
Piaget: lenguaje, conocimiento y Educación
N.º
Alfonso Cárdenas Páez
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pp. 71 - 91
una construcción lastrada por la ex-
periencia del hombre; llena de vi-
vencias, de focos de atención espe-
cíficos, preñada de puntos de vista,
es abordable desde numerosas pers-
pectivas que nos aproximan a ella en
su complejidad.
Es por la acción de los sujetos
discursivos que el sentido constitu-
ye una mediación que se produce
en contextos heterogéneos y revier-
te sobre aquella regulándola, equi-
librándola y transformándola en
acto, impidiendo que se prolongue
al infinito, diversificándola y ha-
ciéndola más intensa a través de ci-
clos que agilizan el flujo
9
de su eje-
cución y garantizan la eficacia de
los procesos. Así, el lenguaje rompe
los lazos con la representación ya
que la mediación
10
disocia simbóli-
camente la realidad objetivándola,
9 Este modo de operar muestra el carácter activo
y dialógico y su papel impulsor de los flujos sim-
bólicos (Araujo, 2002) de la cultura humana. El
carácter abierto y, en la práctica ilimitado del
proceso mediador, más las distancias que intro-
duce promueven nuevas estructuras de cono-
cimiento y de conducta, a las cuales se accede
desde diversos puntos de vista, en una travesía
que va de lo lógico a lo ideológico, pasa por lo
psicológico y recorre el camino de lo temporal
y espacial. La mediación tiene, pues, un efecto
catalizador que impide que se reinstale la uni-
dad, se borre la diferencia, se tache la relación,
se obstruya la operación.
10 Siguiendo lineamientos del mismo Piaget, pue-
de decirse que la mediación es un factor regula-
dor y equilibrante que distingue la acción de las
reacciones naturales o de la simple actividad y la
transforma en la conciencia y en conducta. Gra-
cias a las mediaciones, la conciencia se carga de
lo intencional y la conducta deja de ser reactiva,
ambas se enriquecen racional y contextualmen-
te y construyen el marco donde fluyen y se con-
solidan la experiencia y el saber y, en general, la
cultura humana.
es decir, convirtiéndola en el avis-
tamiento de un sujeto que, gracias
a su acción, la reduce y llena de
contenido, transformándola en algo
valioso dentro de la cultura.
3. El razonamiento en Piaget
Como se dijo al principio, Piaget
acoge los principios demostrativos
de la ciencia y persigue explicar la
naturaleza del conocimiento, ci-
ñéndose a los cánones epistemoló-
gicos y lógicos de su programa de
investigación. Este programa obe-
dece, entonces, a los principios de
la inducción. Esto quiere decir que
la demostración, como aquel prin-
cipio que, según Aristóteles, “pro-
duce ciencia”, nos lleva a la ver-
dad ya porque los enunciados sean
verdaderos por definición (lógica
y matemática), porque sean cohe-
rentes o correspondan a la realidad
o porque provoquen consensos o
sean verificables empíricamente.
En esto, Piaget se mantiene fiel a
los postulados lógicos y epistemo-
lógicos que persigue en su com-
promiso con la representación
11
y
en su búsqueda del conocimiento.
11 Desde la representación, el pensamiento se
muestra excluyente y monológico, borra la pa-
radoja y anula la semejanza y, en consecuencia,
las manifestaciones no sígnicas de la función
simbólica: icónicas, simbólicas y señaléticas. Tal
pensamiento lingüístico (no semiótico) dificulta
hablar del conocimiento transductivo basado
en señales que forman, informan, transforman
y deforman (Simondon, 2005), así como de
redes, sincronías, simultaneidades cuya conver-
gencia crea la posibilidad del diálogo y confi-
gura una visión dialéctica, analéctica y dialógica
del mundo (Cárdenas, 2011).