Cinco. El empate, 1955 1966
“La Revolución libertadora”
Luego de derrocar a Perón, en el grupo que hizo el golpe se advertía una heterogeneidad.
Eduardo Leonardi se presentó como presidente provisional para indicar su decisión de restaurar
el orden constitucional, proclamando la “Revolución libertadora”. Rodeado por los grupos
católicos y por militares de tendencia nacionalista, proclamo que no había vencedores ni
vencidos y procuro establecer acuerdos con las principales fuerzas que habían sostenido a
Perón, en particular los sindicalistas.
Los dirigentes sindicales se mostraron contemporizados por el gobierno, aunque hubo
manifestaciones contra los militares. Los partidarios de Leonardi compartían el gobierno con
representantes de los grupos antiperonistas, respaldados por la Marina. En el ejército, se
impusieron los partidarios de una política de abierta ruptura con el derribado régimen peronista.
El 13 de nov de 1955 Leonardi renunció, y lo reemplazó Aramburu, más afín a los sectores
liberales y antiperonistas, Rojas se mantenía en la vicepresidencia. Este episodio puso en
manifiesto la complejidad de la herencia del peronismo.
Caído Perón, las fuerzas que lo apoyaron se convirtieron en un obstáculo para sus intentos de
sucesores, que declaraban querer reconstruir una convivencia democrática perdida y se
proponían reordenar sustancialmente la economía y la sociedad. En 1955 ese reordenamiento
era estimulado y exigido por un mundo que planteaba un desafío novedoso.
En el contexto internacional, Walfare state, estado intervencionista benefactor, acompaño a
una integración y liberalización de las relaciones económicas en un mundo capitalista.
En 1947, los acuerdos monetarios de Bretton Woods establecieron el patrón dólar y los
capitales, y los capitales volvieron fluir libremente por el mundo. Las áreas cerradas fueron
desapareciendo y las grandes empresas comenzaron a instalarse en los mercados antes
vedados. Pero para los países cuyas economías habían crecido hacia adentro y
protegidas (Argentina) el Fondo Monetario Internacional -un ente financiero que en el nuevo
contexto tuvo un enorme poder- propuso políticas "ortodoxas": Estabilizar la moneda
abandonando la emisión fiscal, dejar de subvencionar a los "sectores artificiales", abrir los
mercados y estimular las actividades de exportación tradicionales.
No obstante, progresivamente empezó a formularse una política alternativa, elaborada sobre
todo en el ámbito de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL): Los países
"desarrollados" podían ayudar a los subdesarrollados a eliminar los factores de atraso mediante
adecuadas inversiones en sectores clave, que éstos acompañarían con reformas ‘’estructurales’’
como la reforma agraria. Desde entonces, la receta "monetarista" y la ‘’estructuralista’’
compitieron en la opinión y en las políticas. La primera llevaba a revitalizar viejos aliados, los
sectores oligárquicos, quizá la dictadura. (Monetarista) La segunda impulsaba cambios
profundos: una "modernización" de la sociedad que se coronaría con el establecimiento de
democracias estable a los de los países desarrollados. (Estructuralista)
Para adecuarse a este mundo del capitalismo, es necesario reformar el aparato productivo, pero
existía polémica sobre la confianza en el capital extranjero. Para los empresarios, la
modernización implicaba una modificación del estado de cosas logrado por el peronismo:
necesitaban recortar los ingresos y recuperar la autoridad patronal. Este era el mayor obstáculo:
la clase obrera madura y con una clara identidad social y política. Entre las fuerzas embarcadas
en la transformación, incapaces de definir sus objetivos, y la capacidad de resistencia de la clase
obrera se produjo la situación de “empate”.
Libertadores y desarrollistas
El Gral Aramburu encabezó el gobierno provisional hasta 1958 y asumió plenamente la decisión
de desmontar el aparato Peronista: Proscripción del peronismo. Desperonización:
disolución del Partido Peronista, intervención de la CGT y los sindicatos, detención y proscripción
de dirigentes políticos y sindicales, depuración de peronistas en las universidades y la
administración pública, control de los medios de comunicación, prohibición de la propaganda
peronista y de la mención del nombre de Perón, derogación de la Constitución de 1949.
El 9 de junio de 1956 un grupo de oficiales peronistas organizó un levantamiento: contaba con
el apoyo de muchos grupos civiles y aprovechaba un clima de descontento y movilización
gremial. El gobierno los reprimió con violencia. Los “gorilas” (antiperonistas) fueron ganando el
control del Ejército, depurándolo de peronistas.
Los militares, con la pretensión de transferir el poder a los civiles rápidamente, convocaron a los
partidos, excepto al comunismo, a conformar una Junta Consultiva (parlamentaria sin poder de
decisión).
En cuanto a la política económica, se elaboró un plan que combina principios de la nueva
doctrina con estabilización y liberalización ortodoxas: se desmontaron los instrumentos
intervencionistas del Estado, se devaluó el peso, se estimuló el sector agrario, se aprobó el
ingreso de la Argentina a la FMI y al Banco Mundial, pero no hubo una legislación clara sobre el
capital extranjero. La política social fue más definida. Combinando eficiencia y represión
patrones y gerentes empezaron a recuperar autoridad en las plantas. Las convenciones
colectivas fueron suspendidas, y en el marco de una fuerte crisis cíclica en 1956, los salarios
reales cayeron fuertemente en 1957.
Se reprimió duramente toda expresión del peronismo, lo que reforzó la identificación entre este
y los trabajadores (vandalismo, terrorismo). Los nuevos dirigentes sindicales más resistentes,
formados en las luchas duras, comenzaron a ganar elecciones en algunos sindicatos. Estas
organizaciones sindicales formaron la “columna vertebral” del movimiento.
Perón mantenía cierto poder de veto desde el exilio. Se planteaba el problema en el gobierno de
qué hacer con el peronismo: confiar en la educación democrática; comprender, redimir e
integrar a los peronistas; en la derecha, nacionalistas y conservadores populares optaron por
acercarse; en la izquierda, la política represiva del gobierno los apartó de un bloque antiperonista.
El Partido Socialista se dividió entre antiperonistas y quienes creían que debía crearse una
alternativa de izquierda más atractiva para los trabajadores que el peronismo.
Frondizi ascendió en la UCR y provocó su ruptura: por un lado Balbín, y los que se identificaban
con el gobierno libertador (del Pueblo); y por otro, Frondizi, que prefería acercarse al peronismo
(Intransigente). Con este objetivo, reclamó del gobierno la desproscripción y el mantenimiento
de la legalidad del sindicalismo. Fue candidato a presidente de la UCR en 1956, y esta se dividió
en Intransigente y del Pueblo.
El gobierno provisional comenzó a organizar su retiro y a restablecer la democracia, acosado por
dificultades económicas y una creciente oposición. Convocó a una Convención Constituyente.
Perón ordenó votar en blanco y esos votos fueron los más numerosos. Clara condición: quien
consiguiera los votos peronistas ganaría las elecciones, mientras el peronismo estuviera
proscripto.
