RESUMEN TEXTOS ROCCHI Y PALACIO (1880-1930)
Las bases de la expansión: los factores productivos
A mediados del siglo XIX, la inserción de la Argentina en el mercado capitalista mundial era débil ni
siquiera había un Estado central que pudiera ofrecer el orden político necesario para recibir estos
factores (productivos) escasos. Este orden finalmente llegó después de un largo, costoso y complejo
proceso que comenzó a gestarse con la batalla de Caseros, en 1852 y culminó en 1880, cuando las
tropas del gobierno central vencieron la última rebelión provincial.
El Estado durante este periodo tuvo un rol pro-activo para promover el desarrollo de los factores
productivos (tierra-renta-capital)
RENTA:
Argentina en esta época experimento un proceso de inmigración masiva. Los factores de expulsión
se debieron a: los excedentes de población en Europa y a los desplazamientos que generaba la
creciente industrialización europea. Los factores de atracción de esa mano de obra fueron: mejores
salarios y mayores posibilidades de movilidad social ascendente.
CAPITAL:
El otro factor que migró a la Argentina fue el capital extranjero. La industrialización europea generó
excedentes de capital que, para obtener rentabilidad, debían ser invertidos. Primero Argentina
debió recuperar la credibilidad financiera del país pagando la deuda pendiente del empréstito de la
Baring Brothers. Una vez pagada esa deuda, el país volvió a solicitar crédito para invertir. Así, los
capitales extranjeros comenzaron a ser invertidos en la Argentina en bonos emitidos por el
gobierno, luego en ferrocarriles dando lugar a la construcción de la red ferroviaria argentina que
desempeñó un papel fundamental para las actividades comerciales, luego con la provisión de
energía, en frigoríficos, bancos, etc. El Estado argentino, para persuadir ese capital extranjero,
comenzó a ofrecer ciertas condiciones de seguridad jurídica (con la CN, códigos de comercio/civil,
etc) y sobre todo garantías de rentabilidad con el objetivo de ganar la confianza de los inversores.
El Estado garantizaba el 7% de rentabilidad mínima sobre el capital invertido a cambio atribuirse la
facultad de intervenir en el precio en las tarifas de los servicios de las empresas extrajeras como los
ferrocarriles (beneficio al que generalmente renunciaban para despojarse de ese control del
Estado).
TIERRA:
En relación a la tierra, en Argentina, la apropiación de la tierra fue anterior al proceso de
inmigración. La ocupación del espacio sobre territorio indígena se realizó a través de la “Campaña
del Desierto” (1878-1885) liderada por Roca, la cual fue financiada a través de la obtención de
créditos poniendo como hipoteca esas tierras. Esto dio lugar a la venta de grandes extensiones de
tierra para poder financiar la expedición militar. Más allá de ello, una buena parte de la tierra
“conquistada” comenzó a comprarse y venderse en un mercado cada vez más dinámico. El precio
fue inicialmente muy bajo debido a la gran cantidad de oferta, pero en la medida que se consolidaba
el avance de la producción agropecuaria y se acortaba el límite de la frontera agrícola, disminuía la
oferta de tierras disponibles, por lo que el precio se multiplicó (entre 1880-1913) lo que hizo cada
vez más difícil el acceso a la propiedad, así como el pasar de arrendatario a propietario.
La actividad ganadera
Desde mediados del siglo XIX y hasta aproximadamente 1880, la actividad lanera (la "fiebre del
lanar") fue por lejos la más importante desempeñando un papel clave en la actividad exportadora
inicial de este período. A fines de siglo la estructura exportadora comenzó a diversificarse con
cereales, lino, animales en pie y carne congelada.
A principios del siglo XX, el producto más importante para la economía agroexportadora sería la
carne refrigerada vacuna. La exitosa combinación de buenas pasturas y nuevas razas vacunas fueron
desplazando al ganado ovino a regiones marginales.
