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Universidad Nacional del Litoral, Facultad de Humanidades y Ciencias
Introducción a la Sociología
Material de cátedra elaborado por Ricardo Sidicaro
La teoría social de Émile Durkheim
Convertir en objeto de ciencia la moral social evitando las prédicas moralistas; estudiar las
religiones como productos de las sociabilidades grupales; analizar los modos de obrar, pensar y
sentir de las personas como acciones generadas por condicionamientos sociales que pesan sobre
ellas; proponer explicaciones sociológicas sobre el suicidio, aparentemente la decisión más
individual; observar las iniciativas de los dirigentes políticos más activos y aconsejar no tomar en
serio sus palabras sobre los motivos que los mueven; afirmar que es la sociedad y no los grandes
hombres la que promueve los avances de las civilizaciones; adjudicar a la falta de principios
morales de los grandes propietarios del naciente capitalismo la responsabilidad de los conflictos
sociales imperantes en su país; proponer la abolición de la herencia económica familiar como
punto de partida para una mayor igualdad social a los efectos de establecer competencias en base
a la capacidad natural; sostener que las sociedades cambian mediante reformas y no por
revoluciones; destacar las consecuencias beneficiosas para la sociedad de las rebeldías de
quienes no aceptaron las realidades en las que vivían y proponer los ejemplos de Jesucristo,
Sócrates y otros personajes históricos que generaron rebeliones morales, hicieron que en torno a
la sociología de Durkheim se plantearan múltiples controversias.
Durkheim y su época
A fines del siglo XIX, alrededor del 50% de la población económicamente activa francesa estaba
ocupada en el sector rural y un buen indicador de la heterogeneidad cultural era que
aproximadamente la cuarta parte de los habitantes del país hablaba lenguas regionales y no sabía
expresarse ni escribir en francés
1
. En muchas regiones eran necesarios los servicios de
traductores en los juicios ya que los testigos o los acusados no sabían comunicarse en el idioma
oficial
2
.
La sociedad francesa del siglo XIX combinaba de un modo más marcado que la de otros países
europeos los aspectos modernos con los tradicionales. Los principios enunciados por la revolución
de 1789, no impidieron la restauración monárquica ni, tampoco, las concentraciones de poder
1
Weber, Eugen: Peasants into Frenchmen. The Modernization of Rural France 1870-1914, London, Chatto and Windus,
1977.
2
Weber, Eugen: France. Fin de Siècle, Harvard University Press, 1986.
2
bonapartistas, procesos que dejaron fuertes trazas en la cultura política nacional. Los partidos
políticos franceses del último tercio del siglo XIX fueron, en el plano organizativo, menos modernos
que los ingleses y los alemanes y la prioridad acordada por sus dirigentes a las cuestiones
electorales favoreció los localismos y la ausencia de programas que superasen los criterios
parroquiales, lo que estimuló los personalismos de los caudillos y sus séquitos
3
.
Las modernizaciones económicas y sociales que se registraron durante la segunda mitad del siglo
XIX, habían sido contradictoriamente acompañadas en el plano de las disputas políticas en las que
los conflictos entre monárquicos y republicanos, laicos y clericales o bonapartistas y anti-
bonapartistas expresaban viejos antagonismos. Recién a fines del decenio de 1870, los
republicanos lograron la mayoría en el Senado y en los años siguientes consolidaron su poder
combinado con las persistencias del Antiguo Régimen
4
.
Con los inicios de la democracia, la mayoría de los miembros de la clase política reveló ser más
propensa a defender sus intereses electorales y beneficios personales que a encarar proyectos de
mayor trascendencia, prácticas que se conocieron como “la República de los favores (…) con
formas inéditas de clientelismo”
5
. Entre 1871 y el fin de la Primera Guerra Mundial, hubo 9
presidentes de la República, sólo cuatro completaron normalmente sus mandatos, tres renunciaron
antes y dos fallecieron (Sadi Carnot, asesinado en 1894). Durante ese medio siglo, se registraron
cincuenta reestructuraciones de los altos elencos ministeriales. Ese contexto pleno de desorden
político y social, estimuló la vocación sociológica de Durkheim y sus preguntas sobre cómo
alcanzar una mayor armonía social, reconstruir la autoridad de las instituciones y restablecer la
moral pública.
La sociología de Durkheim
Las diferencias entre los conocimientos de sentido común y los elaborados desde las perspectivas
científicas de la sociología alcanzaron su mejor sistematización en la teoría social durkheimniana.
La definición de la sociología como la ciencia de “las instituciones, de su génesis y de su
funcionamiento (…) entendiendo por institución a todas las creencias y todos los modos de
3
Déloyé, Yves: Se présenter pour représenter: Enquëte sur le professions de foi électorales de 1848, en La profession
politique XIXº-XXº siècle, Sous direction de Michel Offerlé , Paris, Belin, 1999, destaca la cercanía geográfica como
criterio de representación política vigente en Francia del XIXº que distaba de conformar ciudadanos modernos. pp. 231-
253.
4
Mayer, Arno: La persistencia del antiguo régimen. Europa hasta la Gran Guerra, Madrid, Alianza, 1986.
