
Saussure aclara que existe una interdependencia entre la lengua y el habla. La lengua
es necesaria para que el habla sea inteligible y produzca todos sus efectos, pero el habla
es a su vez necesaria para que la lengua se establezca oyendo a los otros es como
cada uno aprende su lengua materna, que no llega a depositarse en nuestro cerebro
más que al cabo de innumerables experiencias. Finalmente, el habla es la que hace
evolucionar a la lengua.
La lengua y el habla en otros sistemas semiológicos
Barthes, siguiendo la propuesta de Saussure, tomó como modelo a la lingüística para el
estudio de cualquier sistema de signos. Aplicó, entre otros, al sistema del vestido, los
conceptos de lengua y habla. Consideremos otro sistema de signos: la alimentación. La
lengua culinaria está constituida: 1) por las reglas de exclusión; 2) por las oposiciones
significantes de unidades que todavía han de determinarse (por ejemplo, salado/
azucarado); por las reglas de asociación, ya sea simultaneas (a nivel de un manjar) o
sucesiva (a nivel del menú); 3) por los protocolos en uso, que quizá funcionen como una
especie de retórica culinaria. El Menú ejemplifica muy bien la función de la lengua y del
habla: cada menú se constituye con referencia a una estructura (nacional, regional y
social), pero esta estructura se llena de distinta forma según los días y los usuarios. La
relación entre la lengua y el habla sería en este caso bastante similar a la que hallamos
en el lenguaje. Sin embargo, los fenómenos de innovación individual (recetas
inventadas) pueden adquirir un valor institucional. Barthes remarca que la extensión
semiológica de los conceptos de lengua y habla plantea ciertos problemas. Por un lado,
en lo que respecta a la dialéctica entre la lengua y el habla. Dentro del sistema
lingüístico, en la lengua no se incorpora nada que antes no haya sido probado en el
habla y, de modo recíproco, el habla no es posible si no está basada en el tesoro de la
lengua. Salvo parcialmente en el caso de la comida, para la mayoría de los sistemas
semiológicos, la lengua está elaborada, no por la masa hablante, sino por un grupo de
decisión. Por otro lado, en el lenguaje existe una gran desproporción entre la lengua, un
conjunto finito de reglas, y las "hablas", que son prácticamente infinitas.
Inmutabilidad y mutabilidad del signo
- La inmutabilidad
Saussure sostiene que el significante aparece elegido libremente pero que, con relación
a la comunidad lingüística que lo usa, no es libre, sino que es impuesto. No sólo un
individuo es incapaz de modificar la elección hecha, sino que la masa misma no puede
ejercer su poder sobre una sola palabra: está atada a la lengua tal cual es. Por eso, la
lengua constituye una ley admitida por la comunidad como una cosa que se sufre, no