Enciclopedia
SemiolOgica
'
Oficina
de
Publicaciones
d&
C.B.C.
Universidad
de
Buenos
Aires
Ciudad
Universitaria,
PabellOn
Ifl,
P.B.
Buenos
Aires
Impreso
en
Argentina
1
ediciOn,
1994
ISBN
950-29-0131-2
5-
Enciclopedia
Semiolgica
Directora
Elvira
Narvaja
de
Arnoux
Facultad
de
Filosofla
y
Letras
Consejo
Editor
Decano
Maite
Alvarado
Dr.
Luis
Vanes
Roberto
Bein
Secretario
de
Investigacin
y
Posgrado
Carlos
R.
Luis
Dr.
Felix
Schuster
Adriana
Silvestri
Ciclo
BÆsico
ComiTh
Diseno
Director
Lic.
Alberto
FernÆndez
Diego
Cabello
Secretaria
AcadOmica
Prof.
Ana
Maria
Garcia
Raggio
Diagramacin
y
EdiciOn
Coordinador
Publicaciones
Oficina
de
Publicaciones
Lic.
Ernesto
Abramoff
Ciclo
BÆsico
Comn
‘p
e
Dedico
este
texto
a
Graciela
Montes
y
a
Gustavo
Bombini,
que
esperaron
con
impaciencia
su
publicaciOn
y
sabrÆn
hacer
buen
uso
de
eI.
AO
Esta
pÆgina
es
para
que
en
efla
se
ande
el
lector
antes
de
leer
en
su
muy
digna
indecisiOn
y
gravedad
Macedonlo
FernÆndez
Paratexto
Prlogo
Los
Ilmites
del
objeto
"paratexto",
tal
como
se
lo
trata
en
el
presente
trabajo,
son
arbitrarios.
Esa
arbitrariedad
estÆ,
en
parte,
justificada,
dada
Ia
naturaleza
polimorfa
-a
Ia
vez
verbal,
icnica
y
material-
del
paratexto,
asi
como
Ia
diversidad
de
sus
funciones
y
de
sus
fuentes
de
enunciacin.
En
Ia
caracterizacin
del
objeto,
hemos
seguido
a
Gerard
Genette,
quien,
en
Seui/s,
propone
una
definiciOn
de
paratexto
y
Atede
intŁrnarse
en
el
texto,
conjeture
cuÆl
serÆ
su
contenido.
describe
algunos
de
sus
componentes.
Por
nuestra
parte,
Gulesepor/a
informacin
quele
dan/a
tapa,
Ia
contratapayelIndice
redefinimos
algunas
de
esas
categorias
y
desarroUamos
otras
que
a!
final
del
libro.
Genette
se
limita
a
mencionar.
Consideramos
parte
del
paratexto
tanto
Ia
tapa,
Ia
contratapa,
Ia
solapa
y
las
ilustraciones
de
un
libro,
diario
o
revista,
como
el
diseæo
grafico
y
tipografico,
el
formato
y
el
tipo
de
papel,
es
decir,
el
soporte
material
del
texto.
TambiØn
se
incluyen
en
Ia
categoria
prOlogos,
notas,
epigrafes,
dedicatorias,
indices,
apendices,
resU
menes
y
glosarios.
Podriamos
decir
que
el
paratexto
es
lo
que
queda
de
un
libro
u
otro
tipo
de
publicaciOn
sacando
el
texto
principal.
Como
Genette,
nos
hemos
limitado
aI
libro.
No
obstante,
se
hace
referencia
al
paratexto
de
diarios
y
revistas
con
frecuencia,
y
muchas
de
las
observaciones
a
propOsito
del
libro
son
vØlidas
tambiØn
para
los
medics
graficos.
Hemos
optado
por
el
libro
pensando
en
los
docentes
y
alumnos
terciarios
y
de
los
primeros
aæos
de
universidad
a
quienes
esta
publicaciOn
estÆ
especialmente
destinada.
Consideramos
que,
en
vista
de
Ia
escasa
familiaridad
que
muchos
de
los
ingresantes
a
Ia
universidad
demuestran
tener
con
Ia
lectura
de
libros,
este
trabajo
aporta
algunos
elementos
que
podrIan
ayudar
a
desarrollar
una
competencia
que
sigue
siendo
neCeswia
para
el
aprendizaje.
13
Maite
Alvarado
Paratexto
Los
libros
aUn
son
Ia
herramienta
privilegiada
de
acceso
al
conoci
miento,
sobre
todo
en
las
ciencias
sociales.
Aprender
a
decoditicar
correctamente
los
elementos
que
integran
el
paratexto
es
parte
de
siguiendo
este
modelo:
un
proceso
mÆs
abarcador:
aprender
a
reflexionar
criticamente,
a
analizar,
a
investigar.
Cualquier
libro,
pero
en
especial
los
libros
:.
APELL/DO,
Nombre
del
autor
tericos
y
cientIficos
que
deben
manejar
los
universitarios,
son
Titulo
de
Ia
obra,
CoIeccin",
Ciudadde
ed/don,
Editor,
fec/ia
de
maquinas
complejas,
de
dificil
acceso
para
alguien
que
no
estØ
ediciOn.
familiarizado
con
su
estructura.
El
paratexto,
por
lo
heterogØneo
do
su
naturaleza,
exige
un
abordaje
multidisciplinarlo.
Do
hecho,
desde
distintos
campos
se
han
tratado
algunos
de
sus
aspectos,
aunque
no
necesariamente
reconociendo
su
estatuto
paratextual.
Es
por
eso
que
el
presente
texto
recurre
al
auxilio
do
enfoques
diversos:
lingUIstico,
psIcolingQIstico,
discursivo,
semiologico,
sociolOgico.
Los
lectores
encontrarÆn
en
estetexto
informacin,
en
algunos
casos
ilustrada,
reflexiones
y
conjeturas,
algunos
ejemplos
analiza
dos
y
otros
pare
analizar.
El
capitulo
I
intenta
aproximarse
a
una
definiciOn
del
objeto
desde
distintas
perspectivas,
En
el
capItulo
II
se
ofrece
una
clasificaciOn
y
una
descripcn
de
os
elementos
que
integran
el
paratexto.
En
el
capItulo
Ill,
por
Ultirno,
hay
algunas
observaciones
sobre
Ia
incidencia
de
lo
paratextual
en
Ia
compren
siOn
tectora.
El
texto
viene
acomparSado
de
actividades
que
tienen
al
propio
Iibro
como
objeto.
