RESUMEN JACQUES LACAN SEMINARIO 3
Las psicosis, cap. 1.
Es clásico decir que en la psicosis, el inconsciente está en la superficie, es consciente. Por ello incluso no parece
producir mucho efecto el que esté articulado. Desde esta perspectiva, en misma asaz instructiva, podemos
señalar de entrada que, como Freud siempre lo subrayó, el inconsciente no debe su eficacia pura y simplemente
al rasgo negativo de ser un unbewusst, un no consciente. Traduciendo a Freud decimos: si el inconsciente es
lenguaje que esté articulado, no implica empero que esté reconocido. La prueba es que todo sucede como si
Freud tradujese una lengua extranjera, y hasta la reconstituyera mediante entrecruzamientos: el sujeto
psicótico, ignora la lengua que habla.
El asunto no es tanto saber por qué el inconsciente que está ahí, articulado a ras de tierra, queda excluido para
el sujeto, no asumido, sino saber por qué aparece en lo real. Lo que destaca claramente su análisis de este texto
fulgurante, es que, en lo inconsciente, todo no está tan sólo reprimido, es decir desconocido por el sujeto luego
de haber sido verbalizado, sino que hay que admitir, detrás del proceso de verbalización, una bejahung
primordial, una admisión en el sentido de lo simbólico, que puede a su vez faltar.
Puede ocurrir que el sujeto rehúse el acceso, a su mundo simbólico, de algo que sin embargo experimentó,Y
QUE EN ESTA OPORTUNIDAD NO ES NI MÁS NI MENOS QUE LA AMENAZA DE CASTRACIÓN.Toda la continuación
del desarrollo del sujeto muestra que nada quiere saber de ella, Freud lo dice textualmente, en el sentido
reprimido.
Lo que cae bajo la acción de la represión retorna, pues la represión y el retorno de lo reprimido no son sino el
derecho y el revés de una misma cosa. En cambio, lo que cae bajo la acción del verwerfung tiene un destino
totalmente diferente.
No es inútil recordarles al respecto mi comparación del año pasado entre ciertos fenómenos del orden simbólico
y lo que sucede en las máquinas, en el sentido moderno del término, esas máquinas que todavía no llegan a
hablar, pero que de un minuto a otro lo harán. Se las nutre con pequeñas cifras y se espera que nos den lo que
quizá nos hubieran tomado cien mil años calcular. Pero sólo podemos introducir cosas en el circuito respetando
el ritmo propio de la máquina: si no, caen en el vacío, no pueden entrar.Todo lo rehusado en el orden simbólico,
en el sentido del rechazo, reaparece en lo real.
En el hombre de los lobos se puede ver un ejemplo. Cuando rechatodo acceso a la castración, aparente sin
embargo en su conducta, al registro de la función simbólica, que toda asunción de la castración por un yo se
haya vuelto imposible para él, tiene un nculo muy estrecho con el hecho de haber tenido en la iháncia una
breve alucinación de la cual refiere detalles muy precisos. La escena es la siguiente: “jugando con su cuchillo, se
había cortado el dedo, que sólo se sostenía por el pedacito de piel. El sujeto relata este episodio en un estilo
que esta calcado sobre lo vivido. Parece que toda localización temporal hubiese desaparecido. Luego se sentó
en un banco, junto a su nodriza, quien es precisamente la confidente de sus primeras experiencias, y no se
atrevió a decírselo. Cuán significativa es esta suspensión de toda posibilidad de hablar; y justamente a la persona
a la que le contaba todo, y especialmente cosas de este orden. Hay aquí un abismo, una picada temporal, un
corte de la experiencia, después de la cual resulta que no tiene nada, todo terminó, no hablemos más de ello.
La relación que freud establece entre este fenómeno u ese muy especial no saber nada de la cosa, ni siquiera en
el sentido de lo reprimido, expresado en su texto, se traduce así: lo que es rehusado en el orden simbólico vuelve
a surgir en lo real.
La distinción esencial es esta: el origen de lo reprimido neurótico no se sitúa en el mismo nivel de historia en lo
simbólico que lo reprimido en juego en la psicosis, aun cuando haya entre los contenidos una muy estrecha
relación.
El Sujeto se habla con su yo, su relación con el yo es fundamentalmente ambigua. En el sujeto psicótico en
cambio, ciertos fenómenos elementales, y especialmente la alucinación que es su forma más característica, nos
muestra al sujeto totalmente identificado a su yo con el que habla, o al yo totalmente asumido bajo el modo
instrumental. El que habla de él, el sujeto, el S, en los dos sentidos equívocos del término, la inicial S y el Ello.
Esto es realmente lo que se presenta en el fenómeno de la alucinación verbal.En el momento en que aparece
en lo real, es decir acompañado de ese sentimiento de realidad que es la característica fundamental del
fenómeno elemental, el sujeto literalmente habla con su yo, y es como si un tercero, su doble, hablase y
comentase su actividad.
El análisis de la relación con el objeto está fundada en el desconocimiento de la autonomía del registro simbólico.
La relación simbólica no por ello queda eliminada, porque se sigue hablando, e incluso no se hace otra cosa,
pero el resultado de este desconocimiento es que lo que en el sujeto pide ser reconocido en el plano propio del
intercambio simbólico interferido es reemplazado por un reconocimiento de lo imaginario, del fantasma.
Cap II La significación del delirio
Critica de kraepelin
La inercia dialéctica
Seglas y la alucinación psicomotriz
El presidente schreber
Con respecto a la paranoia es importante subrayar con firmeza que los fenómenos elementales no son más
elementales que lo que subyace al conjunto de la construcción del delirio. Dicho de otro modo, siempre la misma
fuerza estructurante, si me permiten la expresión, es en obra en el delirio, ya lo consideremos en una de sus
partes o en su totalidad.
Tenemos pues un sujeto para el cual el mundo comenzó a cobrar significado. ¿qué se quiere decir con esto?
Desde hace un tiempo es presa de fenómenos que consisten en que se percata de que suceden cosas en la calle,
pero ¿Cuáles? Si lo interrogan verán que hay puntos que permanecen misteriosos para él mismo, y otros sobre
los que se expresa. En otros términos, simboliza lo que sucede en términos de significación. ¿a fin de cuentas,
qué dice el sujeto, sobre todo en cierto período de su delito? Que hay significación. Cuál, no sabe, pero ocupa
el primer plano, se impone, y para él es perfectamente comprensible. Y justamente porque se sitúa en el plano
de la comprensión como un fenómeno incomprensible, por así decirlo, la paranoia es tan difícil de captar, y
tiene también un interés primordial.
Charles Blondel notaba que lo propio de las psicopatologías es engañar la comprensión. En la formación que
damos a los alumnos observamos que en ese punto siempre conviene detenerlos. El momento en que han
comprendido, en que se han precipitado a tapar el caso con una comprensión, siempre es el momento en que
han dejado pasar la interpretación que convenía hacer o no hacer. En general, esto lo expresa con toda
ingenuidad la fórmula: el sujeto quiso decir tal cosa. ¿qué saben ustedes? Lo cierto es que no lo dijo. Y en la
mayoría de los casos, si se escucha lo que ha dicho, por el momento se descubre que se hubiera podido hacer
una pregunta, y que ésta quizá habría bastado para constituir la interpretación válida, o al menos para esbozarla.
Lo importante no es que tal o cual momento de la percepción del sujeto, de su deducción delirante, de su
explicación de sí mismo, de su dialogo con nosotros, sea más o menos comprensible. En algunos de esos puntos
surge algo que no puede parecer caracterizarse por el hecho de que hay, en efecto, un núcleo completamente
comprensible. Que lo sea no tiene el más mínimo interés. En cambio, lo que es sumamente llamativo es que es
inaccesible, inerte,estancado en relaciones a toda dialéctica.
Tomemos por ejemplo la psicosis pasional. Si se enfatiza al respecto la prevalencia de la reivindicación, es porque
el sujeto no puede tolerar determinada pérdida, determinado daño, y toda su vida parece centrada alrededor
de la compensación del daño sufrido, y la reivindicación que éste acarreara.