La aparición del buque frigorífico permitió la exportación de carne congelada a los mercados
europeos (básicamente británico) y la incorporación de la técnica del enfriado (aportada por los
norteamericanos) significó el boom de la exportación de carne refrigerada.
La expansión agrícola
Si bien la producción agrícola existía en Argentina desde tiempo atrás, fueron las colonias agrícolas
de inmigrantes las que produjeron una importante transformación, llevando al país de importador
(mediados siglo XIX) a exportador de cereales (para 1880).
Pero lo que convirtió a la Argentina en un gran productor de cereales fue la expansión del ferrocarril
y la estancia como unidad productiva. A medida que se expandía las líneas ferroviarias, se iban
colonizando las tierras linderas lo que permitió una gran expansión de la producción cerealera.
Además, significó una gran reducción en el coste de los fletes y la vinculación entre las zonas
productoras y los puertos.
Hacia principios del siglo XX, la estancia mixta que combinaba agricultura y ganadería se transformó
en la unidad productiva dominante en la región pampeana (una parte ganadería, otra agricultura y
otra destinada a pasturas para alimentar el ganado). Consistió en una nueva forma de organización
de tipo empresarial con nuevas instalaciones flexibles permitiendo la rápida alternancia de
producción entre carnes y granos según las exigencias que demandaba el mercado mundial.
En torno a la producción agropecuaria del momento se articulaba una red de relaciones entre
estancieros (grandes propietarios), chacareros (medianos y pequeños propietarios y a veces
arrendatarios) y peones ( relaciones a veces en conflicto). Por ejemplo, con los injustos contratos de
alquiler en los que los chacareros podían arrendar a altos costos parte de la propiedad de los
estancieros a cambio de plantar alfalfa cuando terminen su actividad, que derivaron en el “Grito de
Alcorta”
Ferrocarril
Básicamente lo que hace el ferrocarril es integrar la frontera productiva y expandirla. En su gran
mayoría provenían de Inglaterra y Francia, pero también el Estado va a invertir en ferrocarriles
locales en lugares donde no hay rentabilidad, donde no llega el capital privado. Invertía en
ferrocarriles de trecha angosta, más económicas, pero con dificultad para combinar con las líneas
de trocha ancha
El comercio, las finanzas, el mercado interno y el consumo
En la cadena de comercialización de la producción intervenían varios actores. En el mercado interno,
las casas de 1) ramos generales proveían a los chacareros de las mercaderías necesarias y del crédito
para la producción. Una vez levantada la cosecha, la conservación se hacía en 2) bolsas de yute por
la falta de acopios. El transporte hacia los puertos se hacía a través del 3) ferrocarril que cobraba
altos fletes. La etapa final de la comercialización estaba en manos de las 4) casas exportadoras de
cereales que, al igual que las empresas ferroviarias, con frecuencia se aprovechaban de las urgencias
del productor para sacar su mejor partido.
En el caso de la producción ganadera, 1) los criadores (se dedican a la reproducción del ganado y
tenencia en los primeros meses) eran el primer eslabón de la cadena que vendían su producción a
2) los invernadores (quienes engordaban el ganado) y éstos a su vez vendían a los 3) frigoríficos para
su faena y posterior exportación. En esa cadena el eslabón más débil era el criador quien tenía
capital más fijo que el resto y debía vender si o si inclusive ante una crisis económica, el invernador
era más rico ya que tenían mejores tierras, capital y un vínculo más cercano con los frigoríficos, el
eslabón más fuerte de la cadena, quien ponía el precio. Existía una disputa importante entre
criadores e invernadores por el control de la Sociedad Rural Argentina (SRA) ya que controlar esta
otorgaba poder e influencia sobre los gobiernos de la época.
Los mecanismos de financiamiento no abundaban en la época. Lo más común era la prenda
hipotecaria que estaba muy difundida pero no estaba al alcance de los no propietarios.