Las
consignas
correspondientes
-
graficamente
diferenciadas-
se
han
intercalado
en
el
texto
de
manera
de
facilitar
su
comprensiÆn
y
resoluciOn.
Quiero
agradecer
especialmente
a
Elvira
Narvaja
de
Arnoux,
a
Daniel
Feldman,
a
Adriana
Silvestri,
a
Roberto
Bein
y
a
Carlos
Luis
por
su
lectuia
atenta
de
este
texto,
sus
comentarios
y
sugerencias
bibliogrÆficas,
y,
en
general,
a
los
comparleros
del
lnstituto
de
LinguIstica
de
Ia
Facultad
de
Filosofla
y
Letras
que
se
interesaron
por
el
tema.
14
15
IL
Maite
Alvarado
Paratexto
L
Natur&eza
d&
paratexto
1.
La
forma
del
paratexto
La
que
flamamos
texto
es,
en
primera
instancia,
una
superficie
escrita
en
a
que,
a
simple
vista,
se
distinguen
zanas
a
bloques
diferenciados.
Los
titulos
se
destacan
par
su
ubicacin,
por
Ia
distancia
que
los
separa
del
resto
del
texto
y
par
atras
marcas
graficas,
cama
tipa
de
letra
distinta
a
subrayada.
La
dispasiciÆn
en
pArrafos,
que
pueden
estar
separadas
par
un
interlineado
mÆs
amplia
a
empezar
can
sangrIa,
es
atra
de
las
primeras
infarmacia
nes
que
el
lector
abtiene,
antes
inclusa
de
emprender
Ia
lectura
prapiamente
dicha,
junta
can
a
escrito
en
as
mØrgenes,
las
natas
a
anatacianes
que
no
pertenecen
al
texta
sina
que
san
agregados
a
aclaraciones
hechas
en
un
mamenta
pasteriar.
A
estas
primeras
datas,
presentes
en
casi
tadas
los
textos,
impresas
a
manuscritos,
pueden
sumarse
variaciones
de
tipa
y
cuerpa
de
letra,
asteriscas
a
nUmeros
insertadas
sabre
a
al
nivel
de
Ia
Ilnea,
camillas,
parØn
tesis,
guiones,
signas
todos
que
san
captados
par
cantraste
can
Ia
grafia
dorninante.
Algunas
de
eUos
san
signas
de
puntuaciOn,
es
decir,
farman
parte
del
c6diga
escrita
en
su
dimensiOn
ideogrÆfica.
Las
signos
de
puntuaciOn,
en
su
conjunta,
integran
un
sistema
de
seæalizacu5n
del
texto
escrita
cuya
finalidad
principal
es
organizer
a
informaciOn
que
este
aporta,
jerarquizar
las
ideas
e
indicar
Ia
distancia
o
el
grado
de
compromisa
que
tiene
ci
que
escribe
con
las
palabras
que
usa.
Los
signos
de
puntuaciOn,
par
Ia
mismo,
son
parte
del
texto;
sin
ellos,
este
seria
una
masa
indiscriminada
de
17
Maite
Alvarado
Paratexto
palabras
casi
imposible
de
descifrar;
es
decir,
no
serla
texto.
Pero
no
todos
los
signos
que
se
relevan
en
este
barrido"
inicial,
previo
a
a
lectura,
pertenecen
al
texto
del
mismo
modo
que
Ia
puntuaciOn.
Las
variaciones
tipograficas
y
de
diagramaciOn
o
dsposiciOn
de
texto
y
grafica
cuadros,
graficos,
Hustraciones,
etc.
en
Ia
pagina,
son
cuestiones
morfolOgicas,
que
hacen
a
Ia
forma
en
que
el
texto
se
presenta
a
Ia
vista.
Un
mismo
texto
puede
asumir
"formas"
diseæos
distintos,
sin
que
el
contenido
del
mismo
se
modifique
sustaricialmente.
Estos
aspectos
morfologicos
cons
tituyen
un
"plus"
que
se
agrega
al
texto
para
facilitar
Ia
lectura
o
para
favorecer
un
tipo
de
lectura
que
interesa
al
autor
propiciar.
Se
trata,
entonces,
de
elementos
paratextuales,
auxiliares
para
Ia
compren
siOn
del
texto.
2.
Un
aparato
de
recepciOn
Del
mismo
modo,
son
paratextuales
los
textos
subsidiaries,
como
notas,
referencias
bibliograficas,
indices,
epigrafes...
"Antes
de
ser
un
texto,
el
libro
es,
para
el
lector,
una
cubierta,
un
titulo,
una
puesta
en
pÆgina,
una
division
en
pÆrrafos
y
en
cap
ftulos,
una
sucesiOn
de
sub
tItulos
eventualmentejerarquizados,
una
tab/a
de
materias,
un
Indice,
etc.,
y,
desde
luego,
un
conjunto
de
letras
separadas
por
blancos.
En
sIn
tesis,
un
libro
es
ante
todo
un
proceso
multiforme
de
espacializaciOn
del
mensaje
que
se
propone
a
Ia
actividad
de
sus
lectores.
"HØbrard,
1983:70
Si
bien
el
paratexto
no
es
privativo
del
material
impreso,
es
allI
donde
se
manifiesta
en
todo
su
esplendor.
For
una
parte,
porque
a
mayor
tecnologIa
se
multiplican
!os
recursos
destinados
a
facilitar
a
lectura.
For
otra,
porque
os
textos
impresos,
por
lo
general,
van
destinados
a
un
receptor
plural
-a
un
publico
lector-
y
a
un
mercado.
La
mayoria
de
los
textos
impresos
-no
todos,
desde
luego-
son,
ademØs,
mercancias,
y,
para
competir
en
el
mercado
especifico,
requieren
de
un
aparato
paratextual
cada
vez
mÆs
sofisticado.
Proliferan,
entonces,
en
el
caso
de
los
libros,
fundas,
bandas,
tapas
de
colores
Ilamativos,
destinadas
a
captar
Ia
atenciOn
del
lector
con
un
mensaje
corto
y
directo,
que
se
aæade
al
mÆs
clÆsico
de
solapas
y
contratapas.
Los
medios
de
prensa,
por
su
parte,
compiten
en
el
diseæo
de
sus
tapas
y
en
Ia
ingeniosidad
de
sus
titulares
y
copetes
que
anticipan
el
contenido
de
las
notas.
Rito
de
iniciaciOn
del
texto
que
ingresa
a
Ia
vida
publica,
el
paratexto
se
define
como
un
aparato
montado
en
funciOn
de
Ia
recepciOn
Genette,
1987.
