
cura, sino que debe explicarse el determinismo que encadena esos fenómenos y probar que es tal o cual cosa lo que ha
determinado la cura, pues es difícil eliminar las demás influencias que pudieran modificar la enfermedad.
El psicoanálisis parece utilizar dos formas de tratamiento. (1) Una es la que aconseja al enfermo un coito normal y regular,
usando el preservativo ideal que Freud le reclama a la ciencia ya que, en la época, para evitar el embarazo, recurrían al coito
interruptus; método que, se presuponía, llevaba a la neurosis por no permitir la adecuada liberación de la carga libidinal. (2) El
otro consiste en generalizar un procedimiento aplicado antes por Janet en sus estudios: buscar, en ciertos casos de histeria, el
recuerdo traumático, aparentemente olvidado y refugiado en la subconsciencia y transportar al sujeto a expresarlo, poniéndolo
ante la situación a la que no había podido adaptarse. El rol del médico no es sólo descubrir tal situación, sino también ayudar al
sujeto a adaptarse a ella y liquidarla de cualquier modo.
Según Janet, el psicoanálisis simplifica mucho las cosas. Otorga mucha más importancia al descubrimiento del recuerdo, que
según sus enseñanzas debe ser de orden sexual, y ello debe bastar: el enfermo está curado cuando ha vuelto a tener conciencia
de la perturbación sexual ocurrida en su infancia y rechazada al subconsciente. El autor plantea una conjetura a esta perspectiva:
muchas personas han tenido relaciones sexuales satisfactorias y normales y, sin embargo, padecen perturbaciones neuropáticas
graves. Por ello, Janet desconfía del primer procedimiento del psicoanálisis.
Volver conciente los recuerdos sexuales rechazados será el segundo procedimiento del tratamiento psicoanalítico. Pero muchos
autores han hecho conjeturas análogas a las previas sobre el mismo.
El psicoanálisis no sólo generaliza todo demasiado, sino que todos sus términos tienen un doble sentido, perjudicando su
interpretación. La ciencia actual y práctica debe tomar las ideas y las palabras como figura en el pensar de su época. No deben
aplicarse a observaciones médicas las concepciones filosóficas y que los mismos filósofos no desean adoptar. El psicoanálisis es
ante todo una filosofía interesante que desgraciadamente quiere ser una ciencia médica y pretende aplicarse al diagnóstico y al
tratamiento de los enfermos. Aquí sitúa Janet el origen de todas las dificultades y errores.
La neurología y la psiquiatría necesita de otra clase de estudios y la psicología no debiera presentarse a los médicos mientras no
renuncie a las ambiciones desmesuradas y no se limite a reducir la conducta y las actitudes de los enfermos, por medio de
términos precisos y bien definidos, relacionando todos los hechos por un determinismo riguroso.
Janet considera que el psicoanálisis no tardará en desaparecer, pero dejará preciosas observaciones que ha ayudado a recoger
sobre la neurosis, el contenido de diversos delirios, la evolución del pensamiento en la infancia, variedades de sentimientos
sexuales, etc. Se olvidarán las generalizaciones exageradas y los simbolismos aventurados, y con el tiempo sólo se recordará que
el psicoanálisis ha prestado grandes servicios al análisis psicológico.
DANIEL LAGACHE. LA UNIDAD DE LA PSICOLOGÍA. PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL Y PSICOLOGÍA CLÍNICA.
Así como no hay varias físicas o químicas, Lagache considera que no debería haber más de una sola psicología. Pero "las
psicologías" son múltiples, y ello prueba que esta ciencia está aún muy atrasada. Por eso el proyecto que emprende se dirige
hacia la unidad de la psicología. Tomará ciertas actitudes dominantes que durante 1930 y 1940 influyeron en esa multiplicidad,
sobre todo las preocupaciones epistemológicas y doctrinales de los psicólogos que intentaban reflexionar sobre su ciencia.
Encuentra así al naturalismo y al humanismo, a los que contrastará en sus características.
▪ Respecto a los hechos psicológicos, el naturalismo tiende a eliminar la conciencia y a cosificarlos, como en el conductismo
watsoniano, donde el objeto de la psicología es la conducta en lo que presenta como exterior y material. El humanismo, más
tradicional, admite que los hechos psicológicos son “conciencias”, “vivencias” o “expresiones”.
▪ En la relación entre el todo y las partes, el naturalismo afirma la anterioridad de los elementos y de las leyes naturales; por
ejemplo, muchos consideran el “reflejo condicionado” como una conducta simple y elemental, el hábito sería un
encadenamiento de ellos, y la personalidad, un sistema de hábitos. Según el humanismo, el todo es anterior a las partes y no
podría volver a componerse a partir de sus elementos; todo hecho psicológico sólo puede aislarse de modo artificial del conjunto
de las relaciones entre el organismo y el medio. En esta corriente se ubicaría la Gestalt.
▪ En cuanto a la inteligibilidad de los hechos psicológicos, los naturalistas construyen leyes análogas a las de la naturaleza, y se
expresan mediante relaciones cuantitativas que permitan “explicar” los fenómenos, reducirlos a componentes más simples y de
número limitado, como por ejemplo, las leyes del aprendizaje. Los humanistas, en cambio, se basan en tipos o relaciones ideales,
síntesis limitadas que sirven para “comprender” más que para explicar; por tanto, requiere un método cualitativo, intuitivo,
artístico.
▪ En el modo de concebir el sustrato de la vida psíquica, el naturalismo basado en los datos materiales objetivamente
comprobados, no admite ningún substrato que no sea orgánico. El humanismo, al contrario, explora las “capas profundas” del
psiquismo, al “inconsciente”, a la “psicología en profundidad”.
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