5
Frédèric Monier: “La République des `faveurs’, en Marion Fontaine (Comp.): Une contre-histoire de la III République,
Paris, La Découverte, 2013, pp. 339-352.
3
conducta instituidos por la comunidad”
6
y como hecho social toda manera de “hacer, pensar y
sentir establecida o no, susceptible de ejercer sobre el individuo una coacción exterior; o también,
que es general en la extensión de una sociedad determinada teniendo al mismo tiempo una
existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales”
7
, suponía un rechazo al
conocimiento vulgar y a los pensamientos ideológicos. Consciente de las resistencias que
despertaría tal perspectiva, Durkheim sostuvo que cuando “se pide a la gente que se deshaga de
los conceptos que acostumbra aplicar a un orden de cosas, no puede esperarse que se reclute una
clientela numerosa”
8
.
Los principios explicativos de Durkheim suscitaron críticas de quienes le objetaban ofrecer una
visión determinista de la acción social que suprimía la libertad de los sujetos. Contra esas
objeciones, Durkheim sostenía que la libertad se preserva cuando existen instituciones y normas
que evitan el poder arbitrario de los más fuertes, y que si bien las instituciones tienen una
existencia exterior a los individuos, eso no significa que su recepción sea pasiva ya que es
asimilada, individualizada y tiene marcas personales.
Respondiendo a quienes lo criticaban diciendo que ignoraba la libertad individual, Durkheim aclaró
que esa era una “interpretación inexacta de nuestro pensamiento de la que ha resultado más de un
malentendido. Porque hemos hecho del constreñimiento el signo exterior en el que pueden
reconocerse y distinguirse con mayor facilidad los hechos sociales de los hechos de la psicología
individual, se ha creído que, para nosotros, la coerción física era todo lo esencial de la vida social.
En realidad, nunca hemos visto en ella más que la expresión material y evidente de un hecho
interior y profundo que es completamente ideal: es decir de la autoridad moral. El problema
sociológico -si se puede decir que hay un problema sociológico- consiste en buscar, a través de las
diferentes formas de coerción exterior, las distintas clases (o tipos) de autoridad moral que les
corresponden y en descubrir las causas que han determinado a estos últimos”
9
.
Explicar lo social por lo social ya que “la causa determinante de un hecho social debe ser buscada
entre los hechos sociales antecedentes y no entre los estados de la conciencia individual”
10
. El
razonamiento sociológico durkheimniano ofreció, tal como lo resumió Jean-Michel Berthelot, una
propuesta de solución al problema a la pregunta: “¿cómo pensar una realidad a la vez en perpetuo
6
Durkheim, Émile: Las reglas del método sociológico, Prólogo a la segunda edición (1901), Madrid, Morata, 1986, p.29.
7
ibidem, p. 29.
8
Ibidem. p. 144
9
Durkheim, Emilio: Las formas elementales de la vida religiosa, Madrid, Akal, 1992, p.196.
10
Durkheim, Émile: Las reglas…op. cit. p. 164.
4
movimiento, en perpetuo devenir, que existe sólo por la actividad subjetiva de los actores,
revelando simultáneamente regularidades, organizaciones y correlaciones?”
11
.
Desde la óptica teórica de Durkheim, las transformaciones de la etapa de la modernidad marcada
por los procesos de urbanización, industrialización y democratización, debían analizarse teniendo
en cuenta las dificultades que surgen de cualquier proceso de transición en el que deben ajustarse
o recrearse las formas de solidaridad que conforman las regulaciones éticas y legales que
aseguran la armonía de la vida social.
Es interesante señalar, la percepción de Durkheim sobre lo que ya en su época podía vislumbrarse
claramente como las consecuencias de la circulación internacional de capitales, de ideas y de
modelos institucionales de organización política; materia prima que le permitió formular una
brillante conceptualización comparada en la que resumió problemas fundamentales de los países
de la periferia de los centros hegemónicos mundiales. El ejemplo del encuentro entre sociedades
con grados diferentes de desenvolvimiento económico, cultural e institucional, mostró la distancia
de las concepciones de Durkheim con respecto a las teorías evolucionistas en boga en la época.
Con singular agudeza, nuestro autor planteó el tema de las asincronías del cambio social surgido
de las relaciones internacionales que conectaban pueblos con disímiles niveles de desarrollo: en
todo organismo, los fenómenos superficiales, por su misma situación, son mucho más accesibles a
la acción de las causas exteriores, aun cuando las causas internas de las que dependen no son
modificadas. Basta así que una circunstancia cualquiera excite en un pueblo una necesidad mucho
más viva de bienestar material, para que la división del trabajo económico se desarrolle sin que la
estructura social cambie sensiblemente. El espíritu de imitación, el contacto con una sociedad más
refinada pueden producir este resultado. Es así como el entendimiento, siendo la parte más
superficial de la conciencia, puede fácilmente modificarse por influencias externas, como la
educación, sin que los fundamentos de la vida psíquica sean alcanzados. Se crean así
inteligencias en número suficiente para asegurar el éxito, pero que no tienen raíces profundas (...)
Esta comparación muestra que no hay que juzgar el lugar que ocupa una sociedad en la escala
social según el estado de su civilización, sobre todo de su civilización económica, pues esta puede
ser solamente una imitación, una copia, y recubrir una estructura social de una especie inferior.
