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Bolilla 8: El Estado burocrático Autoritario y el regreso del peronismo (1966-1976).
8.1. El Estado Burocrático Autoritario y “Revolución Argentina”.
La primera fase del gobierno, se caracterizó por un “shock autoritario”. Se proclamo el comienzo de una
etapa revolucionaria, y a la Constitución se le adoso un Estatuto de la Revolución Argentina, por el cual
Juan Carlos de Ongania asume al poder. Se disolvió el Parlamento y los partidos políticos, cuyos bienes
fueron confiscados y vendidos, para confirmar lo irreversible de la clausura de la vida política.
La represión al comunismo se extendió a todas aquellas expresiones del pensamiento crítico de
disidencia o hasta de diferencia, el blanco principal fueron las Universidades, lugar típico de la
infiltración, la cuna del comunismo. Las universidades fueron intervenidas y se acabó con su autonomía
académica. El 29 de julio de 1966, en la “noche de los bastones largos”, la policía irrumpió en algunas
facultades de la Universidad de Buenos Aires y apaleo a alumnos y profesores. A este acontecimiento se
siguió con un movimiento importante de renuncias docentes, muchos de ellos continuaron con sus
trabajos en el exterior y otros procuraron trabajosamente reconstruir, subterráneamente las redes
intelectuales y académicas.
La censura por parte del gobierno se extendió a las manifestaciones más diversas como ser, el uso de
minifaldas o pelo largo, expresión de males que, según la Iglesia eran antesala del comunismo: el amor
libre, pornografía, divorcio.
Antes de que se hubiera definido una política económica, procedió a reducir drásticamente el personal
de la administración pública y en algunas empresas del Estado, como los ferrocarriles y se realizo una
sustancial modificación de las condiciones de trabajo en los puertos para reducir costos. Otra medida
espectacular fue el cierre de la mayoría de los ingenieros azucareros de la provincia de Tucumán. En
todos los casos la protesta sindical, fue intensa y que resulto acallada con violencia y se sancionó la ley
de Arbitraje Obligatorio, que condicionaba la posibilidad de iniciar huelgas. En 1967 se lanzo el Plan de
Acción, con una respuesta muy fuere: despidos masivos, retiros de la personería sindical, intervenciones
a los sindicatos, y el uso de todos los resortes que la ley le otorgaba al Estado para controlar al
gremialismo.
El gobierno con la clausura de la escena política y la corporativa había puesto fin ala puja sectorial.
En mayo de 1969 estallo un breve pero poderoso movimiento de protesta, “el Cordobazo”, que vino
precedido de una ola de protestas estudiantiles en diversas universidades de provincias y de una fuerte
agitación sindical en Córdoba, centro industrial donde se encontraban las principales fábricas de
automotores. La CGT local realizo una huelga general y grupos estudiantiles y obreros ganaron el centro
de la ciudad, donde se mucho mucha otra gente. La fuertísima represión policial genero un violento
enfrentamiento.
La multitud que concentro varias horas el casco central de la ciudad, no tenia consignas ni organización,
pero se comporta con rara eficacia, dispersándose y reagrupándose. Finalmente intervino el ejército,
con llamativa demora y se recupero el control. Lentamente el 31 de mayo se restableció el orden.
Habían muerto entre veinte y treinta personas, unas quincenas fueron heridos y otras trescientas
detenidas, el consejo de guerra condenaron a los principales dirigentes sindicales, en quienes se hizo
caer la responsabilidad.
El Cordobazo fue el episodio fundador para una ola de movilizaciones sociales que se prolongo hasta
1975.
La ola de movilización se expreso de maneras diversas, una de ellas fue un nuevo activismo sindical,
donde se destacaban plantas de las grandes empresas, especialmente las automotrices. Con obreros
estables, especializados y relativamente bien pagos, los conflictos no se limitaron a lo salarias y se
extendieron a condiciones de trabajo, los ritmos, los sistemas de incentivos, las clasificaciones y
categorías. Las granes empresas (como las automotrices), habían logrado autorización del gobierno para
negociar particularmente sus convenios de trabajo e incluso para crear sindicatos por planta, esto
inicialmente debilito a la organizaciones sindicales.
La misma agitación se advertía en zonas rurales, sobre todo las no pampeanas, como el Chaco, Misiones
o Formosa, donde arrendatarios y colonos, presionados por los desalojos o los bajos precios del algodón
y la yerba, se organizaron en Ligas Agrarias. Las explosiones urbanas se prolongaron en manifestaciones
callejeras, a las que se sumaban estudiantes universitarios. Estas formas originales de protestas eran
desencadenadas por un episodio ocasional: un impuesto, un aumento de tarifas, un funcionario
desafortunado, pero expresaban un descontento profundo.