El fenómeno de la interpretación siempre girará alrededor de la relación del yo y del otro, en la medida que la
teoría psicoanalítica define el yo como siempre relativo. En resumen, precisamente por haber desconocido
siempre de manera radical, en la fenomenología de la experiencia patológica, la dimensión dialéctica, la clínica
se descarrió. Se olvida, que lo propio del comportamiento humano, es el discurrir dialéctico de las acciones, los
deseos, y los valores, que hace no sólo que cambien a cada momento, sino de modo continuo, llegando a pasar
a valores estrictamente opuestos en función de un giro en el diálogo.
La pregunta ¿Quién habla?, que ha sido promovida suficientemente aquí como para adquirir todo su valor, debe
dominar todo el problema de la paranoia.
Ya se los indiqué la vez pasada recordando el carácter central en la paranoia de la alucinación verbal. Saben el
tiempo que tomó percatarse de lo que sin embargo es a veces totalmente visible, a saber que el sujeto articula
lo que dice escuchar. Fue necesario seglas y su libro lecciones clínicas. Por una especie de proeza al inicio de su
carrera, hizo notar que la alucinaciones verbales se producían en personas en las que podía percibirse, por signos
muy evidentes en algunos casos, y en otros mirándolos con un poco más de atención, que ellos mismos estaban
articulando, sabiéndolo o no, o no queriéndolo saber, las palabras que acusaban a las voces de haber
pronunciado. Percatare de que la alucinación auditiva no tenía su fuente en el exterior, fue una pequeña
revolución.
Capitulo III
El otro y la psicosis
Homosexualidad y paranoia
La palabra y el estribillo
Autonomía y endoscopia
El conocimiento paranoico
Gramática del inconsciente.
La vida del psicoanalista no es de color de rosa. La comparación que se hace del psicoanalista y un basurero se
justifica.
El caso del presidente Schereber, y la paranoia en general, se puede explicar por un esquema según el cual la
pulsión inconsciente del sujeto es una tendencia homosexual.
Se habla de defensa contra la supuesta irrupción de la tendencia homosexual. Resulta claro, empero, que hay
allí una constante ambigüedad, y que esa defensa mantiene con la causa que la provoca una relación que dista
mucho de ser unívoca. Se considera que o bien ayuda a mantener determinado equilibrio, o bien provoca la
enfermedad.
También se asegura que las determinaciones iniciales de la psicosis de Schreber DEBEN BUSCARSE EN LOS
MOMENTOS EN QUE SE DESENCADENAN las diferentes fases de su enfermedad. Saben que tuvo hacia 1886 una
primera crisis, y que intenta, gracias a sus memorias, mostrar sus coordenadas: había presentado en ese
entonces, nos dicen, su candidatura al Reichstag. Entre esta crisis y la segunda, o sea durante ocho años, el
magistrado es normal, con la salvedad de que su esperanza de paternidad no se ve colmada. Al término de este
periodo, ocurre que accede, de modo hasta cierto punto prematuro, al menos en una edad que no permitía
preverlo, a una función muy elevada: presidente de la corte de apelaciones de leipzing. Esta función, de carácter
eminente, le confiere, se dice, una autoridad que lo eleva a una responsabilidad, no exactamente entera, pero
sí (la) plena y pesada que todas las cuantas hubiese podido esperar, LO CUAL CREA LA IMPRESIÓN DE QUE HAY
UNA RELACIÓN ENTRE ESTA PROMOCION y EL DESENCADENAMIENTO DE LA CRISIS.
Se otorga a ambos acontecimientos el mismo valor desencadenante. Se hace constar que el presidente Schreber
no tuvo hijos, por lo cual se asigna a la noción de paternidad un papel primordial. Pero se afirma
simultáneamente que el temor a la castración renace en él, con una apetencia homosexual correlativa, porque
accede finalmente auna posición paterna. Esta seríala causa directa del desencadenamiento de la crisis, que
acarrea todas las distorsiones, las deformaciones patológicas, los espejismos, que progresivamente
evolucionarán hacia el delirio.
Por supuesto que los personajes masculinos del ambiente médico estén presentes desde el principio, que sean
nombrados unos después de otros, y que ocupen sucesivamente el centro la persecución muy paranoide que es
la del presidente, muestra suficientemente su importancia. Es, en suma, una transferencia, que ciertamente no
debe tomarse del todo en el sentido en que ordinariamente la entendemos, pero que es algo de ese orden,
relacionado de manera singular con quienes tuvieron que cuidarlo. Se descuida por completo, el percatarnos de
que se otorga al temor a la lucha y al éxito prematuro el valor de un signo de igual sentido, positivo en ambos
casos. Si el presidente Schreber entre sus dos crisis, hubiera llegado por casualidad a ser padre, se pondría el
énfasis en esto, y se daría todo su valor al hecho de que no hubiera soportado esa función paterna. Resumiendo,
la noción de conflicto siempre se utiliza de modo ambiguo: se coloca en el mismo plano lo que es fuente de
conflicto y la ausencia de conflicto, la cual es más difícil de ver. El conflicto deja, podemos decir, un lugar vacío,
y en el lugar vacío del conflicto aparece una reacción, una construcción, una puesta en juego de la subjetividad.
ESTO SOLAMENTE MUESTRA LA MISMA AMBIGÜEDAD QUE AQUELLA A LA QUE ME REFERÍ LA CLASE PASADA,
LA AMBIGÜEDAD DE LA SIGNIFICACIÓN MISMA DEL DELIRIO, EL DECIR DEL PSICOTICO.
Creen que están ante alguien que se comunica con ustedes porque les habla en el mismo lenguaje. Luego, sobre
todo si son psicoanalistas, tendrán la impresión, siendo lo que dice tan comprensible, de que es alguien que
penetró de manera más profunda que el común de los mortales en el mecanismo mismo del sistema
inconsciente.
(Recuerden que en lingüística existen el significante y el significado, y que el significante debe tomarse en el
sentido del material del lenguaje. La trampa, el agujero, en el que no hay que caer, es creer que los objetos, las
cosas, son el significado. El significado es algo muy distinto: la significación, les expliqué gracias a San Agustín
que es tan lingüista como beveniste, remite siempre a la significación, vale decir a otra significación. El sistema
del lenguaje, cualquiera sea el punto en que lo tomen, jamás culmina en un índice directamente dirigido hacia
un punto de la realidad, la realidad toda está cubierta por el conjunto de la red del lenguaje. Nunca pueden
decir que lo designado es esto o lo otro, pues aunque lo logren, nunca sabrán por ejemplo qué designo en esta
mesa, el calor, el espesor, la mesa en tanto objeto, o cualquier otra cosa.)
Pag. 64. El asunto es saber cuál es la estructura de ese ser que le habla que todo el mundo está de acuerdo en
definir como fantasmático. ¿cuál es esa parte, en el sujeto, que habla? El análisis dice: es el inconsciente. El
análisis dice que en la psicosis eso es lo que habla. ¿basta con esto? En absoluto, porque toda la cuestión es
saber cómo eso habla, y cuál es la estructura del discurso paranoico. Freud nos proporcionó al respecto una
dialéctica sorprendente.
Descansa en el enunciado de una tendencia fundamental que podría tener que hacerse reconocer en una
neurosis, a saber: yo(je) lo amo, y me amas. Hay tres modos de negar esto dice Freud. No se anda con vueltas,
no nos dice por qué el inconsciente de lo psicótico es tan buen gramático y tan filólogo; Freud no se detuvo
ante esto y dice que hay tres funciones, y tres tipos de delirios y eso funciona.
El primer modo de negación es decir: no soy yo quien lo ama, es ella, mi consorte, mi doble. El segundo, es decir:
no es a él a quien amo, es a ella. A este nivel la defensa no es suficiente para el sujeto paranoico, el disfraz es
insuficiente, no alejó suficientemente el golpe, hace falta que intervenga la proyección. Tercera posibilidad: yo
no lo amo, lo odio. Aquí tampoco basta la inversión, eso al menos dice Freud; es necesario que intervenga
también el mecanismo de la proyección, a saber: él me odia. En este punto hemos llegado al delirio de
persecución.
La elevada síntesis que entraña esta construcción nos trae luces, pero ven que las preguntas siguen abiertas. La
proyección debe intervenir como un mecanismo adicional cada vez que no se trata de borrar el yo.
