UNIDAD 1
SAUSSURE
La fundación saussureana
Saussure es el fundador de la lingüística moderna y sentó las bases de la semiología
(disciplina cuyo objetivo es el estudio de los signos en el seno de la vida social). Busca
fundamentar la lingüística y definir su objeto de estudio, la lengua, entendida como
sistema de signos que expresan ideas. Tal definición de la lengua presupone la de signo
lingüístico, de alque Saussure conciba la existencia de una ciencia, la semiología, que
nos enseñe “en qué consisten los signos y cuáles son las leyes que los gobiernan". La
lingüística es una parte de la semiología, que está referida a los signos lingüísticos. Para
Saussure el problema lingüístico es esencialmente semiológico. Si se quiere descubrir
la verdadera naturaleza de la lengua, hay que empezar a considerarla en lo que tiene
de común con todos los otros sistemas. La lengua está integrada por signos arbitrarios,
y es el más complejo y el más extendido de los sistemas de expresión. La perspectiva
de Saussure afirma la fecundidad del modelo de la lengua para las investigaciones
futuras sobre todos los sistemas de signos. Conceptos básicos planteados por
Saussure:
1) Significado-significante.
2) Lengua-habla.
3) Mutabilidad-inmutabilidad.
4) Sincronía-diacronía.
5) Relaciones sintagmáticas-relaciones asociativas.
Que tornan el pensamiento de Saussure marcadamente dicotómico y binario.
El signo lingüístico (significado-significante):
Saussure se opone a que se considere el signo lingüístico como una entidad unitaria,
entendida como el nombre de una cosa lo que implicaría concebir a la lengua como una
nomenclatura y suponer que las ideas preexisten a los signos lingüísticos. Saussure
afirma que la unidad lingüística es una cosa doble, hecha con la unión de dos términos:
un concepto y una imagen acústica. La imagen acústica no es el sonido material, cosa
puramente física, sino su huella psíquica. El carácter psíquico de nuestras imágenes
acústicas aparece cuando observamos nuestra lengua materna. Sin mover los labios ni
la lengua podemos hablarnos a nosotros mismos. El signo lingüístico es una entidad
psíquica de dos caras, que puede representarse por la siguiente figura: concepto
(significado) e imagen acústica (significante). Estos dos elementos están unidos y se
reclaman recíprocamente.
Saussure acentúa que el signo lingüístico es una entidad biplánica, integrada por dos
planos (significado y significante). Ninguno de los dos planos tomados aisladamente
conforma un signo: es la unión del significado y el significante que lo constituye.
Ejemplo/analogía: el agua es una combinación de hidrógeno y de oxígeno, tomado
aparte, ninguno de estos dos elementos tiene la propiedad del agua.
Hace hincapié en la relación de interdependencia entre el significante y el significado:
referirnos a un significante implica postular la existencia de un significado al que está
asociado. Asimismo, es importante destacar que el signo lingüístico es una unidad de
naturaleza psíquica, pues ambos planos también lo son. El significante, la imagen
acústica, no es el sonido, sino el recuerdo del sonido. El signo lingüístico así definido
posee dos características primordiales, enunciadas por Saussure en dos principios:
1) Primer principio: la arbitrariedad del signo lingüístico
El signo lingüístico es arbitrario, lo cual significa que la unión entre el significado y el
significante es inmotivada, es decir, pura y exclusivamente convencional. Ya que
entendemos por signo el total resultante de la asociación de un significante con un
significado, podemos decir que el signo lingüístico es arbitrario. Decimos que es
arbitrario en relación al significado, con el cual no guarda ningún lazo natural. La
definición de arbitrariedad se refiere a la relación entre el plano del significante y el del
significado, sin remisión al objeto al que el signo representa.
Lo que se denomina símbolo, a diferencia del signo lingüístico, tiene por carácter el ser
nunca completamente arbitrario, porque siempre hay algo de vínculo natural, es decir
de motivación, entre el significante y el significado. El símbolo de la justicia, una balanza,
por ejemplo, no puede ser reemplazado por cualquier otro, como un carro, porque entre
la balanza (plano del significante) y la justicia (plano del significado) existe una relación
motivada.