En relación al consumo interno, hacia principios del siglo XX se consolidaron las grandes tiendas
como centros donde se podían adquirir los más variados productos (artículos para mujeres,
hombres, muebles, etc.). Las grandes tiendas llegaron a ocupar grandes superficies y a emplear a
centenares de trabajadores. Algunas de las más famosas fueron Gath & Chaves en Buenos Aires y
La Favorita en Rosario. Todo esto era evidencia del crecimiento del mercado interno que
acompañaba el boom de la economía agroexportadora.
Las clases altas eran quienes consumían sobre todo productos importados, aunque su incidencia no
era de los más relevante. La mayor parte de la demanda fue obra del consumo de las clases medias
y bajas. La clase media aumentó en número a medida que crecía la economía y las clases más bajas
también se incorporaron como consumidores aunque con recursos más modestos. Todo esto llevó
a que entre finales del siglo XIX y principios del XX Argentina comenzaba a constituirse como una
sociedad de consumo masivo.
El sistema bancario estaba dominado hacia 1880 por el Banco de la Provincia de Buenos Aires. Otro
de los bancos que ofrecía créditos era el Banco Hipotecario que canalizaba a través de las cédulas
hipotecarias la inversión de ahorristas británicos.
En cuanto a la moneda, hacia 1881 se había adoptado el patrón bimetálico (oro y plata) que
garantizaba la convertibilidad respaldando la moneda en circulación, establecida a través de la Ley
de Moneda Nacional de ese mismo año. En 1884 debió abandonarse la convertibilidad ante la
escasez de metálico, se entra en un periodo de curso forzoso en el que los bancos emiten billetes
sin respaldo (dura hasta 1899). En 1887 el presidente Juárez Celman impulsó la ley de Bancos
Garantidos que autorizaba a los bancos a emitir moneda a cambio de comprar bonos del estado, o
sea, distribuye la facultad de emitir en muchos bancos. Esto para limitar el poder del Bco Provincia
que por ser el más importante, controlaba por de facto el monopolio de la emisión monetaria. El
abuso de la emisión de dinero por encima del valor respaldado por los bonos del Estado, produjo
inflación y posteriormente corridas bancarias. Todo esto llevó a la crisis financiera de 1890 y a la
quiebra generalizada del sistema bancario argentino. La reorganización del sistema bancario se
hará, sobre todo, a partir de la creación del Banco de la Nación Argentina en 1891, que fortalecía al
Estado nacional en el control de la moneda, siendo el único banco autorizado a emitir dinero.
Finalmente para 1899 se sanciona la ley de convertibilidad monetaria (al patrón oro) que entra en
vigor en 1901 cuando el Estado ya posee suficientes reservas de oro, aunque esto dura hasta 1913
Las economías regionales
El impresionante crecimiento de la economía argentina de estos años estuvo centrado sobre todo
en la región pampeana. En otras regiones del país el desempeño económico fue mucho menos
impresionante y dependió en gran medida de las posibilidades de vincular su producción al mercado
mundial. Fue el caso del norte de Santa Fe y la producción del tanino o las lanas en la zona
patagónica. Pero en buena medida constituían economías de enclave, es decir con pocos efectos
multiplicadores sobre el resto de los sectores.
En otros casos, las posibilidades pasaban por la venta de algún producto a la región pampeana lo
que les permitía articularse con el naciente mercado interno argentino. Fue el caso del azúcar (sobre
todo producido en Tucumán y algo menos en Jujuy) y del vino (Mendoza y San Juan). Sin embargo,
muchas otras provincias no lograron producir bienes que fueran demandados por ese creciente
mercado interno que giraba básicamente sobre la expansión de la economía agroexportadora. Fue
así que muchas de ellas fueron cada vez más dependientes de la asistencia del Estado central sea a
través del desarrollo de infraestructura o directamente vía subsidios.
Esta era la contracara del boom de la economía agroexportadora y marcaba las profundas
diferencias en la geografía económica argentina.