Umbral
del
texto,
primer
contacto
del
Iector
con
el
material
impreso,
el
paratexto
es
un
instructivo,
una
gufa
de
lectura.
En
este
sentido,
los
gØneros
escritos1
cuentan
entre
sus
marcas
aspectos
paratextuales
que
permiten
anticipar,
en
cierta
medida,
el
carÆcter
de
Ia
informacin
y
Ia
modalidad
que
esta
asumirÆ
en
el
texto.
Esto
es
particularmente
evidente
en
et
caso
de
Ia
prensa,
donde
Ia
sola
presencia
de
un
recuadro
rodeando
un
texto
firmado
indica
que
se
trata
de
una
opinion
sobre
los
sucesos
referidos
en
Ia
pagina;
pero
tambiØn
los
generos
literarios,
cientifi
cos
o
de
divulgaciOn
ofrecen
al
lector,
desde
su
formato,
elementos
de
reconocimiento
y
Ia
oportunidad
de
formular
primeras
hipOtesis
sobre
el
contenido
del
texto,
que
Ia
lectura,
a
posteriori,
confirmarÆ
o
refutarÆ.
Una
ojeada
rÆpida
a
una
mesa
de
librerfa,
sin
ir
mÆs
Iejos,
permite
discriminar,
a
partir
del
diseæo
de
tapa,
literatura,
ciencia,
ensayo,
libros
tØcnicos,
de
auto-ayuda,
etc.
3.
Los
margenes
del
texto
Gerard
Genette
define
el
paratexto
come
Io
que
hace
que
el
texto
se
transforme
en
Iibroy
se
proponga
como
tal
a
sus
lectores
y
al
pUblico
en
general
Genette,
1987.
AdemÆs
de
los
elementos
verbales
prefacios,
epfgrafes,
notas,
etc.,
Genette
incluye
mani
festaciones
icOnicas
ilustraciones,
materiales
tipografia,
diseæo
y
puramente
factuales
hechos
que
pesan
sobre
Ia
recepciOn,
informaciOn
que
circula
per
distintos
medios
acerca
de
un
autor,
per
18
1.
Los
generos
discursrvos,
para
Mijall
Bajtin,
son
bpos
relativarnente
estables
de
enunciados
que
comparten
caracteuisticas
temÆticas,
estilisticas
y
de
esuctura.
Las
distintas
esferas
de
Ia
activ;dad
Se
organizan
alrededor
de
generos
discursivos
mÆs
o
menos
especificos.
Ver
Mijail
Bajtin,
E1
problema
de
los
generos
discursivos",
en:
Baltin,
M.,
EstØtica
de
Is
creacion
verbal
MØxloo,
Siglo
XXI,
1982.
19
Maite
Alvaraclo
ejemplo.
Es
el
caso
del
fisico
Stephen
Hawkins,
cuya
Historia
del
tiempo
tue
best-seller
en
1991
en
parte
debido
a
Ia
coincidencia,
en
Ia
persona
del
autor,
de
una
extraordinaria
capacidad
intelectual
y
una
notoria
discapacidad
fIsica.
Etimolgicarnente,
"paratexto"
seria
lo
que
rodea
o
acompana
at
texto
para=junto
a,
al
lado
de,
aunque
no
sea
evidente
cuÆl
es
Ia
frontera
que
separa
texto
de
entorno.
El
texto
puede
ser
pensado
corno
objeto
de
Ia
lectura,
a
Ia
que
preexiste,
o
como
producto
de
ella:
se
lee
un
texto
ya
escrito
o
se
construye
el
texto
at
leer.
Pero
ya
se
considere
que
el
texto
existe
paraser
leIdo
o
porquees
leldo,
Ia
lectura
es
su
razn
de
ser,
y
el
paratexto
contribuye
a
concretarla.
Dispositivo
pragmatico,
que,
por
una
parte,
predispone
-o
condicio
na-
para
Ia
lectura
y,
por
otra,
acorn
pana
en
el
trayecto,
cooperando
con
el
lector
en su
trabajo
de
construcciOn
-o
reconstrucciOn-
del
sentido.
Desdo
una
perspectiva
pragmatica,
se
pod
na
decir
que
es
el
objetivo
de
Ia
lectura
el
que
decide
el
recorte
y,
por
to
tanto,
define
el
carÆcter
paratextual
o
textual
de
algunos
elementos:
Un
prOlogo
puede
perder
su
carÆcter
de
tal
al
ser
desvinculado
del
corpus
que
prologa
y
analizado
en
s
mismo
como
texto.
Pero
ese
cambio
de
perspectivaimplica
su
exclusion
del
paratexto.
Lo
que
relativiza
Ia
definicin
purarnente
pragmaticay
obliga
a
indagar
en
to
discursivo
si
hay
rasgos
distintivos
que
diferencien
texto
de
paratexto.
El
propio
Genette
se
encarga
de
precisar
que
el
paratexto
es,
bÆsicamente,
"un
discurso
auxiliar,
a!
servicio
del
texto,
que
es
su
razn
de
set"
Genette,
1987:16.
En
esta
misma
linea,
Daniel
Jacobi
to
define
como
el
"conjunto
de
elementos
del
cotexto
a
los
que
el
propio
texto
puede
rernitir
por
un
sistema
de
referencias
seæalizadas
como
"ver
fig.’
o
"cf."
2
Claro
que
escritores
como
Rodolfo
Walsh,
en
su
cuento
"Nota
at
pie’,
y
Vladimir
Nabokov,
en
PÆlido
fuego
,
han
cuestonado
a
extraterritorialidad
de
to
paratextual
2.
Se
trata
de
una
nota
al
pie
en
Ia
que
Daniel
Jacoti
hace
referencia
a
Martins-Balbar.
Est
en
Daniel
Jacobi,
Figures
et
figurabilitØ
de
Ia
science
dans
des
revues
de
vulgarisation",
Langages
Nro
75
Lettres
eticonesi,
setienibre
1984,
pÆg.25.
3.
El
cuento
de
JR.
Walsh
asIa
estructurado
en
dos
niveles:
texto
principal
y
riota
al
pie;
esta
ltima
se
continja
de
pÆgina
a
pagina
y
va
ocupando
cada
vez
mÆs
lugar,
hasta
desplazar
al
supuesto
texto
principal.
En
el
caso
de
Ia
novela
de
Nabokov.
en
cambio,
se
trata
de
notas
a
un
poerna
en
las
que
el
editor
ficticio
va
construyendo
una
historia.
