ORGANIZACIONES E INSTITUCIONES “B” - TEMA
El tema que me interesa presentar consiste en una breve reflexión a partir de una pregunta que se
encuentra en el programa de la materia. La misma plantea “¿PODEMOS APELAR A UNA TEORÍA DE LA
INSTITUCIÓN?” mi respuesta es que no. Para fundamentar esta respuesta tomé aportes de
Castoriadis en “Institución primera e instituciones segundas”, de Lapassade y Lourau nociones
esenciales del análisis institucional como “analizador y dimensión institucional”, y algunos autores
principales del movimiento institucional en Argentina, como lo fueron Percia y Ulloa.
Apelar a una teoría de la institución no resulta posible ya que esto supondría ubicarse frente a esta y
examinarla, para Castoriadis no podemos situarnos frente a la institución desde afuera y no
podríamos examinar el campo de las instituciones, ya que los medios con los que disponemos
forman parte de la institución. Esto es porque somos un fragmento itinerante de la institución,
somos producto de esta. Lo que propone el autor en su lugar es dilucidar nuestra relación con la
institución y analizar esa relación. La elucidación es un método de reflexión crítica, implica una
profundización en la comprensión de cómo se forman las instituciones, las normas, las estructuras
sociales y culturales, y cómo estas construcciones influyen en la vida de las personas y en la
configuración de la sociedad en su conjunto. Se busca revelar los fundamentos y las razones ocultas.
Se propone entonces una puesta en cuestión de las instituciones, un cuestionamiento de lo
instituido, a partir de una actividad instituyente, esencial para la realización de lo que Castoriadis
nombra como proyecto de autonomía, entendiendo que esta implica la capacidad de una sociedad
para comprenderse a misma, reflexionar críticamente sobre sus propias creaciones e instituciones.
Retomando entonces la pregunta planteada, si no podemos apelar a una teoría de la institución, a
que podemos apelar? Desde el recorrido de la materia se puede pensar a las instituciones y un
posible trabajo en ellas, a través de un análisis institucional. Resulta fundamental entonces tomar los
aportes de Lapassade quien postula que el análisis institucional deja al descubierto que las
instituciones no son sólo lo que acontece dentro de sus cuatro paredes, es decir, va más allá de lo
concreto, de lo visible: hay una dimensión oculta, no analizada, y sin embargo determinante: la
dimensión institucional. El análisis institucional, es entonces, el procedimiento que apunta a sacar a
la luz esa dimensión oculta, sacar a luz el doble juego institucional, esta lucha entre aquello
instituyente y esto instituido.
Es entonces Lourau quien plantea que el analizador es lo que permite revelar estas estructuras
latentes que influyen en el funcionamiento de la institución. El analizador es esa operación de
descifre, de descomposición, de deconstrucción en un fragmento, relato, acto o discursos que
provocan revelar los no-dicho de la institución. El analizador hace el análisis, el análisis es entendido
como efecto del analizador. Se denominará analizador a lo que permite revelar la estructura de la
institución, provocarla, obligarla a hablar.
Parece pertinente, para encuadrar a estos autores, retomar la configuración del movimiento
institucionalista, este movimiento surgió en Francia, en la posguerra, en un momento en donde se
hacen visibles las crudas injusticias, daños y las miserias humanas, pero, a su vez, surgen con fuerza
las ideas humanitarias como respuestas posibles a las consecuencias que dejó la guerra. El
movimiento institucionalista surge en un momento en que se impone una crítica generalizada a las
instituciones y sus capacidades para dar respuesta a lo que la sociedad necesita.
Podemos decir que el movimiento institucionalista no es una disciplina, sino que es un campo de
saberes y modos de intervenir en la sociedad. Tiene una perspectiva interdisciplinaria y extra
disciplinar, ya que emplea herramientas de diversas disciplinas para comprender las complejas
interacciones que tienen lugar en las instituciones, no pertenece a una sola disciplina; y a su vez,
incluye experiencias en grupos, comunidades por fuera de los ámbitos académicos. Este movimiento
apunta a que los grupos, colectivos, comunidades puedan hacer un autoanálisis y sean autogestivas,
es decir, que puedan dar una definición propia a sus problemas y proponer sus propias soluciones.