Gobierno de Frondizi (1958-1962)
Frondizi negocsu apoyo electoral con Perón a cambio del levantamiento de las proscripciones.
Presidió el gobierno entre 1958 y 1962. Apuntó a renovar los acuerdos de origen peronista para
compartir los beneficios del desarrollo económico impulsado por el capital extranjero.
Desarrollismo. Solía negociar tácticamente con las grandes corporaciones, desvalorando la
escena política. Tenía mayoría en el Congreso y controlaba la totalidad de sus gobernaciones,
pero los votos eran prestados. Las Fuerzas Armadas no simpatizaban porque él había roto el
compromiso de proscripción. Los partidos políticos tampoco lo apoyaban y el partido oficialista
tenía poca iniciativa. Por eso actuó prontamente: aumentó los salarios y desproscribió partidos
(ni a Perón ni al Peronista), y sancionó la Ley de Asociaciones Profesionales que la Revolución
Libertadora había derogado. Negoció la explotación del petróleo por empresas extranjeras
(“batalla del petróleo”) y autorizó el funcionamiento de universidades privadas.
En la política económica fueron las leyes de radicación de capitales extranjeros y de
promoción industrial. Se establecía un régimen especial a las inversiones en sectores clave
para la nueva etapa de
desarrollo: la siderurgia, la petroquímica, celulosa, automotriz, energía y petróleo. Habría trato
preferencial en materia de derechos aduaneros, créditos, impuestos, suministro de energía
compras del Estado y en la protección arancelaria del mercado local todo ello manejado con un
alto grado de discrecionalidad. Los resultados de esta política fueron notables: las
inversiones extranjeras, de alrededor de 1957 subieron en 1959 y todavía más en los dos años
siguientes. La producción de aceros y automotores creció de modo espectacular y casi se llegó
al autoabastecimiento de petróleo.
La fuerte expansión hizo probablemente más intensa la crisis cíclica trienal (anteriores las de
1952 y 1956), anunciada a fines de 1958 por una fuerte inflación y dificultades en la balanza de
pagos. En diciembre de 1958 se pidió ayuda al FMI y se lanzó un Plan de estabilización cuya
receta recesiva se profundizó en junio de 1959, cuando Frondizi convocó al ministerio de
Economía Alsogaray, que aplicó un ortodoxo programa de devaluación, congelamiento de
salarios y supresión controles estatales cuyas consecuencias fueron una fuerte pérdida en los
ingresos de los trabajadores y una desocupación generalizada. Esta segunda política, liberal y
ortodoxa, era contradictoria con la desarrollista inicial pero complementaba y desarrollaba sus
efectos y su adopción marco el final de la ilusión integracionista y puso en evidencia la necesidad
de enfrentar al aparato sindical.
El plan de Estabilización puso fin a una precaria convivencia entre el gobierno y los sindicatos
peronistas, que hasta entonces habían apreciado medidas gubernamentales como el fin de las
proscripciones y la Ley de Asociaciones Profesionales. Pero los efectos de la política de
estabilización y la dureza con que el Gob reprimió las protestas pusieron a los sindicatos en pie
de guerra. Las huelgas se intensificaron, y luego recrudeció el sabotaje. El Gob respondió
interviniendo los sindicatos y empleando el ejército para reprimir, según lo establecía el plan
CONINTES, al tiempo que los empresarios despedían a los cuadros más combativos. Surge la
figura de Augusto Vandor, jefe del sindicato metalúrgico -la Unión Obrera Metalúrgica (UOM)-,
fue la figura principal esta nueva burocracia sindical fuerte, especializada en administrar la
desmovilización, con paros generales duros de palabra, pero poco combativos y negociaciones
permanentes con todos los factores de poder. Este nuevo sindicalismo era enorme fuerza en
la escena política.
Los militares vieron con desconfianza el triunfo de Frondizi y se dedicaron a vigilarlo, y en
particular a controlar sus relaciones con los peronistas. América Latina y Arg estaban en el
mundo de la Guerra Fría, y los militantes asumieron con decisión una postura anticomunista
que venía a legitimar el pretorianismo y asociaron con el comunismo al peronismo. El
presidente era reacio a condenar a Cuba (Revolución Cubana, Fidel Castro), pero por la presión
rompió relaciones con Cuba. Debilidad del gobierno de Frondizi.
En las elecciones de 1962, Frondizi desproscrib el peronismo y los enfrentó en elecciones
abiertas; ganaron ampliamente y él intentó detenerlos. Frondizi no fue respaldado por los
partidos políticos y fue depuesto por los militares, y subió Guido al poder.
Crisis y nuevo intento constitucional
Gobierno de Guido (1962-1963)
Guido asume bajo la tutela de los militares. Estos impusieron un gabinete antiperonista. La
crisis política y la crisis económica cíclica dieron lugar a medidas erráticas. Federico Pinedo
dispuso una devaluación, que favoreció al campo y en particular a sus amigos. Fue reemplazado
por Álvaro Alsogaray, con su receta estabilizadora, golpeó sector industrial que había crecido
durante el período frondizista. La inestabilidad política de 1962 creó una división entre los
militares, los azules y colorados.
El grupo de Campo de Mayo (azules) dentro del Ejército consideraba que eran demasiado
grandes los costos de la participación política del Ejército y que debían acatar a las autoridades
constitucionales. El legalismo era en realidad profesionalismo. Pensaban que la igualación entre
comunismo y peronismo era exagerada, y que este podía colaborar en el frente anticomunista.
Mientras que los colorados
equiparaban al movimiento peronista con el comunismo y abogaban
por erradicarlo completamente, eran antiperonistas. Los azules triunfaron en los enfrentamientos
con los “gorilas” (legalidad, respeto institucional, democracia), y Onganía llegó a Comandante en
Jefe. Se planeaba llevar al gobierno una fórmula que reuniera militares, empresarios y
sindicalistas, pero los empresarios desconfiaban de los peronistas, los peronistas de los
frondicistas, y los antiperonistas rechazaban la nueva alternativa. La Marina también se enfrentó
al Ejército y fue derrotada, pero después los azules retomaron las posturas antiperonistas.
Los frentistas insistieron en encontrar la fórmula alquímica pero esta vez sin los militares. Los
sindicalistas hicieron valer su poder tomando provecho de todas las alternativas, pero sin
comprometerse con ninguna. Lograron la normalización de la CGT.
Elecciones de 1963: los peronistas votaron en blanco. Gana Illia (UCR del Pueblo) que gobernó
entre 1963 y 1966.
Gobierno de Arturo Illia (1963-1966)
Las principales fuerzas corporativas estaban lejos de comprometerse con el nuevo gobierno. La
UCR del Pueblo tenía poco apoyo en la Cámara y controlaba pocas gobernaciones. Illia le dio
más importancia al Congreso y a la democracia.