Tomemos las cosas en término de mensaje. En el primer caso, es ella quien lo ama, el sujeto hace que su mensaje
lo lleve otro. Esta alienación con toda seguridad nos ubica en el plano del otro con minúscula: el ego habla por
intermedio del alter ego, quien, en el intervalo, cambió de sexo. Nos limitaremos a comprobar la alienación
invertida. En el delirio de celos, se encuentra en un primer plano esa identificación al otro con una inversión del
signo de sexualización. No se trata de proyección en el sentido en que ésta puede ser integrada a un mecanismo
de neurosis. Esta proyección neurótica consiste efectivamente en imputar las propias infidelidades al otro:
cuando se está celoso de la propia mujer es porque uno mismo tiene algunos pecadillos que reprocharse. No se
puede hacer intervenir el mismo mecanismo en el delirio de celos, donde la persona con que están identificados
por una alienación invertida, a saber, vuestra propia esposa, es la mensajera de vuestro sentimiento frente, ni
siquiera a otro hombre, sino como lo muestra la clínica, a un número de hombres más o menos indefinidos.
Ahora, no es a él a quien yo amo, es a ella. Es otro tipo de alienación, no invertida,sino divertida. El otro al que
se dirige el erotómano es muy singular, porque el sujeto no tiene con él relación concreta alguna, aunque se
haya podido efectivamente hablar de vínculo místico de amor platónico. Muy a menudo es un objeto alejado,
con el cual al sujeto le basta comunicarse por una correspondencia que ni siquiera sabe si llega o no a destino.
Lo menos que puede decirse es que hay alienación divertida del mensaje. La despersonalización del otro con
que se acompaña se manifiesta en la resistencia heroica ante todas las pruebas, como se expresan los
erotómanos mismos. El delirio erotomaníaco se dirige a otro tan neutralizado que llega a agrandarse hasta
adquirir las dimensiones del mundo, ya que el interés universal que se adjudica a la aventura, como se expresaba
Clérambault, es uno de sus elementos esenciales.
En el tercer caso estamos ante algo que se acerca mucho más a la denegación. Es una alienación convertida, en
el sentido de que el amor se transformó en odio. La alteración profunda de todo el sistema del otro, su
desaceleración, el carácter extensivo de las interpretaciones sobre el mundo muestran aquí la perturbación
propiamente imaginaria llevara al máximo. Se propone ahora a nuestra investigación las relaciones con el otro
en los delirios. Podremos trabajarlas en la medida misma en que nuestros términos nos ayudan, haciéndolos
distinguir el sujeto, el que habla, y el otro con el que está preso en la relación imaginaria, centro de gravedad de
su yo individual, y en el que no hay palabra. Estos términos nos permitirán caracterizar de manera nuevo psicosis
y neurosis.
Cap IV
VENGO DEL FIAMBRERO
Cuando hablamos de neurosis hacemos cumplir cierto papel a una huida, a una evitación, donde un conflicto
con la realidad tiene su parte. Se intenta designar a la función de la realidad en el desencadenamiento de la
neurosis mediante la noción de traumatismo, que es una noción etiológica. Esto es una cosa, pero otra cosa es
el momento de la neurosis en que se produce en el sujeto cierta ruptura con la realidad. ¿de qué realidad se
trata? Freud lo subraya de entrada, la realidad sacrificada en la neurosis es una parte de la realidad psíquica.
Entramos ya aquí en una distinción importante: realidad no es homónimo de realidad exterior. En el momento
en que se desencadena su neurosis, el sujeto elide, escotomiza en otro lenguaje, de su ir. Esta parte es olvidada,
pero continúa haciéndose oír. ¿cómo? De una manera que toda mi enseñanza enfatiza: de manera simbólica.
La neurosis dice Freud, es algo muy diferente, porque la realidad que el sujeto eludía en determinado momento
, intenta hacerla volver a surgir prestándole una significación particular, un sentido secreto, que llamamos
simbólico.
A ella le opone la psicosis, donde en un momento hubo ruptura, agujero, desgarro, hiancia, pero con la realidad
exterior. En la neurosis, es en un segundo tiempo, y en la medida en que la realidad no está re-articulada
plenamente de manera simbólica en el mundo interior, cuando se produce en el sujeto huida parcial de la
realidad, o incapacidad de afrontar esa pate de la realidad, secretamente conservada. En la psicosis, en cambio,
es verdaderamente la realidad misma la que está primero provista de un agujero, que luego el mundo,
fantasmatico vendrá a colmar.
No basta con ver cómo están hechos los síntomas, que aún es necesario descubrir su mecanismo de
formación. Al mismo tiempo que captan muy bien lo que subrayé diciendo lo que fue rechazado de lo simbólico
reaparece en lo real, platean una discusión sobre mi manera de traducir el enfermo no quiere saber nada de ello
en el sentido de la represión. Sin embargo, actuar sobre lo reprimido mediante el mecanismo de la represión,
es saber algo acerca de ello, porque la represión y el retorno de lo reprimido no son sino una sola y única cosa,
expresada no en el lenguaje consciente del sujeto sino en otra parte. En el caso Shcreber, en el momento en
que Freud explica el mecanismo propio de la proyección que podría dar cuenta de la reaparición del fantasma
en la realidad, se detiene, para observar que en este caso no podemos hablar pura y simplemente de proyección.
Lo cual es harto evidente con sólo pensar cómo funciona ese mecanismo, por ejemplo, en el delirio de los celos
llamado proyectivo, que consiste en imputar al cónyuge infidelidades de las que uno se siente imaginariamente
culpable. Otra cosa es el delirio de persecución, que se manifiesta a través de intuiciones interpretativas en lo
real. Esto son los términos en que se expresa Freud: es incorrecto decir que la sensación interiormente reprimida
la verdandrangug (desplazamiento) es una simbolización, y unterdruckung (supresión)- esto es lo reprimido y
el retorno de lo reprimido. Deberíamos decir más bien que lo rechazado recuerdan quizás el tono de
insistencia que el uso dio a esta palabra retorna del exterior.
LA PROYECCIÓN EN LA PSICOSIS ES MUY DIFERENTE A TODO ESTO, ES EL MECANISMO QUE HACE RETORNAR
DEL EXTERIOR LO QUE ESTÁ PRESO EN LO VERWERFUNG (RECHAZO), OSEA LO QUE HA SIDO DEJADO FUERA DE
LA SIMBOLZACION GENERAL QUE ESTRUCTURA AL SUJETO.
El discurso concreto es el lenguaje real, y eso, el lenguaje, habla. Los registros de lo simbólico y de lo imaginario
los encontramos en los otros dos términos con los que articula la estructura del lenguaje, es decir, tal como
siempre les digo que está, por ejemplo, en esta mesa, en estos libros, en lo simbólico. Si las lenguas artificiales
son estúpidas es porque siempre están hechas a partir de la significación. No hay duda de que la significación es
de la índole de lo imaginario. Es, al igual que lo imaginario, a fin de cuentas siempre evanescente, porque esta
ligado estrictamente a lo que les interesa, es decir, a aquello en lo que están metidos. Él es quien los lleva a
ustedes.
Le dejo la responsabilidad de esta afirmación. No porque la creo falsa; fundamentalmente es cierto que no hay
discurso sin cierto orden temporal, y en consecuencia sin cierta sucesión concreta; aun cuando sea virtual. Si leo
esta página comenzando por abajo y subiendo al revés, no pasará lo mismo que si leo en dirección adecuada, y
en algunos casos esto puede engendrar una grave confusión. Pero no es totalmente exacto que sea una simple
línea, es más probable que sea un conjunto de neas, un pentagrama. El discurso se instala en este diacronismo.
La existencia sincrónica del significante está caracterizada suficientemente en el hablar delirante por una
modificación que ya señalé aquí, a saber, que algunos de sus elementos se aíslan, se hacen más pesados,
adquieren un valor, una fuerza de inercia particular, se cargan de significación, de una significación. El libro de
Schreber está sembrado de ello.
Hay varias alteridades posibles, y veremos cómo se manifiestan en un delirio completo como el de Schreber.