Saussure considera dos posibles objeciones que podrían hacerse al principio de
arbitrariedad del signo lingüístico: en primer lugar, podría afirmarse que las
onomatopeyas, como tic-tac o glu-glu, hay un lazo natural entre el significante y el
significado; en segundo lugar, lo mismo podría afirmarse de las interjecciones, como
¡ay!, que parecen dictadas por la naturaleza. Saussure refuta estas posibles objeciones
sosteniendo que:
a. Las onomatopeyas y las interjecciones son escasas y de importancia secundaria en
una lengua.
b. Tanto en unas como en otras intervienen convenciones que determinan que no sean
las mismas en las diferentes lenguas. A la onomatopeya del español guau guau, por
ejemplo, le corresponde en francés auaoua.
c. En el caso de las onomatopeyas, una vez introducidas en la lengua, quedan más o
menos sujetas a la evolución fonética que sufren las otras palabras. Lo que es una
prueba de que han perdido su carácter simbólico para adquirir el de signo lingüístico en
general, que es inmotivado.
Saussure afirma que el principio fundamental de lo arbitrario del signo no impide
reconocer que en algunos casos el mecanismo de formación de palabras hace intervenir
en los signos cierto grado de motivación: así, veinte es inmotivado, pero diecinueve no
lo es en el mismo grado. Diez y nueve están en las mismas condiciones que veinte, pero
diecinueve presenta un caso de motivación relativa, porque evoca los términos de los
que se compone. Lo mismo sucede con peral, que evoca la palabra simple pera.
Saussure plantea entonces que la arbitrariedad es una cuestión de grados, pero insiste
en que, cuando aparece, la motivación en la lengua nunca es absoluta y que los
elementos que componen dichas palabras (diez, nueve, pera, etc.) son completamente
arbitrarios, es decir, inmotivados. Por eso se refiere a lo arbitrario absoluto (como diez
y nueve) y a lo arbitrario relativo (como diecinueve) en el conjunto de los signos de una
lengua.
2) Segundo principio: Carácter lineal del significante
El significante del signo lingüístico, se desenvuelve en el tiempo únicamente y tiene los
caracteres que toma del tiempo: a) representa una extensión, b) esa extensión es
mensurable en una sola dimensión: es una línea. Los elementos del significante
lingüístico se presentan uno tras otro, forman una cadena, a diferencia de los
significantes visuales, por ejemplo, que pueden ofrecer complicaciones simultáneas en
varias dimensiones.
¿Cuáles son los elementos que componen el significante lingüístico, es decir la imagen
acústica? Se trata de los fonemas, definidos como unidades mínimas y autónomas del
plano de la expresión cuyo contraste permite distinguir significados. Los fonemas no
poseen en mismos un significado, pero el contraste entre ellos permite distinguirlo.
Tomemos por ejemplo los siguientes signos: paso, peso, piso. Cada signo posee un
significado diferente gracias a la posición entre los fonemas /a/, /e/, /i/. Los fonemas son
un conjunto de rasgos distintivos que están archivados en la mente de los hablantes de
una lengua.
La lengua y el habla:
Saussure reflexiona sobre cuál es el objeto de estudio propio de la lingüística y afirma
que lejos de preceder el objeto al punto de vista, se diría que es el punto de vista el que
crea al objeto. Esta operación realiza Saussure cuando recorta dentro del lenguaje el
que será el objeto de estudio de la lingüística: la lengua. La lengua no es igual al
lenguaje, sino una parte de él, aunque esencial. La lengua es una parte del lenguaje. El
lenguaje no puede constituir un objeto de estudio puesto que, tomado en su conjunto,
es multiforme y heteróclito, a la vez físico, fisiológico y psíquico; pertenece al dominio
individual y al dominio social.
Para demarcar la lengua, objeto homogéneo, en el conjunto heterogéneo del lenguaje,
Saussure parte de la descripción del circuito del habla, es decir, del circuito de la
comunicación: "Para hallar en el conjunto del lenguaje la esfera que corresponde a la
lengua, hay que situarse ante el acto individual que permite reconstituir el circuito de la
palabra. Este acto supone por lo menos dos individuos: es el mínimo exigible para que
el circuito sea completo. Dos personas, A y B, en conversación: El punto de partida del
circuito está en el cerebro de uno de ellos, por ejemplo, en el de A, donde los hechos
de conciencia que llamaremos conceptos se hallan asociados con las representaciones
de los signos lingüísticos o imágenes acústicas que sirven a su expresión. Supongamos
que un concepto dado desencadena en el cerebro una imagen acústica
correspondiente: éste es un fenómeno enteramente psíquico, seguido a su vez de un
proceso fisiológico: el cerebro transmite a los órganos de la fonación un impulso
correlativo a la imagen; luego las ondas sonoras se propagan de la boca de A al oído
de B: proceso puramente físico. A continuación, el circuito sigue en B un orden inverso:
del oído al cerebro, transmisión fisiológica de la imagen acústica; en el cerebro,
asociación psíquica de esta imagen con el concepto correspondiente. Si B habla a su
vez, este nuevo acto seguirá -de su cerebro al de A- exactamente la misma marcha que
el primero y pasará por las mismas fases sucesivas que representamos en el siguiente
esquema.
