Religion y Sociedad:
Para las mujeres, particularmente aquellas de las clases superiores, una via de escape directa de
las obligaciones de la vida familiar residía en la posibilidad de hacerse sacerdotisa. Las sacerdotisas
de mayor prestigio eran las vírgenes Vestales, que rendían culto a Vesta, la diosa de la tierra, y
custodiaban el fuego sagrado en su santuario circular en Roma. Las sacerdotisas también
preparaban el cereal mezclado con sal para las practicas religiosas. Las candidatas tenían que ser
ciudadanas romanas, que tuvieran entre seis y diez años, y cuyos padres estuvieran vivos.
Normalmente se esparaba que sirvieran durante treinta años y tenían que respetar la mas estricta
pureza sexual. Una vestal ya no estaba bajo el poder de su padre y se le tenia una gran respeto,
aunque la pena por perder su virginidad era ser enterrada viva. La función de las vestales resumía
la esencia de la religión del estado romano, con su insistencia en un estricto ritual y en la
supervisión de las festividades y las prohibiciones para promover el bienestar y el éxito de la res
publica. La mas minima sospecha de una conducta impropia o de la impureza de una vestal podía,
en consecuencia, acarrear un desastre para Roma.
Desde el periodo republicano los rituales y festivales públicos habían constituido la infraestructura
esencial de la religión romana, que, originalmente, había estado conectada muy de cerca con el
año agrario. Sin embargo, la practica religiosa conservo su dinamismo en la época imperial y no
hay razón para subestimar el entusiasmo personal o las creencias, aunque el sentimiento religioso
privada sea difícil de sopesar.
Roma no solo absorbió las influencias religiosas externas, sino que también exporto su propia
infraestructura de creencias mediante la fundación de colonias fuera de la ciudad. En el este, los
conquistadores y los sometidos compartían las deidades del panteón grecorromano, y los cultos
locales prosiguieron sin que roma inferfiriera bajo la dirección de los sacerdotes de la clase
superior. Estos rituales flexibles, politeístas, encajaban fácilmente con el culto al emperador, que
seria el factor unificador del mundo romano mientas fuera manejado con la suficiente sensibilidad.
Domiciano demostró su enorme arrogancia cuando envio una circular a sus procuradores con el
encabezamiento: “nuestro dios y señor ordena que se haga esto” (Suetonio, Domiciano 13.2)
En el oeste, los romanos se toparon con practicas religiosas muy diferentes. Por ejemplo, en
Britania se siguio rindiendo culto a muchas deidades no romanas, a menudo en un area local,
como Coventina en Carrawburgh. Con el tiempo, las deidades celticas llegaron a identificarse con
los dioses romanos y los nativos empezaron a adoptar los métodos romanos de pintar a sus
divinidades, pues aunque aparecieran en forma animal podían tener otros atributos como el rayo
de jupiter. El mas famoso ejemplo de asimilación con la practica romana es sulis, una diosa del
agua celta que se identifico muy de cerca con minerva, y tenia un templo a lamnera clásica que
presidia el complejo de baños de las aguas termales en aquae sulis (bath).
Durante toda la republica, los romanos habían demostrado ser receptivos a las nuevas formas de
culto sobre una base sele tiva. Esta practica continuo y la diosa egipcia Isis, por ejemplo, se hizo
muy popular en roma, como iosa de la vida y el nacimioento, protectora de las muueres y de la
familia y como gran sanadora. A partir del siglo II d.C, y en adelante, un dios indoirani, Mitra,
apareció en el mundo romano como dios-sol (el invencible dios-sol Mitra); era honrado por
pequeños y exclusivos grupos de hombres que creían haber sido elegidos y a aquienes se les había
prometido la vida eterna. Según la mitología de este misterioso culto, Mitra había asesinado al
todo sagrado, lo que de algún modo condujo a los creyentes a su salvación. Los iniciados, que en
su mayoría se concencentraban en roma, ostia y las provincias fronterizas, eran normalmente
gente corriente. Aunque ytamnian había muchos soldados, a quienes atraía quizás la idea de la
camaradería cercana y la exclusividad del culto. Además, desde hacia tiempo los romanos se
habían famliarizado con el culto monoteísta de los judisio, a quienes augusto había concedido
libertad de culto, al aceptar que sus ritos eran antiguos y legitimos. Los romanos, sin embargo, no
comprendían lo íntimamente entrelazados que estaban las creencias religiosas judías con el
sentimiento nacional, y no apreciaban por completo la importancia de mantener las imágenes del
emperador fuera del templo. Una seria de acciones torpes e insensibles por parte de los
gobernadores romanos, y la amenaza del emperador caligual de hacer que colocaran una esttua
suya dentro del templo para que le rindieran culto, enojo a muchos en jerusalem. Ademas, los
judíos de alejandria fueron atacados por los griegos en la ciudad, concabados con el gobernador. A
pesar de estos reveses a las buenas relaciones, los romanos percibieron la gran guerra judía entre
los años 66 y 70 no en términos religiosos, sino como un acto de rebelión política. Los cristianos
eran considerados definitivamente como extraños, por su creencia monoteistica en un salvador
que había muerto y había sido resucitado, y por la practica que llevaban a cabo grupos cerrados de
fieles de rituales que parecían extraños a muchos paganos, incluida la ceremonia de la eucaristía,
que consistía en comer la carne y beber la sangre de cristo.