Tenemos primero el día y la noche, el sol y la luna, esas cosas que siempre vuelven al mismo lugar, y a las que
schreber llama el orden natural del mundo. Existe la alteridad del otro que corresponde al S, es decir el gran
otro, sujeto que no conocimos, lo otro que es la índole de lo simbólico, el otro al que nos dirigimos más allá de
lo que vemos. En el medio, están los objetos. Y luego, a nivel del S hay algo que es de la dimensión de lo
imaginario, el yo y el cuerpo, fragmentado o no, pero más bien fragmentado. Tenemos la suerte de tener ahí un
hombre que nos comunica todo su sistema delirante, en el momento en que éste ha llegado a su pleno
florecimiento.
TECNICAS Y ESTRUCTURAS DEL FENOMENO PSICOTICO
CAPITULO V
DE UN DIOS QUE ENGAÑA Y DE UNO QUE NO ENGAÑA.
La psicosis no es un simple hecho del lenguaje
El dialecto de los síntomas
Que hermoso seria ser una mujer
Dios y la ciencia
El dios de schreber
Vimos en mi presentación, el otro día, un enfermo grave, debido a circunstancias excepcionales, todo lo que en
otro sujeto hubiese estado reprimido, estaba sostenido en él por otro lenguaje, ese lenguaje de alcance algo
reducido que se llama un dialecto. Hijo único de padres sumamente encerrados en sus leyes propias, quienes
utilizaban exclusivamente el dialecto corso. Las perpetuas querellas de ambos personajes parentales,
manifestaciones ambivalentes de su fuerte vínculo y del temor a ver llegar a su mujer. Había dos mundos, el de
la élite, el del dialecto corso, y luego lo que sucedía fuera. Quien nos relató la diferencia de sus relaciones con
el mundo cuando estaba frente a su madre y en el momento en que se paseaba por la calle.
¿Cuál era el resultado? Es el caso más demostrativo. Resultaban dos cosas. La primera, evidente en el
interrogatorio, era la dificultad que tenía para volver a evocar cualquier cosa en el viejo registro, es decir, para
expresarse en el dialecto de su infancia, el único que hablaba con su madre. Cuando le pedí que se expresase en
ese dialecto, que me repitiese comentarios que había podido intercambiar con su padre, por ejemplo, me
respondió: no puedo sacarlo. Por otra parte, se veía en él una neurosis, huellas de un comportamiento que
permitía adivinar un mecanismo que puede llamarse en un término que siempre empleo con prudencia
regresivo. Pero todo lo que es del orden de lo que está habitualmente reprimido, todo el contenido comúnmente
expresado mediante síntomas neuróticos, era perfectamente cristalino, y no tuve dificultad en hacérselo
expresar.
El establecimiento del discurso común, casi diría del discurso público, es un factor importante en la función
propia del mecanismo de represión. Este depende en sí mismo de la imposibilidad de acordar con el discurso
cierto pasado de la palabra del sujeto, vinculado, como Freud lo subrayó, al mudo propio de las revelaciones
infantiles. Precisamente, en la lengua primitiva, sigue funcionando ese pasado de la palabra. Ahora bien, para
este sujeto, esa lengua es su dialecto corso, en el cual podía decir las cosas más extraordinarias,por ejemplo
arrojarle a su padre:si no te vas de aquí, te voy a botar al mal.
¿QUÉ ES LA REPRESIÓN PARA EL NEURÓTICO? ES UNA LENGUA, OTRA LENGUA QUE FABRICA CON SUS
SINTOMAS, ES DECIR, SI ES UN HISTERICO O UN OBSESIVO, CON LA DIALECTICA IMAGINARIA DE ÉL Y EL OTRO.
EL SINTOMA NEUROTICO CUMPLE EL PAPEL DE LA LENGUA QUE PERMITE EXPRESAR LA REPRESIÓN. ESTO HACE
PALPAR REALMENTE QUE LA REPRESION Y EL RETORNO A LO REPRIMIDO SON UNA UNICA Y SOLA COSA, AL
REVES Y EL DERECHO DE UN SOLO Y UNICO PROCESO.
¿Cuál es nuestro método a propósito del presidente Schreber? No decimos que la psicosis tiene la misma
etiología que la neurosis, tampoco decimos, ni mucho menos, que al igual que la neurosis es un puro y simple
hecho de lenguaje. Señalamos simplemente que es muy fecunda en cuanto a lo que puede expresar en el
discurso. Así procedemos a partir de discurso del sujeto, y ello nos permitirá acercarnos a los mecanismos
constitutivos de la psicosis. El presidente Schreber relata con toda claridad las primeras fases de su psicosis. Y
nos da la atestación de que entre el primer brote de la psicosis, fase llamada no sin fundamento pre-psicótica, y
el apogeo de estabilización en que escribió su obra, tuvo un fantasma que se expresa con estas palabras: sería
algo hermoso ser una mujer sufriendo el acoplamiento.
Subraya el carácter de imaginación de este pensamiento que lo sorprende, precisando a la vez haberlo
experimentado con indignación.
Se tiene claramente la impresión de que eso parte del yo. El énfasis puesto que eso sería hermoso… tiene todo
el carácter de pensamiento seductor, que el ego está lejos de desconocer.
En el sueño: El mecanismo de conexión dice Freud, se vuelve mucho más transparente cuando se sustituye la
oposición de lo consciente y lo inconsciente, por la del yo y lo reprimido. Señalamos aquí solamente que los
sueños de castigo no están vinculados necesariamente con la persistencia de sueños dolorosos, nacen en cambio
a menudo, parece, cuando esos sueños del día son de naturaleza apaciguante, pero expresan satisfacción
interior. Todos esos pensamientos prohibidos son reemplazados en este concepto manifiesto del sueño por su
contrario. El carácter esencial de los sueños de castigo me parece entonces ser el siguiente: los produce no un
deseo inconsciente originado en lo reprimido, sino un deseo de sentido contrario que se realiza contra éste,
deseo de castigo que aunque inconsciente, más exactamente preconsciente, pertenece al yo.
¿Qué relación hay entre la emergencia en el yo de una manera, lo subrayo, no conflictiva- del pensamiento
sería hermoso ser una mujer sufriendo el acoplamiento, y la concepción en la que florecerá el delirio llegado a
su punto culminante, a saber, que el hombre debe ser la mujer permanente de dios?. Lo que digo, que es casi
demasiado artificial, indica claramente en qué dirección debemos investigar a fin de resolver nuestro problema.
No tenemos otro medio para hacerlo sino seguir sus huellas en el único elemento que poseemos, a saber, el
documento mismo, el discurso del sujeto. Por eso, los introduje la vez pasada a lo que debe orientar nuestra
investigación, a saber, la estructura de ese discurso mismo.
Comencé distinguiendo las tres esferas de la palabra en cuanto tal. Recordarán que podemos, en el seno mismo
del fenómeno de la palabra, integrar los tres planos de lo simbólico,representado por el significante, de lo
imaginario representado por la significación, y de lo real que es el discurso realmente pronunciado en su
dimensión diacrónica.
Hasta tal punto es esto así, que un personaje tan lúcido como Einsten cuando se trataba de la manipulación del
orden simbólico que era el suyo, lo recuerda claramente: dios, decía, es astuto, pero honesto. La noción de que
lo real, por delicado de penetrar que sea, no puede jugarnos sucio, que no nos engañará adrede, es, aunque
nadie repare realmente en ello, esencial a la constitución del mundo de la ciencia.
Cap VI
EL FENOMENO PSICOTICO Y SU MECANISMO
Certeza y realidad
Schreber no es poeta
La noción de defensa
Verdichtung (compactación), Verdrangung (desplazamiento)
Verneinung (negación) y verwerfung (rechazo)
A esta exigencia responde mi pequeño cuadrado, que va del sujeto al otro, y en cierto modo de lo simbólico a
lo real, sujeto, yo, cuerpo y en sentido inverso, hacia el otro con mayúsculas de la intersubjetividad, al otro que
no aprehenden en tanto es sujeto, es decir, en tanto puede mentir, el otro, en cambio, que siempre está en su
lugar, el otro de los astros, o se prefieren el sistema estable del mundo, del objeto, y entre ambos, de la palabra
con sus etapas, del significante, de la significación y del discurso.
