Revista Académica de Relaciones Internacionales, Núm. 5 Noviembre de 2006, UAM-AEDRI
ISSN 1699 – 3950
El Estado feudal es el más débil, pues tiene ambos poderes despótico e
infraestructural bajos. El Estado medieval europeo se aproximó a este tipo ideal,
gobernando principalmente de forma indirecta, a través de una infraestructura libre y
contractualmente establecida y controlada por los principales e independientes
magnates, clérigos y ciudades. El Estado imperial posee sus propios agentes de
gobierno, pero tiene sólo capacidad limitada para penetrar y coordinar la sociedad civil
sin la ayuda de otros grupos de poder. Corresponde al término de Estado patrimonial
usado por autores como Weber
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y Bendix
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. Estados antiguos como el acadio, el
egipcio, el asirio, el persa y el romano se aproximaron a este tipo. Dudaba acerca del
término Estado burocrático, por sus connotaciones negativas. Pero una burocracia tiene
una alta capacidad organizativa, aunque no puede establecer sus fines propios; y el Esta-
do burocrático está controlado por otros grupos de la sociedad civil, pero sus decisiones,
una vez adoptadas, son aplicables a través de la infraestructura estatal. Las democracias
capitalistas contemporáneas se aproximan a este tipo, como también el Estado futuro
deseado por la mayoría de los radicales y socialistas. El autoritario está pensado para
sugerir una forma más institucionalizada de despotismo, en la que los grupos de poder
en competencia no pueden evitar el alcance infraestructural del Estado, ni están
estructuralmente separados del Estado (como sí lo están en el tipo burocrático). Todo
poder social significativo debe proceder a través de la estructura de gobierno autoritario
del Estado. Es, por tanto, elevado en ambas dimensiones, pues tiene un alto poder
despótico sobre la sociedad civil y es capaz de aplicar éste infraestructuralmente. De
forma diferente, la Alemania nazi y la Unión Soviética tienden a este tipo. Pero posi-
blemente compensaron cierta pérdida de penetración infraestructural con un alto poder
despótico (por lo que no consiguieron un grado tan alto de movilización social durante
la Segunda Guerra Mundial como la «despóticamente débil» pero participativa Gran
Bretaña). No pretende esto negar que tales Estados contengan grupos de intereses en
competencia que pueden poseer bases diferentes en la «sociedad civil». Más bien, en un
Estado autoritario el poder se transmite a través de sus órdenes y así dichos grupos
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