Spinoza define el DESEO como “el apetito con conciencia de sí mismo”. Dice: “No nos inclinamos
por algo porque lo consideremos bueno, sino que, por el contrario, consideramos que es bueno
porque nos inclinamos por ello”.
El APETITO es un esfuerzo por el que cada cosa se esfuerza en preservar en su ser, cada cuerpo
en la extensión, cada alma o cada idea en el pensamiento (conatus). Como este esfuerzo nos
lleva a diferentes acciones de acuerdo al carácter de los objetos con los que nos encontramos,
tenemos que afirmar que está en cada instante determinado por las afecciones procedentes de
los objetos. ESTAS AFECCIONES DETERMINANTES SON NECESARIAMENTE LA CAUSA DE LA
CONCIENCIA DEL CONATUS. Y estas afecciones no se pueden separar del movimiento por el que
nos conducen a una perfección mayor o menor (alegría o tristeza), según si la cosa con la que
nos enconaremos se compone con nosotros o, por el contrario, tiende a descomponernos, la
conciencia aparece como sentimiento continuo de este paso de más o menos, de menos o
más, testigo de las variaciones y determinaciones del conatus en función de los otros cuerpos o
de las otras ideas.
El objeto que conviene a mi naturaleza me determina a formar una totalidad superior que nos
comprende, a él mismo y a mí. El que no me conviene pone mi cohesión en peligro y tiende a
dividirme en subconjuntos que, en el limiten, entrar en relaciones incompatibles con mi relación
constructiva (muerte).
La CONCIENCIA es el sentimiento del paso de estas totalidades menos poderosas a totalidades
más poderosas, e inversamente. Es puramente transitiva. Pero no es propiedad del todo, ni de
algún todo en particular; solo tiene valor de una información necesariamente confusa y
mutilada. Aquí también Nietzsche es estrictamente spinozista, cuando escribe: “Lo más de la
actividad principal es el inconsciente; la conciencia solo suele aparecer cuando el todo quiere
subordinarse a un todo superior, y es primero la conciencia de ese todo superior, de la realidad
exterior a mí; la conciencia nace en relación al ser del que podríamos ser función, es el medio de
incorporarnos a él”.
2. Desvalorización de todos los valores, principalmente del bien y del mal (en beneficio de lo
“bueno” y lo “malo”: Spinoza, inmoralista
“No comerás del fruto…”: El angustiado e ignorante Adán comprende estas palabras como el
enunciado de una PROHIBICION. Pero, ¿De qué se trata realmente? Se trata de un fruto que, en
su condición de fruto, envenenará a Adán si este lo come. Se trata del encuentro de dos cuerpos
cuyas relaciones características no se componen; el fruto actuara como un veneno, es decir,
provocara que las partes del cuerpo de Adán (paralelamente la idea del fruto lo hará con las
partes de su alma) entren en nuevas relaciones que no corresponden ya a su propia esencia.
Pero, ignorando las causas, Adán cree que se le prohíbe moralmente, aunque en realidad, Dios
solo le revela las consecuencias naturales de la ingestión del fruto.
Spinoza nos lo recuerda obstinadamente: todos los fenómenos que agrupamos bajo la categoría
del Mal, las enfermedades, la muerte, son de este tipo, mal encuentro, indigestión,
envenenamiento, intoxicación, descomposición de la relación.
En cualquier caso, siempre hay relaciones que se componen dentro del propio orden, conforme
a las leyes eternas de la naturaleza entera. Aunque no haya Bien ni Mal, si hay Bueno y Malo.
“Más allá del bien y del mal, esto al menos no quiere decir más allá de lo bueno y lo malo”.
Lo BUENO tiene lugar cuando un cuerpo compone directamente su relación con la nuestra y
aumenta nuestra potencia con parte de la suya, o con toda entera (por ej. Un alimento). Lo