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criterios explicativos de La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Por más de una
razón, La ética…despertó múltiples controversias interpretativas que condujeron a
Weber a responder a sus variados críticos y a quienes le solicitaban aclaraciones.
Además, no fueron pocos los que sintieron que el texto contrariaba sus convicciones
religiosas, ideológicas, políticas o eruditas sobre los orígenes del capitalismo.
Weber partió de una constatación simple: en las estadísticas profesionales de
países en los que existían mezclas de credos religiosos, se revelaba con mucha
frecuencia un fenómeno que había motivado controversias en la prensa y la literatura
católicas, y también en congresos católicos alemanes: el hecho de que los líderes
empresariales y los dueños del capital, así como los trabajadores más calificados y,
sobre todo, del alto personal de las empresas modernas, con más experiencia técnica
y/o comercial, era, mayoritariamente, de confesión protestante. Se planteó entonces la
pregunta sobre las causas de esa situación y estimó que los condicionantes históricos
ya lejanos no debían ser considerados como causas del fenómeno económico
observado. Si bien cabía pensar que la posesión de capitales y de una educación
costosa, podían operar como variables que favorecían el predominio de determinadas
personas en las actividades industriales y comerciales, esos factores no eran
generalizables para los casos de los trabajadores.
Con respecto a los pensamientos corrientes que consideran que la riqueza de las
personas se explica por su afán de lucro, Weber descartaba tal motivación diciendo que:
“el deseo de lucro, como la tendencia a enriquecerse, en especial en lo monetario hasta
el máximo, no guardan ninguna relación con el capitalismo Más bien son tendencias que
se encuentran en estratos sociales como son ya los camareros, o ya los médicos,
cocheros, artistas, mujeres mundanas, funcionarios corruptibles, jugadores,
pordioseros, soldados, ladrones o los “cruzados”: en all sorts and conditions of men, en
todos los tiempos, así como en todos los rincones de la tierra, en cualquier situación
que ofrezca una objetiva posibilidad de conseguir un fin de lucro. Se hace necesario
abandonar de una vez por todas una concepción tan elemental e ingenua del
capitalismo, con el que no tiene ningún nexo (y menos aún con su “espíritu”) la
“ambición”, aunque sea sin límites; en el sentido opuesto, el capitalismo debería ser
considerado, justamente, como una sujeción o, al menos, como la moderación racional
de este instinto desmedido de lucro. El capitalismo se identifica, ciertamente, con el
deseo de la ganancia, que había de lograrse con el trabajo capitalista, continua y
racional, ganancia siempre renovada, la rentabilidad”. Y así dentro de una ordenación
capitalista de la economía, cualquier esfuerzo individual no encaminado al posible logro
de una ganancia se estrellará sin remedio”
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Weber, Max La ética protestante y el espíritu del capitalismo, México, Ediciones Coyoacán 1994.
p. 9.