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bastante extendida hace algunos años era la de crear en algunas universidades
facultades de Pedagogía” junto a las de Letras, Ciencias o Ciencias sociales, etc.
Pero los conocidos inconvenientes del sistema de facultades (que tiende a recluir
el saber en compartimentos estancos e impedir las relaciones interdisciplinarias,
vitales para el desarrollo de ciertas ramas) son aún más flagrantes en el campo de
la educación que en otros; en efecto, los problemas esenciales de la investigación
pedagógica consisten en fecundarla, en relación con otras disciplinas, y sacar a los
investigadores de su aislamiento e incluso curarles su sentimiento de inferioridad,
Por otra parte, él Instituto Jean-Jacques Rousseau, cuando se le adhirió a la
Universidad de Ginebra (última etapa, en 1948), rehusó que se le constituyese en
facultad, como se le proponía, y prefirió el sistema de un instituto interfacultades,
cuya sección de psicología dependiera de la facultad de Ciencias (la psicología
experimental quedaba en Ciencias y las ramas de psicología infantil y psicología
aplicada pasaban al instituto) y la sección de pedagogía de la de Letras (la cátedra
principal quedaba en Letras y las cátedras anexas pasaban al instituto). Es posible
que esta fórmula de institutos interfacultades tenga algún porvenir para otras
disciplinas y hay que señalar que ha sido adoptada en la Universidad de
Amsterdam para el conjunto de la filosofía.
Otra forma de relación entre la investigación pedagógica y la vida universitaria es
la que corresponde a las organizaciones anglosajonas, donde la unidad funcional
está constituida por los departamentos más que por las facultades. En tales casos
existe un departamento de Educación con la misma categoría que los de
Psicología, etc., y pueden citarse, tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos,
numerosos departamentos de Educación que son muy activos y proporcionan
hermosas investigaciones. Pero sus miembros se quejan, a veces, de dos
inconvenientes. Uno es la ruptura introducida entre la psicología y la pedagogía. A
menudo, se pone remedio a esto colocando la psicología infantil en la pedagogía,
pero al precio de separar la psicología genética de la psicología experimental (lo
que, frecuentemente, ha sido bastante nefasto) sin remediar suficientemente el
aislamiento posible del departamento de Educación. Otro inconveniente,
discretamente señalado, es que los matemáticos, físicos, biólogos, etc., que
destacan poco en sus respectivas ramas tienen la posibilidad de encontrar en los
departamentos de Educación salidas para enseñar didáctica de las matemáticas,
de la física o de la biología, lo que no siempre contribuye al avance de la
investigación en pedagogía.
Generalmente, estas distintas fórmulas de inserción de la investigación
pedagógica en las universidades han resultado, en cierto modo, fecundas,
especialmente en la medida en que han conseguido integrar el cuerpo docente en
las estructuras de nivel superior, gracias a los diversos modos de preparación de
maestros en la misma universidad; de esto hablaremos más adelante (cap. 8).
En cuanto a los centros de investigación independientes de las academias y
universidades, pueden tener mucha actividad. Unos son oficiales y dependen de
los ministerios más que las universidades. Otros, como en Estados Unidos,
dependen de fundaciones privadas y pueden presentar una notable flexibilidad,
como lo prueban varios c(proyectos” sobre la enseñanza de las ciencias desde los
P s i K o l i b r o