
RCA Víctor), artículos farmacéuticos (Parke Davis, Merck, Colgate Palmolive) entre otros. Este
crecimiento de la industria argentina venía de la mano de la expansión de la demanda interna
producto de la ampliación del mercado argentino que se había convertido en el más importante de
América Latina. A pesar de la importante diversificación que sufre la industria argentina, la gran
responsable de la expansión sigue siendo la industria liviana (37% alimentos, 15.6% textil, según el
censo industrial de 1935).
No obstante, hay que observar algunas debilidades que ya podían advertirse. Pues, “con excepción
del petróleo, la industria no generó mayores eslabonamientos hacia atrás, ya que la maquinaria que
utilizaba, la mayor parte del combustible y las materias primas y casi toda la tecnología eran
importadas. Como resultado, la industria siguió dependiendo fuertemente de esas importaciones,
con lo que el crecimiento del sector, lejos de ser autónomo o de tener la capacidad de convertirse
en motor de crecimiento de la economía, siguió dependiendo para poder sostenerse de las divisas
que generaban las exportaciones (básicamente primarias).
En el debate historiográfico surgen muchas preguntas en torno al desarrollo industrial de esta
época: ¿la industria se desarrolló a expensas del sector tradicional agropecuario? ¿fue promovido
por las políticas estatales o fue más bien una consecuencia no deseada de las medidas aplicadas en
el contexto de guerra y posguerra? Es difícil poder responder de manera concluyente a estas
preguntas, pero lo que parece seguro es que el desarrollo industrial tuvo poco que ver con una
política deliberada y coherente de promoción industrial.
La antesala de lo peor, las vísperas de la crisis de 1930
El final de la década del ´20 encontraba a la Argentina con una economía recuperada luego de la
PGM y en pleno proceso de expansión en casi todos sus rubros. Esta realidad argentina se enfrentará
hacia finales de la década con los inicios de la crisis mundial y la consecuente Gran Depresión de los
años 30. Los efectos de la crisis significarán una bisagra en la economía mundial que implicaron un
nuevo escenario al que la Argentina debía volver a vincularse.
Esta situación a la que se enfrentará la economía argentina luego de la crisis, llevó a grandes debates
sobre lo que debió hacer la Argentina en ese contexto. Una parte de quienes debaten estas
cuestiones caracterizan el período 1914-1929 como de la “gran demora” en el desarrollo económico
argentino, insinuando que el país debió cambiar su rumbo. Pero llegados a este punto podríamos
preguntarnos: ¿era posible que la dirigencia argentina del momento, en plena expansión de su
economía agroexportadora pudiera advertir que los años ´20 eran el final de una época? ¿por qué
cambiarían de rumbo si los indicadores económicos del momento eran en general muy auspiciosos?
¿qué países hicieron eso? Quienes no acuerdan con aquella postura, dicen que "para que esos
cambios de rumbo se produzcan se necesita por lo menos una de dos cosas: una evidencia concreta
de que el nuevo rumbo es mucho más prometedor que el actual o, mucho más frecuentemente,
evidencias contundentes de la imposibilidad de seguir avanzando de la manera acostumbrada. Y ni
una ni otra cosa ocurrían en la década del veinte en la Argentina”
Por aquellos años, la Argentina no hizo más de lo que hicieron casi todos los países, tomar medidas
para la coyuntura a la espera que, como había ocurrido otras veces, la dinámica económica ponga
las cosas en su lugar. Solo que esta vez las cosas serían muy diferentes.