Los psicólogos, por no frecuentar de verdad al loco, se formulan el falso problema de saber por qué cree en
la realidad de su alucinación. Por más que sea, ven bien que hay algo que no encaja, y se rompen la cabeza
elucubrando una génesis de la creencia. Antes habría que precisar esa creencia, pues, a decir verdad, en la
realidad de su alucinación, el loco no cree.
El azar me hizo abrir hace poco la fenomenología de la percepción de Maurice Merleau Ponty, pagina 386 de la
edición francesa, sobre el tema de la cosa y el mundo natural. Remítanse a ella: encontrarán excelentes
comentarios sobre este tema, a saber, que es muy fácil obtener del sujeto la confesión de que lo que él oye,
nadie más lo ha oído. Dice: sí, de acuerdo, solo yo lo oí.
Lo que está en juego no es la realidad. El sujeto admite, que están a su alcance, que esos fenómenos son de
orden distinto a lo real,sabe bien que su realidad no está asegurada, incluso admite hasta cierto punto su
irrealidad. Pero, a diferencia del sujeto normal para quien la realidad está bien ubicada, el tiene una certeza:
que lo que está en juego desde la alucinación hasta la interpretación, le concierne.
En él, no está en juego la realidad, sino la certeza. Aun cuando se expresa en el sentido de que lo que
experimenta no es del orden de la realidad, ello no afecta a su certeza, que es que le concierne. Esta certeza es
radical. La índole misma del objeto de su certeza puede muy bien conservar una ambigüedad perfecta, en toda
la escala que va de la benevolencia a lamalevolencia. Pero significa para él algo inquebrantable. Esto es lo que
se llama, con o sin razón, fenómeno no elemental, o también fenómeno mas desarrollado la creencia
delirante.
Deben adiestrarse a encontrar esa certeza delirante en cualquier parte que esté. Descubrirán entonces,por
ejemplo, la diferencia existente entre el fenómeno de los celos cuando se presenta en un sujeto normal y cuando
se presenta en un humorístico, inclusive de cómico, los celos de tipo normal que, por así decirlo, rechazan las
certezas con la mayor naturalidad,por más que las realidades se ofrezcan. El delirante, por contraste, se exime
de toda referencia real.
Diré aún más: a medida que el delirante asciende la escala de los delirios, está cada vez más seguro de cosas
planteadas como cada vez más irreales.La paranoia se distingue en ese punto de la demencia precoz: el delirante
articula con una abundancia, una riqueza, que es precisamente una de sus características clinas esenciales, que
si bien es una de las más obvias, no debe sin embargo descuidarse. LAS PRODUCCIONES DISCURSIVAS QUE
CARACTERIZAN EL REGISTRO DE LAS PARANOIAS FLORECEN ADEMÁS, CASI SIEMPRE, EN PRODUCCIONES
LITERARIAS.
El mundo que describe está articulado en conformidad con la concepción alcanzada luego del momento del
síntoma inexplicado que perturbó profunda, cruel y dolorosamente su existencia. Según dicha concepción, que
le rinda por lo demás cierto dominio de su psicosis, él es el correlato femenino de dios. Con ello todo es
comprensible, todo se arregla, y diría aún más, todo se arreglará para todo el mundo, ya que él desempeña así
el papel de intermediario entre una humanidad amenazada hasta lo más recóndito de su existencia, y ese poder
divino con el que mantiene vínculos tan singulares. Todo se arregla en la versohngla reconciliación que lo sitúa
como la mujer de dios. Su relación con dios, tal como nos la comunica es rica y compleja; con todo, no puede
dejar de impactarnos el hecho de que su textonada entraña que indique la menor presencia, la menor efusión,
la menor comunicación real, nada que dé idea de una verdadera relación entre dos seres.
ES UN TESTIMONIO, VALGA LA PALABRA, VERDADERAMENTE OBJETIVADO.
Schreber escribe su obra como un esfuerzo para ser reconocido. El loco parece distinguirse a primera vista por
el hecho de no tener necesidad de ser reconocido. Sin embargo, esa suficiencia que tiene en su propio mundo,
la auto comprensibilidad que parece caracterizarlo, no deja de presentar algunas contradicciones. (hay poesía
cada vez que un escrito nos introduce en un mundo diferente al nuestro, y dándonos la presencia de un ser, de
determinada relación fundamental, lo hace nuestro también). La poesía hace que no podamos dudar de la
autenticidad de la experiencia de san juan de la cruz, ni de Proust…la poesía es creación de un sujeto que asume
un nuevo orden de relación simbólica con el mundo. No hay nada parecido en las memorias de schreber. EN UN
SUJETO COMO SCHREBER, LAS COSAS LLEGA TAN LEJOS QUE EL MUNDO ENTERO ES PRESA DE ESE DELIRIO DE
SIGNIFICACIÓN, DE MODO TAL QUE PUEDE DECIRSE QUE, LEJOS DE ESTAR SOLO, EL ES CASI TODO LO QUE LO
RODEA. TODO SU MUNDO SE TRANSFORMÓ EN UNA FANTASMAGORÍA DE SOMBRAS DE HOMBRES HECHOS A
LA LIGERA.
EN LA PSICOSIS, EL SUJETO SE DEFIENDE, PUES BIEN, AYUDÉMOSLE A COMPRENDER QUE NO HACE SINO
DEFENDERSE, MOSTRÉMOSLE CONTRA QUÉ SE DEFIENDE.Una vez que se colocan en esta perspectiva, enfrentan
múltiples peligros y, en primer término, el de marrar el plano en que debe hacerse vuestra intervención. El
efecto, debe distinguir siempre severamente el orden en que se manifiesta la defensa.
Supongamos que esa defensa es manifiestamente del orden simbólico, y que pueden elucidarla en el sentido de
una palabra en sentido pleno, vale decir, que atañe en el sujeto al significante y al significado. Si el sujeto
precientifica ambos, significante y significado, entonces, en efecto, pueden intervenir mostrándole la conjunción
de su significante en su discurso. Si no están los dos, si ustedes tienen la sensación de que el sujeto se defiende
contra algo que ustedes ven y él no, es decir, que ven de manera clara que el sujeto distorsiona la realidad, no
basta la noción de defensa para permitirles enfrentar al sujeto con la realidad.
Freud dice: Algo que fue rechazado en su interior reaparece en el exterior. A ella vuelvo.
Analisis de un recuerdo infantil de Da Vinci
Sublimación como explicación a su inagotable manía por la investigación: “antes de amar algo es importante
primero conocerlo”
Inferencia realizada por las pinturas:
Su rechazo a las pinturas eroticas
Su únicas pnturas eroticas son más bien reflejo de una investigación anátomica
Sin embargo, al pintar los genitales del hombre puso más atención en los detalles que en los de la mujer
Su recuerdo infantil: buitre que con la cola cachetea su boca
Interepretación: deseo inconsciente que expresa el homosexualismo rprimido de da vinci (sexo oral, buitres
como leyenda egipcia de machos procreando)
Importante: Es sabido que en su infancia los primeros años los pasó con su madre biológico en la miseria, y no
fue sino hasta los 5 años cuando se incorporó a la casa del padre. Pudiendo así darse cuenta de la falta del padre.
Sin embargo, debido a que era un hijo ilegitimo para su madrastra, Freud supone que la incorporación al lado
de su padre y su madrastra, se diera después de que la madrastra confirmara su esterilidad, como la búsqueda
de una compensación por su incapacidad reproductiva. Por lo tanto los primeros 5 años de vida
(aproximadamente) Vinci vivió al lado de su madre únicamente. Esto sin duda alguna tuvo que haber reflejado
una impresión decisiva para su vida anímica.
En todos los homosexuales sometidos al análisis se descubre un intensísimo enlace infantil, de carácter erótico
y olvidado después por el individuo, a un sujeto femenino, generalmente a la madre, provocado o favorecido
por la excesiva ternura de la misma y apoyado después por el alejamiento del padre de la vida infantil del hijo.
Sadger hace resaltar después, que las madres de sus pacientes homosexuales eran en muchos casos mujeres
hombrunas, de enérgico carácter, que podían desplazar al padre de su puesto en su vida familiar o sustituirle.
En mis observaciones he hallado también a estas mismas circunstancia; pero la relación causal a que nos hemos
venido refiriendo se me ha mostrado aún con mucho mayor evidencia en aquellos casos en los que el padre
falta desde un principio o murió dejando a su hijo en temprana edad y entregado, por tanto, a la influencia
femenina.
