
: Da lugar a una crítica radical y a una explicación histórica
exhaustiva. Como formaciones nebulosas, salidas del cerebro de los hombres, las representaciones
generales (filosofía, derecho, religión, arte, conciencia) sólo tienen una apariencia de independencia.
Carecen de historia, carecen de desarrollo; es decir, no poseen autonomía alguna por relación a la
producción y a los cambios materiales entre los seres humanos. No es la conciencia lo que determina
la vida, sino la vida lo que determina la conciencia.
Hay sólo dos maneras de comprender la historia: o bien se parte de la conciencia y la realidad escapa,
o bien se parte de la vida real y a la vez se llega a ella y se explica esta conciencia que carece de
toda realidad.
El materialismo histórico acaba con la especulación que parte de la conciencia y de las
seqseteouacjpoet, y, qps uaoup, ie mat jmvtjpoet: “Dpoie uesnjoa ma etqecvmacjóo tpbse ma wjia seam
empieza la ciencia real, positiva: la representación de la actividad práctica, del proceso de desarrollo
qsácujcp ie mpt hpnbset”. Em cpopcjnjeoup acaba cpo ma fsatepmpgía, con la ideología: con la
representación de la realidad, la filosofía pierde su medio de existencia.
Marx luego rectifica esta postura extremista afirmando que, sin embargo, la ideología, una vez
relacionada con sus condiciones reales, deja de ser enteramente una ilusión y una completa falsedad.
Es una teoría que ignora sus presuposiciones, su base y su sentido, que pervive sin una relación real
con la acción, que carece de consecuencias o cuyas consecuencias se apartan de lo esperado y de las
previsiones; es una teoría que generaliza el interés particular, el de una clase, sirviéndose de medios
como las abstracciones, las representaciones incompletas o deformadas y los fetichismos. A partir de
ahí es imposible sostener que toda ideología es totalmente ilusoria, su fundamento se desplaza y se
convierte en algo verdaderamente histórico y sociológico: la división del trabajo y el lenguaje.
: Es tan antiguo como la conciencia. No hay conciencia sin lenguaje, pues el lenguaje
es la conciencia real, práctica, que existe para otros hombres. Marx descubre que el lenguaje no es
solamente el medio o el instrumento de una conciencia preexistente, sino su medio natural y social, su
exjtueocja. Nace cpo ma oecetjiai ie cpnvojcacjóo, cpo em “cpnescjp” eouse mpt teset hvnaopt.
La conciencia, ligada indisolublemente al lenguaje, es una obra social. La conciencia humana comienza
con una conciencia animal, sensible de la naturaleza, que no se libera de su tosquedad y de su ilusión
inicial más que con el acrecentamiento de la productividad, el perfeccionamiento de los instrumentos,
el aumento de las necesidades y de la población.
Al principio era sólo biológica (sexo, edad, vigor físico), se convierte
en división técnica y social. Las divisiones del trabajo se suceden y se superponen unas con otras. En
cuanto a la formación de las ideologías, la división más importante es la que separa el trabajo material
del trabajo intelectual, la acción creadora sobre las cosas por medio de instrumentos materiales, y la
acción sobre los seres humanos por medio de instrumentos no materiales (el lenguaje ante todo).
A partir de este momento, la conciencia puede liberarse de la realidad y construir abstracciones, teoría
pura. Lo que los hombres dicen procede de la praxis, del trabajo y de la división del trabajo, de los
actos y de las luchas reales. Pero lo que hacen sólo entra en la conciencia pasando por el lenguaje,