El movimiento institucionalista en América Latina y en Argentina en particular surgió en
simultaneidad a las producciones europeas. Se retomaban cuestiones planteadas por los autores de
aquel continente, pero también se hicieron aportes elementales y originales. Algunas de las
principales contribuciones a este movimiento en nuestro país provienen de la institucionalización del
psicoanálisis y su relación con los desarrollos de la corriente institucionalista.
Aquí puede situarse el aporte de Marcelo Percia quien diferencia 2 corrientes del grupalismo en
nuestro país: 1) “tendencia de aplicación” y 2) “tendencia de ruptura o desvío”. Ubicando en la
primera a los psicoanalistas pertenecientes al régimen de disciplinamiento institucional de la APA,
por lo que estos profesionales se esforzaron por desplazar sobre la situación grupal el setting
psicoanalítico hegemónico, es decir que buscaban mantener el modelo psicoanalítico y solo se
cambiaba de territorio, haciendo una mudanza hacia lo grupal. Por otro lado, estuvo la “tendencia de
ruptura”, que dio origen a una nueva tradición en Argentina, llamada así en tanto se desvío del
encierro de la institución psicoanalítica oficial. Percia habla de 3 ordenadores para pensar esta
ruptura: las figuras subjetivas de la intelectualidad crítica argentina en los años 60/70, la vocación
pública e institucional de esta corriente y su crítica al disciplinamiento psicoanalítico de la época. Las
principales críticas dirigidas a la Asociación Psicoanalítica Argentina hacían referencia a la rigidización
institucional, como así también a una pretendida neutralidad, que alejaba a los analistas de los
padecimientos en que se encontraba inmersa la sociedad.
El clima de surgimiento de este movimiento en Argentina, fue de un fuerte compromiso político con
lo público por parte de los intelectuales de la época, se reconoce en esos años una vocación por el
trabajo de los espacios públicos. Prevalecía la idea de que el cambio social era posible, que iba a ser
profundo y que estaba inscripto en el sentido de la historia. Incluso la convicción no sólo que el
cambio social era posible, sino necesario e impostergable. Se caían los criterios de apoliticismo y de
neutralidad del analista. Percia: el trabajo intelectual era una práctica para la construcción de otro
lugar. Lo grupal se inició como otra práctica posible en SM y de entrada se planteó el problema de la
acción”.
Otro autor fundamental de esta corriente en Argentina fue Fernando Ulloa, quien rela su renuncia
a la APA, donde se formó y de la que se fue en 1970. El autor postula que ahí la rigidización
institucional operaba sobre la intimidad de los consultorios determinando que es y que no es
psicoanálisis. Planteaba que se determinó así una producción estandarizada y represora, estas
nociones anticiparon lo que Ulloa más tarde denominaría “SÍNDROME DE VIOLENCIA
INSTITUCIONAL, es decir cuando esa violentación legítimamente acordada que permitiría establecer
las normas para el funcionamiento de una institución se torna arbitraria. A su vez propone
cuestiones como la cultura de la mortificación o la encerrona trágica que dan cuenta de los
aconteceres de la época. Lo que este autor propone es recuperar la capacidad transformadora del
psicoanálisis y este es un gran gesto institucionalista. Dice: “EL PSICOANÁLISIS NO ES UNA PRÁCTICA
MÁS DENTRO DE LA SALUD MENTAL, SINO QUE SIEMPRE TRABAJA DESDE EL SENO DE LO
INSTITUIDO, INTIMIDA Y TIENE MUCHAS RESONANCIAS”.
Para concluir me parece importante retomar a Marta Bertolino quien postula que como futuros
profesionales, ya sea que trabajamos en ámbitos públicos o privados, o incluso en un consultorio,
siempre hay diversas instituciones en juego y siempre, estamos implicados en redes institucionales.
Hay una multiplicidad de relaciones institucionales que nos atraviesan, un entramado espeso del que
formamos parte y nos condiciona el pensamiento y la acción. Es entonces desde el análisis de la
implicación que cada uno de nosotros en las instituciones de las que formamos parte que podamos
pensar en estrategias que permitan actuar sobre los malestares gestados.
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