Es necesario añadir una facultad de asociación y de coordinación, que se manifiesta en
todos los casos en que no se trate nuevamente de signos aislados; esta facultad es la
que desempeña el primer papel en la organización de la lengua como sistema. Pero
para comprender bien este papel, hay que salirse del acto individual y encararse con el
hecho social. Entre todos los individuos así ligados por el lenguaje, se establecerá una
especie de promedio: todos reproducirán (no exactamente) los mismos signos unidos a
los mismos conceptos.
Cuando oímos hablar una lengua desconocida, percibimos bien los sonidos, pero, por
nuestra incomprensión, quedamos afuera del hecho social. La parte psíquica tampoco
entra en juego en su totalidad: el lado ejecutivo queda fuera, porque la ejecución jamás
está a cargo de la masa, siempre es individual, y siempre el individuo es su árbitro;
nosotros lo llamaremos el habla. Al separar la lengua del habla, se separa a la vez: 1º,
lo que es social de lo que es individual; 2º, lo que es esencial de lo que es accesorio y
más o menos accidental. La lengua no es una función del sujeto hablante, es el producto
que el individuo registra pasivamente: nunca supone premeditación, y la reflexión no
interviene en ella más que para la actividad de clasificar. El habla es, por el contrario,
un acto individual de voluntad y de inteligencia, en el cual conviene distinguir: las
combinaciones por las que el sujeto hablante utiliza el código de la lengua con miras a
expresar su pensamiento personal; el mecanismo psicofísico que le permite exteriorizar
esas combinaciones. La caracterización que hace Saussure de la lengua y del habla
puede ser sintetizada en el siguiente cuadro:
LENGUA
HABLA
Objeto homogéneo
Objeto heterogéneo
Fenómeno psíquico
Fenómeno psíquico, fisiológico y físico
Hecho social
Acto individual
El individuo la registra pasivamente
Acto de voluntad
Código
Uso individual del código
Saussure acentúa que la lengua es la parte social del lenguaje y que sólo existe en
virtud de una especie de contrato establecido entre los miembros de la comunidad; el
individuo por solo no puede crearla ni modificarla y tiene necesidad de un aprendizaje
para conocer su funcionamiento. Asimismo, destaca que la lengua, no menos que el
habla, es un objeto de naturaleza concreta, los signos lingüísticos por ser psíquicos no
son abstracciones, dado que las asociaciones entre significantes y significados,
ratificadas por el consenso colectivo, y cuyo conjunto constituye la lengua, son
realidades que tienen su asiento en el cerebro.
Saussure aclara que existe una interdependencia entre la lengua y el habla. La lengua
es necesaria para que el habla sea inteligible y produzca todos sus efectos, pero el habla
es a su vez necesaria para que la lengua se establezca oyendo a los otros es como
cada uno aprende su lengua materna, que no llega a depositarse en nuestro cerebro
más que al cabo de innumerables experiencias. Finalmente, el habla es la que hace
evolucionar a la lengua.
La lengua y el habla en otros sistemas semiológicos
Barthes, siguiendo la propuesta de Saussure, tomó como modelo a la lingüística para el
estudio de cualquier sistema de signos. Aplicó, entre otros, al sistema del vestido, los
conceptos de lengua y habla. Consideremos otro sistema de signos: la alimentación. La
lengua culinaria está constituida: 1) por las reglas de exclusión; 2) por las oposiciones
significantes de unidades que todavía han de determinarse (por ejemplo, salado/
azucarado); por las reglas de asociación, ya sea simultaneas (a nivel de un manjar) o
sucesiva (a nivel del menú); 3) por los protocolos en uso, que quizá funcionen como una
especie de retórica culinaria. El Menú ejemplifica muy bien la función de la lengua y del
habla: cada menú se constituye con referencia a una estructura (nacional, regional y
social), pero esta estructura se llena de distinta forma según los días y los usuarios. La
relación entre la lengua y el habla sería en este caso bastante similar a la que hallamos
en el lenguaje. Sin embargo, los fenómenos de innovación individual (recetas
inventadas) pueden adquirir un valor institucional. Barthes remarca que la extensión
semiológica de los conceptos de lengua y habla plantea ciertos problemas. Por un lado,
en lo que respecta a la dialéctica entre la lengua y el habla. Dentro del sistema
lingüístico, en la lengua no se incorpora nada que antes no haya sido probado en el
habla y, de modo recíproco, el habla no es posible si no está basada en el tesoro de la
lengua. Salvo parcialmente en el caso de la comida, para la mayoría de los sistemas
semiológicos, la lengua está elaborada, no por la masa hablante, sino por un grupo de
decisión. Por otro lado, en el lenguaje existe una gran desproporción entre la lengua, un
conjunto finito de reglas, y las "hablas", que son prácticamente infinitas.