Los vaivenes de la economía
La incorporación de la Argentina al creciente mercado mundial capitalista permitió el acelerado
crecimiento de la actividad agroexportadora. Pero al mismo tiempo, también mostraba las
vulnerabilidades de nuestra economía y la exposición a los movimientos cíclicos del capitalismo
mundial. En 1873, se produjo una crisis internacional que golpeó a la Argentina y trajo una “crisis de
balanza de pagos”. Por aquellos años, las importaciones superaban largamente a las exportaciones
y ese déficit en la balanza comercial era compensado holgadamente con el ingreso de capitales
externos (cuenta capital favorable). El problema estalló cuando, ante la crisis de 1873, los capitales
dejaron de llegar al país y no fue posible compensar el déficit comercial: el déficit de cuenta
corriente y de la cuenta capital generó crisis de balanza de pagos. El gobierno de turno (presidente
Avellaneda) tuvo que acudir a medidas extremas para poder sortear la crisis y recomponer la
situación. Se aumentaron los aranceles aduaneros, principal forma de recaudación fiscal en la época.
Argentina para equilibrar la cuenta capital y demostrar credibilidad financiera, continúa pagando la
deuda, lo que lleva a la reducción del gasto público
Una nueva crisis de balance de pagos estalló en 1890 a partir de la explosión de la burbuja
especulativa que había provocado la ley de bancos garantidos de 1887 impulsada por el presidente
Juárez Celman la cual autorizaba a los bancos a emitir moneda a cambio de comprar bonos del
estado. Esta crisis, mucho más profunda, produjo una revuelta política (Revolución del Parque) y
finalmente la renuncia del presidente. Carlos Pellegrini, quien asumió en su reemplazo, debió volver
a tomar medidas drásticas (renegociar el pago de deuda, elevación de aranceles, reducción de
importaciones) para poder obtener saldos comerciales favorables. El sistema bancario se reorganizó
sobre bases diferentes, a partir de la creación del Banco de la Nación Argentina en 1891, que
fortalecía al Estado nacional en el control de la moneda. También, cabe aclarar que para la década
del 90 las líneas ferroviarias ya estaban plenamente instaladas lo que favoreció al proceso de
exportaciones y por ende ayudo a superar la crisis
Como medida adicional para solucionar la crisis de 1890, en la que importar era muy caro, se
promueve la industria local. Pero el crecimiento industrial repentino, genera un exceso de oferta
por encima de las capacidades de consumo en el mercado interno argentino, lo que provocó una
pequeña crisis industrial en 1897.
A partir de la década del ´90 del siglo XIX, la economía argentina desplegó el potencial exportador
(saldos comerciales favorables) que permitieron superar la estrechez de la década anterior. Las
inversiones extranjeras volvieron a fluir hacia el país y con ellas el superávit de la cuenta capital
(superávit en BC Y CC). La Argentina parecía haber encontrado el camino del crecimiento
ininterrumpido que se vio reflejado en los festejos del Centenario (1910). Una nueva coyuntura
externa pondría fin al optimismo hacia 1913 y con ese nuevo panorama la Argentina enfrentaría el
contexto de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
El rol del Estado
Una interpretación tradicional tiende a considerar el papel del Estado en la economía en este
período (1880-1916) como un Estado que aplicó la doctrina del lasisez-faire (dejar hacer). Sin
embargo, puede concluirse que la situación fue muy distinta. El Estado argentino jugó un papel muy
activo en el desarrollo de la economía agroexportadora. El Estado promovió las primeras inversiones
en bonos y luego las ganancias de las empresas ferroviarias (a través de las garantías otorgadas),
intervino en el mercado bancario a través, primero, del Banco de la Provincia de Buenos Aires y
luego el Banco de la Nación Argentina. Asimismo, en materia fiscal tuvo un activo papel en la
aplicación de impuestos a las importaciones (que generaron una selectiva y compleja protección a
la industria local) e impuestos internos (sobre todo a bienes de consumo).
