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El Clasicismo tiene un concepto total del espacio, de un espacio unificado, codificado,
normalizado, que sigue una norma. Utiliza el punto de vista único, la perspectiva monofocal para
dar una visión de conjunto. Los edificios clasicistas se pueden ver de un golpe de vista gracias a ese
punto de vista monofocal. Es una arquitectura racional, basada en unos fundamentos científicos: la
geometría, la perspectiva, donde el espacio ideal fue la planta centralizada con cúpula, porque era
un espacio homogéneo, unificado, un espacio total. La ruptura de ese concepto total se va a producir
con el Manierismo, que supone la transgresión de las normas, pues utiliza un lenguaje clásico pero
de forma libre; desaparece por completo ese lenguaje espacial normalizado del clasicismo y se
destruyen las normas establecidas. Se emplea la perspectiva pero no es monofocal, sino una
perspectiva que busca los efectos dramáticos. Tampoco hay un canon matemático, porque la belleza
en el manierismo no está sujeta a las leyes numéricas, sino a una interpretación subjetiva del
espectador. Se rime con el espacio total del clasicismo.
3.- LA RUPTURA DE LA UNIDAD: “UN PUZZLE QUE EL ARTISTA ORDENA A SU
ANTOJO”
El Manierismo significó, desde el punto de vista de la nueva definición del espacio: un
proceso de experimentación que tiene como fin la ruptura del lenguaje espacial propio del
Clasicismo, codificado y subordinado a unos principios de racionalización, y su sometimiento a un
proceso de manipulación que alteró sus normas de composición mediante la combinación de las
unidades espaciales y de los elementos arquitectónicos y su yuxtaposición de los mismos. Su reflejo
desde el punto de vista teórico lo encontramos en Serlio. La perspectiva dará como resultado
espacios en los que se impide una visión unitaria del conjunto de un simple golpe de vista como
sucedía en el Clasicismo.
En la Biblioteca Laurenziana Miguel Ángel estableció un juego de yuxtaposiciones entre el
cubo estrecho y alto que albergaba la escalera y el recinto de la biblioteca. La fachada de entrada
posee tal altura que impide la visión unitaria de la obra e introduce distorsiones y deformaciones en
el ángulo de visión, impidiendo al espacio una gran tensión desde el punto de vista del espectador.
El arquitecto repitió este planteamiento en la Plaza del Capitolio de Roma, pero con una dimensión
urbana. El conjunto, con su planta trapezoidal, la decoración ovoidal del suelo y la disposición de
edificios y escalinatas, constituye un ejemplo de anticlasicismo.
Miguel Ángel. Plaza del Capitolio. Roma, 1545. La plaza tenía
tras de sí las ruinas del foro imperial, con las que establecía un
diálogo y una continuidad espacial a nivel urbano con
implicaciones desde el puno de vista cultural, político y artístico.
Miguel Ángel diseñó la plaza de acuerdo a las características del
emplazamiento, con una forma que aprovechaba las tensiones
espaciales para poner en valor la relación entre el presente y el
pasado, la ciudad imperial clásica y el cristianismo medieval.