Después de este estudio preliminar, surge una transformación, cuyo mecanismo nos es conocido, pero de la que
ignoramos las fuerzas impulsoras. El amor a la madre no puede seguir ya el desarrollo consciente ulterior y
sucumbe a la represión. El niño reprime el amor a su madre, sustituyéndose a ella; esto es, identificándose con
ella y tomando como modelo a su propia persona, a cuya semejanza escoge sus nuevos objetos eróticos. De este
modo, se transforma en homosexual o, mejor dicho, pasa al autoerotismo, dado que los niños objeto de su amor
no son sino personas sustitutivas y reproducciones de su propia persona infantil, a las que ama como a su madre
le amó a él en sus primeros años. Decimos entonces que encuentra su elección del objeto erótico por el camino
del narcisismo, refiriéndonos a la leyenda griega de aquel adolescente llamado narciso, que se enamora de su
propia imagen.
La represión hace que el sujeto permanezca inconscientemente FIEL A LA FIGURA INCONSCIENTE DE LA MADRE.
Cuando parece perseguir con ardiente amor a otros muchachos, lo que hace es huir de las muejeres, que podían
llevarle a incurrir en INFIDELIDAD ( lo reprimido es el amor a la madre, el hecho de buscar amor en los hombres
se da por el temor a amar a una madre).
Interpretación de la fantasía del buitre coletasos en la boca a leonardo: mi madre puso en mi oca infinidad de
apasionados besos. La fantasía se halla, pues, compuesta de dos recuerdos: el de ser amamantado por la madre
y el de ser besado por ella.
En el cuadro de la Mona Lisa se puede observar una transferencia de la figura de su madre.
En el cuadro de Santa Ana, la Virgen y el niño jesus, se puede observar un retrato de su vida infantil al lado del
cuidado de la madre, y (aquí entra otro sujeto de influencia para explicar el homosexualismo) su abuela, la
madre de su padre. En suma, Leonardo a muy temprana edad, se vió influenciado por tres figuras femeninas
trascendentes: su madre biológica, la abuela paterna, y posteriormente la madrastra infértil que descargo el
amor de madre hacia él.
Cuando un sujeto ha escapado en su infancia, como Leonardo, a la intimidación ejercida por el padre, y ha roto,
en su actividad investigadora, las cadenas de la autoridad, no puede esperarse que permanezca dentro de una
fe dogmática. El psicoanálisis nos ha descubierto una intima relación entre el complejo de Edipo y la creencia de
dios y nos ha mostrato que dios personal no es psicológicamente, sino una superación del padre, revelandonos
inumerables de casos de sujetos jóvenes que pierden la fe religiosa en cuanto cae en tierra para ellos la autoridad
paterna. En el complejo paterno reconocemos, pues, la raíz de la necesidad religiosa. El dios omnipotente del
padre, y de la madre, o mejor aún, como renovaciones y reproducciónes de las tempranas representaciones
infantiles de ambos. La religiosidad se refiere, biológicamente, a la importancia y a la necesidad de acción del
niño durante largos años. Cuando luego el adulto reconoce su abandono y su debilidad ante lo grandes poderes
de la ida, se siente en una acción análoga a la de su infancia y trata de consolarse por medio de la renovación
regresiva de los poderes protectores infantiles. LA PROTECCIÓN QUE LA FE RELIGIOSA OFRECE A LOS CREYENTES
CONTRA LA NEUROSIS, QUEDA FÁCILMENTE EXPLICADA POR EL HECHO DE QUE LOS DESPOJA DEL COMPLEJO
PATERNO MATERNO, DEL QUE DEPENDE LA CONCIENCIA DE CULPABILIDAD TANTO INDIVIDUAL COMO
GENERALMENTE HUMANA , RESOLVIÉNDOLO PARA ELLOS, MIENTRAS QUE EL INCRÉDULO TIENE QUE
RESOLVERLO POR SÍ MISMO.
SEMINARIO 2
LACAN
En el punto de partida del psicoanálisis este más allá es el inconsciente, en tanto que no podemos alcanzarlo, es
la transferencia en tanto modula verdaderamente los sentimientos de amor y de odio, que no son la
transferencia: la transferencia es aquello merced a lo cual podemos interpretar ese lenguaje compuesto por
todo lo que el sujeto puede presentarnos, lenguaje que fuera del psicoanálisis es, en principio, incompleto e
incomprendido. Eso es el más allá del principio del placer: “el más allá de la significación”.
En el azar, el símbolo surge en lo real a partir de una respuesta. La noción misma de causa, en lo que puede
implicar de medición entre cadena de los símbolos y lo real, se establece a partir de una apuesta primitiva: ¿esto
va a ser lo que es, o no?
Jugar es buscar en un sujeto una presunta regularidad que se escabulle, perro que debe traducirse en los
resultados por alguna mínima desviación de la curva de probabilidad.
Todo poder legitimo, al igual que cualquier poder, se asenta en el símbolo.
Opinion respecto a más allá del principio de placer: “El más allá del principio de placer está relacionada de alguna
manera que aún no acabo de comprender, con la compulsión de repetición. Sin embargo, es interesante que se
hallare que esa compulsión de repetición no se refiere a un aprendizaje de patrones de conducta de los padres
para repetirse en la vida del adulto… sino a la insistencia de la aparición del trauma y la rememoración
(revivencia) de la fijación”
Nunca se vio un profesor hablar por ignorancia, siempre sabemos lo bastante como para ocupar los minutos
durante los cuales nos colocamos en la posición del que sabe. Nunca se vio a alguien quedarse centrado, desde
el momento en que asume la posición de ser el que enseña. Esto me llava a pensar que la única enseñanza
verdadera es aquella que consigue despertar en los que escuchan una insistencia…
311-. Srta. Ramnoux: Después de leer el capítulo de Freud había logrado concebir al yo como función defensa
que habría que situar en la superficie y no en profundidad, y que se ejercería en dos fuentes, contra los impulsos
que tienen del interior. Después de sus conferencias ya no me lo puedo representar así. Y me pregunto, cuál es
la mejor definición del yo. Pienso que lo sería decir que se trata de un fragmento de un discurso común. ¿es así?
Una pregunta más. También había logrado comprender por qué Freud llamaba instinto de muerte a aquello de
donde salen los síntomas repetitivos. Había logrado comprender porqué dicha repetición presenta una especie
de inercia, y la inercia es retorno a un estado inorgánico. Así me explicaba yo porque Freud podía asimilar esto
al instinto de muerte. Pero tras haber reflexionado sobre su última conferencia, comprobé que esas
compulsiones salían de una especie de deseo infinito, multiforme, sin objeto, de un deseo de nada. Lo entiendo
perfectamente, pero entonces es la muerte lo que ya no entiendo.
Freud, cuanto más avanza en la definición del yo, más nos muestra al yo como un espejismo, como una suma de
identificaciones.
326. un monton de cosas que primeramente se tomaban por lo real están en una red, en un sistema de varias
entradas, en el cual el yo representa un lugar. ¿dónde se sitúa la realidad sino en un movimiento entre todas
estas dimensiones? Dicho de otro modo, es preciso que el reconocimiento del deseo pase por cierto número de
mediaciones, avatares, formulaciones imaginarias, ignorancias o desconocimientos de orden simbólico.
Finalmente, ¿es esto lo que usted llama realidad?
Para hablar del deseo, una noción se ha impuesto en primer plano, la libido. La libido es una unidad de medida
cuantitativa, si tal unidad no puede descargarse, alcanzar su expansión normal, esparcirse, se produce
desbordamientos a partir de los cuales se manifiestan otros estados. Se hablará de transformaciones,
regresiones, fijaciones, sublimaciones de la libido término único cuantitativamente concebida.
Aparece en 3 ensayos de una teoría sexual por primera vez el termino.
La experiencia freudiana parte de una noción exactamente opuesta a la perspectiva teórica. Empieza por
postular un mundo del deseo. “el mundo freudiano no es un mundo de cosas, no es un mundo de ser, es un
mundo del deseo como tal” el deseo es una relación de falta de ser.
