos leyendo etnografías, usando teoría social y,
sobre todo, “estando allí”, es decir, teniendo experiencia directa (cercana) con los sujetos de estudio, están
entretejidos con la reflexividad del investigador, es decir, con sus construcciones culturales y con su
persona social. Esta formulación es demasiado general, porque no nos permite entender cómo el
investigador, con su lucidez teórica pero también con sus cegueras y sorderas etno y socio-céntricas
puede ser capaz de reconocer y de acceder a esos conceptos de experiencia cercana que no contemplaba
ni preveía encontrar, para luego integrarlos adecuadamente en su comunicación textual.
pamecj.
Hacer etnografía es más que el aprendizaje conceptual que media entre el conocimiento académico
teórico y el conocimiento de otras culturas. Requiere aprender a hacer cierto tipo de investigación y a
escribir cierto tipo de texto que se caracteriza, entre otras cosas, por carecer de un molde preestablecido.
Toda técnica –entrevista en profundidad, observación participante, etc.– “correctamente aplicada” es útil
independientemente del tema de investigación o de la persona del investigador, siempre y cuando cumpla
con los principios de confiabilidad y validez.
La observación participante puede facilitar o no las aproximaciones según el investigador encaje en una
categoría social bienvenida o temida por la comunidad. Para producir conocimiento social, los etnógrafos
debemos “aprender a aprender” a conocer y actuar, o al menos entender las formas en que los nativos
conocen y actúan, como diferentes de los modos nativos y académicos del propio investigador.
El etnógrafo produce un conocimiento cualitativamente diferente cuando relaciona sus nociones teóricas
con las nociones teóricas y prácticas de los muchos Otros con los que convive en el campo, y cuando
estas nociones Otras lo instruyen no solo en la cuestión teórico - académica sino también en sus propias
formas de aprender, comunicar y leer los formatos académicos.
Los etnógrafos aprendemos muy rápidamente que para saber sobre nuestros temas de investigación no
solo debemos registrar lo que los sujetos hacen y dicen sino también, quizás fundamentalmente, analizar
las formas diferentes que ellos y nosotros tenemos de conocer y dar a conocer nuestro conocimiento.
Ninguno de los llamados “métodos etnográficos” permanece idéntico a través de las situaciones y los
grupos humanos concretos. Para convertirse en formas significativas de interacción para nuestros
interlocutores, la observación participante y las entrevistas necesitan comprenderse a la luz de esos
contextos particulares. Las técnicas, igual que las nociones teóricas, se desarrollan desde reflexividades
contrastantes, las de los “nativos” y la del investigador. reconociendo la existencia de “métodos de
experiencia cercana” permite iluminar las “técnicas de experiencia distante” como las que aprendemos en
los cursos, esas que se formulan de manera impersonal y en términos abstractos (LA encuesta, LA
entrevista, LA observación participante) haciendo del trabajo de campo una instancia menos logocéntrica
y “más genuinamente universal”
UNA INVITACIÓN A LA EXPERIENCIA. “experiencia” cobraba tres sentidos:
conocimiento vivencial, conocimiento obtenido desde el des-conocimiento y conocimiento que mantenía
su vigencia hasta la actualidad.
( Los pilotos de la FAA aprendían y ganaban experiencia en y sobre un medio que para ellos era de lo más exótico, y lo
hacían volando rasantes sobre el mar y conectando dos medios segregados o fragmentados por doctrina y
reglamentación castrense.)
DES-FRAGMENTACION.
Los antropólogos solemos encarar las dimensiones sociales (economía, religión, educación, salud, política,
defensa, etc.) como entretejidas. Será por eso que los antropólogos somos seres “des-fragmentadores”.
DES-FRAGMENTANDO LOS MÉTODOS DE TRABAJO DE CAMPO.
“la magia del etnógrafo” residía en el trabajo de campo intensivo y prolongado con los nativos, mediante la
observación y la participación, el registro y el aprendizaje de la lengua. Esta introducción fue el primer texto
metodológico en la materia y, por mucho tiempo, la única guía para los jóvenes antropólogos que partían al
campo con poca o ninguna instrucción.
Por mi parte rara vez enseño la aplicación de una “técnica”. Creo dedicarme a discutir las condiciones que
cada trabajo de campo genera para exponer y aprehender articulaciones interesantes y para la toma de
decisiones de cara al conocimiento antropológico y el sustrato socio-cultural del etnógrafo. La noción de
reflexividad es importante aquí porque ayuda a integrar estos aspectos supuestamente personales y
comprender cómo se da el flujo de la investigación empírica a través de interacciones sociales. Las
palabras, las imágenes, las situaciones significan cosas diferentes para el investigador y sus sujetos de
pamecj.
estudio. El trabajo de campo no solo afecta la teoría social; también modifica los modos en que la gente a
la que queremos conocer se define en nuestra presencia.