Respeto a las normas, no abuso de los poderes presidenciales, buscar que los conflictos
decanten naturalmente. Criticado por irrealista e ineficiente. Política económica: énfasis en el
mercado interno, políticas de distribución, protección del capital nacional, y planeamiento y
control por parte del Estado. Ley de Salario Mínimo. Contratos petroleros anulados y
renegociados. Los sectores empresariales se quejaban del bajo estímulo a la inversión
extranjera, y los liberalistas, del rol protagónico del Estado y del avance de los sindicatos. Estos
demostraron a través de un Plan de Lucha que constituían un actor político importante.
Reorganizaron el Partido Peronista en el Justicialista y Vandor fue ganando posiciones. Fue
creciendo el enfrentamiento entre ellos y Perón.
En 1965 se realizaron las elecciones de renovación parlamentaria y el gobierno proscribió al
Partido Justicialista. En las elecciones parlamentarias el “neoperonismo” obtuvo buenos
resultados. Isabel (esposa de Perón) reunió a los grupos adversos a Vandor y ganó una elección
en Mendoza, pero no la de la conducción de la CGT: Perón superaba a Vandor en el campo
electoral, pero no en el sindical.
Las Fuerzas Armadas adhirieron a la doctrina de la seguridad nacional: se apartaban de la
política, pero eran la garantía de los valores nacionalistas y debían protegerlos (contra los
comunistas). La democracia empezaba a aparecer como un obstáculo para la seguridad.
La economía entre la modernización y la crisis
Frondizi: modernización económica: crea el INTA, el INTI, la CNEA, etc. Inversión pública,
ciencia y técnica. Capitales extranjeros con efectos traumáticos: las nuevas industrias (petróleo
acero, celulosa, petroquímica, automotores) crecieron aceleradamente por la promoción, y las
viejas (textil, calzado, y electrodomésticos) se estancaron o retrocedieron porque el mercado
retrocedía y debían competir con nuevos productos. Se creó una brecha entre un sector
moderno y eficiente, y uno tradicional. El sector industrial se estancó y se deterioraron los
ingresos de los asalariados por razones económicas y por el recorte en la capacidad de
negociación de las organizaciones sindicales. Las empresas nuevas debieron adecuarse al tipo
de fábricas heredado de la etapa peronista (pequeña, verticalizada, elevados costos y escasa
competitividad) y por eso fueron menos eficientes que en los países de origen. Mercado
interno. Contribuyeron, junto con algunas empresas nacionales, a fortalecer la injerencia del
estado que pudiera garantizarles las ventajas especiales. La política de promoción fue muy
errática, determinada por la capacidad de presión de los interesados y por razones políticas
generales. En el sector industrial en general se creció, a pesar de la retracción de los sectores
tradicionales, y en el agrícola también, por las mejoras tecnológicas y grupos de empresarios
innovadores.
Las crisis cíclicas trienales fueron seguidas por políticas de estabilización y expresaban las
limitaciones del país para un crecimiento sostenido (dependencia de las divisas). Los planes de
estabilización (que seguían la normativa del FMI) consistían en la devaluación y en políticas
recesivas que volvían al equilibrio, creando las condiciones para un nuevo crecimiento. Ciclos
de avance, detención y nuevo avance en el contexto de la puja por el ingreso, que formaba
parte de la puja política entre los distintos sectores: al empate político correspondía uno
económico. En las fases ascendentes, los empresarios y los trabajadores industriales
coincidían a costa de los sectores exportadores (base de la alianza peronista). En otras
oportunidades, los empresarios aprovecharon para capitalizarse, había una traslación de
ingresos del sector urbano al rural y de los trabajadores a los empresarios con las crisis y la
devaluación, y las empresas chicas solían ser compradas por las grandes. Concentración de la
propiedad.
La crisis potenció la puja por el ingreso. El Estado estaba a disposición de quien pudiera
capturarlo un instante. Algunos sectores propietarios descubrieron las ventajas de este
funcionamiento anormal. Otros reclamaban la presencia de un orden racional.
Las masas de clase media
La modernización económica introdujo cambios en la sociedad: migración del campo a la
ciudad (que formaba parte de una tendencia iniciada en la década de 1940), pero no ya de las
zonas pampeanas, sino de las zonas pobres del nordeste y el noroeste, y de países limítrofes.
Forma de incorporación a las ciudades: empleo de la construcción, comercios pequeños y
actividades de servicios. La migración fue por la posibilidad de trabajo, y por el deseo de
disfrutar de la vida urbana. Cinturón de “villas miserias”. Los sindicatos contribuyeron a
mantener una homogeneidad de la clase obrera. El sector de los desprotegidos constituyó una
de las fuentes de tensión de la sociedad. Creció la clase media, y se demostró el papel que
tenía la educación como vía de ascenso. Pérdida del valor de los títulos: otro foco de
preocupación.
Las clases altas no recuperaron su antiguo prestigio; las élites siguieron
diversificándose. Emergieron los “ejecutivos”, signos de la modernización económica, de que
las empresas empezaron a ser manejadas por funcionarios profesionales, en lugar de la familia
fundadora.
Actitud más flexible sobre las conductas sexuales y las relaciones familiares,
modificación de la relación entre el hombre y la mujer. Voseo, psicoanálisis, televisor,
automóvil, libros. Expansión y homogeneización del consumo: producción en masa,
propaganda, acceso generalizado a bienes tradicionalmente propios de las clases altas.
Centros comerciales en todos los barrios. El jean homogeneizaba, pero las marcas distinguían.
Vida moderna.
La Universidad y la renovación cultural
Los intelectuales antiperonistas pasaron a regir las instituciones oficiales y el campo de la
cultura. Las vanguardias artísticas se concentraron en el Instituto Di Tella. Recrear en Buenos
Aires un verdadero centro del arte. La renovación cultural estuvo en la Universidad,
empezando por su desperonización y siguiendo por su modernización. La ciencia debía
convertirse en palanca de la economía. Las facultades se nutrieron con laboratorios y
científicos con dedicación exclusiva a la enseñanza e investigación. Los egresados marcharon
a completar su formación en el exterior. Psicología y sociología. La modernización era un
medio de incorporación al mundo. Organismos de investigación estatales.
La Universidad se gobernó según los principios de la Reforma Universitaria de 1918..
Conflicto entre la enseñanza “libre” y la “laica” a partir de que Frondizi permitió autorizar las
universidades privadas. La Universidad se tornó una isla democrática (fe en la ciencia y en
el progreso de la humanidad) en un país que cada vez era menos y que creía menos en la
democracia. Propuestas políticas, extensión de las actividades a la sociedad (Eudeba).
Cuestionamiento del valor de la ciencia a la luz de las necesidades
nacionales. Cuestionamiento de los paradigmas científicos. Cientificismo y anticientificismo.
Crítica a la falta de compromiso con la realidad y con el país de los intelectuales y los artistas.
