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En su definición del Estado, características y funciones, el autor afirma que lejos está de ser
un espacio igualitario. Por el contrario, es producto de la dominación de personas sobre
personas.
El Estado no es representativo de la totalidad de la sociedad.
La sociedad es heterogénea y conflictiva, y eso también repercute en el Estado. Es decir,
dentro del Estado, también hay diferencias. Así, siempre algunos grupos poseen el control
del Estado (o de alguna parte) pero deben conducirlo sobre toda la sociedad.
La violencia pura es un elemento clave para dominar, pero sola no es suficiente para explicar
el predominio del Estado sobre la sociedad.
Para ser efectiva, la violencia debe ser aceptada por los ciudadanos y, además, debe
ser legal, es decir, prevista en las leyes. Esto significa que la violencia debe ser
legítima, regulada por la ley.
El Estado no puede ejercer violencia si no está apegada a la legalidad que él mismo predica.
La violencia tiene una explicación que la legitima (por ejemplo, mantener el orden) y una
legalidad que la controla, le da forma e impide que se desborde (la ley).
Una visión crítica del Estado tal cual lo planteó Weber proviene del marxismo
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.
Para Karl Marx (1818-1883), el Estado es clasista, es decir, favorece a una clase, está al
servicio de la clase dominante. En el sistema capitalista, esa clase dominante es la burguesía.
¿Por qué las personas obedecen al Estado?
Weber estudió las sociedades humanas y observó que los ciudadanos aceptaron el poder de
dominación ejercido por el Estado sobre la base de diferentes motivos.
Como producto de su observación propuso una tipología; agrupó los diferentes tipos de
dominación bajo conceptos generales. Así, según el pensador alemán existirían tres tipos de
fundamentos de la legitimidad de una dominación:
En primer lugar, menciona la legitimidad del “eterno ayer” basada en la costumbre. En
este caso, la obediencia no se reflexiona mucho. La respuesta a la pregunta que inicia
este apartado sería: “siempre fue así y siempre lo será”.
En segundo lugar, Weber propone la idea de la dominación sostenida en la gracia o
carisma personal de quien lidera un Estado.
La historia de la humanidad está plagada de momentos de este tipo… Alude a cuando una
persona, usando su inteligencia, magnetismo personal, capacidad de liderar grupos o
convenciendo a enormes cantidades de población, genera reglas que la multitud obedece sin
cuestionar. Incluso, muchas veces, eso llevó al desastre.
Pero, más allá del resultado final, el carisma
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del líder ha sido uno de los motivos que sostuvo
la dominación.
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Según el marxismo, el Estado es quien posibilita reproducir la dominación a partir de conservar y proteger el
sistema capitalista; el Estado estaría al servicio de los intereses de la clase dominante y es un instrumento que
le permite a esa clase subordinar a las otras.
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Weber se centró mucho en este aspecto (el del carisma). Le interesaba explorar en el “carisma” asociado al
liderazgo personal de una figura dominante: el “caudillo”. En este tipo de liderazgo y dominación, al alemán le
llamaba la atención la idea de la vocación (actitud) por el poder mostrada por el caudillo.