Ciertamente, el caso es excepcional; sin embargo se presenta”
12
.
11
Jean-Michel Berthelot: “Le retour au(x) texte(x)”, Prologue de Durkheim d’un siècle à l’autre. Lectures actuelles des
“Règles de la méthode sociologique”, Sous la direction de Charles-Henry Cuin, Paris, Presses Universitaires de France,
1997, p. 27.
12
Durkheim, Emilio: La división del trabajo social, Buenos Aires, Schapire, p. 240, n. 81.
5
Puesto que en los temas estudiados por la sociología no cabía realizar experimentos al modo de
las ciencias naturales, la alternativa durkheimniana fue lo que se denominó experimentación
racional por medio de comparaciones sistemáticas. Al respecto sostuvo que la sociología
comparada no es una rama especial de la sociología; es la sociología misma, en tanto cesa de ser
puramente descriptiva y aspira a dar cuenta de los hechos”
13
.
La importancia de las comparaciones en las explicaciones sociológicas fue reiterada en El Suicidio:
“Sólo se explica bien comparando. Una investigación científica no puede cumplir su fin más que
fundándose sobre hechos comparables, y tiene menos probabilidades de fracasar, cuantas más
seguridades obtenga de haber reunido todos aquellos hechos que puedan compararse con utilidad.
Estas afinidades naturales de los seres no podrían determinarse con seguridad por un examen
superficial, como él que resulta de la terminología vulgar; en consecuencia, el investigador no
puede tomar como sujeto de sus estudios los grupos de hechos totalmente construidos, a que
corresponden las palabras de la lengua corriente, sino que está obligado a constituir por mismo
los grupos que quiera estudiar a fin de darles la homogeneidad y el valor específico que les son
necesarios para ser tratados científicamente”
14
.
Fuertemente realista, pero contrariando el sentido común, el concepto de “coerción social”
durkheimniano sistematiza en términos sociológicos algo accesible para cualquier persona que
sabe que habla un lenguaje que no inventó ni eligió. Este lenguaje le es impuesto por la sociedad
en la que vive y su libertad consiste en la elección de las palabras que va a emplear, en tanto son
aceptadas por su medio social para comunicarse. La familia primero y la escuela después le
enseñaron como se debe hablar de acuerdo a normas que no crearon ninguna de esas dos
instituciones. A esa persona le puede resultar más complicado darse cuenta que mediante la
enseñanza de los pronombres le indicaron que se debían respetar jerarquías de distinto orden y,
quizás, pueda resultarle hasta sorprendente que la regla del masculino genérico naturalice las
asimetrías o dominaciones de género.
Sociedad y representaciones colectivas.
Probablemente la mayor dificultad para captar la pluralidad de asociaciones de personas que
operan como sustratos de las sociedades y de sus conciencias colectivas en el paradigma
durkheimniano, surge de las articulaciones que convergen en sus conceptualizaciones. Según
Durkheim:
13
Durkheim, Emilio Las reglas…op. cit. p. 143.
14
Durkheim, Emilio: El suicidio. Estudio de sociología y otros textos complementarios, Madrid-Buenos Aires, Edición Miño
y Dávila. 2006, p. 99.
6
1. “las únicas conciencias que están por encima de la conciencia del individuo son las conciencias
de los grupos”
15
;
2. “la sociedad es, a la vez, el autor y el depositario de todos los bienes intelectuales cuyo
conjunto constituye la civilización y del cual se nutren las conciencias humanas”
16
;
3. la sociedad territorial, “tiene por sustrato el conjunto de los individuos asociados. El sistema que
estos forman uniéndose, y que varía según su disposición, sobre la superficie del territorio, la
naturaleza y el número de vías de comunicación, constituye la base sobre la cual se levanta la
vida social”
17
;
4. la sociedad nacional o sociedad política es la reunión de un número más o menos
considerable de grupos sociales secundarios, sometidos a una autoridad que no depende de
ninguna otra autoridad superior regularmente constituida”
18
;
5. la autoridad nacional o Estado debe garantizar los derechos de quienes integran las diversas
esferas de sociabilidad, desde las relaciones familiares a las contractuales;
6. dada la pluralidad de espacios de relaciones sociales existentes en cualquier sociedad,
Durkheim aclaraba que como todo individuo es “parte de diversos grupos, existen en él varias
conciencias colectivas
19
;
En la teoría durkheimniana el concepto de conciencia colectiva, es empleado para aludir a los
condicionantes sociales de las conductas individuales. En torno al uso y significado de dicho
concepto Durkheim formuló muchas aclaraciones y recibió no pocas objeciones. Previno que no
cabía entenderlo como un simple promedio de las moralidades individuales sino como un resultado
de la combinación y uniones de las conciencias personales. Contra las opiniones críticas que le
objetaban sus explicaciones aduciendo su carácter metafísico, respondía:
a) que el grupo formado por los individuos asociados es una realidad de tipo distinto que cada
individuo tomado por separado;
15
Durkheim, Émile Textes. 2. religion, morale, anomie, Paris, Les editions de Minuit, 1975 p. 28.