La modernización mostraba cambios superficiales y las resistencias de los grupos
tradicionales. Por otro lado, el núcleo progresista giró a la izquierda y demostró la imposibilidad
de mantener los acuerdos sobre los que la experiencia se había fundado.
La política y los límites de la modernización
La penetración de los sectores progresistas fue escasa excepto en la Universidad. Ruptura
entre los intelectuales progresistas y los antiperonistas conservadores. Fracturas entre los
antiperonistas.
Nueva izquierda: primero mirando al peronismo, luego a la Revolución Cubana; expansión del
marxismo. La nueva izquierda abarcaba interpretaciones varias sobre el marxismo y la
posición frente al peronismo. Antiimperialismo. Amalgama con sectores cristianos y
nacionalistas, difícil y polémica. Revisionismo. Revolución Cubana: América Latina alzada
contra el imperialismo. La nueva izquierda no tenía claro qué hacer. Para ella, la democracia
era solamente una forma. Nadie confiaba en la democracia (izquierdas: opio burgués,
frondicismo: prefiere la eficiencia tecnocrática; derecha: no podía organizar un partido;
sectores concentrados: se manejaban en la escena corporativa; sindicalistas: no vencían a
Perón en la escena democrática; militares: tutela del Estado no participativa). Querían romper
el empate. Para los militares, la democracia era un obstáculo en el combate contra el
comunismo, y la vanguardia (sexual, artística, etc.) atentaba contra los valores occidentales y
cristianos. Reclamaban un Estado fuerte para ordenar. Crítica al gobierno, desprestigio
del sistema democrático, exaltación de la figura de Onganía.
Depusieron a Illia en 1966 y Onganía subió al gobierno. Terminó el empate.
Seis. Dependencia o liberación, 1966 1976
El ensayo autoritario
Onganía (1966-1970)
El golpe del 28 de junio de 1966 se realizó con el apoyo de los grandes sectores empresarios,
la mayoría de los partidos políticos (excepto los radicales, socialistas y comunistas) y muchos
grupos de extrema izquierda. Era necesario reorganizar el estado, hacerlo fuerte, con autoridad
y recursos. Unos querían elementos keynesianos para romper con las barreras del crecimiento;
otros, un reordenamiento antiliberalista de la sociedad.
La primera fase del gobierno se caracterizó por un “shock autoritario”: Se disolvió el
Parlamento, los partidos políticos, cuyos bienes fueron confiscados y vendidos, para confirmar
lo irreversible de la clausura de la vida política. Los militares fueron apartados de las decisiones
políticas. Los ministros fueron reducidos y se creó el Estado Mayor de la Presidencia integrado
por los Consejos de Seguridad, Desarrollo Económico y Ciencia y Técnica. Unificadas las
decisiones, se comenzó a encorsetar a la sociedad.Otra medida fue la represión del
comunismo cuyo blanco principal fue la universidad, que era vista como la cuna del
comunismo. Las universidades fueron intervenidas y se acabó con su autonomía académica. El
29 de julio de 1966, en la “noche de los bastones largos”, la policía irrumpió en algunas
facultades de la UBA y apaleó a alumnos y profesores. Renunciaron docentes. La censura se
extendió, como la pollera corta o el pelo largo, el amor libre, la pornografía y el divorcio.
En el ámbito económico se procedió a reducir de manera drástica al personal en la administración
pública y en algunas empresas del Estado.
La relación con los sindicatos fue muy mala la protesta social fue violentada y se condiciono la
posibilidad de hacer huelga (ley de arbitraje obligatorio) En febrero de 1967 lanzaron un Plan de
Acción, lo que agravó la situación de los trabajadores: despidos masivos, retiros de personería
sindical, intervenciones a los sindicatos y el uso de todos los instrumentos para acabar con el
gremialismo los sucesivos paros tuvieron escasa repercusión y la CGT debió reconocer su
derrota total y suspender las medidas.
El gobierno de facto había encontrado la fórmula política para controlar la sociedad y la
economía: Terminando con el poder corporativo y político, había puesto fin a la puja social,
dejando descolocado al sindicalismo vandorista y a Perón. Pero en los primeros seis meses no
se había adoptado un rumbo claro en la economía pues se estaba lejos de conformar el
establishment. El conflicto se resolvió en diciembre de 1966 a favor de los liberales. El Gral
Alsogaray fue designado Comandante en Jefe del Ejército y Adalbert Krieger Vasena ministro
de economía y trabajo.
El plan de Krieger Vasena: Su plan, lanzado en 1967, apuntaba a superar la crisis cíclica y a
lograr una estabilización prolongada, y a largo plazo, racionalizar el funcionamiento de la
economía. El Estado intervino regulando las grandes variables, congelando los salarios por dos
años, suspendiendo las negociaciones colectivas, congelando tarifas de servicios públicos y
combustibles y se estableció un acuerdo de precios con las empresas líderes. El déficit fiscal se
redujo sobre todo porque se estableció una fuerte devaluación del 40% y una retención similar
en las exportaciones agropecuarias.
Con esta medida, se logró a la vez arreglar las cuentas del Estado, evitar el alza de los alimentos,
impedir que la devaluación fuera aprovechada por los sectores rurales y asegurar una estabilidad
cambiaria. Todo ello permitió establecer un mercado libre de cambios. La inflación se redujo
drásticamente y las cuentas del Estado y la balanza de pagos estaban equilibradas.
Otros instrumentos de intervención estatal se utilizaron para mantener el nivel de la actividad
económica y estimular los sectores juzgados más eficientes: Inversiones estatales en obras
públicas, beneficios a exportaciones no tradicionales, reducción de los aranceles y eliminación
de subsidios a economías regionales.
El sector s concentrado resultó el mayor beneficiario. Se desnacionalizó la economía
por compras de empresas. La situación de estabilidad permitía a las empresas extranjeras hacer
pesar sus ventajas. Los perjudicados fueron los sectores rurales (retenciones a la exportación),
los sectores empresarios nacionales (falta de protección y desnacionalización), economías
provinciales enteras (supresión de protecciones tradicionales), sectores medios.
La nueva política eliminaba la situación de empate beneficiando a los grandes empresarios. El
plan estaba sostenido por los “liberales”, que no querían el Estado benefactor, pero uno
intervencionista.
En 1968 un grupo de sindicalistas contestatarios ganó la conducción de la CGT y la dividieron.
La CGT de los Argentinos comenzó un movimiento de protesta controlado por el Estado a
través de amenazas y ofrecimientos, y formado por los vandoristas, y los participacionistas
(que asumían su función de expresión corporativa y despolitizada; una vez terminada la
reestructuración económica, sería posible iniciar el “tiempo social”).
Todas estas voces pusieron en tensión la relación entre el presidente y el Ministro de Economía.
Onganía relevo a tres comandantes y reemplazo a Alsogaray por Lanusse. Las voces del
establishment salieron a defender a Krieger Vasena, comenzaron a quejarse del autoritarismo
de Ongania y empezaron a pensar en una salida política, para la que ofrecían al Gral Aramburu.
