
De nuevo Freud: “No es fácil para los seres humanos, evidentemente, renunciar a satisfacer esta su inclinación agresiva. (…)
siempre es posible ligar en el amor a una multitud mayor de seres humanos, con tal que otros queden fuera para manifestarles la
agresión.”
La inclinación agresiva es, por tanto, una disposición pulsional del ser humano, en la cual la cultura encuentra un enorme
obstáculo.
¿De qué medios se vale entonces la cultura para erradicar o atenuar la agresión?
Freud: “La agresión es introyectada, interiorizada, pero en verdad reenviada a su punto de partida; vale decir: vuelta hacia el yo
propio. Allí es recogida por una parte del yo, que se contrapone al resto como superyó y entonces, como conciencia moral, que
ejerce contra el yo la misma severidad agresiva que el yo habría satisfecho de buena gana en otros individuos.
El desarrollo de lazos de amor en el grupo parece requerir de otros sobre los cuales descargar los golpes.
Fariña ilustra el tema con diapositivas de una campaña de Benetton con imágenes cuyos ejes son la diversidad étnica y los mitos
respecto de la sexualidad. En esta campaña Benetton propone un desplazamiento. Dirigiéndose a los jóvenes, estaría
preguntando: ¿Uds. todavía son de aquellos que designan a las personas por el color de su piel, o pertenecen ya a quienes
entienden las razones de la diversidad étnica? En cada diapositiva introduce una pequeña explicación que informa respecto de
las razones de tal diversidad. Finalmente expone: mientras los colores de las pieles difieren, la sangre permanece roja.
En la dimensión histórica del problema de las minorías Fariña se centra en el cambio que se ha operado con el pasaje del
feudalismo al capitalismo moderno. En todas las formas de minorías que la humanidad conoció hasta el advenimiento del
capitalismo, siempre el rasgo objeto de movilización ha sido un elemento del orden de lo natural. Se entiende por natural
aquellas marcas que el ser humano trae al nacer o adquiere en la muy temprana infancia y que lo acompañan de manera
indeleble a lo largo de su vida. Por ejemplo las minorías organizadas a partir de rasgos étnico-raciales, o las minorías en base a
discapacidades. Todas las minorías sustentadas en un criterio precapitalista son cuestionadas y tienden a desaparecer o perder
peso con el desarrollo del capitalismo. Aquellos sectores sociales que eran objeto de discriminación injusta hoy tienden a ser
integrados (minorías religiosas, minorías en base al género, minorías basadas en la elección sexual, minorías lingüísticas,
minorías basadas en la edad) en el horizonte del capitalismo el efecto de movilización tiende a desplazarse a un nuevo objeto, lo
que resulta intolerable es la presencia de alguien pobre. Lo que moviliza hoy hasta el asco y la repulsa no es ya el color de piel,
la religión o la lengua, sino la pobreza extrema. Como antes lo fueron el color de piel, la circuncisión, o el cuerpo que nos tocó,
hoy es la cantidad de dinero que tenemos lo que define nuestra pertenencia a las minorías o a las mayorías.
¿Qué más hermoso nos diría Benetton que el abrazo de niños asiáticos, nórdicos, africanos y latinos? En la publicidad la imagen
es bellísima. Pero la condición de tal belleza es que estén todos enfundados en ropa cara de Benetton. En otras palabras, es la
marca del dinero lo que nos permite apreciar el hallazgo estético de la empresa. A los mismos niños, descalzos y sin nada de
comer, nadie los encontraría bellos. Pero Benetton está al tanto de esto (Fariña presenta dos últimas diapositivas). Hay un
planisferio con cambios. Los países tienen una superficie acorde a su población y una leyenda que dice “Aquí es donde vive la
gente”. Presenta otra imagen con un planisferio en donde cada país tiene un tamaño acorde a su riqueza. Es un mundo reducido
a lo Estados Unidos, Europa y Japón. El texto dice: “Aquí es donde vive el dinero”. Las verdaderas diferencias radican cada vez
más en el dinero y el poder.
Discriminación justa y discriminación injusta
Si se toma la acepción etimológica de "discernir", el acto de discriminar es esencialmente "justo", es decir, deseable. El horario
de protección al menor sería un ejemplo claro de ello: se distingue -discrimina- el estadio evolutivo del niño, que le impide
simbolizar determinados estímulos -violentos, sexuales-, los cuales podrían suponer carácter traumático. Es evidente que al
hacerlo, al discernir esta cuestión separando al niño del televisor, lejos de generar un perjuicio al menor, se busca preservarlo de
tales efectos traumáticos.
A la inversa, el concepto de "discriminación social", se reserva para los casos en los que la acción discriminatoria adopta
carácter negativo, o injusto. Ejemplo clásico de ello es la segregación de grupos humanos en razón de su raza, religión, lengua,
orientación sexual, discapacidad, condición socioeconómica, etc. La enumeración busca alertar respecto de la injusticia que
subyace a dicho menoscabo y promover acciones destinadas a suprimirla.
Diremos que entre la discriminación en sentido positivo y la discriminación en sentido negativo, existe una relación
inversamente proporcional. Cuanta mayor capacidad para discriminar -en el sentido positivo o simbólico- tenga un sujeto, más
preservado estará de llevar adelante acciones discriminatorias en el sentido negativo o injusto.
*Salomone, G. Consideraciones sobre la Ética Profesional: dimensión clínica y campo deontológico-jurídico. En “La
transmisión de la ética…”
Una ética profesional asociada exclusivamente a la deontología genera un desdoblamiento de la función profesional que toma
dos caras indialectizables. Por una parte se configura un profesional con deberes de ciudadano, abogando por los derechos de las
personas, atendiendo a las exigencias sociales y legales de la profesión, dirigiendo su práctica en función de un sujeto de
derecho. Por otra parte se encuentra un profesional que lidia con el sufrimiento del paciente, que debe operar con otra
concepción de sujeto y que despliega su práctica en el terreno de la transferencia. Hay una responsabilidad profesional entonces
ligada a nuestro objeto de estudio y práctica: el sufrimiento psíquico del sujeto.
La dimensión clínica no se refiere exclusivamente al trabajo clínico, sino que con este término nos interesa señalar una
perspectiva que toma en cuenta la dimensión del sujeto, la singularidad en situación. Claramente, el campo normativo
configurado sobre la lógica de lo general recorta los problemas desde una perspectiva particular. En cambio, la dimensión
clínica constituye un modo de lectura y abordaje sustentado en la categoría de lo singular.
Introducir la dimensión clínica en el campo de la ética profesional introduce, a su vez, la perspectiva ética.
La posición ética se constituirá en esa intersección entre el marco normativo y la dimensión clínica, lo cual excluye la
obediencia automática a la norma pero también su rechazo.
El campo normativo: códigos deontológicos y orden jurídico.