16
Ibídem. p. 30
17
Durkheim, Émile: Sociología y filosofía, Madrid-Buenos Aires, Miño y Dávila,2000 p. 9
18
Durkheim, Émile: Lecciones de sociología. Física de las costumbres y del Derecho y otros escritos sobre el
individualismo, los intelectuales y la democracia, Madrid-Buenos Aires, Miño y Dávila, 2003, p.108
19
Durkheim, Émile De la división del trabajo social, Buenos Aires, Schapire, 1967, p. p. 98, nota al pie p. 44.
7
b) que los estados colectivos "existen en el grupo de cuya naturaleza derivan antes de afectar al
individuo como tal y de organizar en él, bajo una forma nueva, una existencia puramente
interior”
20
, y
c) que “una creencia o una práctica social es susceptible de existir con independencia de sus
expresiones individuales”
21
.
En relación a las representaciones colectivas, Durkheim sostuvo que era un error buscar las
"causas" de las acciones de los actores en los "motivos" por ellos aducidos y que las “causas”
debían explicarse remitiendo a los sustratos de sistemas de relaciones sociales en los cuales
producían las “representaciones colectivas” a las que ajustaban sus modos de obrar, pensar y
sentir. Planteó, igualmente, la posibilidad que dichas entidades imaginarias se asociasen entre sí y
estableciesen nuevas representaciones colectivas dado que una vez que se ha constituido un
primer fondo de representaciones, éstas se hacen (…) realidades parcialmente autónomas, que
viven con vida propia. Tienen el poder de atraerse, de repelerse, de formar entre ellas síntesis de
toda especie, que son determinadas por sus afinidades naturales y no por el estado del medio en
cuyo seno evolucionan”
22
.
Sobre las situaciones de efervescencia social explicaba que “cuando las conciencias individuales,
en vez de permanecer separadas unas de otras, entran estrechamente en relación, actúan unas
sobre otras y se desprende de su síntesis una vida psíquica de un género nuevo (…) El hombre
que los experimenta tiene la impresión de que está dominado por fuerzas que no reconoce como
suyas, que lo conducen, de las cuales no es dueño, y el medio en que está sumido le parece
surcado por fuerzas del mismo género
23
.
Acerca del Estado sostuvo que “es, y debe ser, una fuente de representaciones nuevas, originales,
que deben permitir que la sociedad se conduzca con más inteligencia que cuando era movida
simplemente por sentimientos oscuros que operaban en ella”
24
.
El sistema de asimetrías analizado por Durkheim difería netamente del propuesto en la misma
época por quienes aceptaban las ideas de Karl Marx y consideraban que el conflicto entre el capital
y el trabajo era una contradicción estructural o permanente de las relaciones económicas
20
Durkheim, Émile, El suicidio. Estudio de sociología. (y otros textos complementarios) Madrid-Buenos Aires, Miño y
Dávila. 2006, p. 438,
21
Durkheim, Émile, Sociología y filosofía, Madrid-Buenos Aires, Miño y Dávila. 2000, p.44
22
Durkheim, Emilio: Sociología y filosofía… p.55.
23
Durkheim, Émile: ibídem , p. 113.
24
Ibídem, p. 156.
8
capitalistas. Para Durkheim, en cambio, se trataba de una situación de falta de regulaciones cuya
eventual solución residía en el establecimiento de reglamentaciones e instituciones capaces de
asegurar la armonía de intereses. En ese sentido señaló en la segunda edición de De la división
del trabajo social, que cabía matizar algunas cuestiones sostenidas en 1893 pues en el decenio
siguiente la legislación adquirió en el derecho francés un lugar más importante. Lo que prueba
cuán grave era este vacío que aún falta llenar”.
25
En el paradigma durkheimniano, los déficits de
regulaciones jurídicas eran la causa de muchos de los conflictos sociales de la época de
comienzos del capitalismo moderno, y en la medida que las legislaciones públicas llenasen esos
vacíos se alcanzaría una mayor armonía social. Durkheim no dejaba de señalar las dificultades del
Estado para hacerse cargo de la descomposición de los tejidos sociales y observaba que tanto
para las sociedades como para la justicia moderna “una crisis económica, un golpe bursátil, incluso
una quiebra, pueden desorganizar mucho más gravemente el cuerpo social (…) sin exponerse a la
más mínima represión
26
.
Probablemente, el determinismo social atribuido a Durkheim no fue ajeno a las interpretaciones
que entendieron que la significación acordada en su teoría a los conceptos que remitían a las
constricciones externas implicaba el desconocimiento de las opciones y libertades individuales.