Me di cuenta de que los cursos habituales sobre métodos en ciencias sociales nos llevan a extraer
(fragmentar) procedimientos que son acciones que surgen de nuestra vida diaria y de nuestras reflexiones
corrientes, como hablar, escuchar, preguntar, observar y participar. Los métodos suelen enseñarse
aislándolas, como si se tratara de artefactos sin pasado, ni cultura, ni situación. “En los tiempos de
Malinowski, los antropólogos trabajaban de otra manera: partían al campo sin instrucciones específicas
salvo llevar muchos blocks de papel, lápices y zapatillas”. Tales sugerencias abandonaban al novato a su
suerte y a la lógica del “nadas o te ahogas”, pero lo obligaban a re-socializarse en un nuevo ambiente,
probablemente exótico.
Los antropólogos hemos desarrollado una gran capacidad para reconstruir las articulaciones sociales y
des-fragmentar la comprensión de las vidas de los pueblos y, al hacerlo, también des-fragmentamos los
procedimientos metodológicos como técnicas de trabajo de campo y las convertimos en expresiones de la
vida diaria, la nuestra y la de los Otros en sus propios medios.
CONCEPTOS Y MÉTODOS DE EXPERIENCIA CERCANA PARA LEER Y HACER ETNOGRAFÍA
Ustedes tienen que hacer como hacían los pilotos en Malvinas: tienen que volar rasantes”.
El trabajo del etnógrafo se parecía al de los A-4s en la guerra. Los antropólogos partimos de las
universidades cultural y socialmente cerca de nuestros hogares y cultura. Partimos a nuestras misiones
investigativas con alguna lectura general sobre las experiencias de otros, pero debemos reabastecernos
alto en el cielo con teoría proveniente de libros y artículos sobre algo que tenga que ver con nuestros
temas. Luego bajamos al campo. No somos parte de él y le tememos a lo exótico y a su fatal atracción.
Podemos peinar las olas de las ceremonias y la vida cotidiana, e incluso nos las arreglamos para sentirnos
en casa”, pero no debemos ignorar dos riesgos: ser expulsados o identificarnos con el Otro. Ambos
riesgos pueden desviarnos del objetivo, la tesis. Luego, cuando empezamos a ver el objetivo/blanco, el
buque-Otro, entramos en otra fase peligrosa: lanzar una idea, una respuesta a la pregunta inicial, o su
reformulación. Así, para producir una tesis que nos aprueben jurados y colegas, necesitamos dejar el
campo y establecernos en un escenario analítico no sé si más seguro, pero sí lejos de los buques y el mar.
Aquí me gustaría destacar dos similitudes:
Primero, ambos encaramos una misión en su totalidad, lo cual requiere distintas relaciones de proximidad
y distancia con nuestros objetos-sujetos-blancos. En nuestra investigación es el mismo agente, el piloto y
el etnógrafo, quien abandona el ámbito familiar, decide ir hacia e internarse en un nuevo medio, y regresar
para dar la información, analizar los datos y escribir el texto etnográfico. El mismo agente busca una
comprensión involucrada, más que una relación externa presentada como objetiva. Esto significa que,
como esos pilotos, los etnógrafos dejan el claro espacio por encima de las nubes, bajan a través de las
capas nubosas y se acercan al mar, pero no se sumergen en él.
Segundo, igual que los etnógrafos, los pilotos de caza experimentan la superficie oceánica tan cerca como
pueden, volando rasantes o peinando las olas; al hacerlo sus aeronaves parecen ser devoradas por el
medio naval. Toda la experiencia de la misión afectó, y de este modo modificó, la naturaleza del avión y de
su piloto, o más exactamente, la naturaleza de esa doble entidad que es el piloto-avión.
Una clave de la creatividad intelectual y de la precisión metodológica reside en comprender cómo los
académicos somos afectados por nuestras misiones etnográficas. La etnografía nos cambia y ya no
volveremos a ser como antes de partir. Somos también entidades dobles: vamos al campo con la creencia
de que sólo llevamos nuestra carga intelectual, nuestra mente profesional; también llevamos nuestras
cargas civiles, personales e históricas. Es desde este ser humano-profesional que conducimos nuestras
rutinas con los Otros, igual que el miedo, la alegría, la excitación, la determinación, la fe y el terror junto al
entrenamiento profesional en las misiones de los pilotos al Atlántico Sur. Esto es de lo que está hecha la
experiencia
pamecj.
“Volando rasantes”… Guber. pcj.pdf
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