
sino también su realidad, junto con los hechos sociales de la época. Es
decir, manteniéndose en un particularismo.
En Alicia se presenta un sentimiento de culpa, lo que abre paso a un tercer
tiempo. Es esta culpa sintomática en el Yo, que deja entrever su
responsabilidad inconsciente, es la que obstruye la emergencia subjetiva. El
planteo de una hipótesis clínica en este caso sería la responsabilidad
subjetiva referenciando al sujeto del inconsciente, que en el campo de la
responsabilidad se relación con “aquello que perteneciéndoles le es ajeno”
(Salomone, p.106, 2006.) Aunque “la culpa puede mantenerse sin el
advenimiento del sujeto” (D’Amore, O. 2006, p.10) es esta la que lleva a
Alicia al acto ético, que la moviliza para sus posteriores operaciones que, y
la que por medio de una vía reparatoria, produce algo diferente,
precipitando una acción que pretende desandar lo inicial pero que de
ningún modo lo borra. La culpa aplica claramente aquí como el reverso de
la responsabilidad. Cuando está ausente la responsabilidad del sujeto,
aparece el sentimiento de culpa, el remordimiento, el arrepentimiento. Son
formas desplazadas en el yo de la responsabilidad ausente en el sujeto. El
obediente no escucha, oye la orden y la ejecuta: Alicia hizo silencio ante la
apropiación. “Del sujeto responsable se espera que escuche y que hable”
Fariña y Gutiérrez, en la protagonista se vislumbra la culpa, en virtud de
que, si bien ella no se siente del todo responsable porque desconoce la
realidad, es la culpa que empuja con cierto remordimiento, la que la
impulsa. Es la que la hace pretender que su marido, el responsable de traer
al hogar a Gaby, de explicaciones al respecto, interrogándolo,
interpelándolo y enfrentándolo; en pos de la búsqueda de la verdad de la
que de alguna manera ya tenía cierta noción. Pero que le era preciso
corroborar.
La recopilación de hechos como no saber el verdadero cumpleaños de su
hija, ni su procedencia, es decir, tener consigo a una niña de quien