Cuando en 1969 estalló el Cordobazo, el único capital de Ongania, el mito del orden, se
desvaneció.
La primavera de los pueblos
El Cordobazo vino precedido de una ola de protestas estudiantiles en diversas universidades de
provincias y de una fuerte agitación sindical en Córdoba. Activismo estudiantil y obrero
(componentes principales de la ola) se conjugaron el 29 de mayo de 1969. La CGT local realizó
una huelga general y grupos de estudiantes y obreros ganaron el centro de la ciudad. La
represión policial generó un violento enfrentamiento, finalmente intervino el Ejército y recuperó
el control. Lentamente el 31 de mayo se restableció el orden. Consejos de Guerra condenaron a
los principales dirigentes sindicales en quienes se hizo caer la responsabilidad.
Con el Cordobazo surge un Nuevo activismo sindical: los obreros estables, especializados y
bien pagos extendieron no se limitaron al aspecto salarial, y extendieron sus protestas a las
condiciones de trabajo, los ritmos, sistemas de incentivos, etc. Las grandes empresas podían
negociar particularmente los convenios de trabajo y crear sindicatos por planta, debilitando a las
organizaciones sindicales, pero permitiendo que surgieran conducciones diferentes (honestidad,
democracia interna, problemas de la planta) a las del sindicalismo nacional (negocio de los
salarios, matonismo). Se pasó de un cuestionamiento concreto a uno más amplio de las
relaciones sociales.
Hubo episodios similares al Cordobazo en el país. Las movilizaciones surgían de cuestiones de
la vida cotidiana y comprendían a sectores más vastos que los obreros sindicalizados. Se trataba
de un coro múltiple, heterogéneo pero unitario, regido por una lógica de la agregación, al que se
sumaban las voces de otros intereses heridos. Unos y otros se legitimaban de manera recíproca
y comprendían un imaginario social sorprendente, una verdadera ‘‘primavera de los pueblos’’.
Los problemas de la sociedad se concentraban en el poder autoritario y sus amigos. En el mundo
había situaciones parecidas. En América Latina se buscaba la revolución para la liberación
(Cuba, Che, guerrillas en Brasil y Uruguay, partidos marxistas en Chile, etc.). El Movimiento de
Sacerdotes del Tercer Mundo proclamó su preocupación prioritaria por los pobres, sumándose
a esta primavera: la violencia de abajo era consecuencia de la violencia de arriba. La solidaridad
con el pueblo los identificaba con el peronismo. Las universidades se transformaron en centros
de agitación y reclutamiento. Muchos fueron atraídos por el peronismo proscripto. Se hizo una
lectura estratégica del discurso de Perón y así logró integrar a varios sectores (catolicismo,
nacionalismo, revisionismo histórico, izquierda). Convicción del enfrentamiento entre el pueblo
peronista y el poder autoritario. Exigencia de la acción. Se interpretaba la política con la lógica
de la guerra; surgieron las organizaciones guerrilleras: Fuerzas Armadas Peronistas,
Descamisados, Fuerzas Armadas Revolucionarias, Fuerzas Armadas de Liberación,
Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo. Secuestro y asesinato del general
Aramburu, tomas de control de pequeñas ciudades. Actos de violencia para el equipamiento de
las organizaciones, o demostrar la impotencia del estado. Montoneros agrupó todas las
organizaciones guerrilleras (excepto el ERP) por privilegiar la acción, no estar atados
políticamente; estaban menos orientados al movimiento obrero, buscaban su apoyo en los
sectores cultivados por los sacerdotes tercermundistas. Desde 1971 aprovecharon el clima
creado por la salida política y el retorno de perón, se volcaron a la organización y movilización a
través de la Juventud Peronista, que creció notablemente.
Militares en retirada
La movilización popular fue identificándose con el peronismo y con Perón. Onganía intentó
buscar una salida, con modificaciones menores como el sacrificio de Krieger Vasena y una
apertura más decidida a “lo social”. Pero los sindicalistas eran menos dóciles. Los militares
depusieron a Onganía y designaron a Levingston en 1970.
Gobierno de Levingston: Se impulsó una distribución salarial y se protegió a las empresas
nacionales (“compre argentino”, “argentinización del crédito”). Levingston confiaba en que en
algunos años se crearían las condiciones para una salida política democrática. Alentó la
formación de partidos políticos nuevos que asumieran la continuidad de la transformación.
Consignas antiimperialistas El gobierno reflotó la CGT convocándola a negociar. La Hora del
Pueblo, firmado por los partidos políticos, ponía fin a las proscripciones y aseguraba el respeto
a las minorías y a las normas constitucionales, e incluía definiciones económicas nacionalistas y
distribucionistas.
La emergencia social hacía al resurgimiento del sindicalismo organizado, y Levingston resultó
incapaz de manejar el espacio de negociación que abrió, hostilizado por el establishment y
enfrentado con los partidos, con quienes no quería negociar. Los jefes militares pensaron que
Levingston era tan incapaz como Onganía. Una nueva movilización masiva en
Córdoba(viborazo)los impulsó a removerlo y reemplazarlo por Lanusse en 1971.
Gobierno de Lanusse: Impuso un reestablecimiento de la actividad política partidiaria y
convocación a elecciones generales subordinadas a un Gran Acuerdo Nacional (GAN). Las
Fuerzas Armadas finalmente daban prioridad a la salida política y a la reconstrucción de la
legitimidad. Pero no sabían cómo enfrentar a las organizaciones armadas e iniciaron una
represión ilegal. También había vacilaciones en cuanto a la política económica y se disolvió el
Ministerio de Economía. El tironeo sectorial quedó instalado en el gobierno.
GAN: condena general de la subversión, garantías sobre la política económica, respeto a las
normas democráticas, y tutela del Ejército sobre el gobierno.
Perón apoyó las organizaciones armadas y a La Hora del Pueblo, y organizó el Frente Cívico
de Liberación Nacional. Lanusse planteó que el GAN era condición para las elecciones pero
tuvo que reducir sus exigencias frente a Perón. Entonces se autoproscribió a cambio de que
Perón no fuera candidato. Perón organizó su combinación electoral: Cámpora Solano Lima.
“Cámpora al gobierno, Perón al poder”. El peronismo triunfó, los militares escaparon, y los presos
políticos fueron liberados. Perón como el salvador de la nación. Heterogeneidad de la figura
de Perón; su figura simbólica reemplazó a su figura real. Para todos, Perón era nacionalista
y popular. Para los peronistas de siempre, esto se encarnaba en el líder histórico. Para los más
nuevos, Perón era el líder revolucionario. Para los anticomunistas, Perón era la subversión social.
Para las clases medias y altas, Perón era el pacificador sin ambiciones.