341. resistencia hay una sola: la resistencia del analista. El analista resiste cuando no comprende lo que tiene
delante. No comprende lo que tiene delante cuando cree que interpretar es mostrarle al sujeto que lo que desea
es el objeto sexual, se equivoca. Es el analista quien esta en resistencia. Por el contrario de lo que se trata es de
enseñarle al sujeto a nombrar, a articular, a permitir la existencia de ese deseo que, literalmente, está más acá
de la existencia y por eso insiste.
Pueden apreciarse que la acción eficaz del análisis consiste en que el sujeto llegue a reconocer y a nombrar su
deseo. Al nombrarlo, el sujeto crea, hace surgir, una nueva presencia en el mundo.
Freud: “no vaya a creer que la vida es una diosa exaltante surgida para culminar en la más bella de las formas,
no crean que hay en la vida la menor fuerza de cumplimiento y progreso. La vida es una hinchazón, un moho,
no se caracteriza por otra cosa que por su aptitud para la muerte.
¿qué sabemos respecto al yo? ¿es real el yo, es una luna, o es una construcción imaginaria? Partimos de la idea,
que les vengo machacando desde hace tanto tiempo, de que no hay forma de aprehender cosa alguna de la
dialéctica analítica si no planteamos que el yo es una construcción imaginaria: diría inclusive, que esto es lo que
tiene de bueno. Si no fuera imaginaria no seríamos hombres, seriamos lunas. Lo cual no significa que basta con
que tengamos ese yo imaginario para ser hombres.
390. Que las estructuras elementales son naturalmente las más complicadas, y que aquellas por así decirlo,
complejas, en medio de las cuales vivimos, se presentan en apariencia como las más simples. Nos creemos libres
en nuestra elección conyugal, cualquiera puede casarse con cualquiera: ilusión profunda, aunque esté inscrita
en las leyes. En la practica, la elección esregida por elementos, preferenciales que no por encubiertos son
menos esenciales. El interés de las estructuras llamadas elementalmente radicales es que nos muestran la
estructura de esos elementos preferenciales en todas sus complicaciones.
Pues bien, levi-strauss demuestra que en la estructura de la alianza, la mujer que define el orden cultural por
oposición al orden natural, es el objeto del intercambio original, el orden simbolico, en su fundamento inicial,
es androcéntrico.
La significación del matrimonio se va desgastando a partir del momento en que la mujer se emancipa y tiene,
como tal, derecho a poseer, pasando a ser un individuo en la sociedad.
410. se me ocurre que lo imaginario tiene que ver más con el sujeto, con su forma de recibir, mientras que el
orden simbílico es más impersonal.
El lenguaje sería el friso de lo imaginario, y la palabra, la palabra plena, el hito simbolico, sería el islote a partir
del cual puede ser reconstruido, o más bien descifrado todo el mensaje.
El lenguaje es un universo. La palabra es un corte en ese universo vinculado exactamente a la situación del sujeto
hablante. Puede que el lenguaje tenga sentido, pero solo la palabra posee un significado.
LO REAL ES ALGO QUE ENCONTRAMOS EN EL MISMO LUGAR, HAYAMOS ESTADO AHÍ O NO.
¿qué es el análisis de las resistencias? No es, como se entiende, si no a formularlo y se lo formula, les daré
multiples ejemplos mucho más a practicarlo, no es intervenir ante el sujeto para que este tome consciencia
de la forma en que sus aflicciones, sus prejuicios, el equilibrio de su yo, le impide ver. No es una persuasión, que
muy pronto cae en la sugestión. No es reforzar, como se dice, el yo del sujeto, o encontrar un aliado en su parte
sana. No es convencer pues. Es, en cada momento de la relación analítica, saber en qué nivel debe ser aportada
la respuesta. Ella concierne a su historia en tanto que él la desconoce, y es eso lo que expresa, muy a pesar suyo,
a través de toda su conducta en la medida en que oscuramente busca reconocerla. Su vida está orientada por
una problemática que no es la de lo vivido, sino la de su destino, a saber: ¿qué significa su historia?
El superyó es eso, en la medida en que aterroriza, efectivamente al sujeto y construye en él síntomas eficaces,
elaborados, vividos, continuados, síntomas que se encargan de representar el punto en que la ley no es
comprendida por el sujeto, pero sí actuada por él. Los síntomas se ocupan de encararla como tal, le dan su aire
de misterio.
Lo que a Freud le interesa, y en ningún sitio es más evidente que en la primera parte de este capitulo, es el
“mensaje como discurso interrumpido, que insiste”
Opinion: “un síntoma encara lo reprimido, sin la comprensión del yo. El retorno a lo reprimido y lo reprimido es
lo mismo. Todo lo reprimido que tiende a salir en síntoma, sólo es más que un intento por aprender a superar
el objetivo. Aprendizaje en la repetición, asimilación mediante la compulsión. Un síntoma, entonces, es la
compulsión de lo reprimido”
Sabiendo que el desarrollo de la angustia es la reacción del yo ante un peligro y constituye la señal, para su fuga,
nada puede impedir admitir, por analogía, que también en la angustia neurótica busca el yo escapar a las
exigencias de la libido y se comporta con respecto a este peligro interior del mismo modo que si de un peligro
exterior se tratase.
Ante toda persona que en una ocasión favorable a la excitación sexual desarrolla determinante o exclusicamente
sensaciones de repugnancia, no vacilaré ni un momento en diagnosticar una histeria, existan o no ntomas
somáticos.
La sugestión es diferente a la terapia, ya que ella no se preocupa del origen, la fuerza y el sentido de los síntomas
patológicos; sino que ¡les sobrepone algo! la sugestión que supone ha de ser lo bastante fuerte para impedir
la exteriorización de la idea patológico. En cambio, la terapia analítica, no quiere agregar nada, no quiere
introducir nada nuevo, sino, por el contrartio, quitar y extraer algo, y con este fin se preocupa de la génesis de
los síntomas patológicos y de sus conexiones.
Solo excepcionalmente son los impúberes objetos sexuales exclusivos. En la mayoría de los casos llegan tan sólo
a serlo cuando un individuo cobarde e impotente acepta tal subrogado, o cuando un instinto impulsivo
inaplazable no puede apoderarse en el momento, de un objeto más apropiado.
SEMINARIO 3 CLASE 12 LA PREGUNTA HISTERICA.
En el análisis, el sujeto comienza hablando de él, no les habla a ustedes; luego les habla a ustedes, más no habla
de él; cuando les haya hablado de él que habrá cambiado sensiblemente en el intervalo - a ustedes, habremos
llegado al fin del análisis.
Si digo que todo lo que pertenece a la comunicación analítica tiene estructura de lenguaje, esto no quiere decir
que el inconsciente se exprese en el discurso, la Traundeutung, la psicopatología de la vida cotidiana y el chiste
lo trasparentan. Es imposible expresar algo en los rodeos de Freud si no es porque el fenómeno analítico en
cuanto tal, cualquiera sea, tiene no que ser un lenguaje en el sentido de un discurso. Nunca dije que era un
discurso sino que tiene que estar estructurado como un lenguaje.
Quiere decir que es un fenómeno que siempre presenta la duplicidad esencial del significante y del significado.
Quiere decir que el significante tiene en él su coherencia y su carácter propios, que lo distinguen de cualquier
otra especie de signo.
Este carácter del significante marca de modo esencial todo lo que es del orden del inconsciente. La obra de
Freud con su enorme armazón filológico juzgando hasta la intimidad misma de los fenómenos, es absolutamente
imposible si no se coloca en primer plano la dominación del significante en los fenómenos analíticos.
Les hable del otro de la palabra, en tanto el sujeto se reconoce en él y en él hace reconocer. Ese es en una
neurosis el elemento determinante y no la perturbación de tal o cual relación oral, anal o inclusive genital.
Lo esencial consiste en distinguir cuidadosamente el simbolismo propiamente dicho, o sea el simbolismo en
tanto estructurado en el lenguaje, en el cual nos entendemos aquí, y el simbolismo natural.
La simple inspección de los artículos de Freud entre 1922 y 1924 muestra que el yo nada tiene que ver con el
analítico uso que de él se hace actualmente.