Los cristianos también debían hacer frente a acusaciones de relaciones incestuosas, puesto que se
dirigían unos a otros como hermanos o hermana, y de fomentar la sedición por referirse a cristo
como el señor. El gobierno romano durante los dos primeros siglos del periodo imperial no
comprendía la cristiandad, ni tampoco tenían interés alguno en ella, puesto aue sua adepos eran
relativamente pocos y no9 suponian ninguna amenaza; además, las creencias monoteístas y la
esperanza de la inmortalidad no eran desconocidas en el imperio romano. Tacito es el único
escritor romano pagano que menciona la ejecución de cristo por parte de poncio pilato, y muesta
todo su desprecio contra el cristianismo al describirlo como una superstición mortal y depravada
(Annales 15.44). no había ninguan leu que prohibiera el cristianismo, pero después del gran
incendio de roma enel año 64 d.c., nerón eligio a los cristianos com chivos expiatorios para alejar
de él la hostilidad de su propia persona, y a partir de ahí se situarion en el punto de mira de los
romanos como potencialmente alborotadores. Puesto que la ley criminal romana no definia el
cristianismo como un delito, y no había ningún encargado puglico de perseguirlos, dependía de la
discreción de los goberbadores de las provincias y de los magistrados aceptar o rechazar las
acusaciones de cada persona en concreto. La respuesta de estos oficiales a menudo habir aestado
condicionada por la situación de sus provincia; el resentimiento y la violencia contra los cristianos
bien pudieron provocar que u gobernador inciara una persecusion mas vigorosa contra un pueblo,
que, como minimo, se creía que no hacia ningún bien. Los habitantes locales se alteraban por los
escandalosos rumores que circulaban sobre el culto cristiano y su obvia difencia y el
distanciamiento de als actividades de la comunidad, asi como su tendencia a insultar a las
deidades locales al describirlas como demonios. La expansión del cistianismo trajo consigo
tensiones, puesto que se enfrento con muchas personas con una fuerte creencia personal en los
rituales privados y en los cultos tradicionales. Sin embargo, no había ninguna persecución
organizada contra los cristinanos y, en palgunas provincias, se los dejo en paz durante
generaciones. Una vez que se habían llevado a los cristianos ante un tribunal, su comportamiento
hostil y su disposición al martirio bien podía enfuerecer al gobernador, que los veía como un
desafio a su autoridad. Trajano, en una carta a Plinio el joven, su gobernador en bitinia a principios
del siglo II, resule la actitud de un gobierno que era pridente, pero que esaba perplejo, que era la
par tolerante y cruel:
“has seguido el procedimiento que debías, mi querido segundo, en el examen de los casos de los
que habían sido llevados ante ti como cristianos. En efecto, no pued establecerse una regla con
valor general que tena, por asi decirlo, una forma concreta. No han de ser perseguidos; si son
denunciados y encontrados culpables, ha de ser castigados, de tal manera, sin embargo, que quien
haya negado ser cristiano y lo haga evidente en los hechos, es decir, suplicando a nuestros dioses,
consiga el perdón por su arrepentimiento, aunque hayan sido sospechosos en el pasado. Sin
embargo, los panfletos presentados anónimamente no deber tener cabida en ninguna acusación.
Pues no solo se trata de un detestable ejemplo, sino que no es propio de nuestro tiempo” (Plinio
EL Joven, Cartas 10.97)
Extraido de Historia de Roma, los orignes hasta la caída del imperio de Brian Cambell, paginas 285
a 288
La vida ulterior del derecho Romano.docx
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