
REVISTA DE LA CEPAL 67 • ABRIL 1999
PRIMER MUNDO Y TERCER MUNDO DESPUES DE LA GUERRA FRIA • ERIC HOBSBAWN
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Los Estados Unidos ocupan hoy una posición sin
precedentes. Es la única potencia mundial. En el siglo
XIX Gran Bretaña ocupó una posición similar, como
la única potencia con intereses globales. Los demás
países, incluidos los Estados Unidos y Japón, tuvieron
a lo sumo intereses regionales. Sin embargo, en térmi-
nos político-militares Gran Bretaña era una de varias
potencias, aunque en un aspecto las superó a todas
hasta el siglo XX: la armada británica era tan grande
como todas las demás juntas, pero sólo hasta que otras
potencias, en especial los Estados Unidos y Japón,
empezaron a construir un considerable poder naval. La
posición actual de los Estados Unidos, en términos
relativos y absolutos, es muchísimo más fuerte. No hay
una posibilidad previsible de que otra potencia com-
pita con su poderío nuclear y aéreo. Desde el colapso
y desintegración de la Unión Soviética, no hay otro
Estado o combinación de Estados que siquiera pueda
pensar en retarlo en términos militares.
Me parece por esto importante comparar estas dos
hegemonías. Yo observo entre ellas tres diferencias
mayores, que no están desconectadas. Los Estados
Unidos, a diferencia de la Gran Bretaña del siglo XIX
(pero como la Francia revolucionaria y la Unión So-
viética), es un imperio ideológico. Quizás por esta
razón el imperio estadounidense, a diferencia del bri-
tánico, aspira a transformar el mundo a su propia ima-
gen y semejanza. En la práctica, esta aspiración se
sobrepone a la de dominación político-militar mundial.
La tentación por el control es política, no sólo econó-
mica: porque a pesar de la presente situación mundial
en la cual el libre comercio se ajusta a los intereses de
los Estados Unidos, la actitud básica del país ha sido
la de proteger e impulsar el capitalismo estadouniden-
se por medio de la acción política. A diferencia de Gran
Bretaña en el siglo XIX, los Estados Unidos tienen una
larga historia de intervención militar en el extranjero.
Los días de la Pax Britannica fueron distintos.
Como era un país relativamente pequeño, Gran Breta-
ña no pudo darse el lujo de la megalomanía. Por ejem-
plo, su política europea fue la de “equilibrio de poder”.
No pretendió convertirse en la potencia europea más
poderosa, pero sí velar por que los Estados más fuer-
tes siempre estuvieran enfrentados los unos con los
otros, mientras el Estado británico permanecía al mar-
gen de las disputas. Como pioneros exitosos de la in-
dustrialización mundial, los británicos tenían una enor-
me confianza en su sistema económico.
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También
estaban convencidos de que su sistema político era
superior a cualquier otro, pero no lo promovieron como
modelo general.
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Allí donde la Gran Bretaña del siglo
XIX se convirtió en modelo, fue por ejemplo y no por
diseño: como en el caso de la moda para hombres y
en casi todos los deportes practicados internacional-
mente, los que fueron todos británicos en su origen.
La Pax Britannica fue, por esto, muy diferente de
la Pax Americana, excepto en que la armada británi-
ca, en sus días de supremacía, asumió la responsabili-
dad principal en la vigilancia marítima internacional
de actividades como la piratería y (luego de que había
sido prohibido) el comercio de esclavos. Gran Breta-
ña reconoció sus limitaciones. Ningún ministro de
asuntos exteriores británico, ni siquiera Palmerston, hu-
biera dicho, respecto a cualquier parte del mundo, lo
que el Secretario de Estado Olney dijo acerca del he-
misferio occidental en 1895: ‘Hoy los Estados Unidos
es prácticamente soberano en este continente, y en la
medida en que se ocupa de un asunto, su mandato tiene
fuerza de ley. ¿Por qué? ….porque sumado a todos los
otros aspectos, sus infinitos recursos combinados con
su posición aislada lo hacen dominar la situación y
prácticamente ser invulnerable frente a cualquiera o
a todas las otras potencias.’
La política de los Estados Unidos, por lo tanto,
ha sido consistentemente intervencionista, primero
dentro del hemisferio occidental, luego globalmente.
Gran Bretaña tuvo muchas colonias, pero no Estados
satélites, excepto durante lo que se ha dado en llamar
“el momento británico en el Medio Oriente”, entre
1918 y 1958. Estados Unidos tuvo pocas colonias, pero
aspiró a contar con un sistema de Estados satélites.
Recordemos que la forma de operación característica
del servicio de inteligencia estadounidense, la CIA,
combina específicamente labores de inteligencia con
acciones políticas encubiertas.
Además, como hemos visto, primero en el hemis-
ferio occidental y luego globalmente, la política de los
Estados Unidos ha estado basada en el supuesto de su
poderío abrumador, tanto económico como técnico-
militar, en su área de influencia. Un poder que el país
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Tanto, que unilateralmente adoptaron el libre comercio y lo
mantuvieron por casi un siglo, aun cuando ningún otro Estado se
les unió; ésta fue una política beneficiosa para una economía que se
basaba en los intercambios con el Tercer Mundo.
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Los franceses y los estadounidenses nunca serían como ellos, lo
cual fue duro de aceptar, pero inevitable. Los rusos estarían mejor
con leyes estables y libertades civiles, pero aún así permanecerían
demasiado no británicos. En relación con el Tercer Mundo, los
británicos estaban convencidos, principalmente sobre la base de su
experiencia como gobernantes de la India, de que la mayoría de sus
habitantes estaban incapacitados permanentemente para la libertad.