
El educador y el educando se influyen mutuamente, y en esa relación se produce
el aprendizaje.
El autor concluye su reflexión afirmando que la educación es una experiencia
incalculable. La educación, argumenta Antelo, es una experiencia que nos
transforma, que nos hace crecer como personas.
A continuación, se presentan algunos de los puntos clave del texto, desarrollados
de manera más detallada:
La experiencia como elemento fundamental de la educación
Antelo sostiene que la experiencia es un elemento fundamental de la educación.
La educación no es un proceso abstracto o desencarnado; es un proceso que se
vive en el cuerpo y en la mente, en el corazón y en el alma. La experiencia
educativa es, por lo tanto, una experiencia personal e intransferible.
La experiencia educativa es una experiencia que nos toca en lo más íntimo de
nuestro ser. Nos permite conocernos a nosotros mismos, a los demás y al mundo
que nos rodea. Nos ayuda a desarrollar nuestra capacidad de pensar, sentir y
actuar.
La educación como proceso de construcción de subjetividades
Antelo sostiene que la educación es un proceso de construcción de
subjetividades, de formación de personas. La educación no se limita a la
transmisión de conocimientos o habilidades; es un proceso que nos permite
desarrollar nuestra capacidad de pensar, sentir y actuar. La educación nos ayuda
a construir nuestra identidad, a definirnos como personas.
La educación nos ayuda a desarrollar nuestra capacidad de pensar críticamente,
de tomar decisiones propias y de actuar de manera responsable. Nos ayuda a
descubrir nuestros talentos y a desarrollarlos. Nos ayuda a construir relaciones
significativas con los demás.
La educación como proceso relacional