ria, sobre la ciudad, sobre la arquitectura, sobre el pen-
samiento... sobre cualquier cosas que tuviera que ver
con la ciencia y con las personas.
Como crítico e historiador demostró una gran sensibili-
dad analítica y creativa, y como arquitecto expresó su
capacidad de acción en todos y cada uno de los proyec-
tos que llevó a cabo.
Ignasi de Solà-Morales, arquitecto, historiador, filósofo,
crítico, entendía bien la ciudad contemporánea y cono-
cía a fondo la tradición de las ciudades europeas de
construir sobre aquello que ya estaba construido. Son
pocos los casos en los que se ha podido crear arquitectu-
ra ex novo, intervenir en el espacio vacío, sin tradición,
sin historia. Su capacidad para relacionar lo nuevo y lo
viejo planea sobre toda su obra teórica y práctica.
Su compromiso con la ciudad estaba estrechamente
ligado a la memoria, a la historia de Barcelona. Ignasi
de Solà-Morales, en un ejercicio de generosidad extre-
ma, antepuso la reconstrucción de algunos espacios que
habían sido emblemáticos para la historia de la ciudad y
también para la historia de la arquitectura, a la realiza-
ción de proyectos de creación propia.
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Según sus palabras, “el significado cultural de una obra
de arquitectura se produce principalmente en la ten-
sión, en la proximidad y la distancia que se establece
entre lo que nos llega del pasado y lo necesario para el
presente”. Una tensión que supo resolver en tantas y
tantas ocasiones con una maestría que no pasa desaper-
cibida al visitante del Pati Limona, del Liceu, o del
Pabellón Mies van der Rohe.
En la recuperación del Palau Limona y del Palau del
Correu Vell pudo realizar, en parte, uno de sus grandes
sueños: recuperar la muralla romana de Barcelona.
En el caso del Liceu supo construir una estructura nue-
va, un organismo vivo en el cual encastó la sala históri-
ca como si se tratara de una antigua piedra preciosa en
una joya nueva.
La reconstrucción del Pabellón Mies van der Rohe fue
la interpretación de una obra ya escrita. Como un intér-
prete musical ejecutó una magnífica partitura que la ciu-
dad había perdido.
En todas estas intervenciones, tal vez las más relevantes
de su relación profesional con la ciudad, manifiesta una
atención equivalente por los valores de la innovación y
por los de la memoria, posiblemente la única manera de
mantener la confianza en una vida urbana compleja y
plural.
El último rasgo a significar seguramente sea su capaci-
dad de acción. Los ejemplos son inacabables: en parale-
lo con la reconstrucción del Liceu, juega un papel esen-
cial en proyectos como la Fundación y en los premios
Mies van der Rohe, de alcance europeo..., o bien en el
Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos cele-
brada en Barcelona en 1996.
Ignasi de Solà-Morales fue un humanista y su obra es
la propia de un creador generoso y curioso, comprome-
tido; un hombre de acción profundamente analítico y
creativo.
Por todo ello, deseo manifestar explícitamente que este
Memorial es expresión de un homenaje sentido y amis-
toso de todos cuantos lo hemos conocido y hemos podi-
do disfrutar de su amistad. Y es, sobre todo, un homena-
je de la ciudad de Barcelona, que vive la rotundidad de
su presencia a través del legado arquitectónico, cultural
y cívico que nos ha dejado.