Pero, por el contrario, en su concepción de lo social eran las normas legales y éticas las que le
permitían al individuo tomar libremente sus decisiones sin que otros se lo impidiesen. Durkheim
sostenía que el acatamiento a las leyes y a los principios morales distaba de ser total y unánime y
afirmaba que eran muchos los deberes éticos y las obligaciones legales que tenían pocas raíces
“en el hombre ordinario”: tales como no querer pagar impuestos y defraudar al fisco, tratar de evitar
el servicio militar, no cumplir lealmente con los contratos, etc. Decía al respecto que si la moralidad
estuviese asegurada únicamente por los sentimientos vacilantes que revelan las conciencias
medias, la moral sería singularmente precaria. En su concepción teórica, sostenía que era un error
confundir, como se ha hecho tantas veces, “el tipo colectivo de una sociedad con el tipo medio de
los individuos que la componen. El hombre medio es de una moralidad muy mediocre”
27
, en
cambio, el tipo colectivo correspondía a lo que la sociedad produce como el ideal del deber ético
y/o legal, al que nunca los individuos reales ajustan totalmente sus comportamientos pero que al
coaccionar las conductas individuales y colectivas favorece la mayor armonía social ya que atenúa
25
Durkheim, Émile De la división…op.cit. p, 317
26
Durkheim, Émile ibídem. p 69
27
Durkheim, Émile: El suicidio…. p.435
9
el individualismo egoísta, fortalece la solidaridad y evita el dominio de los más fuertes sobre los
más débiles.
Si bien en las relaciones entre los individuos y la sociedad, Durkheim asignaba prioridad a la
segunda en razón de la permanencia de los hechos sociales que condicionaban las formas de
obrar, pensar y sentir de los primeros, en su perspectiva sociológica no dejó de señalar la
importancia de las iniciativas de las personas que asociándose en determinadas circunstancias
contribuían a modificar el funcionamiento de las sociedades.
Aún cuando la perspectiva durkheimniana no adjudicaba protagonismos destacados a los “grandes
hombres” y rechazaba las interpretaciones de tipo psicologistas, estimaba que los “fenómenos
psíquicos sólo pueden tener consecuencias sociales cuando están tan íntimamente unidos a
fenómenos sociales que la acción de unos y otros queda necesariamente confundida. Ese es el
caso de ciertos hechos sociopsíquicos. Así un funcionario es una fuerza social, pero es al mismo
tiempo un individuo. De ahí resulta que puede utilizar la energía social que detenta en un sentido
determinado por su naturaleza individual, y así puede ejercer una influencia sobre la constitución
de la sociedad. Esto es lo que sucede a los hombres de Estado y, más generalmente a los
hombres de genio. Aún en los casos que éstos no desempeñen una función social, a su vez
obtienen de los sentimientos colectivos de que son objeto una autoridad que a su vez es una
fuerza social, que en cierto modo pueden poner al servicio de ideas personales. Pero, como se ve,
esos casos son debidos a accidentes individuales, y, por consiguiente no podrían afectar los
rasgos constitutivos de la especie social, que es la única que es objeto de ciencia
28
.
Sociedad, educación, derecho y justicia
Durkheim mantuvo a lo largo de su actividad docente y de investigación un permanente interés por
las cuestiones educativas ya que estimaba que los sistemas escolares debían cumplir tareas
fundamentales para la mejora de la sociedad. En Educación y sociología resumió su punto de vista
diciendo que la educación debía tener “por objeto suscitar y desarrollar en el niño cierto número de
estados físicos, intelectuales y morales, que exigen de él la sociedad política en su conjunto y el
medio especial, al que está particularmente destinado”
29
. Acorde con la definición más clásica del
hecho social decía que la educación consistía en un esfuerzo continuo para imponer al niño modos
de ver sentir y obrar que nunca hubiese adquirido espontáneamente. Si en los aspectos más
elementales dichas tareas estaban a cargo de la familia, al sistema educativo le cabía, en tanto
28
Durkheim, Émile; Las reglas… p. 166, nota al pie 20
29
Durkheim, Émile: Educación y sociología, México, Coyacán, 1996, p.49
10
agente socializador secundario, habituarlo en el respeto a las órdenes, a las reglas de convivencia
y a la autoridad. La necesidad de que la disciplina ocupase un lugar central y que los docentes se
mostrasen rigurosos e inflexibles ante las faltas de los alumnos era un elemento imprescindible en
la construcción de la moral social que para Durkheim era el factor decisivo de la vida en sociedad.
En especial, señalaba que cabía ser estricto con los castigos a las faltas en apariencia leves ya
que las graves solían ser excepcionales y, en cambio, el laxismo ante las primeras y más
frecuentes hacía que su no penalización incitase objetivamente a la falta de aceptación de las
reglas. Oponiéndose a quienes eran favorables a métodos más permisivos, nuestro autor sostuvo
que “es necesario que el niño sienta en la regla una necesidad igual a la de las leyes naturales; en
esas condiciones adquirirá el hábito de representarse convenientemente el deber, es decir, como
algo que se impone irresistiblemente a las voluntades, con el que no se discute ni se anda con
rodeos, como algo inflexible en el mismo grado que las fuerzas físicas, aunque de otro modo. Si,
por el contrario ve que la regla retrocede frente a cualquier contingencia, moldeable, la concebirá y
la tratará como tal”
30
.
Al respecto, Durkheim estimaba que el sistema escolar tenía entre sus funciones “hacerle
comprender al niño que el medio para ser feliz es proponerse objetivos cercanos, realizables,
vinculados a la naturaleza de cada uno, y lograrlos, y no poner en tensión dolorosamente, la
voluntad en fines infinitamente alejados y por lo tanto inaccesibles. Sin ocultarle las injusticias del
mundo, comunes a toda época, es necesario hacerles sentir que la felicidad no crece
ilimitadamente junto al poder, el saber o la riqueza”
31
. Esas consideraciones sobre el rol de la
escuela no hacían sino remitir en el dominio educativo una concepción sociológica en la que la
situación de anomia generaba o se observaba en la ausencia de límites de las aspiraciones
individuales provocadas, en principio, por la falta de reglamentaciones en la vida económica y
proyectada luego al conjunto de las prácticas sociales.
