
ADRIAN MARCHISIO
estrategias adecuadas para su solución o atenuación, y al mismo tiempo de un modo
constructivo generar estímulos para que todos los operadores –de alguna u otra forma
vinculados con el proceso de reforma judicial– le apliquen nuevo impulso a las
modificaciones que sean conducentes para mejorar el servicio de justicia.
Entre los indicadores seleccionados puede llamar la atención la incorporación de
algunos que no tienen estricta relación con cuestiones temporales, como por ejemplo la
cantidad de fojas utilizadas, es decir la cantidad de actividad jurisdiccional que tuvo que
ser plasmada en soporte papel, pero que sí tiene una incidencia muy importante a efectos
de relevar la formalización o desformalización que posee actualmente el proceso penal y la
incidencia que ello puede representar en términos de celeridad procesal. Extremos que
pueden ser elementos valiosos a la hora de discutir sobre la “cuota de oralidad” que en
realidad posee el sistema, más allá de que por costumbre se lo llame “oral y público”
cuando en realidad no siempre lo es.
La metodología utilizada para la recolección de datos se homologa al muestreo
aleatorio simple. Y esto, debido a que el relevamiento de expedientes se ha llevado a cabo
respetando la multiplicidad de su aparición, en la medida de las posibilidades que cada
tribunal ofrecía, brindando las condiciones formales de aleatoriedad.
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Se ha elegido esta modalidad, debido a que por la carencia de un sistema
informático unificado y de un número de asignación unificado para todas las instancias, se
hacía imposible empezar a la inversa, es decir seleccionar un determinado número de
causas iniciadas en el año 2000 y de ahí seguir todos los pasos hasta llegar a la sentencia.
Este es uno de los defectos más importantes de la cuestión organizativa y de
implementación de la reforma que no ha sido encarado con la suficiente seriedad y uno de
los primeros escollos con los que se enfrenta cualquier investigador que pretende seguir la
evolución de un caso en particular. Si lo intenta tenga en cuenta que al final del proceso el
expediente habrá recibido siete números de registro distintos.
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La muestra en sí se ha calculado para un intervalo de confianza del 97,5% y una precisión estimada en el
8% de error. Para su cálculo se ha tomado en cuenta la cantidad de expedientes que han recibido sentencia
firme durante el año 2000. A partir de allí se seleccionaron al azar los Tribunales Orales en lo Criminal de la
Ciudad de Buenos Aires N° 1,7,10,11,14,15,17,21,24 donde se consultaron un número homogéneo de casos