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Tiene una direccionalidad temporal que los ordena, toda nuestra actividad psíquica parte de
estímulos internos o externos y terminan en innervaciones (en el sentido de la acción).
El interior y lo exterior como compartimientos es una falacia, estamos habitados por
circunstancias en los cuales hay zonas, pasajes y fronteras. En definitiva el aparato psíquico
funciona así: Obtiene un estímulo y otorga una respuesta.
Este modelo de estímulo y respuesta es el arco reflejo.
Todo lo que recibimos en la percepción queda una huella en el psiquismo, esta huella
se llama huella mnémica. (Nemesis, memoria). Hay movimientos perpetuos en estos
sistemas, movimientos permanentes sin acabar y las estas huellas mnémica son las que lo
provocan. En el anterior grafico representan estas huellas que quedan permanentemente
pujando y haciendo fuerza en el psiquismo. Esto es necesario que sea así sino no
crearíamos existencia. Estas percepciones no se quedan por completo, sino estaríamos en
un nivel álgido de la locura, tampoco desaparecen por siempre, en algún lugar quedan y
producen lo propia existencia, pujan y tienen valor. Estas quedan en las localidades
psíquicas en las que demuestra la gráfica, pero quedan con fuerza porque constituyen
huella. Los sueños activan estas huellas.
Nuestras percepciones se encuentran enlazadas en la memoria, a veces se recuerda
algunas y otros no, muchas veces se recuerda lo más significativo y otros no porque estos
tenían una huella con más peso. Esta fuerza que hace que se quede retenido el recuerdo y
no salga es la fuerza de la represión, en la que muchas veces estos tienen una fuerza de
displacer grande en el sujeto. Esta sobrefuerza pulsional hace la fijación de estas huellas.
La base de la asociación son los sistemas mnémicos, aquellas percepciones que fueron
enlazadas hay que desenlazarlas mediante la asociación libre. Estas estan ligadas y casi
que se van eligiendo. Todo este mundo nos va definiendo y nos da cuenta de nosotros y
nuestra experiencia.
Hay algunos recuerdos que son conscientes y otros no: Freud da cuenta de que cuando
algo quiere pasar del inconsciente al consciente hay un sistema como una suerte de aduana
donde elige que pasar y que no, toda nuestra acción sobre el mundo tiene una regulación
interna, estamos mediando todo el tiempo en si lo de adentro está bien, si no molesta a
alguien más, si no es ofensivo, etc. Regulamos lo que corresponde y lo que no corresponde
y esta instancia seria la “criticadora” Esto ayuda a vivir en relación con los demás, aunque
muchas veces estas cosas reprimidas aparecen en los sueños. Este nos permite vivir todas
estas cosas pulsionares que no lo hacemos conscientemente, para vivir con el otro. Freud
decía que este sistema criticador se encuentra en el sistema motor.
En este sistema hay dos divisiones: El inconsciente y el preconsciente, este último es donde
se alojan las cosas que pueden volverse consciente. Es el pasaje entre el inconsciente y el
consciente. Para que estas se vuelvan a la consciencia se debe cumplir ciertos aspectos:
Que se alcance cierta intensidad, tiene que tener una distribución importante de esta
función de la atención (requerir la atención). Este sistema tiene la llave de decidir qué hacer
y al sistema que está detrás lo llamamos inconsciente porque no tiene acceso ninguno a la
consciencia si no es por vía del preconsciente.
El deseo como motor: Un saber que se sabe y que a su vez no se sabe. Freud va a decir
que el psiquismo se va a guiar por el principio del placer, es un sistema fuerza que funda
nuestro carácter. Desde un punto de vista Freudiana el placer indica la disminución de las
cargas de energía. Las tensiones entre el consciente, preconsciente y el inconsciente se
rigen con una energía que va circulando entre asociaciones en forma libre y que se juntan
en forma desmedida y que alguna puede tramitarse, condensarse. Todo esto da conflicto
entre instancias, sistemas o fuerzas. Desde el punto de vista energético vivido como placer
en la medida en que la energía al aumentar la tensión, puede o posibilita decrecer. El placer