Inmutabilidad y mutabilidad del signo
- La inmutabilidad
Saussure sostiene que el significante aparece elegido libremente pero que, con relación
a la comunidad lingüística que lo usa, no es libre, sino que es impuesto. No sólo un
individuo es incapaz de modificar la elección hecha, sino que la masa misma no puede
ejercer su poder sobre una sola palabra: está atada a la lengua tal cual es. Por eso, la
lengua constituye una ley admitida por la comunidad como una cosa que se sufre, no
como una regla libremente consentida. La lengua siempre se nos aparece como una
herencia de una época precedente, como un producto recibido de las generaciones
anteriores que hay que tomar tal cual es. De allí que el problema del origen del lenguaje
ni siquiera deba ser planteado para Saussure, pues "el único objeto real de la lingüística
es la vida normal y regular de una lengua ya constituida".
¿Pero por qué el factor histórico de la transmisión de la lengua la domina enteramente
excluyendo todo cambio lingüístico general y súbito? Saussure da varias repuestas a
este interrogante:
a) El carácter arbitrario del signo: para que algo sea cuestionado es necesario que se
base en una norma razonable, pero esto no sucede en la lengua porque es un sistema
arbitrario de signos.
b) La multitud de signos necesarios para constituir cualquier lengua: un sistema de
signos compuesto de pocos elementos puede ser reemplazado por otro, pero los signos
de una lengua son innumerables.
c) El carácter demasiado complejo del sistema: el sistema de la lengua es un
mecanismo complejo que sólo se puede comprender con la reflexión, por lo que hasta
quienes hacen uso cotidiano de ella, ignoran profundamente el sistema que la
constituye. Como la masa es incompetente para transformar la lengua, sería necesaria
la intervención de especialistas, gramáticos, lógicos, etc., pero Saussure sostiene que
las intrusiones de este tipo no fueron exitosas.
d) La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación lingüística: constituye la
respuesta de más peso para Saussure. Las otras instituciones sociales, como los ritos
religiosos o las prescripciones de un código, nunca ocupan más que a cierto número de
individuos a la vez y durante un tiempo limitado. La lengua, por el contrario, es usada
por los individuos el día entero, está extendida en toda la masa, es manejada por ella.
Esto hace que la lengua sea la institución que menos se presta a las iniciativas, pues la
masa es percibida por Saussure como un factor de conservación, como algo
naturalmente inerte.
Para Saussure existe un vínculo entre la convención arbitraria, en virtud de la cual es
libre la elección que une un significante con un significado, y el tiempo, gracias al cual
la elección se haya ya fijada. Porque el signo es arbitrario no conoce otra ley que la de
la tradición, y precisamente por fundarse en la tradición puede ser arbitrario.
- La mutabilidad
Saussure afirma: "El tiempo, que asegura la continuidad de la lengua, tiene otro efecto:
el de alterar más o menos rápidamente los signos lingüísticos, de modo que se puede
hablar a la vez de la inmutabilidad y de la mutabilidad del signo”. El signo está en
condiciones de alterarse porque se continúa en el tiempo. El principio de alteración se
funda en el principio de continuidad. Para Saussure, la continuidad del signo en el
tiempo, unida a la alteración en el tiempo, es un principio de la semiología general, que
se confirma, por ejemplo, en los sistemas de escritura, en el lenguaje de los
sordomudos, etc. Cuales sean los factores de alteración, siempre conducen a un
desplazamiento de la relación entre el significado y el significante. La incapacidad de la
lengua en defenderse contra los factores que desplazan dicha relación es una
consecuencia de la arbitrariedad del signo lingüístico. La lengua se diferencia en esto
de todas las otras instituciones sociales (las costumbres, las leyes) en las que en menor
o mayor medida existe la motivación. Para que la lengua se altere son necesarios dos
factores, el tiempo y la masa hablante. Si se tomara la lengua en el tiempo, sin la masa
hablante, probablemente no se registraría ninguna alteración; inversamente, si se
considerara la masa hablante sin el tiempo no se vería el efecto de las fuerzas sociales
que operan sobre la lengua. Saussure afirma: la lengua no es libre, porque el tiempo
permitirá a las fuerzas sociales que actúan en ella, desarrollar sus efectos. Y se llega al
principio de continuidad, que implica necesariamente la alteración, el desplazamiento
más o menos considerable de las relaciones.