Por todo esto, “la política económica no podía llegar a definirse ni como librecambista ni como
intervencionista sino como una mezcla de pragmatismo y flexibilidad.
El impacto de la PGM en la economía argentina
Ya antes de la PGM la Argentina comenzó a tener dificultades. En 1913 el Banco de Inglaterra subió
la tasa de interés y con ello se produjo una salida de capitales que dificultó el equilibrio de la balanza
de pagos. A ello debe sumarse una caída de precios mundiales de los productos de exportación
(cereales y carnes) y una mala cosecha en 1913-1914. Por todo ello, antes del estallido de la guerra
el PBI argentino había caído un 10%, el comercio exterior un 20% y la inversión externa en un 30%.
Además, por la escasez de divisas que ingresaban al país, se declaró inconvertibilidad (época de
cursos forzosos) El panorama era muy desalentador. Sobre esa coyuntura local se desatará el
conflicto mundial.
Si bien el déficit comercial se revierte bastante rápidamente durante la guerra de la mano del
aumento las exportaciones de carne (congeladas y conservas), el papel más importante para ese
logro estuvo en la drástica reducción de las importaciones (pasaron de 10 millones de toneladas en
1913 a 2.6 millones en 1918) debido a que las industrias europeas se concentraban en sus mercados
orientados a la guerra.
Las exportaciones de cereales se derrumbaron (trigo y maíz) debido a la reducción de la demanda
de los países en guerra (como era peligroso el transporte trasatlántico Argentina exportaba lo más
valioso y demandado que eran las carnes no los cereales). Al mismo tiempo, el aumento de los
precios de los productos manufacturados importados respecto de las exportaciones primarias,
generó un deterioro en los términos del intercambio que neutralizaba en parte el saldo favorable
de la balanza comercial.
Por otro lado, la reducción de las importaciones generó una oportunidad para el desarrollo de las
actividades industriales locales por el proceso de sustitución de importaciones. Si bien ello no es
automático, algunos sectores que utilizaban materias primas e insumos locales (alimentación,
vestido, muebles) pudieron tener un crecimiento moderado. Otros rubros que utilizaban insumos
importados se vieron resentidos por las restricciones a las importaciones (rubro metalúrgico).
La guerra también afectó los ingresos fiscales debido a que estaban estrechamente vinculados a los
impuestos a las importaciones. Por lo tanto, la reducción de ellas provocó una inevitable
disminución de ingresos para el fisco. Para compensar esta situación, el gobierno debe recurrir al
endeudamiento externo (bancos norteamericanos) e interno a través de la emisión de obligaciones.
A pesar de ello, el gobierno no pudo resolver los problemas fiscales y se vio obligado a hacer frente
a una reducción del gasto público (obras y empleo). Los efectos combinados del impacto de la guerra
y las medidas adoptadas por el gobierno, generaron una creciente desocupación, caída del salario
real (50%) y el aumento de las tensiones y conflictos sociales.
El largo plazo
La PGM también provocó cambios en el escenario mundial que significarán el inicio de una nueva
época.
-En primer lugar, la guerra aceleró el proceso de decadencia de Gran Bretaña y del patrón oro como
ejes del orden económico mundial, y su reemplazo paulatino por la hegemonía de los EEUU. En la
inmediata posguerra se hará evidente el fin de la hegemonía europea y con ella, buena parte del
orden mundial imperante (Europa se retira del mercado mundial brevemente para centrarse en sus
economías locales). Ello supuso importantes cambios en la economía argentina, por ejemplo, en
cuanto a la creciente inversión de capitales norteamericanos. Crece el estancamiento de las
inversiones británicas y se da el auge de las norteamericanas.
-En segundo lugar, luego de la PGM podrá apreciarse una sobreoferta de bienes primarios que
comenzó a generar una inestabilidad en los precios del mercado mundial. Esta situación afectará a
países productores como la Argentina que tendrán que lidiar con esta nueva realidad.