1973: un balance
Modernización general de la economía (tractores, cosechadoras, semillas híbridas,
plaguicidas, herbicidas, fertilizantes sintéticos). Crecimiento de las exportaciones de granos y
aceites, y de las industriales en los países vecinos (Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio). Expansión suave y sostenida, por la maduración de inversiones y, a partir del impacto
de la instalación de las empresas extranjeras, por la captación de ciertas empresas nacionales
de un segmento del mercado, o su crecimiento por la competencia. Las empresas nacionales
aprovecharon los subsidios y la promoción estatal. También creció el mercado interno que dio
nueva vida a los sectores más tradicionales. La racionalización de la producción fue común a las
empresas nacionales y extranjeras.
La industria se modernizó y se acercó a los estándares internacionales por los procesos de
concentración y depuración, y por la inversión del estado, la nueva infraestructura y la expansión
del sector consumidor pudiente. El mercado interno se expandió por el aumento del empleo
industrial y de la construcción. Los sindicatos conservaron su eficacia, pero no valió para la masa
de trabajadores no sindicalizados. Hacia 1973 la expansión se acercaba a sus límites por falta
de una importante inversión privada.
La conflictividad social esta vez no podía ser satisfecha con la redistribución típica del peronismo,
y requería una regulación estatal mayor de las relaciones entre las partes y la integración de los
excluidos a la mesa de negociación. Los sectores propietarios mantenían los atributos del Estado
y su capacidad para definir las reglas del juego, a pesar de llamarse liberalistas. Pero nadie
controlaba el conjunto de las estructuras. “Estado burocrático autoritario”. La puja sectorial
terminaba en empates o bloqueos recíprocos. Durante el gobierno de Perón, su poder y su
voluntad de controlar a todas las fuerzas sociales aseguraban la disciplina. La conducción
vandorista desmovilizaba a los trabajadores y garantizaba la posibilidad de negociación. Pero
este equilibrio se rompió luego de 1966, con fuerte movilización social, la ineficiencia de cualquier
estructura mediadora y la de los militares para custodiar el poder.
Entonces confiaron en Perón para que controlara la movilización social: el acuerdo entre la CGT
y la CGE (Confederación General Económica, empresas nacionales) ilustraba el pacto social.
Podía vislumbrarse un futuro para la escena corporativa, pero sobre la escena democrática había
más dudas. El Partido Justicialista era una pequeña fracción del movimiento peronista, y los otros
partidos se limitaron a apoyar a Perón o a aceptar sus términos renunciando a su participación.
La idea de democracia tenía poco prestigio en una sociedad acostumbrada a que cada parte
negociara por separado. Los sectores populares no encontraron representación política, y su
movilización se transformó en una máquina de guerra apartada de la alternativa política.
La vuelta de Perón
En 1973 asumió Cámpora y regresó Perón al país. Hubo un enfrentamiento entre grupos
armados del peronismo. Cámpora y Solano Lima renunciaron y asumió Lastiri. En las nuevas
elecciones ganó Perón-Perón, y más tarde murió Perón. Isabel lo reemplazó hasta que fue
depuesta en 1976.
Perón intentó un acuerdo democrático con las fuerzas políticas, un pacto social con los
grandes representantes corporativos y una conduccións centralizada de su movimiento. Las
Fuerzas Armadas eran reticentes y limitaban el control de Perón, y los mecanismos estatales
estaban desgastados y resultaron ineficaces. Por eso el pacto social falló de entrada. El pacto
democrático funcionó formalmente, pero resultó irrelevante.
El Programa de Reconstrucción y Liberación Nacional intentaba superar las limitaciones al
crecimiento de la economía, sin modificar los rasgos básicos. Se esperaba apoyar el crecimiento
de la economía en la expansión del mercado y de las exportaciones. Las exportaciones
tradicionales tenían buenas expectativas: buenos precios y nuevos mercados; la nacionalización
del comercio exterior garantizaba la transferencia de los beneficios al sector industrial. Por otro
lado se trató de preservar los ingresos de los sectores rurales. Las empresas nacionales fueron
respaldadas con líneas especiales de crédito y el “compre argentino”; algunas fueron
subvencionadas. El Estado controlaba el crédito y los precios para la estabilización. Aumentó
sus gastos y el empleo público.
La clave estaba en el pacto social para solucionar el problema clásico de la puja distributiva.
Perón recurría a la concertación y a la disciplina mediante la persuasión y la autoridad. Congeló
los precios, suprimió por dos años las convenciones colectivas y aumentó los salarios. La
inflación se freno, se logró un buen superávit y se aumentó la actividad interna. Pero más tarde
resurgió la inflación, encarecieron las importaciones a raíz del aumento del precio del petróleo, y
se complicaron las cuentas externas y los costos de las empresas. El Mercado Común Europeo
cerró para las carnes argentinas. La crisis cíclica no podía ser resuelta por un gobierno que se
había abanderado de la inflación nula. Nuevamente se volvió a la lucha sectorial con el
incumplimiento del pacto social. Las fábricas estuvieron en estado de rebeldía”. El pacto fue
desgastándose y Perón pidió disciplina y amenazó con renunciar.
Los actores cambiaron de estrategia y volvieron a sus formas clásicas (negociación dura,
vandorismo). Isabel construyó una base propia de poder para homogeneizar el gobierno,
rompiendo las alianzas que había tejido Perón. La crisis económica pedía medidas drásticas y el
gobierno debió convocar a paritarias, se decidió un aumento del 40%, pero fue seguido por una
devaluación del 100% y aumento de tarifas y combustibles similar(“Rodrigazo”). Se pidió un
aumento del 200% pero Isabel no aceptó. La CGT se movilizó contra el gobierno peronista,
Isabel accedió y el gobierno entró en su etapa final.
La lucha alrededor del pacto social fue paralela a la lucha dentro del peronismo (Perón contra la
“tendencia revolucionaria”: Montoneros y Juventud Peronista). Perón lideraba incluyendo a todos
quienes invocaran su nombre. Su estrategia era la de movilizar a los sectores populares y
presentarse como el único capaz de contenerlos (“bombero piromaníaco”).
Surgen dos concepciones: La concepción que se apoyaba en vieja tradición peronista,
nacionalista y distribucionista, con un estilo político autoritario, faccioso, verticalista y
anticomunista: “patria peronista”, identificada con el sindicalismo y los grupos de extrema
derecha; la otra incorporaba la crítica radical de la sociedad (“liberación o dependencia”): “patria
socialista”, identificada con Montoneros.
El ERP no creía en la vocación revolucionaria del peronismo ni en la democracia, y retornó a la
lucha. Para Montoneros, el triunfo de 1973 abría una lucha decisiva por el control del poder y el
discurso peronista, y ganaron para su causa al propio Perón. Los militantes de la “tendencia”
ocuparon espacios de poder en el Estado, pero pronto se reestablecieron las relaciones de fuerza
reales y a partir de la renuncia de mpora perdieron las posiciones ocupadas. La “tendencia”
entonces se lanzó a la lucha de aparatos en competencia con el sindicalismo y los grupos de
derecha, bajo la forma de terrorismo, asesinatos. Montoneros eliminaba personajes, y contra
ellos se constituyó otro terrorismo parapolicial (Acción Anticomunista Argentina, matones
sindicales).