Paratexto
y
su
carÆcter
subsidiario,
trasladando
a
las
notas
el
cuerpo
central
del
texto.
Pero
Ia
literatura,
es
sabido,
gusta
de
Ia
transgresiOn.
Lindando
con
el
texto
por
los
mÆrgenes
o
fundiØndose
con
Øl
para
darle
forma,
recurriendo,al
lenguaje
de
a
imagen
o
privilegian
do
el
codigo
!inguistico,
el
paratexto
pone
su
naturaleza
polimorfa
a
disposiciOn
del
texto
y
de
su
recepciOn.
Antes
de
emprender
una
lectura
minuciosa
del
parÆgrafo
4,
una
lectura
por
barrido
recorra
Ia
supeificie
del
texto
recogiendo
Ia
informacin
que
salte
a
Ia
vista.
CuÆl
es
el
tema
del
paragrafo
4?
6Que
se
dice,
a
grandes
rasgos,
sobre
ese
tema?
4.
Paratexto
y
cornunicaciOn
escrita
La
categorla
de
"paratexto"
as
propia
del
mundo
grafico,
ya
que
descansa
sobre
Ia
espacialidad
y
el
carÆcter
perdurable
de
Ia
escritura
.
Al
pasar
de
un
borrador
a
un
texto
para
ser
leido
por
otro,
se
ponen
en
funcionamiento
una
serie
de
operaciones
destinadas
a
dane
legibilidad
a
ese
escnito.
En
buena
medida,
esas
operaciories
estÆn
orientadas
a
asegunar
Ia
coherencia
textual
:
a
separar
lo
que
no
debe
estar
junto
y
unir
to
que
si,
a
indicar
cambios
de
tema,
a
resaltar
los
conceptos
mÆs
importantes,
a
completar
Ia
informaciOn
que
bninda
el
texto
sin
interrumpir
su
continuidad.
Estas
operacio
nes
paratextuales
implican
una
vuelta
sobre
el
texto,
que
Ia
natura
leza
del
cadigo
escrito
hace
posible.
4.
La
cultura
elec
trnica
sustttuye
Ianocin
detextoporla
do
‘hipertexto":
en
el
hipertexto
no
existe
adentro
ni
afuera,
principal
ni
acces000,
ya
quo
so
borren
las
fronteras
quo
separ
.1
centro
do
Ia
periferla.
"...
El
diseno
del
h@ertexfr,
parmlte
a!
Motor
agregar
o
bcwrar
fragmentos
y
delfr*
coma
cr.acidn
prcpla
a!
tipo
do
red
articulato#e
quo
confiiaÆ
Ia
lecture
a
efectuar
..."SaccomanO,
1993:57-58.
5.
La
ctherencia,
pa
algunos
autores,
Os
tine
propiedad
do
los
textos,
cuyas
proposiciones
so
organizan
en
torno
a
un
tema
comun
o
macroeetructUra.
P&a
otros
aues,
en
cambio,
es
tine
coriapucciÆn
del
lector,
quo
asigna
significado
a
Ia
l*rmecln
quo
btlnda
el
texto.
L
20
21
-r
Maite
Alvarado
4.1.
El
estatuto
de
Ia
escritura.
Para
Ferdinand
de
Saussure,
Ia
escritura
era
un
codigo
segundo,
cuya
funcin
no
era
otra
que
reproducir
el
habla
Saussure,
1965:72.
Cuando
define
el
signo
lingistico,
unidad
minima
del
codigo,
Saussure
describe
el
significante
como
a
huella
psIquica
del
sonido,
Ia
irnagen
acstica
que
acompana
at
significado
6
De
esta
manera,
los
sonidos
se
incorporan
al
codigo
como
forma
La
lengua
es
forma
pura".
A
Ia
escritura,
por
lo
tanto,
no
le
queda
otro
destino
que
Ia
transcripcin
de
esos
sonidos.
Pero
oes
justo
ese
destino
de
mero
registro?
4.1.1.
La
escritura
objetiva
el
mensaje.
Es
evidente
que
el
habla
materializa
el
pensamiento
de
manera
distinta
de
Ia
escritura,
ya
que
Østa,
por
su
carÆcter
de
marca,
permanece
mÆs
ailÆ
de
su
propia
enunciaciOn.
La
escritura
marca
un
espacio,
deja
una
huella,
un
dibujo
que
se
separa
del
que
enuncia
y
constituye
un
objeto
distinto.
Esta
objetivacin
es
ajena
al
habla:
Ia
voz
es
prolongaciOn
del
cuerpo
y
las
paabras
pronun
ciadas,
coma
dice
el
poeta,
"son
aire
y
van
al
aire".
Ese
objeto
inscrito
en
una
superficie
se
puede
recorrer
en
distintas
direccio
nes,
tachar,
borrar,
corregir,
e
incluso
destruir:
el
sujeto
ejerce
un
control
sobre
lo
escrito
que
no
es
posible
sobre
lo
oral.
Refranes
como
"el
pez
por
Ia
boca
muere"
son
versiones
populares
de
esta
constataciOn.
Como
afirma
Roland
Barthes,
el
habla
solo
puede
corregirse
agregando
mÆs
habla
.
Por
oposiciOn,
Ia
sujeciOn
de
Ia
escritura
Ia
vuelve
mÆs
dOcil,
mÆs
cautelosa,
menos
apta
a
los
arrebatos
y
a
las
desprolijidades
dificilmente
haya
en
Ia
escritura
6.
Saussure
deline
el
s8gno
IingCilstico
como
una
enddad
do
dos
cares:
significado
a
concepto
y
sgnificante
o
imagen
acUstica.
7. "El
habla
es
irrevarsible,
asles:
no
sepuede
retomar
una
palabra
salvo
aclarandc’
con
precisidn
quo
so
I
retoma.
AquI
bor-.r
significa
anadir;
si
quiaro
boqrar
aqueilo
quo
acabo
deenuner,
nopuedohacarlo
sine
mostrando
Is
goma
debo
decir
"omØs
bien.
"me
e.tpresØmal...
"dice
Roland
Barth.,
en
Escribres,
intelectuales,
profesores",
en:
Roland
Barthes,
El
prcoeso
do
Is
.scitura,
Buenos
Aires,
Ediciones
CaldØn,
1974,
pÆgs.1l-12.
lugar
para
el
lapsus
ni
para
Ia
espontaneidad
que
suele
generar
el
contacto
interpersonal
en
a
comunicacin
oral.
