
2.Alienación respecto de la actividad productiva (como sacrificio)
Si el producto del trabajo es la alienación, la actividad productiva también debe de ser
alienante, por lo que, la alienación del producto es una síntesis de la alienación del
desapropiamiento en la actividad misma del trabajo.
La alienación del trabajo consiste en el hecho de una exteriorización del trabajo obrero, una
desapropiación del trabajo que logra un obrero no-afirmado en su trabajo, martirizando el
cuerpo y arruinando el espíritu. Consecuentemente, el obrero solo posee una sensación de
estar consigo mismo cuando está fuera de su trabajo, mientras que durante el trabajo se
siente fuera de sí: el trabajo del obrero no es voluntario sino forzado, y no es la satisfacción
de una necesidad, sino un medio para la satisfacción de varias necesidades básicas, al
margen del trabajo.
El carácter extraño del trabajo aparece en el hecho de tratarse de un bien propio, sino un
bien ajeno, que es un trabajo ajeno, perteneciente al capitalista que compró su fuerza de
trabajo: el trabajo es sufrimiento.
El objeto no es del obrero, ni para el obrero, es un objeto extraño, puesto que la actividad
está dividida, imposibilitando una representación del objeto como una totalidad o unidad.
Sumado a que el objeto se vuelve hostil, dominante del obrero, dado que la fuerza de
trabajo es cedida al capital.
Como resultado, el obrero solo ha de sentir libertad en sus funciones animales –comer,
beber, procrear, etc. –, ya que el hombre, separado abstractamente del resto de la actividad
humana, es bestial.
Tras considerar, primero, la relación del obrero con el producto como objeto extraño (como
también hacia el mundo exterior, hacia sus objetos, mundo opuesto hostil y extrañamente),
y segundo, la relación
del trabajo del obrero con la producción, dentro del trabajo, como actividad extraña.
3.Alienación respecto del ser genérico.
Todas las condiciones descriptas omiten el carácter más propio de lo humano: el hombre es
un ser genérico, no solamente desde lo práctico-teórico que hace del género humano un
objeto humano, sino
porque además se comporta frente a sí mismo como frente al actual genero viviente, como
frente a unser universal, y por tanto libre.
La vida genérica del hombre –y del animal–, desde el punto de vista físico, se manifiesta en
la actividad mediante la cual se apropia de la naturaleza, vive de la naturaleza inorgánica:
tanto como ser un medio inmediato de subsistencia como ser –complementariamente– la
materia, el objeto y la herramienta de su actividad vital. La naturaleza –lo no corpóreo– es el
cuerpo inorgánico del hombre, con el que mantiene un proceso constante para no morir.
El trabajo alienante logra un extrañamiento del género del hombre, es decir, en la naturaleza
y en el hombre mismo (como actividad vital). Tras volver extraño al ser genérico y al ser
humano individual, los reduce a una abstracción, desapareciendo la especie y quedando
sólo el individuo: hace de la vida genérica el medio de la vida individual.
En primer lugar, la vida productiva –o el trabajo o la actividad vital– solo se le presenta como
un medio de satisfacer una necesidad (de conservación de la existencia física), pero la vida