
1.1. Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica y síndrome de disfunción multiorgánica
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macrófagos y plaquetas y se generan factores
de crecimiento. Aparece una respuesta de fase
aguda, con disminución de los mediadores
proinflamatorios y liberación de los antago-
nistas endógenos. Estos mediadores modulan
la respuesta inflamatoria inicial. Esta situación
se mantiene hasta completar la cicatrización,
resolver la infección y restablecer la homeos-
tasis.
• Si la agresión es importante y/o se mantiene
en el tiempo, aparece la fase III o de reacción
sistémica masiva. Las citocinas activan nu-
merosas cascadas humorales de mediadores
inflamatorios que perpetúan la activación
del sistema reticuloendotelial, con pérdida
de la integridad microcirculatoria y lesión en
órganos diversos y distantes.
Algunos órganos son más sensibles a la infla-
mación: los pulmones de los pacientes con LPA/
SDRA muestran acumulaciones leucocitarias en
la microcirculación, lo que favorece su contacto
con las moléculas de adhesión y la progresión de la
lesión. El riñón es especialmente sensible a las mo-
dificaciones hemodinámicas. El tracto intestinal
merece especial consideración debido a su enorme
carga bacteriana y a su especial vascularización, lo
que puede condicionar una alterada permeabilidad
y una traslocación aumentada. El cerebro responde
con encefalopatía no sólo ante el fallo hepático,
sino ante la sepsis. La alteración en los parámetros
de coagulación es un factor común de lesión. El
sistema metabólico y el inmunitario son también
órganos diana ante el estrés.
3 Patrones de respuesta a la agresión:
SRIS, CARS y MARS
La capacidad de regular la respuesta inflamatoria
es de capital importancia para la supervivencia
frente a la agresión. Un estado de sobreexcita-
ción persistente de la respuesta proinflamatoria
(SRIS) resulta insostenible y pone en riesgo la
vida, provocando una cadena de disfunciones or-
gánicas múltiples. Por el contrario, la incapacidad
para activar las células inflamatorias genera una
hiporreactividad que induce indefensión, y que
clínicamente se manifiesta por neutropenia.
La respuesta proinflamatoria (SRIS) es sólo
parte de una respuesta dual. Está acoplada a una res-
puesta antiinflamatoria, que si resulta exagerada
da lugar al síndrome de respuesta compensatoria
antiinflamatoria (CARS). Algunos mediadores
proinflamatorios, como las interleucinas que in-
ducen el SRIS, pueden inhibir la actividad de las
células B y T y del monocito/macrófago. Además,
los mediadores inflamatorios pueden inhibir su
propia síntesis y estimular la de sus agonistas.
Estas respuestas pueden conducir a anergia e in-
crementar la presdisposición a las infecciones.
Frente a la agresión, puede existir una hipo-
rreactividad que facilita el progreso infeccioso
(CARS), una hiperreactividad (con SRIS incon-
trolado que conduce a la disfunción multisisté-
mica), y una respuesta equilibrada entre SRIS
y CARS, o síndrome de respuesta intermedia,
denominado MARS.
El CARS se define como la expresión del HLA-
DR de los monocitos inferior al 30% y una capa-
cidad disminuida de los monocitos para producir
citocinas inflamatorias como el factor de necrosis
tumoral a
(TNF-a) o la interleucina (IL) 6, y el
MARS por parámetros del SRIS en un paciente
con CARS. El espectro de las consecuencias de
estas respuestas combinadas se ha denominado
CHAOS (acrónimo de Cardiovascular shock,
Homeostasis, Apoptosis, Organ dysfunction and
immune Suppression) sabiendo que en el SRIS
predomina el shock cardiovascular, la apoptosis
acelerada y el SDMO, mientras que en el CARS
domina la supresión inmunitaria y –lógicamente–
en el MARS destaca la homeostasis.
Es importante conocer, tanto desde el punto
de vista pronóstico como terapéutico, la situación
inflamatoria del paciente (SRIS, CARS o MARS),
ya que si predomina el SRIS serían útiles los anta-
gonistas y antimediadores, pero si predomina el
CARS debería estimularse el sistema inmunitario
y buscar mecanismos proinflamatorios.
4 Prevención y opciones terapéuticas
La gravedad del SRIS, su posibilidad evolutiva
hacia disfunciones orgánicas que ensombrecen
el pronóstico y la ausencia de un tratamiento
específico de probada eficacia aconsejan ex-
tremar las medidas profilácticas. Éstas consisten
en una rápida estabilización hemodinámica, el
tratamiento temprano de las lesiones (fracturas,
esfacelos, secuestros, abscesos, etc.), el soporte
nutro-metabólico y la profilaxis de las compli-
caciones infecciosas. Al margen de estas medidas
generales, es fundamental el diagnóstico precoz
de disfunciones orgánicas y la puesta en marcha de
medidas que limiten su fracaso. La LPA y/o el
SDRA suelen ser las más tempranas. Su detección
y un adecuado manejo de la oxigenoterapia y de
la ventilación mecánica resultan primordiales y
evitan, entre otros problemas, el trauma asociado
a la ventilación mecánica. El fallo renal es otra de
las complicaciones que aparecen inicialmente,
por lo que debe prevenirse y tratarse; el control
de las situaciones prerrenales de riesgo y una
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