-En el caso de Argentina se alcanza el limite e la expansión horizontal de la agricultura, lo que
significó un cambio en la realidad económica argentina. Por otra parte, crece el PBI industrial sobre
el PBI total. También hay un cambio tecnológico, reemplazo del ferrocarril y el carbón (británicos)
por el automóvil y el petróleo (norteamericano).
-Por último, también existieron durante y luego de la guerra, prácticas proteccionistas en distintos
países como por ejemplo los EEUU. Esta situación alterará el tradicional libre comercio que venía
dándose desde finales del siglo XIX y afectará a los países netamente exportadores como la
Argentina.
La expansión de los años ´20
La economía argentina logra recuperarse luego de la PGM: las inversiones retornan al país, los
precios se recuperan, se normaliza el comercio y los ingresos fiscales logran estabilizarse. La base
de la renovada prosperidad sigue siendo el sector rural, aunque el industrial crece notablemente,
aumentando su participación en el producto bruto interno, de la mano de importantes inversiones
de capital norteamericano. Por su parte el gasto público vuelve a aumentar, pasando del 8.5% al
13% del PBI entre 1920-1929, con el consiguiente efecto expansivo sobre la demanda interna
La gran recuperación de los años ´20 tendrá como motor nuevamente la reactivación del comercio
exterior. Las exportaciones vuelven a tener un gran auge concentrándose en un 95% en productos
agropecuarios y un 85% destinados a Europa occidental, predominando claramente Gran Bretaña
como principal destino.
La gran novedad que muestra el comercio exterior argentino en la década del ´20 vendrá del lado
de las importaciones. El crecimiento de las importaciones provenientes de los EEUU es notable:
entre 1914 y 1929 más que se decuplicaron (pasaron de 43 millones $/oro a 516 millones). Esta
situación provocará una alteración de la tradicional vinculación entre el comercio exterior argentino
y el británico. A partir de entonces, aquella relación bilateral se transformó en un triángulo
comercial, naviero y de capitales que generó tensiones y reacomodamientos en los actores
económicos. Un juego de presiones a través de lobbies de distintos sectores (ganaderos, capitales
ferroviarios) tratarán de volver al statu quo anterior.
Entre las diferencias de tener a EEUU como centro económico en vez de a GB se destaca que las
inversiones británicas estaban orientadas al desarrollo de la economía agroexportadora, mientras
que las inversiones norteamericanas estaban orientadas al mercado local de bienes industrializados.
También, destacar que las economías de GB y ARG son economías complementarias (intercambian
MP por manufacturas industriales) mientras que ARG y EEUU son competitivas (ambos exportan
MP) ARG no puede venderle nada a EEUU (que encima es proteccionista) solo comprarle
manufacturas industriales. Existe un superávit de BC con GB y un déficit de BC con EEUU, y
contrariamente ARG tiene un déficit de CC con GB y un superávit de CC con EEUU.
Por eso en definitiva este concepto habla de una transición durante el periodo debido a que se ve
un modelo centrado en GB, pero cuyo centro va desplazándose poco a poco a EEUU. De hecho,
EEUU cuya economía comienza ser la más importante en el mundo, no asume su rol político como
líder hegemónico mundial (que antes tenia GB)
En el sector agropecuario, el fin de la guerra había vuelto a poner las cosas en su lugar: el sector
agrícola recuperaba su predominio (que había perdido durante la guerra) y la carne enfriada (chilled)
se impuso como principal producto de exportación. Los precios de la carne que habían aumentado
mucho durante la contienda, se derrumbaron por una sobre-oferta, luego generando una profunda
crisis ganadera entre 1921-1923. En cuanto a la organización productiva, “la estancia mixta” que
combina cría y engorde con producción agrícola, se consolida definitivamente pues les permite a los
productores hacer frente más o menos rápidamente a las cambiantes condiciones del mercado
mundial. Si bien esta fue una estrategia apropiada para los estancieros, la variable de ajuste de esta
nueva organización fueron los pequeños y medianos chacareros que arrendaban tierras en las
estancias (representaban entre el 54% y 65% de la tierra en producción entre 1914-1937 en la
provincia de Buenos Aires). La versatilidad de la estancia mixta implicaba pasar rápidamente de
agricultura a ganadería a expensas de los chacareros que desarrollaban aquella actividad en las
estancias.
