Pulsiones y destinos de pulsión (1915)
Freud va a empezar diferenciando a la pulsión del estímulo.
Estimulo: Proviene del exterior y es descargado hacia afuera mediante una acción. Esta
acción, es acorde al fin, opera de un solo golpe, se lo puede despachar mediante una única
acción adecuada.
Pulsión: Proviene del interior del cuerpo. Actúa como fuerza constante y no se puede huir
de ella, esta necesidad es cancelada por la satisfacción.
La pulsión aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un
representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo, como una
medida de exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su
relación con lo corporal.
Algunos términos que se usan en conexión con el de pulsión:
Esfuerzo (Drang): Por esfuerzo de una pulsión se entiende su factor motor, la suma
de fuerza o empuje constante.
Meta (Ziel): La meta es la satisfacción que solo puede alcanzarse cancelando el
estado de estimulación de la fuente de la pulsión. Esta meta permanece invariable
aunque los caminos que llevan a ella son diversos.
Objeto (Objekt): El objeto de la pulsión es aquello en o por lo cual puede alcanzar
su meta. Es lo más variable de la pulsión; no está enlazado originariamente con ella
sino que se le coordina solo a consecuencia de su aptitud para posibilitar la
satisfacción. El objeto no necesariamente es algo externo, puede ser una parte del
cuerpo propio. La pulsión “rodea” al objeto, no se satisface en él. Puede ocurrir
que el mismo objeto sirva simultáneamente a la satisfacción de varias pulsiones
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.
Un lazo particularmente íntimo de la pulsión con el objeto se atribuye como
fijación de aquella.
Fuente (Quelle): Se entiende aquel proceso somático, interior a un órgano o a una
parte del cuerpo, cuyo estímulo es representado en la vida anímica por la pulsión.
Freud propone distinguir dos grupos de pulsiones primordiales: Las pulsiones yoicas o de
autoconservacion y las pulsiones sexuales.
Las pulsiones sexuales son numerosas, brotan de múltiples fuentes orgánicas, al comienzo
actúan con independencia unas de otras y sólo después se reúnen en una síntesis. La meta
a qué aspira cada una de ellas es el logro de placer de órgano, solo tras haber alcanzado
una síntesis cumplida, entran al servicio de la función de reproducción, se las conoce como
pulsiones sexuales. En su primera aparición se apuntalan en las pulsiones de
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Entrelazamiento de pulsiones Alfred Adler.
conservación
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, de las que solo poco a poco se desprenden. Una parte de ellas continúan
asociadas toda la vida a las pulsiones yoicas, a las cuales proveen de componentes
libidinosos. Los diferentes destinos que experimentan estas pulsiones a lo largo de su
desarrollo pueden ser: El trastorno hacia lo contrario, la vuelta hacia la persona propia, y
represión y la sublimación. (Los dos últimos no los desarrolla en este texto)
El trastorno hacia lo contrario: El trastorno hacia lo contrario se resuelve en dos
procesos: la vuelta de una pulsión de la actividad a la pasividad (ej. sadismo-
masoquismo y placer de ver-exhibición) y el trastorno en cuanto al contenido. El
trastorno sólo atañe a las metas de la pulsión. La meta activa (mirar) es
reemplazada por la pasiva (ser mirado). El trastorno en cuanto al contenido se
descubre en este único caso: la mudanza del amor en odio.
La vuelta hacia la persona propia: La vuelta hacia la persona propia se nos hace
más comprensible si pensamos que el masoquismo es sin duda un sadismo vuelto
hacia el yo propio, y la exhibición lleva incluido el mirarse el cuerpo propio. Lo
esencial en este proceso es entonces el cambio de vía del objeto, manteniéndose
inalterada la meta.
El yo se encuentra originariamente, al comienzo mismo de la vida anímica, investido por
pulsiones, y es en parte capaz de satisfacer sus pulsiones en sí mismo. Llamamos
narcisismo a ese estado, y autoerótica a la posibilidad de satisfacción.
El mundo exterior en esa época no está investido con interés y es indiferente para la
satisfacción. Por tanto, en ese tiempo el yo-sujeto coincide con lo placentero y el mundo
exterior con lo indiferente.
En la medida en que es autoerótico, el yo no necesita del mundo exterior, pero recibe de
él, objetos a consecuencia de las vivencias derivadas de las pulsiones de autoconservación
del yo, y por tanto no puede menos que sentir por un tiempo como displacenteros ciertos
estímulos pulsionales interiores.
Así, a partir del yo-realidad inicial, se muda en un yo-placer que pone el carácter del placer
por encima de cualquier otro. El mundo exterior se le descompone en una parte de placer
que él se ha incorporado y en un resto que le es ajeno. Con el ingreso del objeto en la
etapa del narcisismo primario se despliegan también la segunda antítesis del amar: el
odiar. La oposición amor-odio reproduce la polaridad placer-displacer. Luego que la etapa
puramente narcisista es relevada por la etapa del objeto, placer y displacer significan
relaciones del yo con el objeto. Cuando el objeto es fuente de sensaciones placenteras, se
establece una tendencia motriz que quiere acercarlo al yo, incorporándose a él; entonces
hablamos de la “atracción”. A la inversa, cuando el objeto es fuente de displacer, una
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Chupeteo. Al principio esta apuntalado a la nutrición (autoconservacion mamar del pecho materno) y
luego se separa de la necesidad de nutrición, siendo el acto de chupeteo ahora un acto cuyo objetivo es de
puro placer.
tendencia se afana en aumentar la distancia, sentimos la “repulsión” del objeto y lo
odiamos.
En síntesis, los destinos de pulsión consisten en que las mociones pulsionales son
sometidas a las influencias de las tres grandes polaridades que gobiernan la vida anímica.
De estas tres grandes polaridades, la que media entre actividad y pasividad puede
definirse como la biológica; la que media entre yo y mundo exterior, como la real; y, por
último, la de placer-displacer, como la económica.
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