En el aspecto discursivo, cuando Perón regresó, habló inequívocamente. Perón los expulsó y no
aparecieron hasta su funeral. Fundaron el Partido Peronista Auténtico sin éxito. Volvieron a la
vieja táctica y pasaron a la clandestinidad: asesinatos, secuestros, intervenciones armadas en
conflictos sindicales, etc., seguidos por el ERP. Contra ambos creció la represión clandestina. El
Ejército convocado por la presidenta asumió la tarea de reprimir la guerrilla en Tucumán.
La crisis económica del “Rodrigazo” preparó la crisis política. En 1975 ni las Fuerzas
Armadas ni los grandes empresarios respaldaron a Isabel. Los empresarios cedieron con
facilidad a los reclamos de los sindicalistas, se separaron de la CGE y atacaron al gobierno. Los
militares comenzaron a prepararse para el golpe. Videla puso plazos, y finalmente, luego de
intentos en vano de confrontar la crisis, bajo una tensión insoportable y una aceptación anticipada
de cualquier salida, Isabel fue depuesta en 1976. El golpe fue recibido con alivio y expectativas.
El terrorismo de Estado (Etchevest)
Concepto de terrorismo: uso de la violencia para obligar a un gobierno a tomar
determinadas decisiones. O simplemente obligarlo a conceder determinados logros políticos,
religiosos o sociales al grupo que ejecuta el terrorismo. Cuando ocurre un hecho como este
afecta emocionalmente a la población.
No siempre el uso de violencia implica un acto terrorista.
No importan los costos, no se tienen en cuenta las leyes ni los derechos humanos.
La causa justifica los medios, no importa cuán sanguinaria o cruel sea.
El terrorismo busca, a través del terror, conseguir objetivos que de otra forma no serían
posibles de alcanzar.
El terrorismo de Estado: Es un tipo especial de terrorismo. El protagonista en este caso
es el Estado, que utiliza las Fuerzas Armadas para llevar a cabo un plan sistemático y planificado
para lograr objetivos vinculados con el poder, mediante la aplicación del terror sobre la sociedad.
En el caso en que el Estado se convierte en terrorista contradice su propia existencia, al violar
las leyes que lo fundamentan. En efecto, la sociedad en virtud de un “contrato” (o no, según la
teoría política desde la cual se mire la cuestión) reconoce el uso de la violencia al Estado. Este,
como se ha dicho anteriormente, delega el monopolio de la violencia al Estado.
El Estado, mediante los cuerpos de seguridad (la Policía, las Fuerzas Armadas, etc.) tiene
derecho de allanar propiedades, detener personas, hasta incluso matar siempre y cuando actúe
en el marco de la ley, con el objetivo único de proteger al conjunto de la sociedad.
En los casos de terrorismo de Estado argumentando que ciertos “grupos terroristas” amenazan
a la sociedad-, El Estado hace abuso de la violencia por fuera de toda legislación, llegando
acciones como la tortura, bloqueando al mismo tipo la actividad del poder judicial en pos de lograr
impunidad. Este uso de crueldad y violencia es justificado porque permitiría anticipar acciones
ilegales y salvar más vidas civiles.
Por ello es que el terrorismo de Estado es la peor forma de violencia política, ya que viola el
“contrato” originario que funda su propia existencia.
El terrorismo de Estado en la Argentina:
En las décadas de los años sesenta y setenta, América Latina fue escenario de muchos ejemplos
de terrorismo de Estado, bajo la aplicación de la denominada “Doctrina de la Seguridad
Nacional”, impartida en la Escuela de las América (escuela del ejército de los Estados Unidos).
En Argentina, el ejemplo más notorio de terrorismo de Estado lo llevó a cabo la dictadura iniciada
en 1976, que, bajo el pretexto de erradicar la “amenaza comunista” representada por los grupos
guerrilleros Montoneros y ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), llevó a cabo un proyecto
sistemático de represión, dentro del cual se detenía a ciudadanos (con un gran componente de
azar) quienes, sin proceso legal de por medio, eran depositados en “centros clandestinos de
detención” donde permanecían por tiempo indeterminado, siendo torturados y asesinados en un
gran número de casos. Los cadáveres de aquellos que eran asesinados eran ocultados de
distintas maneras, creando así la figura del “desaparecido”. A esto debe sumársele también un
plan sistemático de apropiación de niños de las personas “desaparecidas” por parte de las
Fuerzas Armadas.
Cabe resaltar, con todo, que el terrorismo de Estado no puede imputársele únicamente a las
Fuerzas Armadas, sino que detrás de estas había sectores civiles, políticos, religiosos y
económicos que avalaban y daban el apoyo necesario para que las estas Fuerzas se
mantuvieran en el poder. También surgieron corrientes opositoras en lucha por la verdad y la
justicia: Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Asamblea Permanente por los derechos humanos,
los Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y el Movimiento Ecuménico
por los Derechos Humanos.
La transición a la democracia (Simone)
Se denomina transición al intervalo que se extiende entre un régimen político y otro. Esto es, el
pasaje de un régimen no democrático a un régimen democrático, que ya no tiene riesgo de ser
derrocado. En Argentina, podemos mencionar como ejemplo el triunfo de Carlos Menem, que
marca el fin de un período de transición.
Este período es sumamente complejo, donde los distintos actores participantes conviven,
acuerdan, compiten y tienen entre sí conflictos.
Podemos distinguir los distintos actores que participan en este período:
Élite política: Se compone de aquellos dirigentes políticos que fueron expulsados del
poder en el golpe de Estado. En el primer momento de la transición, esta élite comienza
a conspirar contra el gimen autoritario, conformando acuerdos muy generales que
tienen como punto común la expulsión del régimen autoritario, cuando esté débil, y un
llamado de elecciones libres.
Sociedad civil: Pueden incluirse dentro de este grupo a los sindicatos, las organizaciones
de derechos humanos, los estudiantes universitarios, etc. Mediante la participación
social y la movilización callejera, van presionando en favor de la democracia. Su accionar
tiene dos funciones importantes: a) apoyar a la élite política en pos de la democracia y
b) instalar una agenda blica de temas a la élite política, es decir, influir en los temas
que se discuten en una sociedad.
Sectores “blandos” del régimen autoritario: Son aquellos que, partícipes de la dictadura
en un primer momento, abogan por una salida democrática de la misma.
“Nostálgicos” del régimen autoritario: Son aquellos que quieren mantener el régimen
autoritario y conspiran contra la consolidación del gobierno democrático.
Actores internacionales: Son aquellos organismos que presionan desde fuera del país
para la instauración del régimen democrático, como por ejemplo la ONU.
Como se ha dicho arriba, en el período transicional, las élites políticas van conformando
pactos que (siendo secretos o públicos), tienen como fin generar garantías recíprocas para
competir en igualdad de condiciones por el poder. Pueden acordar, por ejemplo, que no
habrá proscripciones, qué día serán las elecciones, cuál será el sistema electoral, etc..
