
Lev Semiónovich Vygotsky, Obras Escogidas Tomo III
HISTORIA DEL DESARROLLO DE LAS FUNCIONES PSÍQUICAS SUPERIORES
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Hasta la fecha nada se ha escrito sobre la historia del desarrollo de la voluntad infantil. En uno de
los capítulos finales de nuestra monografía intentaremos demostrar —en realidad se trata de una
afirmación— que la historia del desarrollo de todas las funciones psíquicas superiores no se ha
escrito todavía o, bien, que no se ha escrito aún la historia del desarrollo cultural del niño. De
hecho, las tres aseveraciones son equivalentes: expresan la misma idea. Utilizaremos ahora esa
tesis indiscutible como un ejemplo que puede aplicarse a las restantes funciones superiores,
gracias al similar destino científico de numerosos problemas afines, dejando de lado, por ahora, el
complejo curso de ulteriores razonamientos. Lo dicho permite, a nuestro juicio, acercar tres
conceptos fundamentales de nuestro estudio: el concepto de la función psíquica superior, el
concepto del desarrollo cultural de la conducta y el de dominio de los propios procesos del
comportamiento. Así como no se ha escrito todavía nada de la historia del desarrollo de la voluntad
infantil, tampoco se ha escrito nada acerca de la historia del desarrollo de las demás funciones
superiores como la atención voluntaria, la memoria lógica, etc. Se trata de un hecho capital que no
puede ignorarse. Nada sabemos, realmente, sobre el desarrollo de estos procesos. Si hacemos
caso omiso de ciertas observaciones sueltas, que ocupan frecuentemente dos o tres líneas del
texto, cabe decir que la psicología infantil silencia tales cuestiones.
El desconocimiento de la génesis de las funciones superiores conduce inevitablemente a una
concepción esencialmente metafísica: las formas de la memoria, de la atención, del pensamiento,
tanto superiores como inferiores, coexisten entre sí, son independientes unas de otras, no guardan
ninguna relación genética, funciona! o estructural, como si desde el principio hubieran sido creadas
en esa doble forma —opinión de los antecesores de Charles Darwin sobre la existencia de las
diversas especies animales—. Semejante concepción cierra el paso a la investigación científica y a
la explicación de los procesos superiores, así como a la psicología general; en la psicología
contemporánea no sólo falta la historia del desarrollo, sino también la teoría sobre la memoria
lógica y la atención voluntaria.
El dualismo de lo inferior y superior, la división metafísica de la psicología en dos niveles alcanza
su cota máxima en la idea que divide la psicología en dos ciencias separadas e independientes:
psicología fisiológica, de ciencias naturales, explicativa o causal por una parte, y comprensiva,
descriptivas, o teleológica, psicología del espíritu’, como fundamento de todas las ciencias
humanas, por otra. Esta idea que preconizan W. 19 Dilthey, H. Münsterberg E: Husserl y otros
muchos, está muy extendida en nuestra época y cuenta con numerosos partidarios. Destacan
claramente en ella dos tendencias heterogéneas y contrapuestas, en cierto sentido, que se han
combatido en el seno de la psicología empírica a lo largo de toda su existencia.
La investigación histórica y metodológica de la crisis de la psicología de nuestros días nos
demuestra que la psicología empírica jamás fue unitaria. Al amparo del empirismo siguió existiendo
un dualismo oculto que acabó tomando forma y se cristalizó en la psicología fisiológica, por una
parte, y en la psicología del espíritu, por otra. La psicología del espíritu parte de una tesis
absolutamente verídica, a saber: la psicología empírica no es capaz de alzarse por encima del
estudio de los elementos de la vida psíquica, es incapaz de ser la base de las ciencias humanas: la
historia, la lingüística, el estudio del arte, las ciencias que estudian la cultura.
De esta tesis indiscutible, la filosofía idealista hizo una sola deducción: la psicología del espíritu,
por su propia esencia, no puede ser una disciplina de las ciencias naturales. La vida del espíritu
precisa ser comprendida y no explicada; la vía experimental e inductiva de la investigación debe
ser sustituida por la visión intuitiva, por la comprensión de la esencia, por el análisis de los datos
directos de la conciencia; la explicación causal deberá sustituirse por la teleológica. El materialismo
refinado de la psicología explicativa debe ser definitivamente expulsado de la psicología superior.
El estudio del espíritu exige la renuncia de todos sus vínculos materiales y de todos los métodos de
pensamiento determinista de las ciencias naturales Vemos, de ese modo, que la vieja psicología se
restauraba como ciencia del alma en el sentido literal y exacto de la palabra.