4.1.2.
La
recepciOn
del
mensaje
escrito
es
diferida.
El
habla
se
completa
con
los
datos
de
Ia
situaciOn
de
enuncia
don,
que
lena
los
sobreentendidos:
el
hecho
de
que
emisor
y
receptor
compartan
un
mismo
escenario
y
el
tiempo
de
Ia
enuncia
ciOn,
autoriza
a
valerse
de
Indices
linguisticos
como
los
demostra
tivos,
que
seæalan
at
contexto,
asI
como
de
gestos
y
ademanes
que,
sumados
a
Ia
entonaciOn
y
a
las
pausas,
completan
el
sentido
de
las
palabras.
En
el
enunciado
escrito,
en
cambio,
elva!orsemÆntico
de
los
tØrminos
dependerØ
mÆs
del
entomb
verbal
qua
del
con
texto.
Esta
mayor
independencia
se
explica
porque
Ia
comunicaciOn
escrita
es
diferida,
recepciOn
y
emisiOn
no
son
simultneas
sino
que
media
tiempo
entre
ellas,
lo
que
vuelve
indispensable
el
Ilenado
de
los
sobreentendidos
a
fin
de
reducir
Ia
ambiguedad,
dada
que
tampoco
existe
eI
feed-back
que
en
Ia
comunicaciOn
oral
funciona
como
reaseguro
de
que
el
mensaje
ha
sido
correctamente
decodificado.
4.1.3.
La
escritura
es
espacial.
Por
ltimo,
laescritura
se
despliega
en
elespacio
bidirnensional
de
a
pagina,
permitiendo
Ia
lectura
cruzada,
y
tambien
Ia
disecciOn,
el
anÆlisis,
operaciones
impensables
en
eI
habla.
La
diagramacin,
asi
coma
Ia
disposicion
en
cuadros,
graficos
y
tablas
solo
son
posibles
en
Ia
escritura,
que
SIS
ocupacin
y
marcaciOn
del
espacio
suma
Ia
permanencia
estructurada.
Si
Ia
tecnologIa
ha
posibilitado
Ia
permanencia
del
habla,
desplazando
a
Ia
escritura
de
muchas
zonas
que
tradicionalmente
ocupaba,
se
trata
de
una
permanencia
lineal,
ei
habla
solo
puede
recorrerse
en un
sentido,
en
una
sucesiOn,
y
es
imposible
el
manejo
cuasi-simultÆneo
del
mensaje
a
los
fines
del
anÆlisis.
La
linealidad
grÆfica
es
doble,
tanto
horizontal
coma
vertical,
to
que
posibilita
Ia
clasificaciOn
y
estructuraciOn
de
Ia
informaciOn.
No
casualmente
se
llama
"texto"
tejido
al
enuncia
Paratexto
22
23
Maite
Aado
do
escrito.
A
Ia
red
de
Ia
escritura,
Ia
lectura
le
superpone
otras,
porque
tambiØn
leer
es
desplegar
redes,
esta
vez
sobre
lo
ya
escrito.
Estas
redes
de
Ia
lectura
suelen
dejar
sus
huellas
en
el
texto:
subrayados,
flechas,
cruces,
notas,
signos
diversos
salpicando
los
mØrgenes
U
ocupando
el
interlineado.
De
esta
forma
se
setaliza
eI
texto,
escribØndolo,
como
una
forma
de
apropiaciOn
.
4.2.
Posibilidad
y
necesidad
del
paratexto
Los
elementos
que
intearan
el
paratexto
dependen
del
carÆc
ter
espacial
y
autOnomo
de
Ia
escritura:
bibliografias,
Indices,
serlan
impensables
en
forma
oral;
asi
como
Ia
objetivaciOn
del
mensaje,
Ia
distancia
que
supone
Ia
escritura,
hace
posibles
notasy
prOlogos,
en
los
que
el
propio
autor
analiza,
critica,
amplla
o
sintetiza
su
discurso.
AdemØs,
los
elernentos
del
paratexto
cumplen,
en
buena
medida,
una
funcin
de
refuerzo,
que
tiende
a
compensar
Ia
ausencia
dcl
contexto
compartido
por
emisor
y
receptor.
Es
el
caso
de
muchas
ilustraciones,
y
en
particular
de
Ia
grafica
representa
ci6n
visual
de
Ia
inforrnaciOn
en
Ia
superficie
de
Ia
pagina.
La
comunicaciOn
escrita
exige
Ia
puesta
en
funcionamiento
de
un
dispositivo
que
asegure
o
refuerce
Ia
interpretacin
del
texto
que
el
autor
quiere
privilegiar.
Ese
dispositivo
actta,
en
buena
parte,
sobre
el
componente
grafico
del
texto,
sobre
su
carÆcter
espacial,
reforzando
visualmente
el
sentido,
o
bien
superponiØndole
un
segundo
mensaje,
de
naturaleza
instruccional:
lea
A
antes
que
B,
lea
C
con
mÆs
atencin
que
B,
lea
X
junto
con
Y.
El
texto
escrito
-
impreso
0
manuscrito-
busca
evitar,
por
los
med/os
a
su
alcance,
los
efectos
del
diferimiento
de
Ia
comunicacin.
Pero
no
es
esta,
desde
luego,
Ia
mica
funcin
del
paratexto.
8.
No
es
otya
Ia
funcin
de
a
firma,
atrjbucin
de
un
discurso
a
un
sujeto
Con
caracter
probatonio.
24
5.
Paratexto
y
texto
impreso
5.1.
Soportes
mOviles
de
Ia
escritura
Paratexto
Segn
Marshall
McLuhan,
"el
libro
impreso
creO
el
mundo
moderno,
ya
que
prolongo
Ia
voz
y
Ia
mente
del
hombre
y
puso
fin,
pslquica
y
socialmente,
al
parroquialismo
y
al
tribalismo
en
el
espacio
y
en
el
tiempo"
McLuhan,
1985.
Un
libro
es
bÆsicamente
un
formato,
una
disposiciÆn
de
palabras
sobre
papel,
con
una
tipografla
determinada.
La
propia
palabra
"libro",
en
distintas
lenguas,
designa
al
soporte:
"..
