
Además, Nietzsche critica la ciencia formal, como la lógica y las matemáticas, por su desconexión de la realidad
concreta. Aunque reconoce su utilidad en ciertos contextos, como herramientas para organizar y analizar
información, considera que estas disciplinas no abordan directamente la realidad y, por lo tanto, no pueden
considerarse ciencia en el sentido empírico.
En el cuarto pasaje, Nietzsche critica a los filósofos y la idea de un Dios visto como la causa suprema, la idea
más real y verdadera. Para él, eso es una invención de nuestra mente, porque nos encanta inflar ideas
abstractas y universales. Según él, esto no solo distorsiona nuestra visión del mundo, sino que también puede
ser peligroso para la humanidad.
En el siguiente pasaje, Nietzsche contrasta la forma en que abordamos el concepto del error y la apariencia.
En tiempos anteriores, se solía asociar el cambio y el devenir con la apariencia y el engaño, como si indicaran
que algo nos estaba confundiendo. Sin embargo, en la época moderna, debido al sesgo de la razón que nos
lleva a buscar unidad, identidad y persistencia en todas las cosas, terminamos enredados en el error, a pesar
de saber internamente que este error está presente.
Nietzsche señala que el lenguaje juega un papel crucial en este proceso. Él argumenta que el lenguaje, al surgir
en un tiempo donde la psicología era rudimentaria, nos lleva a un fetichismo al hacernos conscientes de los
presupuestos básicos de la metafísica lingüística y la razón. El lenguaje tiende a personificar y atribuir acción a
conceptos como la voluntad y el yo, creando así la ilusión de que tienen una existencia activa y sustancial.
El filósofo critica la noción errónea de que la voluntad es una facultad que actúa, cuando en realidad es solo
una palabra. Él argumenta que más tarde, los filósofos se sorprendieron al notar la seguridad subjetiva en el
uso de las categorías de la razón, y concluyeron que estas categorías no podían provenir de la experiencia, ya
que parecían contradecirla.
Nietzsche concluye sugiriendo que mientras sigamos creyendo ciegamente en la gramática y en la razón como
fundamentos absolutos del conocimiento, no nos libraremos de la ilusión de un Dios creado a través de estas
construcciones lingüísticas y racionales. En resumen, está advirtiendo sobre los peligros de aceptar sin
cuestionar las estructuras conceptuales y lingüísticas que forman la base de nuestro entendimiento del mundo.
Nietzsche plantea cuatro tesis como parte de su crítica a ciertas concepciones tradicionales sobre la realidad
y la existencia. Su objetivo principal es desafiar las ideas arraigadas en la filosofía occidental que promueven la
existencia de un "mundo verdadero" detrás del mundo percibido por los sentidos.
• La realidad de este mundo es fundamentada por las razones que se han usado para considerarlo como
aparente; una realidad distinta es completamente inverosímil. Esta afirmación desafía la noción de una
realidad más allá de lo que percibimos.
• Las características atribuidas al "verdadero ser" de las cosas son en realidad características de la nada;
el "mundo verdadero" se ha construido contradiciendo el mundo real, siendo este último una ilusión
moral y óptica. Esto sugiere que lo que consideramos como la esencia de las cosas es, en realidad, una
construcción artificial que contradice la realidad tangible.
• Fabular sobre otro mundo distinto a este carece de sentido, a menos que sea una forma de calumniar,
menospreciar o desconfiar de la vida; en última instancia, es una venganza contra la vida imaginando
una vida "mejor". Esta tesis implica que la verdadera aceptación y apreciación de la vida requiere
enfrentarla tal como es, en lugar de escapar hacia ideales inalcanzables.
• Dividir el mundo en un mundo "verdadero" y uno "aparente", ya sea al estilo cristiano o kantiano, es un
síntoma de decadencia; es una sugestión de la decadencia y un signo de vida que se deteriora. En lugar
de buscar una realidad trascendente, Nietzsche aboga por una perspectiva que abrace la vida en toda
su complejidad y ambigüedad, sin recurrir a conceptos abstractos que la nieguen o la reduzcan.