El valor
La lengua como pensamiento organizado en la materia fónica
Para Saussure, concebir la lengua como un sistema de valores implica afirmar que los
elementos que la integran no poseen una identidad en sí mismos, sino que sólo pueden
ser caracterizados a partir de las relaciones opositivas con los otros elementos del
sistema. En efecto, el valor es la relación de oposición de un elemento de la lengua con
los otros que lo rodean, de modo que ese elemento es lo que los otros no son. Lo que
importa de los elementos son sus diferencias con los otros, puesto que ellas permiten
delimitarlos, de allí que Saussure conciba a la lengua como un sistema de diferencias.
Para entender por qué la lengua es un sistema de valores puros, basta considerar los
dos elementos que entran en juego en su funcionamiento: las ideas y los sonidos. El
pensamiento en mismo, antes de las segmentaciones operadas por la lengua es como
una nebulosa en la que no se pueden reconocer conceptos: es una masa amorfa,
carente de toda forma y organización. Por otra parte, los sonidos por sí mismos también
están indiferenciados. La lengua realiza una serie de subdivisiones contiguas en el plano
indefinido de las ideas confusas (A) y sobre el plano no menos indeterminado de los
sonidos (B).
La lengua sirve, así como una intermediaria entre el pensamiento y el sonido,
deslindando unidades recíprocas en el plano del pensamiento (A) y en el plano del
sonido (B). En el primero, delimita conceptos (ideas), en el del sonido, imágenes
acústicas. Ambas unidades constituyen un signo lingüístico. La combinación entre
aquellos dos órdenes que provoca la lengua produce una forma. La lengua "da forma",
organiza, crea un sistema en aquello que estaba amorfo, desorganizado. Y,
fundamentalmente, la lengua es una forma porque las unidades que deslinda no pueden
ser consideradas en sí mismas, como elementos aislados, sino dentro del sistema que
ella organiza. La lengua, al segmentar las unidades en el plano del pensamiento y las
unidades en el plano del sonido, establece un sistema de oposiciones en el que dichas
unidades pueden ser identificadas. Saussure remarca que la "segmentación de
unidades recíprocas, la elección que se decide por tal porción acústica para tal idea es
perfectamente arbitraria" y que esto es así porque las unidades sólo son identificadas
dentro de un sistema de valores enteramente relativos. De esta manera, las nociones
de arbitrariedad y de valor son correlativas.
El valor lingüístico considerado en su aspecto conceptual
¿Cómo es que el valor, así definido, se confundiría con la significación, es decir, la
contraparte de la imagen auditiva? Para responder a esta cuestión, consignemos
primero que, incluso fuera de la lengua, todos los valores parecen regidos por ese
principio paradójico. Los valores están siempre constituidos:
1- Por una cosa desemejante susceptible de ser trocada por otra cuyo valor está
por determinar.
2- Por cosas similares que se pueden comparar con aquella cuyo valor está por
ver.
Estos dos factores son necesarios para la existencia de un valor. Dentro de una misma
lengua todas las palabras que expresan ideas vecinas se limitan recíprocamente:
sinónimos como recelar, tener miedo; no tienen valor propio más que por su oposición;
si recelar no existiera, todo su contenido iría a sus concurrentes. Cuando se dice que
los valores corresponden a conceptos, se sobreentiende que son pura- mente
diferenciales, definidos por sus relaciones con los otros términos del sistema. Su más
exacta característica es la de ser lo que los otros no son.
Animado
Femenino
Masculino
Hombre
+
-
+
Mujer
+
+
-
Niño
+
-
+
Niña
+
+
-
Los elementos escritos en la primera línea horizontal (‘animado', 'animal', 'femenino',
'masculino', 'adulto') son los rasgos semánticos, cuyo conjunto constituyen los
conceptos. En el cuadro se observa que los conceptos (escritos en la línea vertical)
cobran identidad en la relación de oposición con los otros conceptos vecinos.
