El sonido se utiliza normalmente como un instrumento cohesionador que
contrarresta la gran disgregación perceptiva comportada por el montaje visual.
Las imágenes que vemos no son las fuentes que han producido el sonido, el espacio
que escuchamos no es siempre el espacio que vemos, las distancias que escuchamos
a menudo no se corresponden con las que vemos. Y, finalmente, el espacio que
vemos y olmos no existe. No existen los objetos, ni el espacio, ni distancia entre
ellos y el receptor. Sólo existe una serie de sonidos organizados que configuran un
paisaje sonoro que tiene que ser interpretado.
Definiremos espacio sonoro como la percepción volumétrica que surge en la mente
de un receptor, a medida que va procesando sincrónicamente todas las normas
sonoras relacionadas con el espacio. Estas formas sonoras llegan regularmente al
oyente como parte de la información acústica que recibe su sistema auditivo.
Los estímulos que configuran la percepción espacial son formas sonoras generadas
por la reflexión acústica en un volumen de aire situado entre obstáculos. El sentido
humano de la audición reconoce las formas sonoras asociadas a cada volumen y lo
reconstruye perceptivamente. Es decir, recompone mentalmente volúmenes que
están acotados por objetos físicos concretos y recompone, también, las distancias,
movimientos y perspectivas que producen las fuentes sonoras al ubicarse o moverse
en estos volúmenes; todo ello con una precisión considerable.
En el momento en que el sonido proveniente de los altavoces de la radio, la TV o el
cine se transforma en un ente acústico. A partir de entonces, los sonidos adquieren
valor por si mismos dentro de la narración audiovisual y actúan sobre la percepción
como si fuesen objetos físicos reales situados en el espacio.
El concepto de paisaje sonoro propuesto por Moles comprende cualquier tipo de
conjunto sonoro que perciba el oyente, suponga éste una recomposición espacial, o
no. Desde el punto de vista dela narratividad audiovisual esta diferenciación es
importante.
Mientras un paisaje sonoro es cualquier mezcla de sonidos que llega al oído, el
espacio sonoro es una sensación volumétrica que sólo puede producir en el oyente
un tipo muy determinado de paisajes sonoros.
Partiendo de un conocimiento detallado del tipo de alteraciones acústicas que
producen en el sonido determinados obstáculos y volúmenes, es perfectamente
posible reconstruir artificialmente la sensación espacial. Es decir, es perfectamente
posible manipular un sonido concreto de modo que éste transmita acústicamente a