Durkheim hizo una serie de consideraciones sobre el Derecho y la Justicia para fundamentar
metodológicamente su estudio sobre la división del trabajo social y aclaró que “la solidaridad social
es un fenómeno completamente moral que, por mismo, no se presta a observación exacta ni,
sobre todo, al cálculo. Para proceder tanto a esta clasificación como a esta comparación, es
preciso, pues, sustituir el hecho interno que se nos escapa, con un hecho externo que le simbolice,
estudiar el primero a través del segundo”
32
. A los efectos de explicar las diferencias entre los tipos
30
Durkheim, Émile: La educación moral, Buenos Aires, Buenos Aires, Schapire, 1973 p. 223
31
Ibídem. pp. 60-61
32
Durkheim, Émile: De la división… p. 61
11
de solidaridad social que eran propios de la distinción que estableció entre sociedades
preindustriales o primitivas y sociedades industriales o modernas estimó que el derecho era el
observable empírico que reflejaba la naturaleza de los respectivos vínculos sociales y de los
niveles de cohesión social imperantes. En ese sentido comparó las sanciones y castigos impuestos
en ambos tipos de sociedades desde una perspectiva que definía al crimen o delito como actos
que ofenden la conciencia colectiva y contrastó el mayor rigor de las penas vigentes en las
preindustriales o primitivas con los menores castigos impuestos en las industriales o modernas
como un indicador de la menor intensidad de las ofensas sentidas por las sociedades cuya
conciencia social era más débil. Los niveles y tipos de castigos, variaban según la perspectiva de
Durkheim en función de los niveles de cohesión social en tanto éstos eran los sustratos de los que
dependen las intensidades de las ofensas socialmente registradas. De allí la diferenciación de dos
tipos de derecho: el represivo y el restitutivo. De acuerdo al nivel de injuria adjudicado al delito,
resume Gregorio Robles: “las sanciones represivas tienen por meta hacer expiar al infractor su
conducta ilícita, causarle sufrimiento y dolor, en definitiva, hacerle penar por el acto antisocial
cometido, las sanciones restitutivas se proponen, y de ahí su nombre, restituir las cosas a su
estado normal”
33
.
Durkheim realzaba la importancia del Derecho plasmado en los Códigos considerándolo el
mecanismo ideal para penetrar las diferentes esferas de la vida social estipulando, sin
preferencias, los derechos y obligaciones a los que debían ajustarse las conductas de los
individuos. En una de sus más concisas caracterizaciones del significado simbólico de la igualdad
ante la ley, Durkheim afirmó que “así como los pueblos antiguos necesitaban, ante todo, la fe
común para vivir, nosotros necesitamos la justicia, y podemos estar seguros de que esta necesidad
se volvecada vez más exigente si, como todo lo hace prever, las condiciones que dominan la
evolución social siguen siendo las mismas”
34
. La ley, a la que todos debían someterse por igual la
consideraba como un principio básico de justicia social propio de un régimen democrático. En lo
que hace a las relaciones entre la moral y el derecho, en el prólogo a la primera edición de De la
división del trabajo social, suprimido en parte en las ediciones siguientes, señalaba que se trataba
de dominios “muy íntimamente unidos como para poder separarlos absolutamente. Se producen
entre ambos intercambios continuos; tanto las reglas morales devienen en jurídicas así como las
reglas jurídicas devienen en morales. Con frecuencia el derecho no podría ser separado de las
costumbres que son su sustrato, ni las costumbres del derecho que las materializa y las define (…)
33
Robles, Gregorio: Crimen y castigo (Ensayo sobre Durkheim), Madrid, Cuadernos Cívitas, 2001, p. 55
34
Durkheim, Émile: De la división … p. 328
12
Es casi unánime reconocer un carácter moral a las prescripciones jurídicas más generales y
esenciales. Pero es difícil que tal selección no sea arbitraria, pues no existe ningún criterio que
permita hacerla de modo metódico”
35
.
En sentido general, Durkheim consideraba que las legislaciones provenientes de las necesidades
estratégicas o circunstanciales de los partidos y los cálculos políticos de los gobiernos reflejaban,
con sus modalidades propias, los cambios de las representaciones colectivas de la sociedad. A
diferencia de las concepciones críticas de los desempeños de los partidos, en el paradigma
durkheimniano no se adjudicaba la ausencia de regulaciones jurídicas a la impericia de las
dirigencias partidarias o de los altos funcionarios estatales sino a la falta de “fuerzas colectivas, es
decir, de grupos constituidos para reglamentar la vida social. La anomia resulta, pues, en parte de
ese mismo estado de desagregación de donde también proviene la corriente egoísta”
36
82
Específicamente señalaba que cuando se pretende infringir “las reglas del derecho, estas
reaccionan contra para impedir el acto si están a tiempo, o lo anulan y lo restablecen bajo su
forma normal si ya es irreparable o me lo hacen expiar si ya no puede ser reparado de otra
manera. ¿Se trata de máximas puramente morales? La consciencia pública reprime todo acto que
las ofende, mediante la vigilancia que ejerce sobre la conducta de los ciudadanos y las penas o
castigos especiales de las que dispone
37
.
