
M. Tenchini, estudiando 63 esqueletos de criminales, ha advertido en un 6% de los casos, la perforación del
olecraneo. El mismo sabio ha observado suceder otros tantos de ellos, en un 10% de los casos, en las costillas y
vertebras. Esto indica la gran variabilidad de estos huesos en las vértebras inferiores.
Finalmente, en estos últimos tiempos, Tenchini ha descubierto también, en un criminal, la carencia de cuatro
vertebras sagradas, reemplazadas por otras cuatro cervicales suplementarias.
IV. Anomalías de los vivientes
Marro ha estudiado todas las subespecies de El hombre criminal, viendo que las anomalías atípicas (verbigracia, la
nariz torva, las escrófulas, etc.), son en los autores de heridas (criminales/asesinos) menos numerosas que en los
hombres normales, verificándose, sin embargo, todo lo contrario en los ladrones y en los rateros.
Únicamente los estafadores se aproximan al medio psicológico, el resto de delincuentes está muy por bajo de él.
Las anomalías patológicas (pereza, etc.), que dependen casi siempre de las costumbres alcohólicas o de la vida
hecha en prisión, se encuentran muy frecuentemente entre los homicidas, y bastante atenuadas en los delincuentes
por simples lesiones.
Marro ha observado también una capacidad mayor y una circunferencia más grande de la cabeza en los
ladronzuelos y en los simples ladrones, en los que llega hasta observar que la curva transversal de la cabeza alcanza
un radio más extenso. También ha encontrado el menor diámetro vertical posible del cráneo en los homicidas
reincidentes.
Ferri observa mayor longitud en la cara de los homicidas, que en la de los autores de heridas y que en los rateros.
Marro hace notar, por último, que en los estafadores la bracicefalia es menos exagerada y la microcefalia menos
frecuente.
En los asesinos, Marro ha hallado con muchísima frecuencia, el diámetro mandibular exagerado, los cabellos negros
y espesos, falta de barba y palidez en el rostro.
La bracicefalia se presenta en los autores de heridas con mayor frecuencia que en otra cualquiera especie de
criminales, la longitud de los brazos y aun de las manos es igualmente un carácter de estas gentes. Por el contrario,
en los violadores hállese la frente estrecha, cortas las manos y los brazos, caracteres frecuentes que les aproximan
demasiado a las mujeres criminales.
En los vagabundos se advierte la carencia de caracteres físicos y la presencia de otras anomalías (las hernias por
ejemplo) reveladoras de debilidad física y moral.
Las anomalías somáticas y psíquicas alcanzan en los asesinos un 45%, en los estupradores (delito que consiste en
tener una relación sexual con un menor de edad valiéndose del engaño o superioridad que se tiene sobre el menor)
un 33%, en los ladrones con violencias un 24%, faltando casi siempre en los criminales de ocasión.
Marro refiere que sus observaciones acerca de las diferencias de la mano le han demostrado que las manos gruesas
y cortas abundan entre los homicidas, al paso que en las restantes especies de criminales, predominan las manos
largas, en las cuales la longitud de los dedos es igual a la de la palma de la mano y algunas veces más grande.
También enseña, que la disminución de la sensibilidad general se presenta más frecuentemente en los violadores;
luego en los asesinos, salteadores de caminos y estafadores.
En lo que se refiere a la inteligencia, puede decirse que ella es menor en los que atentan contra la vida de las
personas, y más intensa en aquellos que dirigen todos sus esfuerzos contra la propiedad y en los que para
apoderarse de ésta emplean medios hábiles artificiosos.
La pasión del juego domina en alto grado a los estupradores y autores de heridas, y un poco menos a los
vagabundos, salteadores de caminos y asesinos.
En esto influye sin duda alguna, la mayor o menor intensidad que alcance el alcoholismo entre los criminales, en
efecto, Marro ha hallado esta proporción en las costumbres alcohólicas de esos seres degenerados, en un 75% de los