Freud coloca al yo en relación con el carácter fantasmatico del objeto. Cuando escribe que el yo tiene el privilegio
del ejercicio de la prueba la realidad, que es él quien da fe de la realidad del sujeto el contexto está fuera de
dudas, el yo está ahí como un espejismo, lo que Freud llamó el ideal del yo. Su función no es de objetividad, es
fundamentalmente narcisista, y el sujeto da acento de realidad a cualquier cosa a partir de ella.
Por tanto, Freud coloca al yo en relación con el carácter fantasmatico del objeto. La tópica freudiana del yo
muestra cómo un o una histérica, cómo un obsesivo, usa de su yo para hacer la pregunta, es decir, precisamente
para no hacerla. “la estructura de una neurosis es esencialmente una pregunta”
Respuesta a la pregunta: ¿Quién habla?:
¿Quién es dora? Alguien capturado en un estado sintomático muy claro, con la salvedad de que Freud, según su
propia confesión, se equivoca respecto al sujeto de deseo de dora, en la medida en que el mismo esta demasiado
centrado en la cuestión del objeto.
Se pregunta qué desea. Dora, antes de preguntarse quien desea a dora. Freud termina percartandose de que,
en ese ballet de a cuatro dora, su padre, el señor y la señora k es la señora k el objeto que verdaderamente
interesa a dora, en tanto que ella misma está identificada con el señor k, la cuestión es saber dónde está el yo
de dora, está así resuelta: el yo de dora es el señor k. la función que cumple en el esquema del estadio del espejo
la imagen especular, en el que el sujeto, ubica su sentido para reconocerse, dodne por vez primera sitúa su yo,
ese punto externo de identificación imaginaria, dora la coloca en el señor k. en tanto ella es el señor k todos sus
síntomas cobran su sentido definitivo.
¿qué dice dora mediante su neurosis? ¿qué dice la histérica-mujer? Su pregunta es la siguiente: ¿qué es ser una
mujer?
La disimetría del Edipo en el hombre y la mujer se deben esencialmente al orden simbólico, que se debe,
respectivamente, al significante. En el Edipo también la mujer toma el rodeo de la identificación con el padre, y
sigue por ende los mismos caninos por el padre, debido a la prevalencia de la forma imaginaria del falo.
En tanto la función del hombre si la mujer esta simbolizada, en tanto es literalmente arrancada del dominio de
lo imaginario para ser situada en el dominio de lo simbólico, es que se realiza toda posición sexual, normal,
acabada “la realización genital está sometida, como a una exigencia esencial, a la simbolización: que el hombre
se virilice, que la mujer acepte verdaderamente su función femenino”.
Inversamente, cosa menos paradójica, la relación a partir de la cual el objeto se realiza como objeto de rivalidad
esta situada en el orden imaginario.
En la neurosis, con relación al Edipo, aquello que no se logra simbolizar surgen en síntoma elaborado con
instrumentos imaginarios.
Más allá del principio del placer: así como la vida se reproduce, ella se ve obligada a repetir el mismo cliclo, para
alcanzar el objetivo común de la muerte. Para Freud este es el reflejo de su experiencia. Cada neurosis reproduce
un cielo particular en el orden significante, sobre el fondo de la pregunta que la relación del hombre al
significante en tanto tal plantea.
Significante: carta 52 Freud: Trabajo con la suposición de que nuestro mecanismo psíquico nació siguiendo una
disposición en capas, mediante un ordenamiento en el cual cada cuanto, el material que se tiene a mano sufre
una reorganización según nuevas relaciones y un trastocamiento en la inscripción, una reinscripción.
El nacimiento del significante es la simultaneidad, y también su existencia es una conexión sincrónica.
Sin duda, lo real en juego no debe tomarse en el sentido en que lo entendemos habitualmente, que implica
objetividad, confusión que se produce sin cesar en los escritos analíticos. Lo subjetivo aparece en lo real en tanto
supone que tenemos enfrente un sujeto capaz de valerse del significante, del juego del significante, y capaz de
usarlo del mismo modo que nosotros lo usamos; no para significar algo, sino precisamente, para engañar acerca
de lo que ha de ser significado.
Si el psicoanálisis nos enseña algo, es precisamente que el desarrollo del ser humano no puede en modo alguno
ser directamente deducible de la construcción, de las interferencias, de las composiciones, vale decir, de los
instintos. El mundo, en el que vivimos, en medio del cual nos orientamos, y sin el cual de ningún modo podemos
orientarnos, no implica solamente la existencia de las significaciones, sino el orden del significante.
“si el comlplejo de Edipo no es la introducción del significante, les pido que me den de él alguna concepción
distinta. Su grado de colaboración sólo es tan esencial para la normalización sexual porque introduce el
funcionamiento del significante en tanto tal en la conquista del susodicho hombre o mujer.
Pero aún es necesario que el sujeto adquiera el orden del significante, lo conquiste, sea colocado respecto a él
en una relación de implicación que lo afecte en su ser, lo cual culmina en la formación de lo que llamamos en
nuestro lenguaje el superyó.
En el histérico ¿en qué estriban los síntomas, si no es en la implicación del organismo humano en algo que está
estructurado como lenguaje; debido a lo cual determinado elemento de su funcionamiento entrará en juego
como significante.
Freud articula enérgicamente, incluso en el texto sobre el presidente Schreber, la radical distinción que existe
entre convicción pasional y convicción delirante. La primera surge de la proyección intencional: por ejemplo, los
celos que hacen que esté celoso en el otro de mis propios sentimientos, en los que impuso al otro mis propias
pulsiones de infidelidad. En lo que respecta a la segunda, Freud tiene esta formula: lo que fue rechazado del
interior reaparecerá en el exterior, o también, como se intenta expresarlo en un lenguaje amplificador, lo que
ha sido suprimido en la idea reaparecerá en lo real. Pero ¿qué quiere decir esto? Para lo anterior, hay que dar
fe de las dificultades conceptuales en las que uno se ve envuelto si confunde aunque más no sea un poco, la
noción de realidad con la de objetividad, incluso con la de significación, si se pasa realidad diferente a la de la
experiencia de lo real, a una realidad en el sentimiento de lo real.
En el caso de schreber, vemos al comienzo un periodo de trastorno. Reconstruyéndolos podemos encontrar,
salvo algunos detalles, toda la apariencia de la significación y de los mecanismos cuyo juego apreciamos en la
neurosis. Nada se asemeja tanto a una sintomatología neurótica como una sintomatología pre sicótica. Una vez
hecho el diagnostico, se nos dice entonces que ahí el inconsciente está desplegado afuera, que todo lo que es
el id paso al mundo externo, y que las significaciones en juego son tan claras que justamente no podemos
intervenir.
¿a partir de qué momento decimos que el sujeto pasó la barrera, que está en el delirio? Tenemos el periodo
prepsicotico. Nuestro presidente scrheber vive algo cuya índole es la perplejidad. Nos da, en estado viviente,
esa pregunta que yo les decía estar en el fondo de toda forma neurótica. Es presa uno lo dice retroactivamente
de extraños presentimientos, es invadido bruscamente por esa imagen, la que menos hubiera uno penasdo
que iba a surgir en la mente de un hombre de su especie y estilo, que debe ser muy agradable ser una mujer
sufriendo el acoplamiento es un periodo de confusión pánico ¿basta esto para ubicar la entrada en la psicosis?
De ninguna manera. Ejemplo:
Katan: hombre joven en pubertad, inducido por un camarada se interesa por un joven que es la misma de interés
del camarada, una vez sufrientemente avanzado en su identificación a su camarada, la joven caerá a sus brazos.
Lo anterior es un mecanismo de compensación imaginaria, compensación imaginaria del Edipo ausente, que le
hubiera dado la virtualidad del Edipo ausente, no de la imagen paterna, sino del significante, del NOMBRE DEL
PADRE.
Cuando la psicosis estalla, el sujeto se comportará como antes, como homosexual inconsciente. Todo su
comportamiento en relación al amigo que es el elemento piloto de su tentativa de estructuración en el momento
de la pubertad, reaparece en su delirio. ¿a partir de que momento delira? A partir del momento en que dice que
su padre le persigue para matarlo, para robarlo, para castrarlo. Pero el punto esencial, que nadie subraya, es
que el delirio comienza a partir del momento en que la iniciativa viene de otro con mayúscula, en que la

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