.Biblos,
en
griego,
es
Ia
fibra
interior
de
ciertas
plantas,
principalmente
el
papiro:
liber,
en
latin,
es
Ia
capa
fibrosa
situada
debajo
de
Ia
corteza
de
los
rboles:
book,
en
ingles,
y
Buch,
en
alemÆn,
tienen
Ia
misma
raIz
indoeuropea
que
bois
en
frances;
kniga,
en
ruso,
procede
probablemente,
por
conducto
del
turco
y
del
mongol,
del
chino
king,
que
designa
el
libro
clÆsico,
pero
que
en
un
principio
significaba
Ia
trama
de
Ia
seda..."
Escarpit,
1968:
16.
Si
Ia
invenciOn
de
Ia
escritura
significo,
para
Ia
palabra,
Ia
conquista
del
tiempo,
Ia
invenciOn
del
libro
Io
fue
del
espacio,
ya
que
confiri
movilidad
al
escrito,
primero
bajo
laforma
de
volumenrollo
de
hojas
de
papiro,
luego
de
codexfolios
de
pergamino
cosidos,
hasta
asumir,
con
Ia
Ilegada
del
papel
a
mediados
del
siglo
XIII,
una
forma
mÆs
cercana
a
Io
que
actualmente
conocemos.
Pero
desde
los
primeros
tiempos,
el
libro
estuvo
destinado
a
Ia
yenta.
En
las
librerlas
de
Atenas
y
de
Roma,
se
vendlan
ejemplares
copiados
a
mano
por
bibliografos
o
copistas.
La
cop
a
a
mano,
ya
fuera
en
los
talleres
verdadero
antecedente
de
las
editoriales,
ya,
durante
Ia
Edad
Media,
en
los
monasterios,
se
extendi
hasta
el
siglo
XIV,
cuando
el
acceso
a
Ia
lectura
de
nuevos
sectores
de
Ia
sociedad
implicO
un
aumento
en
Ia
demanda
de
libros
que
Ia
antigua
tØcnica
no
podia
satisfacer,
condiciones
que
hicieron
posible
eI
salto
tecnolOgico
hacia
Ia
imprenta.
A
su
vez,
Ia
enorme
demanda
de
lectura
por
parte
de
una
clase
25
Maite
Alvarado
Paratexto
para
Ia
que
no
estaba
pensado
el
libro
tue
una
de
las
causas
del
desarrollo
de
los
diarios.
Evdentemente,
el
universo
del
texto
impreso
nose
agota
en
el
libro:
desde
antiguo,
bandosy
proclamas,
hojas
volantes
literatura
de
buhoneros,
literatura
"de
cordel"
folletines,
circulan,
por
distintos
canales,
mÆs
masivamente
que
el
libro.
Este
es
el
destino
de
los
peridicos,
que
iran
capturando
paulatinamente
las
apetencias
lectoras
de
un
pblico
mÆs
extendi
do
cada
vez,
independientemerite
de
los
vaivenes
de
Ia
industria
del
libro.
5.2.
La
lectura
silenciosa
Hasta
bien
entrado
el
siglo
XIV,
Ia
forma
mÆs
corriente
de
publicaciOn
era
Ia
lectura
pblica.
Los
autores
daban
a
conocer
su
obra
leyØndola
en
voz
alta
-o
dÆndola
a
leer
a
un
lector-
ante
un
auditorio.
El
auditorio
comenz
siendo
selecto,
pero
rÆpidamente
se
tue
ampliando
y
diversificando.
Para
el
siglo
XIII,
Ia
lectura
pblica
ya
habIa
caido
en
descrØdito
entre
los
sectores
ilustrados,
que
se
inclinan
por
Ia
lectura
silenciosa,
en
principio
en
el
mundo
universitario
y
eclesiÆstico;
pero
a
lo
largo
del
siglo
siguiente
Ia
nueva
tØcnica
se
extiende
alas
aristocracias
laicas.
Este
cambio
en
las
tOcnicas
de
lectura
estuvo
favorecido
por
ciertas
transformacio
nes
del
manuscrito,
como
Ia
separacin
de
palabras
-que
no
existla
hasta
entonces-,
y
modficO
sustancialmente
Ia
relacin
con
el
libro,
ya
que
Ia
lectura
silenciosa
permite
operaciones
sobre
el
texto
de
carÆcter
analitico
que
de
otra
manera
no
tendtian
cabida;
es
el
origen
de
notas,
Indicesy
otros
elementos
paratextuales
Chartier,
1985.
No
solo
Ia
escritura,
entonces,
sino
tambjØn
Ia
lectura
silencio
sa,
anterior
a
Ia
invencin
de
Ia
imprenta
-aunque
reciØn
entonces
puede
decirse
que
empieza
a
generalizarse
y
a
extenderse
a
capas
mÆs
amplias
de
Ia
poblaciOn-,
son
condiciones
para
Ia
aparicin
y
Ia
rÆpida
multiplicacian
de
elementos
paratextuales
que
tienden
tanto
a
reempi’azar
Ia
entonacin
de
Ia
voz
y
el
ritmo
de
Ia
lectura
en
voz
a/ta
corno
a
favorecer
una
re/acin
analltica
con
el
texto,
que
antes
estaba
reservada
exclusivamente
a
los
eruditos.
26
5.3.
El
mercado
del
libro
De
Ia
mane
de
Ia
imprenta,
vinieron
otras
transformaciones
en
el
circuito
de
publicacin:
por
una
parte,
Ia
especializaciOn
y
Ia
division
del
trabajo
con
Io
que
se
separaron
funciones
que
haste
entonces
hablan
estado
concentradas:
autor,
editor,
imprentero
y
librero.
Se
modificaron,
asI,
Ia
relaciones
en
el
interior
del
sistema
de
produccin,
donde
se
da
unadivisin
social
del
trabajo
entre
los
trabajadores
manuales,
que
se
encargan
de
Ia
impresiÆn
y
no
tienen
responsabilidad
en
el
contenido
del
producto,
y
los
trabaja
dores
intelectuales
-escritores,
periodistas
y
artistas
grÆficos-,
responsables
de
Ia
obra
.
Y
tambiŒn,
en
el
caso
del
escritor,
titular
de
su
propiedad
intelectual,
dato
que
constituye
Ia
segunda
modificacin
importante
que
se
desprende
de
Ia
division
de
funcio’
nes:
junto
con
el
crecimiento
del
editor
como
figure
dave,
se
organiza
Ia
profesiOn
de
escritor,
que
empieza
a
exigir
rentabilidad.
Este
proceso
incide
en
Ia
aparicin
de
elementos
paratextuales
que
hacen,
per
unaparte,
a
estrategias
de
mercado
y,
per
otra,
a
Ia
progresiva
institucionalizaciOn
y
Iegalizacion
de
las
relaciones
sociales
en
el
interior
de
Ia
producciOn
cultural.