El valor lingüístico considerado en su aspecto material
Para Saussure, lo que importa en las palabras no es el sonido por mismo, sino las
diferencias fónicas que permiten distinguir una palabra de todas las otras. ". Saussure
vincula la noción de valor en tanto relaciones diferenciales con la noción de
arbitrariedad: es evidente que nunca podrá un fragmento de lengua estar fundado en
otra cosa que en su no coincidencia con el resto. Arbitrario y diferencial son dos
cualidades correlativas”. Los fonemas también son entendidos como entidades
opositivas, negativas y relativas, puesto que lo que los caracteriza es el hecho de que
no sean confundidos unos con otros. Ejemplo con los siguientes fonemas:
Labial
Nasal
Sonoro
/b/
+
-
+
/m/
+
+
+
/p/
+
-
-
En la línea superior están escritos los rasgos distintivos sobre los que se oponen los
fonemas /b/, /m/ /p/: labial, rasgo compartido por los tres, puesto que en todos hay que
acercar los labios para pronunciarlos; nasal, que da cuenta de que el aire sale por la
nariz, y sonoro, que se refiere a si vibran las cuerdas vocales. En este microsistema, se
observa con claridad que el fonema /m/, por ejemplo, cobra identidad en su relación
opositiva con los demás, de modo que él se caracteriza por ser lo que los otros no son:
nasal, a diferencia de /b/ y /p/ (pues el aire en éstos no sale por la nariz sino por la boca)
y sonoro, a diferencia de /p/ (pues al pronunciar este fonema no vibran las cuerdas
vocales).
Los fonemas representan categorías abstractas de características de emisión. Los
fonemas así entendidos, son un haz de rasgos distintivos cuya presencia o ausencia
permite distinguirlos entre sí. Un mismo fonema puede ser pronunciado de modos
diversos según las zonas geográficas, como sucede por ejemplo con la /r/ entre diversas
zonas de la Argentina, pero lo que importa son las invariancias que constituyen las
diferencias de ese fonema con los otros dentro del sistema fonológico del español. Todo
lo precedente viene a decir que en la lengua no hay más que diferencias, pero en la
lengua sólo hay diferencias sin términos positivos. Ya se considere el significante o el
significado, la lengua comporta diferencias conceptuales y diferencias fónicas
resultantes de ese sistema.
PEIRCE
Peirce buscó construir y fundamentar una teoría de los signos como el marco para una
teoría del conocimiento. La semiótica de Peirce tiene una perspectiva filosófica pues
constituye una teoría de la realidad y del conocimiento. Según Peirce, el único
pensamiento que puede conocerse es el pensamiento en los signos, y como un
pensamiento que no pueda conocerse no existe, todo pensamiento debe existir
necesariamente en los signos. Para Peirce, la semiótica es equiparable a la lógica. Por
eso afirma que ‘‘la lógica es otro nombre de la semiótica’’. La semiótica, entendida como
lógica, tiene por objeto de estudio la semiosis. La semiosis es para Peirce el instrumento
de conocimiento de la realidad. Este instrumento es un proceso triádico de inferencia,
mediante el cual a un signo (llamado representamen) se le atribuye un objeto a partir de
otro signo (llamado interpretante) que remite al mismo objeto. Si alguien ve en la puerta
de un negocio la imagen de una cruz color verde (representamen), por ejemplo,
comprende que allí hay una farmacia (objeto) a partir de un proceso semiótico de
inferencia que consiste en que el primer signo (representamen) despierta en su mente
otro signo, como la palabra ‘‘farmacia’’ (interpretante), que lo lleva a conectar el primer
signo (representamen) con el objeto farmacia. La semiosis es una experiencia que hace
cada uno en todo momento de la vida, mientras que la semiótica constituye la teoría de
esa experiencia, cuyos componentes formales son el representamen, el objeto y el
interpretamen.
El signo:
El signo en Peirce recibe el nombre técnico de representamen. El representamen es
una ‘‘cualidad material’’ (una secuencia de letras o sonidos, una forma, un color, un olor,
etc.) que está en lugar de otra cosa, su objeto, de modo que despierta en la mente de
alguien un signo equivalente o más desarrollado al que se denomina interpretante, que
aclara lo que significa el representamen y que su vez representa al mismo objeto. En un
diccionario, por ejemplo, la secuencia de letras ‘‘perro’’ (la palabra cuyo significado se
busca) constituye un representamen que está en lugar de un objeto al que representa
(perros de la realidad), y la definición que la acompaña, constituida a su vez por signos
-otras secuencias de letras- funciona como interpretante que establece el significado del
representamen. Tres condiciones para que algo sea un signo:
1) El signo debe tener cualidades que sirvan para distinguirlo: por ejemplo, una palabra
debe tener un sonido particular, diferente del sonido de otra palabra.
