
queridos y gente que los rodea. Hay muchas ideas acerca de esto, de vivir, de durar (se ve claramente en el
Cuestionario Desiderativo).
En algunos casos no solamente son ideas, sino que también el obsesivo presenta ACTOS OBSESIVOS.
Esos actos pueden llegar a convertirse en los RITUALES OBSESIVOS. Eso como un primer paso; un paso
más grave es cuando esos rituales se convierten en CEREMONIALES, en ceremoniales minuciosos. Tienen
la característica de ser repetidos, insistentes, se le imponen, como las ideas. Ejemplos: el que sale de su casa
y tiene que controlar dos veces si cerraron la puerta de la casa, o la llave del gas; no poder pisar las líneas de
las baldosas. Los actos obsesivos son actos defensivos, son la manera que tienen de defenderse de los
impulsos agresivos, es una relación siempre entre impulso-defensa, son modos de control: “si hago
esto, esto no va a pasar”, y eso que no va a pasar tiene que ver con que pase algo malo, ahí está la cuestión.
“y si no lo hago” va a generar angustia.
El escenario del Yo en el obsesivo es esta pugna entre el Ello y el Superyó. Hay un Superyó estricto en
el obsesivo, dependiendo el grado de la neurosis es un Superyó que prohíbe bastante el placer.
Para Freud el NÚCLEO DEL OBSESIVO está implicando una REGRESIÓN A LA FASE SÁDICO-
ANAL. Ahí está la FIJACIÓN. Se hipotetiza una madre que es dominante y ambivalente, y una cierta
ausencia paterna. La ambivalencia o contradicción que hay en la madre tiene que ver con sus
preocupaciones: que no se ensucie, pero que sea independiente; el niño no sabe qué tiene que hacer para
agradarle a la madre, y ahí es donde se instalan estas primeras dudas, si se tiene que ser ensuciar o no, si
tiene que ser sumiso o rebelde, porque en realidad la mamá tiene esta característica ambivalente. La madre
quiere que ese niño cumpla con su deseo, que pueda hacer o ser lo que ella no pudo, en este sentido se dice
que el obsesivo queda aprisionado en el deseo materno. Sobre la figura paterna en la etapa edípica: al niño
se le hace difícil correrse del deseo de la madre, y termina identificándose con el padre, pero en la parte de la
Ley, siendo ese es el origen de la prohibición del deseo en el obsesivo.
Esa es la articulación, el vínculo, entre el niño, la madre y el padre. De allí surge este Superyó estricto,
bastante rígido, sin llegar a una cuestión excesiva patológica. Es rígido en comparación a lo que podría ser
en la Histeria (estas cuestiones del placer y la prohibición en la Histeria están dadas de otra manera).
Para diferenciar, en la Histeria está investido el afecto, y ese investimento del afecto y las seducciones el
estilo o forma de la Histeria es de carácter impresionístico. En cambio, en el neurótico obsesivo lo que está
investido es el pensamiento; el abordaje del conocimiento y de los vínculos, el de una neurosis y otra,
presenta todas estas diferencias.
Como en todas las neurosis, hay grados. Hay Neurosis Obsesivas graves, como hay Histerias graves y
cuando hay una patologización muchas veces estamos en el terreno de las caracteropatías: son cuando las
defensas tanto histéricas u obsesivas adquieren una rigidez tal que es difícil conmoverlas. Las defensas se
hacen bastante retractarías a los tratamientos y es difícil el abordaje por la rigidez defensiva.
Caracteropatías en el sentido de que el carácter es egosintónico, no genera ningún tipo de conflicto.
Los RASGOS DE CARÁCTER OBSESIVO que pueden rigidizarse son: el sentido del orden; la
obstinación y terquedad; tendencia al ahorro; temor por empezar una nueva actividad (pero una vez que la