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la comunidad científica. De este modo, el concepto política y político po-
drían ser abordados de numerosas maneras (y recurriendo a diversos auto-
res), resaltando en cada una de ellas una u otra dimensión del término. Sin
embargo, y habiendo advertido al lector de las aristas que poseen éste y
otros conceptos en ciencias sociales, se recurrirá en el presente escrito a un
breve derrotero histórico del término hasta “acorralarlo” en su especificidad
(como si fuera una presa) para así intentar lograr una definición general
13
.
Como hemos sostenido, fechar el inicio de la ciencia política es una cues-
tión controvertida y que obedece a posiciones teóricas divergentes. La reflexión
sobre la vida comunitaria y sus modos de regulación escapa al propio desarrollo
del pensamiento occidental. El Código de Hamurabi de los sumerios, El Libro de
los Muertos del Antiguo Egipto, las propias enseñanzas del Antiguo Testamento,
El Arte de la Guerra de Sun Tzu y otros tratados son ejemplos de estos
cuestionamientos desde los confines más remotos de la Antigüedad. Originaria-
mente, la palabra política remite a la antigua Grecia donde se erigían las deno-
minadas polis, también conocidas como ciudades-Estado. En estas organizacio-
nes políticas el ciudadano griego vivía en y para la polis, siendo el bien y el
desarrollo de ésta última la finalidad de su vida
14
. ¿Exagerado? Puede parecerlo,
13
En este derrotero de la reflexión occidental sobre la política podemos encontrar
“continuidad y cambio” como bien señala Sheldon Wolin (1993: 13): “si pasamos
ahora al objeto de la filosofía política, aun el más superficial examen de las obras
maestras de la literatura política nos revelará la continua reaparición de ciertos temas
problemáticos. Podrían exponerse muchos ejemplos, pero bastará mencionar unos
pocos, tales como las relaciones de poder entre gobernantes y gobernados, la índole de
la autoridad, los problemas planteados por el conflicto social, la jerarquía de ciertos
fines o propósitos como objetivos de la acción política, y el conocimiento político. Si
bien los filósofos políticos no se han interesado en igual medida por todos estos
problemas, se ha establecido, en cuanto a la identidad de los problemas, un consenso
que justifica la creencia de que estas preocupaciones han sido permanentes. Y la
circunstancia de que los filósofos políticos hayan disentido, a menudo violentamente,
respecto de las soluciones, no desmiente que haya un objeto común de estudio”.
14
Como señala Norberto Bobbio en el vocablo “política” del célebre Diccionario de
política: “derivado del adjetivo de polis (politikós) que significa todo lo que se refiere a
la ciudad, y en consecuecia ciudadano, civil, público, y también sociable y social, el
término p. ha sido trasmitido por influjo de la gran obra de Aristóteles titulada Política,
que debe ser considerada como el primer tratado sobre la naturaleza, funciones, las
divisiones del estado y sobre las varias formas de gobierno, predominantemente en el
significado de arte o ciencia del gobierno, es decir de reflexión, sin importar si con
intenciones meramente descriptivas o incluso prescriptivas (pero los dos aspectos son
de difícil distinción) sobre las cosas de la ciudad” (Bobbio 1982b: 1240).
Pablo Bulcourf y Juan Cruz Vazquez