La violación de las normas
Desde esa misma perspectiva teórica, Durkheim sostenía que en cualquier sociedad había siempre
personas que permanentemente tendían a romper con las rutinas que limitaban sus deseos y que
nada de lo existente contrarrestaba su inclinación a buscar lo aparentemente imposible, y aún
cuando caracterizaba esas conductas como enfermas no por ello se dejaba de señalar que
mientras se mantuviese relativamente estable el porcentaje de ese tipo de disconformes, el
fenómeno debía estimarse normal”, al igual que era normal para cada sociedad la existencia de
una determinada tasa de crímenes, de delitos o de suicidios
38
.
Por otra parte, consideraba que todo individuo puede ser propenso a transgredir normas pero que
en condiciones normales encuentra los frenos o las contenciones provenientes de la plena vigencia
de sanciones judiciales y/o éticas, pero que al retroceder las probabilidades, reales o imaginadas,
de recibir sanciones se instala la sensación de impunidad y sin mayores riesgos de sufrir costos o
35
Durkheim, Émile Textes. 2… p.276
36
Durkheim, Émile, El suicidio…p.508
37
Durkheim, Émile, Las reglas… p. 40
38
Durkheim, Émile De la división…p.216
13
consecuencias por la violación de lo prescripto, aumentaban las rupturas de las reglas. Coherente
con esa perspectiva sociológica, Durkheim aclaraba que para que retrocedan las tasas de delitos o
crímenes era necesario “que los sentimientos colectivos que protegen el derecho penal de un
pueblo, en un momento determinado de su historia, consiguiesen penetrar en las conciencias que
les estaban hasta entonces cerradas, o ejercer un mayor imperio donde no lo tenían suficiente (…)
Es necesario que la comunidad en su conjunto los experimente con mayor fuerza; porque no
pueden encontrar en otra fuente el máximo vigor que les permitan imponerse a los individuos que,
antaño, le eran refractarios”
39
. Por cierto, ese razonamiento no dejaba de generar las críticas de
quienes adjudicaban la responsabilidad de las transgresiones a la motivación de sus autores y no
aceptaban, o no entendían, la causalidad social durkheimniana.
Particularmente polémica fue la recepción de las ideas durkheimnianas con respecto a la
normalidad del crimen expuestas en Las reglas del Método Sociologico donde sostenía: “el crimen
es, pues, necesario; está ligado a las condiciones fundamentales de toda vida social, pero, por eso
mismo, resulta útil; porque estas condiciones de las que es solidario son indispensables para la
evolución normal de la moral y del derecho. En efecto, ya no es posible hoy discutir que no sólo el
derecho y la moral varían de un tipo social a otro, sino también que cambian dentro de un mismo
tipo si las condiciones de la existencia colectiva se modifican. Pero para que estas
transformaciones sean posibles es preciso que los sentimientos colectivos que se encuentran en la
base de la moral no sean refractarios al cambio, y por consiguiente que no tengan más que una
energía moderada”
40
.
En la segunda edición del citado libro, en 1902, Durkheim introdujo una nota aclaratoria diciendo
que la teoría sobre el crimen que había expuesto había sido mal interpretada por aquellos que
creyeron que afirmaba que “la marcha ascendente de la criminalidad en el curso del siglo XIX era
un fenómeno normal. Nada más lejos de nuestro pensamiento (…) este desarrollo es, en general,
mórbido. De todas maneras, podría suceder que cierto aumento de algunas formas de la
criminalidad sea normal, porque cada estado de civilización posee su criminalidad propia”
41
. En fin,
como para despejar dudas o confusiones sobre la utilidad del estudio científico del problema del
delito, el mencionado capítulo se cerraba con un paralelo entre el deber del hombre de Estado que
no podía ser más que empujar violentamente a las sociedades hacia un ideal que le parece
39
Durkheim, Émile Las reglas… p. 115
40
Ibídem. p. 117
41
Las diferencias y agregados entre la primera edición de Las reglas…y la segunda se encuentran en la Les règles de la
métode sociologique, (Paris, Flammarion, 1988) preparada por Jean-Michel Berthelot, autor del destacable estudio
introductorio de “Les règles de la métode sociologique où l’instauration du raisonnement expérimental en sociologie”
14
seductor; y afirmaba que su papel debía ser el del médico: evitar la eclosión de las enfermedades
mediante una buena higiene y cuando se han declarado, intentar curarlas.