2) El signo debe tener un objeto.
3) La relación semiótica debe ser triádica: comportar un representamen que debe ser
reconocido como el signo de un objeto a través de un interpretante.
El interpretante:
El interpretante es otro signo, o sea otra representación, que se refiere al mismo objeto
que el representamen y que puede asumir diversas formas:
- Un signo equivalente de otro sistema semiótico. Por ejemplo, el interpretante de la
palabra ‘‘perro’’ puede ser el dibujo de un perro, es decir un signo de otro sistema
semiótico respecto del lenguaje verbal al que pertenece dicha palabra.
- Una definición ingenua o científica formulada en el mismo sistema de comunicación,
en la misma lengua en la que está construido el representamen. Por ejemplo, para el
representamen ‘‘sal’’ el interpretante puede ser ‘‘cloruro de sodio’’.
- La traducción del término a otra lengua. Por ejemplo, el interpretante de la palabra en
español ‘‘perro’’ puede ser la palabra del inglés ‘‘dog’’.
- La traducción del término a otro de la misma lengua mediante un sinónimo. Por
ejemplo, ‘‘remedio’’ para ‘‘medicamento’’.
- Una asociación emotiva con un valor fijo. Por ejemplo, el interpretante de la palabra
‘‘perro’’ puede ser ‘‘fidelidad’’.
En síntesis, un interpretante es la traducción de un signo en otro signo -el interpretante-
, que corresponde con el significado del primer signo. Se pueden distinguir tres
interpretantes de un signo: el interpretante inmediato, el interpretante dinámico y el
interpretante final.
a) El interpretante inmediato: Es el interpretante pensado como el concepto o significado
que comporta todo signo independientemente de su contexto y de las circunstancias de
su enunciación. Es una abstracción: consiste en su posibilidad. El interpretante
inmediato de la palabra ‘‘fuego’’, por ejemplo, es la parte del significado que se mantiene
más allá de que sea dicha en un grito ante un incendio o en un pedido para encender
un cigarrillo.
b) El interpretante dinámico: se trata del efecto particular que un signo provoca en la
mente de un intérprete en una situación concreta de enunciación, en un contexto
determinado de utilización. El intérprete dinámico consiste en el efecto directo realmente
producido por un signo en su intérprete. Es aquél que es experimentado en cada acto
de interpretación, y en cada uno de éstos es diferente de cualquier otro. El interpretante
dinámico es un evento singular y real. El interpretante dinámico es un efecto particular
producido por el signo en un ‘‘aquí y ahora’’ que lo vuelve un acontecimiento singular y
real frente a la abstracción y la posibilidad que atañen al interpretante inmediato. De
esta manera, el interpretante dinámico ante un incendio, por ejemplo, puede ser tanto
sentir terror, salir corriendo o pensar en llamar a los bomberos.
c) El interpretante final: También llamado ‘‘interpretante normal’’, es el interpretante
pensado como un hábito que hace posible la interpretación recurrente y estable de un
signo. El interpretante ‘‘ser humano adulto femenino’’ para el representamen ‘‘mujer’’,
por ejemplo, es final porque es un interpretante habitual y recurrente que atribuye de
modo estable a dicho representamen un objeto.
El interpretamen inmediato (pensado como concepto, abstracción, posibilidad), el
interpretante dinámico (pensado como efecto real en el intérprete) y el interpretante final
(pensado como hábito) son distinguidos por Pierce desde un punto de vista teórico, pero
son tres instancias de la interpretación de un signo que funcionan simultáneamente en
un acto de semiosis.
El objeto:
Peirce hace hincapié en que para que algo sea un signo debe “representar” a otra cosa,
llamada su objeto. Para atenuar las dificultades de su estudio, Pierce se referirá a los
signos como si tuvieran un objeto único, pero aclara que un signo (como una oración o
un texto) puede tener más de un objeto. A su vez, Peirce distingue en el objeto dos tipos:
el objeto inmediato (interior a la semiosis) y el objeto dinámico (exterior a la semiosis).
- El objeto inmediato es el objeto representado por medio del signo, y cuyo ser
es, entonces, dependiente de la representación de él en el signo.
- El objeto dinámico es la realidad que, por algún medio, arbitra la forma de determinar
el signo a su representación.
