El Siglo XVII
Se caracteriza en Europa por la afirmación del gusto francés en la manera de traducir: “Las belles infideles”. Las
bellas infieles representan una manera de traducir a los clásicos efectuando adaptaciones lingüísticas y extralingüísticas;
se reivindica el derecho a la modificación en pro del buen gusto, de la diferencia lingüística, de la distancia cultural, del
envejecimiento de los textos.
A partir de la segunda mitad, se empieza a producir una corriente crítica que exige mayor exactitud y fidelidad al
original, proponiendo reglas de traducción. Tende propone nuevas reglas en las que defiende tanto la fidelidad al original
como el embellecimiento de la lengua de llegada.
Dryden critica la metáfrasis, la imitación y defiende la paráfrasis (línea ciceroniana).
El Siglo XVIII
Se produce un incremento del intercambio intelectual, un creciente interés por las lenguas extranjeras, una
proliferación de diccionarios generales y técnicos y por ende un auge del papel de la traducción. Se amplía la cantidad de
lenguas de las que se traduce, por el gusto por el “exotismo”, así como la aparición de las estilísticas autorales y estilísticas
contrastivas entre las lenguas.
El Siglo XIX
En el siglo XIX se produce una expansión industrial, comercial, científica y técnica, se internacionalizan las
relaciones diplomáticas, técnicas y científicas, con la creación de las primeras organizaciones internacionales y de los
primeros congresos internacionales que multiplican y diversifican los intercambios entre lenguas.
Se produce un desplazamiento de la traducción de las literaturas antiguas por la búsqueda de literaturas
contemporáneas y de literaturas mas exóticas, antes inexploradas.
El Romanticismo y el posromanticismo en Europa se caracterizan por una reacción contra el gusto francés de
épocas precedentes y una defensa del literalismo, siguiendo el camino iniciado en el siglo anterior, sobre todo en Alemania.
Se produce manifiestamente una vuelta hacia la traducción del sentido y la literalidad. Pretendían la vuelta al
literalismo, pero querían reivindicar la individualidad del traductor (?)
Schleiermacher señala el doble movimiento que puede producirse a la hora de traducir, y explica dos opciones.
Hacia el lector o hacia el autor. Él se pronuncia a favor del primero.
Primera mitad del Siglo XX
La era de la traducción: El auge de los avances tecnológicos, el aumento de las relaciones internacionales con la
creación de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, sitúan en primer plano la necesidad de traducción y
de interpretación. Surgen variedades de traducción: La interpretación consecutiva, la interpretación simultánea, el doblaje,
la traducción automática, etc.
La hermenéutica traductora (análisis)
Vuelve a animarse la reflexión en torno a la traducción, se trata de orientar la traducción desde una concepción
filosófica del lenguaje, no desde su sistema o desde su valor estético. Pautas literalistas
Benjamin afirma “La verdadera traducción es transparente, no cubre el original, no le hace sombra, sino que deja
caer en toda su plenitud sobre este el lenguaje puro. Esto puede lograrlo sobre todo la fidelidad en la transposición de la
sintaxis”.
Dos grandes debates que recorren la larga historia de la reflexión sobre la traducción en occidente: El de la propia
legitimidad de la traducción (traducibilidad vs intraducibilidad) y el de la concepción de la fidelidad en traducción. Tres
aspectos caracterizan estos debates: 1- La imbricación; 2- La falta de definición de los términos implicados; 3- El
predominio de la prescripción. La oposición fundamental se plantea entre traducción literal y traducción libre.