Finalmente, en esto años puede afirmarse también que se llegó al final de la expansión horizontal
de la producción, es decir, se había alcanzado el límite geográfico para la producción agropecuaria.
Por un lado, esto provocará el aumento del precio de la tierra; por el otro, como efecto positivo
implicará un aumento de la productividad de la mano de un importante proceso de mecanización.
Las economías regionales en la década del ´20
La década del ´20 significó para algunas economías regionales un crecimiento más homogéneo de
la mano de los llamados “cultivos industriales”, es decir de aquellos que requieren cierta
transformación técnica antes de ser destinados al consumo. Los casos más destacados son el azúcar
y el vino que llegaron a representar un 35% de la producción agrícola nacional hacia 1930. Tanto el
azúcar (de Tucumán, Salta y Jujuy), los vinos cuyanos, las frutas del valle de Río Negro, el algodón
del Chaco y la yerba mate de Misiones basan su expansión en estos años en el crecimiento de la
demanda interna, las políticas de protección del Estado y, en algunos casos, las políticas de
colonización.
La producción de vinos pasó de 4 millones de hectolitros en 1920 a 8 millones en 1929, destinándose
en su totalidad al mercado interno. La uva, que había sido mejorada a partir de nuevas técnicas y
variedades comienza a ser exportada hacia 1920.
El cultivo del azúcar del noroeste argentino, prosperó gracias a las políticas de protección del Estado
nacional desde 1880. Si bien se habían modernizado algunos aspectos de su producción, todos los
ingenios azucareros utilizaban para la zafra (la cosecha de la caña) mano de obra indígena.
El caso del algodón tiene algunas particularidades. De una producción modesta hacia principios de
siglo, durante la guerra tiene una considerable expansión de la superficie cultivada (de 2000 a 13000
has) para llegar a unas 100000 has hacia mediados de la década cuya producción se destinaba a la
exportación, sobre todo a Gran Bretaña.
Otros cultivos industriales como el tabaco y la yerba mate tendrán su expansión en la región del
noreste argentino. La combinación de la acción estatal (federalización del territorio, distribución de
tierras) y la acción privada (colonización) contribuyó a la expansión de la yerba mate que pasó de
12000 a 46000 toneladas entre 1920-1930. La actividad tabacalera también se expandió gracias a la
acción de los colonos en Corrientes y Misiones desde finales del siglo XIX y acompañando la
expansión del Ferrocarril Nordeste Argentino. La producción tabacalera se expande durante la
guerra pero se estanca luego de ella para recuperarse recién a mediados del ´30.
La industria
En los años ´20 la industria argentina creció de forma sostenida. Si bien la PGM había significado un
primer estímulo, durante la década siguiente el crecimiento es notable. Es por ello que la industria
aumenta su participación relativa como porcentaje del PBI en estos años, creciendo más que la
agricultura, tanto que algunos ubican en esta década los orígenes de la industrialización argentina”
Como testimonio de esa afirmación puede señalarse el consumo de energía eléctrica y el alto nivel
de importación de equipos y maquinarias industriales.
Gran parte del crecimiento industrial de estos años lo explican las inversiones extranjeras, en
particular las norteamericanas. El sector del petróleo (la Standar Oil) producirá grandes inversiones
en el país. Pese al crecimiento en la producción nacional de pertróleo (se había quintuplicado entre
1922 y 1929), ello solo cubría la mitad de las necesidades del consumo local.
A diferencia de las inversiones británicas tradicionales, vinculadas a la economía agroexportadora,
las inversiones norteamericanas instalaban subsidiarias que, buscando las ventajas de la economía
argentina apuntaban a abastecer el mercado interno y, a su vez, generar una demanda de insumos
industriales que proveían (ARG importaba de) las casas matrices, superando la protección
arancelaria.
