
conservación
2
, de las que solo poco a poco se desprenden. Una parte de ellas continúan
asociadas toda la vida a las pulsiones yoicas, a las cuales proveen de componentes
libidinosos. Los diferentes destinos que experimentan estas pulsiones a lo largo de su
desarrollo pueden ser: El trastorno hacia lo contrario, la vuelta hacia la persona propia, y
represión y la sublimación. (Los dos últimos no los desarrolla en este texto)
➢ El trastorno hacia lo contrario: El trastorno hacia lo contrario se resuelve en dos
procesos: la vuelta de una pulsión de la actividad a la pasividad (ej. sadismo-
masoquismo y placer de ver-exhibición) y el trastorno en cuanto al contenido. El
trastorno sólo atañe a las metas de la pulsión. La meta activa (mirar) es
reemplazada por la pasiva (ser mirado). El trastorno en cuanto al contenido se
descubre en este único caso: la mudanza del amor en odio.
➢ La vuelta hacia la persona propia: La vuelta hacia la persona propia se nos hace
más comprensible si pensamos que el masoquismo es sin duda un sadismo vuelto
hacia el yo propio, y la exhibición lleva incluido el mirarse el cuerpo propio. Lo
esencial en este proceso es entonces el cambio de vía del objeto, manteniéndose
inalterada la meta.
El yo se encuentra originariamente, al comienzo mismo de la vida anímica, investido por
pulsiones, y es en parte capaz de satisfacer sus pulsiones en sí mismo. Llamamos
narcisismo a ese estado, y autoerótica a la posibilidad de satisfacción.
El mundo exterior en esa época no está investido con interés y es indiferente para la
satisfacción. Por tanto, en ese tiempo el yo-sujeto coincide con lo placentero y el mundo
exterior con lo indiferente.
En la medida en que es autoerótico, el yo no necesita del mundo exterior, pero recibe de
él, objetos a consecuencia de las vivencias derivadas de las pulsiones de autoconservación
del yo, y por tanto no puede menos que sentir por un tiempo como displacenteros ciertos
estímulos pulsionales interiores.
Así, a partir del yo-realidad inicial, se muda en un yo-placer que pone el carácter del placer
por encima de cualquier otro. El mundo exterior se le descompone en una parte de placer
que él se ha incorporado y en un resto que le es ajeno. Con el ingreso del objeto en la
etapa del narcisismo primario se despliegan también la segunda antítesis del amar: el
odiar. La oposición amor-odio reproduce la polaridad placer-displacer. Luego que la etapa
puramente narcisista es relevada por la etapa del objeto, placer y displacer significan
relaciones del yo con el objeto. Cuando el objeto es fuente de sensaciones placenteras, se
establece una tendencia motriz que quiere acercarlo al yo, incorporándose a él; entonces
hablamos de la “atracción”. A la inversa, cuando el objeto es fuente de displacer, una
2
Chupeteo. Al principio esta apuntalado a la nutrición (autoconservacion – mamar del pecho materno) y
luego se separa de la necesidad de nutrición, siendo el acto de chupeteo ahora un acto cuyo objetivo es de
puro placer.