lizaciones, con lo que se impedirá, de todas maneras su acceso a la Cc., pese a
tener representaciones-palabra en el Prec., pero desatendidas.
Puede también restarle la sobreinvestidura de la representación-palabra Prec y
dársela a otra que se convierte así en contrainvestidura de la anterior, que pasa
al estado de represión siendo enviada al Inc. reprimido.
Esto es producido por la represión secundaria clásica, origen de las neurosis de
transferencia, el olvido, los sueños, los actos fallidos, etcétera.
En las psicosis narcisistas, se retira la investidura de la representación-cosa Inc.,
motor del deseo Inc. del objeto y se pasa a sobreinvestir las representaciones
correspondientes al yo (definición del narcisismo), causando fenómenos clínicos
como la megalomanía o la hipocondría. En casos de patología narcisista de menor
gravedad se pueden establecer rasgos de carácter como la altanería o arrogancia,
más compatibles con el criterio de realidad.
Por lo tanto el yo, para defenderse de la angustia que le despierta la presencia
de determinados deseos pulsionales, no vacila ante la pérdida de grados de dominio
sobre la pulsión, con tal de expulsarla de sí cortándole así toda posibilidad de llegar a
la acción.
Ni más ni menos esto es lo que consigue con su represión secundaria (<<esfuerzo de
dar caza»), o mecanismos de defensa lnc., además de, por otro lado, conseguir también
sofocar a las pulsiones y los afectos que se puedan derivar de ellas (en las neurosis
esto suele fallar, excepto en la histeria de con versión ), pero no a raíz de
sobreinvestiduras sino, por el contrario, de desinvestiduras, que si bien en algún
momento defienden al yo, luego le ocasionan patología.
Cuando la representación Prec ha sido desinvestida, por más que la Cc. del yo
sobreinvista el resto de las representaciones presentes en el yo no las puede
encontrar, pues aquellas pasaron al lnc.
Cuando, en cambio, lo desinvestido fue la representación-cosa lnc., la libido se retrajo
del mundo de los objetos, lo que se hace presente clínicamente como diversos grados
de apartamiento de las vinculaciones sociales hasta la fantasía de fin de mundo de la
esquizofrenia.
En estos casos se sobreinvisten las representaciones-palabra Prec sin ningún tipo de
basamento lnc., se reemplaza con ellas a éste, y se generan así los delirios paranoicos,
por ejemplo, o cualquier forma de discurso vacío no sustentado por las repre-
sentaciones-cosa lnc.
También en ciertas ocasiones se logran diferentes niveles de reconexión con el mundo
regidas más por el principio de placer-displacer que por el principio de realidad , pero
reconstrucciones al fin, basadas en esta sobreinvestidura Prec en última instancia.
El concepto de sobreinvestidura resulta entonces en suma complejo, pues participa en
ocasiones de la salud, del domeñamiento pulsional, y en otras de la patología; depende
de qué y cómo se sobreinvista, aunque los intentos de sobreinvestir suelen ser los de
domeñar a la pulsión.