Elnombre
de
autor,
el
copyright,
el
colofOn,
el se/b
editorial,
son
marcas
de
este
proceso,
asI
come
Ia
innovacin
en
el
terreno
de
los
formatos
y
las
tapes
constituyen
las
senales
de
una
"mercantilizaciOn"
creciente
de
los
objetos
culturales.
En
este
sentido,
cuanto
mÆs
avanza
el
imperio
de
lo
audiovisual,
mØs
importancia
asumen
los
componentes
materiales e
icOnicos
del
paratexto.
En
cuanto
el
texto
se
hace
pb/ico,
deja
de
bastarse
por
SI
mismo
y
rec/ama
Ia
puesta
en
juego
de
una
estrategia
orientada
a
"captar"
y
satisfacer
las
exigencias
de
ese
receptor
plural.
Con
el
auge
de
Ia
imagen,
los
textos
impresos
deben
"entrar
por
los
ojos"
pare
poder
competir
en
el
mercado
de
las
comunica
ciones
y
el
consumo
cultural.
El
color
y
las
tØcnicas
de
reproducciOn
de
Ia
ilustraciOn
constituyen,
por
una
parte,
argumentos
de
merca
do,
que
permiten
aI
material
impreso
competir
con
los
productos
de
9.
4J
respecto
so
puede
consu/tar
Ia
obra
clÆsica
do
Raymond
WUiams,
Cu/Pita.
SooclogIa
deja
c
nuneicacin
y
del
arte,
Barc.ona,
Paids,
1982,
pÆgs.44-47.
27
I
Paraexto
IL
Elementos
del
paratexto
Maite
Alvarado
Ia
comunicacin
audiovisual,
principalmente
en
algunas
franjas,
como
los
productos
destinados
al
pUblico
infantil.
Pero,
por
otra
parte,
es
aUf
donde
subsiste
Ic
artesanal
y,
por
lo
tanto,
el
valor
estØtico,
que
Ia
cultura
impresa
sigue
detentando
frente
a
Ia
masividad
de
a
cultura
audiovisual.
54.
Mercados
simbIicoS
Asuvez,
en
respuestaalos
requerimientoS
de
una
produccin
cientifica
e
intelectual
cada
vez
mÆs
abundante
y
diversificada,
las
publicaciones
especializadas
deben
brindar
Ia
mayor
cantidad
de
informaciOn
posible
en
Ia
menor
cantidad
de
espacio.
Es
asI
cmo
proliferan
los
sistemas
de
codificacin,
clasificacin,
organizacin
y
jerarquizaciOn
de
datos,
de
referencias
y
de
representaciOn
grafica
de
Ia
informacin
en
el
interior
de
este
tipo
de
libros
y
publicaciones.
Este
aspecto,
que
hace
al
carÆcter
de
mercancia
simblica
de
estas
publicaciones,
se
aprecia
sobre
todo
en
artICu
los
cientificos,
tratados
e
informes
de
investigaciOn,
en
los
que
tanto
Ia
grÆfica
como
Ia
abundante
red
de
referencias
intertextuales
que
puede
apreciarse
en
las
bibliograflas
constituyen
un
argumento
ineludible
en
el
mercado
simbOlico
en
el
que
se
inscriben
Hesuma,
en
no
mÆs
de
30
lineas,
Jo
que
ha
leldo
en
el
paragrafo
5.
10.
Cuajquier
situacin
JinqUistica
ft,nclona
como
un
meireado
en
a!
cue/el
Jocutor
coloca
sus
productOs
yb
qua
Øl
produzca
pare
este
mercado
dependera
de
sus
previsiores
sobre
los
precios
que
alcanzarØ.n
sus
productos
..."dice
Pierre
Bourdieu
en
Lo
qua
quiere
decir
hablar".
en
P.
Bourdieu,
Sociologla
y
cultura,
Mexico,
Grijalbo,
1990.
El
intercamblo
de
bjenes
sjmbÆlicos
o
mercanclas
simbolicas,
corno
son
ks
Objetos
culturales,
se
rige
por
las
Ieyes
del
mercado
simb?Iico
respectlvo,
que
los
evalUa
y
lea
pone
precio".
28
1.
ParÆmetros
de
clasificacin
La
categoria
de
paratexto
es
lo
bastante
amplia
o
difusa
para
admitir
en
su
interior
elementos
rnuy
dwersos.
Como
dijimos,
G.
Genette
incluye
en
ella
tanto
elementos
verbales
como
icnicos,
materiales
y
factuales.
Por
nuestra
parte,
preferimos
fusionar
lo
que
Øl
carac
teriza
como
elementos
icOnicos
y
materiales
en
una
sola
clase:
paratexto
icOn/cc,
porque
consideramos
que
tanto
las
ilustraciones
y
Ia
grafica
como
los
elementos
que
se
engloban
en
Ia
composiciOn
ponen
el
acento
en
/0
perceptivo.
For
lo
demÆs,
dejaremos
de
lado
los
elementos
factuales,
dado
que
escapan
a
cualquier
intento
de
sistematizaciOn.
De
manera
que
nos
limitaremos,
en
principio,
a!
paratexto
que
hemos
caracterizado
como
icOnico,
y
a!
verbal,
distinciOn
esta
que
se
basa
en
el
predominio
-no
excluyente-
de
uno
u
otro.
Como
se
verA,
existen
notorias
superposiciones,
casos
de
arifibologla
que
autorizarlan
a
hablar
de
un
paratexto
mixto
o
icOn/co-verbal11.
Pero
no
es
este
el
inico
criterio
para
clasificar
tipos
de
paratextos.
Genette
distingue
el
peritexto
del
epitexto,
segn
se
trate
de
lementos
paratextuales
que
rodeen
eI
texto
dentro
de
los
limites
del
libro
peritexto
o
tuera
del
libro
epitexto:
dentro
de
este
11.
En
realidad,
podria
concluirse
que
10
icnico
es
Ia
mai-ca
distintiva
del
paratexto,
sea
este
verbal
o
no:
Ia
diagramacion
y
Ia
tipografla
diferencian
los
textos
auxiliares
del
texto
principal.
Lo
paratextual,
estarlamos
tentados
de
afirmar,
se
define
por
su
iconicidad
en
distintos
grados.