Cambio social y anomia
Cuando el fundador de la sociología francesa pensaba en los cambios sociales y económicos de su
país distinguía etapas, a las que denominaba formas de civilización, y partía de la agrícola, para
pasar luego a la industria de las artes y oficios y al pequeño comercio, después a la manufactura, y
por fin a la gran industria”
42
. Y aclaraba a continuación que era imposible admitir que una
individualidad colectiva cambiase de especie tres o cuatro veces pues eran evidentes los
caracteres más constantes. Las consideraciones de Durkheim sobre el estado de anomia remitían
a los enfrentamientos entre agentes con desiguales capacidades de acción o recursos para
defender sus intereses, lo que acordaba ventajas objetivas a los económicamente más poderosos
fuese en sus relaciones con los trabajadores, los artesanos y los pequeños empresarios. A
diferencia del antiguo régimen, los intereses dominantes en los comienzos de la sociedad industrial
carecían de un reconocimiento de las desigualdades sociales que justificasen o hiciesen legítimas
los privilegios de los más fuertes. Desde la óptica de las concepciones republicanas, las
desigualdades socioeconómicas entre ciudadanos políticamente iguales suponían que debían
existir legislaciones que regulasen legalmente sus relaciones a los efectos de impedir las
imposiciones de los más poderosos económicamente lo que llevaba a permanente situaciones de
conflicto social.
En cuanto a la dimensión relacionada con la necesidad del surgimiento de una nueva ética
Durkheim no dejaba de señalar que en oposición al egoísmo del hombre mercantil ya era dable
observar la presencia creciente de la valoración del individuo en general o de la dignidad humana y
con términos kantianos llamaba individualismo moral, al deber ético del sujeto que regía sus
orientaciones y determinaciones por principios universales, aún cuando discrepaba con la
concepción del individuo de Kant. En el sentido ético, el culto al individuo aparecía en sus
razonamientos como parte del proceso de constitución de la nueva moral que contribuiría a
solucionar la situación de anomia. Tal como advierte Jean-Claude Filloux, “es necesario no
equivocarse sobre el sentido de este ‘individualismo’. Durkheim lo distingue, por un lado del
individualismo de los economicistas, es decir, del liberalismo económico (…) son necesidades
nuevas que tienden a traducirse en instituciones nuevas, en ‘derechos nuevos’ -a riesgo de entrar
en conflicto con instituciones sobrevivientes- que fundan el individualismo moderno como único
42
Durkheim, Émile: Las reglas…op. cit. p. 103, nota al pie 10
15
valor consensual posible, de tal manera que el respeto al individuo del `hombre en tanto hombre’
significa, al mismo tiempo, obediencia a lo social en su esencia”
43
.
Tal como lo resumió Philippe Besnard, la anomia de alcance más general que surge de la división
del trabajo social o “crónica” se combina en el análisis de Durkheim con la producida por los
desclasamientos o “aguda”
44
. Esta segunda modalidad de anomia considerada de un modo
individualizado fue expuestas en El suicidio, donde Durkheim planteó que los ciclos de prosperidad
o de recesión económica provocaban cambios de posiciones en la estructura social de personas y
grupos que, por movilidades ascendentes o descendentes, pasaban a pertenecer a nuevos medios
sociales y debían readecuar sus orientaciones a nuevas normas o pautas de conducta
45
. Ese
desclasamiento suponía que al salir de sus anteriores ámbitos de sociabilidad y de sus normas
éticas los individuos tendiesen a actuar motivados por sus propios intereses y deseos, los que se
volvían preponderantes sobre los fines comunes: “cuanto más los grupos a los que pertenece se
debilitan, menos se depende de ellos, y, por consecuencia, más exclusivamente se remitirá a
mismo para no reconocer otras reglas de conducta que las fundadas en sus intereses privados”
46
.
Esto sucede, siguiendo casi textualmente a Durkheim, en razón de la necesidad de que transcurra
un cierto tiempo para que en la conciencia pública se reclasifiquen los individuos y las cosas. En
ese intermedio, se instalan las dudas sobre lo posible y lo que no lo es, sobre lo justo y lo injusto,
sobre la legitimidad de las reivindicaciones. En tanto que las fuerzas sociales liberadas no
encuentren nuevos equilibrios, su reconocimiento permanece indeterminado y subsisten los
conflictos y las tensiones dada la falta de reglamentación. En las crisis económicas, quienes
descienden socialmente necesitan igualmente rehacer su educación moral ya que la sociedad no
los adapta de inmediato a su nueva vida en la que deben ejercer contenciones a las que no
estaban acostumbrados. En el caso de los favorecidos por las crisis, su mayor fortuna despierta a
su alrededor todo tipo de codicias mientras que sus deseos de enriquecimiento, al no estar más
contenidos por las opiniones circundantes, pierden los límites en el preciso momento en que existe
necesidad de una disciplina más sólida, y así la enfermedad del infinito se incrementa
47
. Las
consecuencias de los aumentos de la riqueza de los sectores económicamente privilegiados,
según Durkheim, por “los poderes que confiere nos da la ilusión de que no dependemos más que
43
Filloux, Jean-Claude: Durkheim y la educación, Buenos Aires, Miño y Dávila, 1994, p. 23
44
Al respecto, ver Besnard, Philippe, “Anomia y fatalismo en la teoría durkheimniana”, Revista española de
investigaciones sociológicas n. 81, 1998 (enero-marzo), pp. 41-62
45
Durkheim, Émile, El suicidio… pp. 354-357
46
Ibídem, p. 309
47
Ibídem, pp. 361-362 .

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