Tres teorías de la Angustia
Primer teoría de la angustia
Freud plantea, en diferentes momentos de su obra, tres teorías de la angustia. El
desarrollo de nuevas nociones psicoanalíticas a lo largo de años de trabajo le
llevarán a repensar y reformular dichas teorías. El presente artículo apunta a
subrayar los puntos fundamentales que le permitieron realizar dichos virajes.
En “Fragmentos de la correspondencia con Fliess, Manuscrito E” del año 1894,
Freud se plantea la cuestión de la angustia haciendo especial hincapié en su causa.
Es un Freud aún neurólogo que comienza a perfilar sus primeras conjeturas sobre
este tema. Sostiene en ese texto “…la fuente de la angustia no ha de buscarse
dentro de lo psíquico” ya que ubica la causa en un factor físico de la vida sexual.
Se responde a la pregunta sobre la causa haciendo un resumen de casos en los
que existe producción de angustia, todos ellos se caracterizan por una acumulación
de tensión sexual.
Desarrollará más ampliamente este tema en un texto del año siguiente llamado
“Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en
calidad de neurosis de angustia”.
En él Freud plantea los síntomas característicos de las neurosis de angustia y dirá
que su causa es sexual. Esta se produce porque hay una acumulación de
excitación que no es tramitada psíquicamente. Ésto hace que esa angustia sea
vivida en lo físico, “...esta angustia no admite ninguna derivación psíquica” dice
Freud y prosigue “es la acumulación de la tensión sexual que no ha encontrado
forma de satisfacción”.
En este párrafo se refleja claramente que Freud aún no adjudica un proceso
psicológico a la etiología de la neurosis de angustia, su explicación se reduce al
campo de lo fisiológico.
Segunda teoría de la angustia
El pasaje de la primer teoría de la angustia a la segunda, se produce a partir de la
elaboración de dos textos:
- “El caso Juanito” de 1908
- “Conferencia 25” de 1917
En el caso Juanito Freud propone llamar a la fobia de este niño “histeria de
angustia” y explica esta denominación diciendo: “Ella se justifica por el pleno
acuerdo entre el mecanismo psíquico de las fobias y de la histeria, salvo en un
punto pero un punto decisivo y apto para establecer la separación. Y es este: la
libido desprendida del material patógeno en virtud de la represión no es convertida,
no es aplicada, saliendo de lo anímico, en una inervación corporal, sino que se
libera como angustia”.
Así plantea una segunda teoría de la angustia que ahora implica a un
mecanismo psicológico: la represión, la representación es reprimida y la libido
asociada es descargada como angustia. Entonces en primer lugar se produce la
represión y como consecuencia de ella se generará angustia.
En la Conferencia XXV define tres tipos de afectos: angustia, miedo y terror.
Esta diferenciación es muy importante ya que Freud diferencia la angustia de los
otros afectos estableciendo que la angustia es sin objeto.
Es allí donde establece por primera vez lo que él considera que puede ser la fuente
y modelo de la angustia: el acto del nacimiento. De esta hipótesis se apartará
posteriormente.
Dirá además “…el afecto adherido a la representación reprimida…el destino más
inmediato de ese afecto es el de ser mudado en angustia…Pues bien, esta
mudanza del afecto es, con mucho, la parte más importante del proceso represivo” y
continúa “Sólo queremos destacar la impresión obtenida, a saber, que el desarrollo
de angustia se anuda estrechamente al sistema inconciente”.
Tercera teoría de la angustia
Freud continuará desarrollando nociones que le permitan establecer las bases para
formular su tercera teoría de la angustia en textos como “Más allá del principio del
placer” y "El yo y el Ello" e “Inhibición, síntoma y angustia” de los años 1920, 1923 y
1925 respectivamente.
En “Más allá del principio del placer” profundiza en la descripción del aparato
psíquico y detalla los conceptos de principio de placer y displacer así como las
nociones de pulsión de vida y de muerte.
Se refiere a la posición especial que tiene la conciencia para recibir estímulos
externos e internos.
Dirá posteriormente que el sistema Conciente también recibe los estímulos que
proceden del interior y que trata los peligros internos como si fueran externos, es
decir, reprimiéndolos. Lo que plantea Freud es que aquí actúa el mecanismo de
proyección. Se trata de un texto importante para comprender el mecanismo de la
angustia ya que en él profundiza la idea de que en la angustia neurótica
interviene un peligro interior que el yo siente y trata como si fuese externo.
En 1923 con “El yo y el Ello”, Freud diferencia los tres sistemas de la segunda
tópica: Yo, Ello y Superyo y esto le llevará a repensar la teoría de la angustia.
En el Capítulo 5 comienza a verse un giro hacia su tercer teoría de la angustia ya
que sostiene que el yo es el único almácigo de la angustia. Ésta es una definición
fundamental porque ya no se trata de que la libido reprimida se descarga como
angustia sino de que la angustia parte del yo.
En esta época Freud define al yo como la parte organizada del ello, percibidor de los
estímulos internos y externos, un yo que advierte del peligro. ¿Y cómo realiza esa
adevertencia? Generando angustia. El funcionamiento tal como lo explica Freud es
el siguiente: “Amenazado por tres distintos peligros, desarrolla el yo el reflejo de
fuga, retirando su carga propia de la percepción amenazadora o del proceso
desarrollado en el ello y considerado peligrosa y emitiendo angustia.”
Para finalizar señalaremos el texto fundamental en el que Freud plantea y desarrolla
ampliamente la tercer teoría de la angustia. Se trata del texto “Inhibición, síntoma
y angustia” del año 1926 en el que sostiene que el motor de la represión es la
angustia de castración. Es decir que aquí los términos se colocan a la inversa de
la segunda teoría: primero se genera angustia en el yo y como consecuencia se
produce la represión.
En el Capítulo IV del texto citado, Freud se basa en el caso Juanito, caso de una
fobia infantil, para explicar su tercer teoría de la angustia. Reflexiona: “…a menudo
he sustentado la tesis de que por obra de la represión la agencia representante de
la pulsiones desfigurada, desplazada, etc., en tanto que la moción de la libido es
trasmudada en angustia. Ahora bien, la indagación de las fobias, que serían las
llamadas a demostrar esa tesis, no la corrobora y aún parece contradecirla
directamente”.
Párrafos más adelante aclara cuál es el mecanismo de la angustia tal como lo
entenderá de ahí en adelante: “La mayoría de las fobias, hasta donde podemos
abarcarlas hoy, se remontan a una angustia del yo, como la indicada, frente a las
exigencias de la libido. En ellas, la actitud angustiada del yo es siempre lo primario,
y es la impulsión para la represión. La angustia nunca proviene de la libido
reprimida.”
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