El clásico ejemplo es el del planeta Venus que suele ser designado según la época del
año mediante dos expresiones: “el lucero matutino” o el lucero vespertino”. Estas dos
expresiones representan a un mismo objeto dinámico (el planeta Venus) de distinto
modo: se trata de la construcción semiótica de dos objetos inmediatos diferentes.
Tomemos un ejemplo de la historia: un mismo objeto dinámico, como el ex presidente
argentino Juan Domingo Perón, fue en la Argentina construido en tanto objeto inmediato
de modo negativo por la expresión “el tirano prófugo” en los círculos antiperonistas luego
de 1955, mientras que entre sus adeptos fue representado antes de su caída con la
expresión “el primer trabajador”.
En síntesis, el objeto dinámico es el objeto de una realidad que tiene una existencia
independiente de la semiosis, pero para que el signo pueda decir algo de él es necesario
que haya sido objeto de semiosis anteriores a partir de las que el intérprete tiene un
conocimiento de dicho objeto, que es, por ello, concebido también como un signo. De
esta manera, en un último análisis lógico los tres componentes formales de la semiosis
(representamen-objeto-interpretante) son signos.
La semiosis infinita:
Los componentes formales de la semiosis son el representamen, el objeto y el
interpretante. Dado que el interpretante es también un signo, está en lugar de un objeto
y remite a su vez a un interpretante. El interpretante es, asimismo, un signo que está en
el lugar de un objeto y está ligado a un interpretante, que es un signo, y así de modo
ilimitado. Un signo, por lo tanto, no está aislado, sino que integra una cadena de
semiosis: cada signo es a la vez interpretante de lo que antecede e interpretado por el
que le sigue. Como todos los pensamientos son signos, también se remiten unos a otros.
Y como todo conocimiento es una relación entre signos, todo conocimiento está
determinado por otros conocimientos. No se puede poseer ningún conocimiento que no
esté determinado por un conocimiento anterior. Puesto que un interpretante es en
general un signo más desarrollado que el representamen, la cadena de la semiosis
infinita determina un paulatino aumento del conocimiento sobre un objeto. Peirce realiza
una distinción entre la semiosis virtualmente infinita que acabamos de describir y la
‘‘semiosis en acto’’, que le pone un término provisional a la cadena cuando un
interpretante final designa el objeto de un representamen en un acto semiótico particular.
La ciencia semiótica tiene 3 ramas:
1- La gramática pura: averigua qué es lo verdadero en el representamen utilizado
por toda inteligencia científica como para que aquel pueda encarnar un
significado.
2- La lógica propiamente dicha: es la ciencia de lo que es cuasi necesariamente
verdadero de los representámenes de cualquier inteligencia científica para que
puedan ser válidos para algún objeto, esto es, para que puedan ser ciertos.
3- La retórica pura: determina las leyes mediante las cuales, en cualquier
inteligencia científica, un signo da nacimiento a otro, y especialmente, un
pensamiento da nacimiento a otro pensamiento. Concierne el aumento lógico del
conocimiento.
Las categorías:
La concepción triádica del signo en Peirce (representamen-objeto-interpretante) tiene
como origen la división triádica de las categorías, que son el objeto de reflexión de lo
que Peirce denomina alternativamente según sus diferentes escritos faneroscopía,
fenomenología o ideoscopía. El término “faneroscopía” derivade fanerón, equivalente a
lo que los filósofos ingleses llamaron “ideas”, entendido por Peirce como “todo lo que
está presente en la mente, del modo o en el sentido que sea, corresponda a algo real o
no”.
Las tres categorías que postula Peirce son tres modos de ser del fanerón, tres maneras
en que el fanerón está presente en la mente, o en otras palabras, tres puntos de vista
sobre él.
Peirce sostiene que todos los fanerones (o ideas) pueden ser pensados tres categorías:
la Primeridad, la Segundidad y la Terceridad.
-La primeridad implica considerar a algo tal como es sin referencia a ninguna cosa.
-La segundidad implica considerar a algo tal como es, pero en relación con la cosa, es
decir, establecer una relación diádica que no involucre a una tercera cosa.
-La categoría de terceridad es la que hace posible la ley y la regularidad. En una serie,
el tercero es el que introduce una progresión regular no azarosa mediante una ley (por
ejemplo “n+1”). En el signo, el interpretante se corresponde con la categoría de
terceridad, pues constituye una ley que pone en relación a un primero (el
representamen) con un segundo (el objeto) con el que él mismo está en relación.

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semiotica U1, 2 y 3,.docx
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