
Uno de los principales motivos de la emigración extranjera al Sur de Chile fue la necesidad de
expandir el territorio habitado por chilenos a fin de protegerlo ante cualquier intento de ocupación
(conquista de ese territorio).
Además los chilenos rehuían esta zona, por tener mejores perspectivas de vida en la minería del
Norte y carecer del empuje necesario para vencer una naturaleza tan hostil, por lo que fue necesario
buscar gente que trabajara esas tierras.
Otro factor, tal vez no tan relevante, es el referido a la mejora de la raza, trayendo habitantes blancos
(alemanes), se busco aminorar la presencia de indígenas en el territorio chileno.
Incorporación de la Isla de Pascua
En diciembre de 1770, el capitán Felipe González de Haedo en nombre de la corona española, toma
posesión de esta isla designándola Isla de San Carlos. Isla de Pascua pasó a formar parte del
territorio de Chile tras el acuerdo firmado en 1888 entre el capitán de corbeta Policarpo Toro, a
nombre del presidente José Manuel Balmaceda, y el rey rapanui Atamu Tekena. Según la tradición
oral pascuense, el rey cogió un trozo de pasto con tierra, entregó el pasto a los chilenos y se quedó
con la tierra”.
El Consejo de Ancianos, máxima autoridad de los habitantes de Isla de Pascua, además de la Iglesia
católica y otras instancias, solicitaron en varias oportunidades al gobierno de Chile que asumiera la
soberanía sobre la Isla debido a la desprotección en que se encontraban sus habitantes.
Los rapanuí habían sufrido una larga historia de despojos y explotación.
En la década de 1860, hacendados y empresarios peruanos recurrieron a mano de obra esclava
polinésica: unos dos mil isleños fueron capturados con este fin y llevados al Perú.
Una vez parte de Chile, la Isla quedó abandonada. En 1895 fue arrendada al francés Enrique Merlet
y después a la Compañía Explotadora de Isla de Pascua, propiedad de la compañía inglesa
Williamson Balfour. Así, Isla de Pascua se convirtió en una estancia ovejera y sus habitantes fueron
confinados al sector de Hanga Roa, de apenas 1 000 habitantes.
A esto se sumaron las quemas de siembra, prohibición de pescar y castigos corporales. En 1866, el
sacerdote Hipólito Roussel estimó la población en 1 200 individuos; sin embargo, debido al trato a
que fueron sometidos, en 1877 no sobrevivían más de 110 personas. En 1892, un censo que
realizaron los tripulantes
La ocupación de la Araucanía
Una vez terminada la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839), el gobierno chileno
entregó tierras al sur del río Biobío a los soldados que regresaban al país. Como resultado, a partir