29
Maito
Alvarado
Paratexto
Oltimo
estÆn
los
diversos
discursos
que
la
editorial
despliega
con
vistas
a
Ia
promociOn
y
yenta
de
un
libro
y
que
en
su
mayorIa
coinciden
con
su
lanzamiento:
gacetillas,
entrevistas
al
auto,-,
afiches,
presentaciones,
reseæas
en
medios
de
prensa;
incluso
los
catÆ/ogospueden
considerarse
parte
del
epitexto.
En
nuestro
caso,
nos
limitaremos
a
los
elementos
paratextuales
que
se
encuentran
dispersos
en
el
libro
mismo,
a
lo
que
Genette
denomina
peritexto,
y
retomaremos,
de
su
clasificaciOn,
Ia
distincin
entre
editorial
y
autoral,
segUn
quiØn
sea
el
emisor
de
este
discurso
de
"transicin
transaccin".
G.
Genette
organiza
su
descripcin
de
los
elementos
que
integran
el
paratexto
a
partir
de
las
clØsicas
preguntas:quien?,
Lcmo?,
,dnde?,
cuÆndo?,
c,para
quØ?
El
"quien".
corresponde
a
Ia
enunciaciOn:
el
paratexto
puede
ser
autoral
o
editorial.
Autor
y
editor
son
los
responsables
de
Ia
publicaciOn,
si
bien
pueden
delegar
algunas
instancias
del
proceso
en
un
tercero.
Por
to
general,
los
aspectos
publicitarios
del
paratexto
corren
por
cuenta
del
editor,
mientras
que
su
funcin
de
auxiliar
para
Ia
comprension
del
texto
queda
en
manos
del
autor
o
de
un
tercero
en
quien
este
Ia
delega.
Aunque
a
menudo
se
entrecruzan
ambos
aspectos,
ya
que
un
buen
aparato
auxiliar
de
Ia
lectura
es
un
argumento
de
yenta
en
determinados
sectores,
y,
ademÆs,
ningn
autor
es
indiferente
al
Øxito
de
sus
publicaciones.
En
el
caso
de
ediciones
pstumas,
el
paratexto
critico
suele
ser
asignado
a
un
tercero
por
el
editor
o
por
el
director
de
coleccin,
figura
de
peso,
que
suele
representar
at
editor
aunque
su
interØs
no
as
solo
comercial
el
director
de
coleccin
suele
ser
un
especialista
en
el
campo
que
perfila
Ia
colecciOn.
Roger
Chartier
diferencia
to
que
Øl
llama
uprocedimientos
de
puesta
en
texto"
y
uprocedimientos
do
puesta
en
libro":
"...
Se
pueden
definir
como
relevantes
de
Ia
puesta
en
texto
las
consignas,
explIcitas
o
impilcitas,
que
un
autor
inscribe
en
su
obra
a
fin
de
producir
una
lectura
correcta
de
el/a,
con
forme
a
su
intencin
.
.
.Pero
esasprimerasinstrucciones
estÆn
cruzadas
por
otras,
encarnadas
en
las
propias
formas
tipogrÆficas:
Ia
disposicion dcl
texto,
su
tipografla,
su
ilustracin.
Estos
procedi
mientos
de
puesta
en
libro
no
dependen
de
Ia
escritura
sino
do
Ia
impresin,
no
son
decididos
por
ci
autor
sino
por
el
librero-editor,
ypueden
sugerir/ecturas
diferentes
de
un
mismo
texto
-
"Chartier,
1985:79-80
El
paratexto
icnico
-y
nos
acercamos
al
"cmo"-,
a
excepcin
de
Ia
grafica
que
no
siempre
es
paratextual,
es
por
lo
general
responsabilidad
del
editor
o
del
director
de
colecciOn,
en
represen
tacin
suya:
Øl
es
quien
elige
al
ilustrador,
decide
Ia
cantidad
do
ilustraciones,
el
formato,
Ia
tapa,
Ia
tipografIa,
Ia
diagramacion
y
todos
los
aspectos
que
hacen
ala
composicin.
El
paratexto
verbal,
en
cambio,
sereparte
entre
el
autor
y
el
editor.
Y
aqul
entra
a
terciar
el
"dOnde",
ya
que,
por
lo
comUn,
el
paratexto
verbal
quo
es
responsabilidad
del
editor
ocupa
Ia
periferia
del
libro,
las
partes
mÆs
exteriores,
como
un
envoltorio
que
rodea
al
texto,
mientras
que
el
paratexto
de
autor
acompaæa
al
texto,
cornocorresponde
a
su
funcin
bÆsicamente
auxiliar.
Hay,
por
supuesto,
zonas
de
transi
cin,
como
el
caso
del
titulo,
parte
del
paratexto
autoral
que,
sin
embargo,
dada
su
naturaleza
ambivalente
-ya
que
es
a
Ia
vez
expresin
del
texto
y
argumento
de
yenta-,
suete
ser
objeto
de
negociaciOn
entre
autor
y
editor.
Existen
paratextos,
como
las
notas
o
los
glosarios,
que
pueden
ser
autorales
o
editoriales,
cumpliendo
en
cada
caso
una
funcin
distinta.
Cabe
aqul
hacer
una
distinciOn,
que
se
impone
dada
Ia
polisemia
del
tOrmino
"editor".
Si
bien
en
primera
instancia
el
editor
es,
como
hemos
visto
hasta
ahora,
el
dueæo
de
Ia
editorial,
representante
de
los
intereses
comerciales
vinculados
con
el
libro,
tambien
recibe
esa
denominaciOn
el
encar
gado
de
Ia
edicin
propiamente
dicha,
que
suele
ser
el
director
de
coleccin
o
algun
especialista
en
el
tema
a
quien
se
encarga
Ia
tarea
de
rodear
at
texto
de
un
paratexto
auxiliar.
En
este
caso,
estamos
ante
un
paratexto
editorial
pero
con
funciOn
de
paratexto
autoral,
como
ocurre
frecuenternente
con
prologos,
notas
y
glosarios
en
ediciones
especialmente
preparadas
con
fines
didÆcticos,
por
ejemplo.
En
cuanto
al
momento
de
aparicion
"cuÆndo",
Genette
toma
como
punto
de
referenda
Ia
fecha
do
edicin
del
texto,
es
decir,
Ia
primera
ediciOn.
Con
relacin
a
esa
fecha,
hay
paratextos
origina
les,
ulteriores
quo
corresponden
a
ediciones
posteriores,
tardlos
como
su
nombre
lo
indica,
acompanan
reediciones
muy
alejadas
en
el
tiempo
do
Ia
original
y
pOsturnos
posteriores
a
Ia
muerte
del
30
31

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