Entre 1914 y 1930 se produce el desembarco de grandes empresas norteamericanas de distintos
rubros que se instalan en la Argentina: metalúrgico y maquinarias (Otis Elevator, Remington Rand),
automotor (Chrysler, General Motors), artículos eléctricos (Standar Electric, General Electric, IBM,
RCA Víctor), artículos farmacéuticos (Parke Davis, Merck, Colgate Palmolive) entre otros. Este
crecimiento de la industria argentina venía de la mano de la expansión de la demanda interna
producto de la ampliación del mercado argentino que se había convertido en el más importante de
América Latina. A pesar de la importante diversificación que sufre la industria argentina, la gran
responsable de la expansión sigue siendo la industria liviana (37% alimentos, 15.6% textil, según el
censo industrial de 1935).
No obstante, hay que observar algunas debilidades que ya podían advertirse. Pues, “con excepción
del petróleo, la industria no generó mayores eslabonamientos hacia atrás, ya que la maquinaria que
utilizaba, la mayor parte del combustible y las materias primas y casi toda la tecnología eran
importadas. Como resultado, la industria siguió dependiendo fuertemente de esas importaciones,
con lo que el crecimiento del sector, lejos de ser autónomo o de tener la capacidad de convertirse
en motor de crecimiento de la economía, siguió dependiendo para poder sostenerse de las divisas
que generaban las exportaciones (básicamente primarias).
En el debate historiográfico surgen muchas preguntas en torno al desarrollo industrial de esta
época: ¿la industria se desarrolló a expensas del sector tradicional agropecuario? ¿fue promovido
por las políticas estatales o fue más bien una consecuencia no deseada de las medidas aplicadas en
el contexto de guerra y posguerra? Es difícil poder responder de manera concluyente a estas
preguntas, pero lo que parece seguro es que el desarrollo industrial tuvo poco que ver con una
política deliberada y coherente de promoción industrial.
La antesala de lo peor, las vísperas de la crisis de 1930
El final de la década del ´20 encontraba a la Argentina con una economía recuperada luego de la
PGM y en pleno proceso de expansión en casi todos sus rubros. Esta realidad argentina se enfrentará
hacia finales de la década con los inicios de la crisis mundial y la consecuente Gran Depresión de los
años 30. Los efectos de la crisis significarán una bisagra en la economía mundial que implicaron un
nuevo escenario al que la Argentina debía volver a vincularse.
Esta situación a la que se enfrentará la economía argentina luego de la crisis, llevó a grandes debates
sobre lo que debió hacer la Argentina en ese contexto. Una parte de quienes debaten estas
cuestiones caracterizan el período 1914-1929 como de la “gran demora” en el desarrollo económico
argentino, insinuando que el país debió cambiar su rumbo. Pero llegados a este punto podríamos
preguntarnos: ¿era posible que la dirigencia argentina del momento, en plena expansión de su
economía agroexportadora pudiera advertir que los años ´20 eran el final de una época? ¿por qué
cambiarían de rumbo si los indicadores económicos del momento eran en general muy auspiciosos?
¿qué países hicieron eso? Quienes no acuerdan con aquella postura, dicen que "para que esos
cambios de rumbo se produzcan se necesita por lo menos una de dos cosas: una evidencia concreta
de que el nuevo rumbo es mucho más prometedor que el actual o, mucho más frecuentemente,
evidencias contundentes de la imposibilidad de seguir avanzando de la manera acostumbrada. Y ni
una ni otra cosa ocurrían en la década del veinte en la Argentina”
Por aquellos años, la Argentina no hizo más de lo que hicieron casi todos los países, tomar medidas
para la coyuntura a la espera que, como había ocurrido otras veces, la dinámica económica ponga
las cosas en su lugar. Solo que esta vez las cosas serían muy diferentes.
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