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que la interpretación de una frase supone considerar la conjunción de significados referenciales que
denotarán siempre inequívocamente lo mismo. El significado pragmático, en cambio no está dicho, sino
implicado.
Ejemplo: un muchacho mira su reloj y le dice a su pareja “nos vamos cuando quieras”. Si se tuviera en
cuenta el significado semántico, esa frase refiere solo a su contenido explícitamente proferido, esto es,
“nos vamos cuando quieras”. Ahora bien, desde la perspectiva pragmática esa emisión –como cualquier
otra– supone la posibilidad de un contenido no dicho; lo dicho, anclado en ese contexto específico, nos
permite derivar un contenido implicado particular. Es decir, se reconoce la existencia de algo no
explicitado de modo verbal pero igualmente pasible de ser interpretado –una lectura posible, entre otras,
es que el muchacho “dice”, sin hacerlo explícito, que manifiesta la intención de irse por el motivo que
fuere–.
El contexto pragmático está conformado por todos aquellos elementos de la situación extraverbal que se
pueden relacionar con la emisión lingüística y, en particular, con la intencionalidad del hablante. El sujeto
pragmático es un usuario del lenguaje, un hablante racional que conoce los principios que regulan la
adecuada interpretación de las emisiones en un intercambio comunicativo.
Uno de los autores más reconocidos que ha teorizado sobre los significados intencionales y que ha
sentado las bases del modo en que la perspectiva pragmática entiende la interpretación de las emisiones
fue Paul Grice. Este autor propuso la Teoría del Principio de Cooperación, bajo la premisa de que los
intercambios lingüísticos son un tipo de conducta racional convencionalmente regulada que se dirige
hacia algún fin, es decir, que está motivada por una intención determinada.
El principio de cooperación consiste en una regla general aceptada tácitamente por todo participante de
un intercambio verbal y puede parafrasearse de la siguiente manera: “Haga usted su contribución a la
conversación tal y como lo exige, en el estadio en que tenga lugar, el propósito o la dirección del
intercambio que usted sostenga”. Asimismo, Grice hace derivar de tal principio cuatro máximas que, en su
interacción, tienen un rol fundamental en la generación de los significados intencionales, en particular, en
la producción e interpretación de las implicaturas conversacionales.
- Máxima de cantidad: haga que su contribución sea tan informativa como lo requiera el propósito
de la conversación (sin información de menos ni de más).
- Máxima de calidad: no diga lo que crea que es falso.
- Máxima de relación: sea pertinente con el tema de la conversación (no diga lo que no “viene al
caso”).
- Máxima de modo: sea claro (evite ambigüedades y desórdenes expresivos).
Las implicaturas pueden ser clasificadas según su naturaleza en implicaturas convencionales y no
convencionales (las cuales son clasificables, asimismo, en conversacionales y no conversacionales).
Las implicaturas convencionales son aquellas que remiten a significados no dichos pero que provienen
del significado de algunas de las emisiones efectivamente proferidas, ya sea por alguna palabra que
opera como marcador en particular o por el tipo de construcción sintáctica. Ejemplo: ¿Cuándo rendiste
filosofía? → Implicación convencional: rendiste filosofía.
Las implicaturas no convencionales constituyen significados extralingüísticos motivados por un propósito;
es decir, se vinculan con la efectiva intención de comunicar por parte del hablante en determinadas
circunstancias, más allá de lo dicho y, por tanto, suscitan en el interlocutor un proceso de interpretación o
inferencia (y no meramente una decodificación lingüística) a partir de distintos tipos de conocimientos
extraverbales que operan como principios de regulación.
Las implicaturas conversacionales son las que le interesan a Grice puesto que son las que involucran la
puesta en juego del principio de cooperación y sus máximas –y, por tanto, son pasibles de ser
sistematizadas y clasificadas, mientras que las implicaturas no conversacionales obedecen a principios de
naturaleza mucho menos regular, como principios morales, estéticos, sociales y, por consiguiente,
exceden las posibilidades interpretativas de este punto de vista–.
Grice afirma que cuando un hablante emite una frase que pareciera violar alguna de las máximas
conversacionales, no es un simple transgresor, sino que está intentando comunicar algo distinto de lo que
dice, esto es, busca producir una implicatura. Ejemplo:
Situación: dos colegas conversando en el ámbito laboral.
- ¿Tenés ganas de tomar una cerveza cuando salgamos del trabajo?
- Tengo novio.