Estos pactos son fundamentales por dos razones: a) se constituyen como una garantía de
que los sectores nostálgicos del régimen autoritario no tendrán margen de maniobra para
intentar otro golpe de Estado y b) forman una red de contención de las demandas de la
sociedad.
El caso argentino da un ejemplo negativo respecto al papel de la élite política en el período
de transición.
En efecto, luego de la derrota en la guerra de Malvinas (1982), el gobierno dictatorial pierde
todo tipo de apoyo y legitimidad. En 1983, se realizan elecciones donde triunfa el candidato
radical Raúl Alfonsín.
Ahora bien, la ausencia de pactos entre la élite política argentina ( a diferencia del caso de
transición española, donde los dirigentes políticos habían acordado una serie de puntos
fundamentales), la falta de acuerdo respecto a qué modelo económico seguir, a qué hacer
con los militares, llevaron a que el gobierno radical tuviera que manejarse en una situación
de soledad y fragilidad tal que los denominados “sectores nostálgicos” se mantuvieron
permanentemente alerta y mostraron su capacidad de daño en repetidas ocasiones (durante
el gobierno de Alfonsín se produjeron tres levantamientos militares).
Esta situación de fragilidad institucional se disolverá ya con Carlos Menem en el poder, quien
indulta a los militares responsables de los crímenes de la dictadura, estabilizando la situación
política.
Genocidio (Hermo)
Cuando en Ciencias Sociales se habla de genocidiose hace referencia a aquellas prácticas
que buscan de forma intencionada la destrucción total o parcial de un grupo humano, sobre la
base de razones raciales, nacionales, ideológicas, políticas o sociales, más allá de que estas
acciones sean desarrolladas por el Estado o por un grupo armado independiente.
Se considera genocidio a cualquiera de los actos: matanza de miembros del grupo, lesiones
físicas y mentales graves al grupo, impedir nacimientos en el grupo, traslado por la fuerza de
niños de un grupo a otro grupo, condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción
física.
Si bien este término comienza a utilizarse en el siglo XX, pueden encontrarse casos de genocidio
mucho tiempo atrás. Algunos ejemplos que pueden mencionarse son las prácticas desarrolladas
con los pueblos conquistados por parte de los romanos y los persas, las cruzadas emprendidas
por los pueblos cristianos de Europa contra pueblos del Medio Oriente, las invasiones
mongólicas, etc.
El caso de la conquista de América es digno de discusión ya que la enorme mortandad de los
nativos americanos no se debió solo a la matanza directa sino también a factores indirectos como
su explotación mediante la esclavitud y la servidumbre forzosa, además de la diseminación de
enfermedades desconocidas en suelo americano.
Posteriormente pueden encontrarse casos evidentes de genocidio en contra de nativos
americanos en la expansión de las fronteras nacionales de, por ejemplo, Estados Unidos, Brasil
o Argentina.
En Argentina, la expedición llevada a cabo por Julio Argentino Roca denominada “Campaña del
desierto” que culminó con la anexión de los territorios de la Patagonia y el Chaco bajo dominio
del Estado nacional argentino constituye un claro caso de exterminio de la población nativa y
puede calificarse sin dudas de “genocidio”.
En el siglo XX son muchos los casos de genocidios que pueden mencionarse, como el genocidio
armenio de principios de siglo o el caso paradigmático de la Shoá o bien “holocausto” del pueblo
judío que culminó con la vida de seis millones de personas por parte de los nazis.
Puntualmente en nuestro país son varios los casos de genocidio. Podemos mencionar algunos
como la ya citada “Campaña del desierto”, el exterminio del pueblo de los Quilmes en la actual
provincia de Tucumán a mediados del Siglo SVII o bien el mucho más actual genocidio llevado
a cabo por la dictadura autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”.
El genocidio implica no sólo la desaparición o neutralización física de un grupo humano por
razones políticas, ideológicas, raciales o religiosas, sino que también busca la aniquilación
simbólica como puede verse en el último caso mencionado cuando se “desaparecen” los cuerpos
de las víctimas.
El genocidio se encuentra estrechamente relacionado con lo que se denomina crímenes de
lesa humanidad o “contra la humanidad”. En todo genocidio se producen crímenes de este
estilo, que fueron definidos por el Tribunal de Nuremberg que se realizó contra los jerarcas
nazis- como “asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y cualquier otro acto inhumano contra
la población civil, o persecución por motivos religiosos, raciales o políticos, cuando dichos actos
o persecuciones se hacen en conexión con cualquier crimen contra la paz o en cualquier crimen
de guerra".
Democracias delegativas (Bertino)
Las democracias representativas (DRs) se consolidan a mediados del Siglo XX en Europa y
son regímenes políticos en los cuales los ciudadanos, mediante el voto, eligen a sus
representantes. Además, tienen la posibilidad de controlar a sus representantes y las
instituciones democráticas permiten una convivencia entre oficialismo y oposición.
Las democracias delegativas (DDs), por su parte, son aquellas democracias que surgen en
los años ochenta, con la debacle de las dictaduras latinoamericanas. Aparecen en un contexto
donde, por un lado, reinaba el miedo y la tensión social (por la situación de crisis económica) y,
por otro, de ilusión respecto a la solución de los problemas por vía democrática.
En este sentido, si bien coinciden con las democracias representativas (y en general cumplen
todos los principios de la “poliarquía”) en el hecho de que los representantes son elegidos en
elecciones libres, se diferencia principalmente en que las elecciones representan un “cheque en
blanco” que se da a una élite política.
Una vez que se eligen los representantes, no hay espacio para la participación del ciudadano y
su única participación se da cuando hay elecciones: la ciudadanía solo se limita a confiar, otorgar,
entregar el poder soberano al ganador de una elección.
Las DDs no son autoritarismos, ni populismos, ni democracias representativas, sino un tipo
disminuido de democracia.
Las DDs se distinguen de las DRs en varios aspectos:
- Las DDs se distinguen por la forma en la que se toman las decisiones: En las DDs,
contrariamente a las DRs, las decisiones las toma un pequeño grupo de personas (la élite
política), quienes no sienten la necesidad de consensuar sus decisiones ni de someterlas a la
revisión por parte de instituciones de control.
- En las DDs, los liderazgos son carismáticos y, además, concentran en ellos todo el saber y la
decisión sobre cómo salir de la crisis: En las DRs las decisiones se toman con el consenso de
distintos partidos políticos, cuya discusión se da en el Congreso. En las DDs, el presidente (el
líder carismático) toma las decisiones basándose en sus propias ideas y métodos, sin consultar
con nadie.
- En las DDs, el presidente es la encarnación del país y del interés general. Contradecirlo es
contradecir a la Nación. En las DDs se instala un discurso dicotómico del tipo “patria-antipatria”
o “nación-antinación”, que genera que la disidencia sea vista como “antipatriótica”. En las DDs,

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