
En 1968 un grupo de sindicalistas contestatarios ganó la conducción de la CGT y la dividieron.
La CGT de los Argentinos comenzó un movimiento de protesta controlado por el Estado a
través de amenazas y ofrecimientos, y formado por los vandoristas, y los participacionistas
(que asumían su función de expresión corporativa y despolitizada; una vez terminada la
reestructuración económica, sería posible iniciar el “tiempo social”).
Todas estas voces pusieron en tensión la relación entre el presidente y el Ministro de Economía.
Onganía relevo a tres comandantes y reemplazo a Alsogaray por Lanusse. Las voces del
establishment salieron a defender a Krieger Vasena, comenzaron a quejarse del autoritarismo
de Ongania y empezaron a pensar en una salida política, para la que ofrecían al Gral Aramburu.
Cuando en 1969 estalló el Cordobazo, el único capital de Ongania, el mito del orden, se
desvaneció.
La primavera de los pueblos
El Cordobazo vino precedido de una ola de protestas estudiantiles en diversas universidades de
provincias y de una fuerte agitación sindical en Córdoba. Activismo estudiantil y obrero
(componentes principales de la ola) se conjugaron el 29 de mayo de 1969. La CGT local realizó
una huelga general y grupos de estudiantes y obreros ganaron el centro de la ciudad. La
represión policial generó un violento enfrentamiento, finalmente intervino el Ejército y recuperó
el control. Lentamente el 31 de mayo se restableció el orden. Consejos de Guerra condenaron a
los principales dirigentes sindicales en quienes se hizo caer la responsabilidad.
Con el Cordobazo surge un Nuevo activismo sindical: los obreros estables, especializados y
bien pagos extendieron no se limitaron al aspecto salarial, y extendieron sus protestas a las
condiciones de trabajo, los ritmos, sistemas de incentivos, etc. Las grandes empresas podían
negociar particularmente los convenios de trabajo y crear sindicatos por planta, debilitando a las
organizaciones sindicales, pero permitiendo que surgieran conducciones diferentes (honestidad,
democracia interna, problemas de la planta) a las del sindicalismo nacional (negocio de los
salarios, matonismo). Se pasó de un cuestionamiento concreto a uno más amplio de las
relaciones sociales.
Hubo episodios similares al Cordobazo en el país. Las movilizaciones surgían de cuestiones de
la vida cotidiana y comprendían a sectores más vastos que los obreros sindicalizados. Se trataba
de un coro múltiple, heterogéneo pero unitario, regido por una lógica de la agregación, al que se
sumaban las voces de otros intereses heridos. Unos y otros se legitimaban de manera recíproca
y comprendían un imaginario social sorprendente, una verdadera ‘‘primavera de los pueblos’’.
Los problemas de la sociedad se concentraban en el poder autoritario y sus amigos. En el mundo
había situaciones parecidas. En América Latina se buscaba la revolución para la liberación
(Cuba, Che, guerrillas en Brasil y Uruguay, partidos marxistas en Chile, etc.). El Movimiento de
Sacerdotes del Tercer Mundo proclamó su preocupación prioritaria por los pobres, sumándose
a esta primavera: la violencia de abajo era consecuencia de la violencia de arriba. La solidaridad
con el pueblo los identificaba con el peronismo. Las universidades se transformaron en centros
de agitación y reclutamiento. Muchos fueron atraídos por el peronismo proscripto. Se hizo una
lectura estratégica del discurso de Perón y así logró integrar a varios sectores (catolicismo,
nacionalismo, revisionismo histórico, izquierda). Convicción del enfrentamiento entre el pueblo
peronista y el poder autoritario. Exigencia de la acción. Se interpretaba la política con la lógica
de la guerra; surgieron las organizaciones guerrilleras: Fuerzas Armadas Peronistas,
Descamisados, Fuerzas Armadas Revolucionarias, Fuerzas Armadas de Liberación,
Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo. Secuestro y asesinato del general
Aramburu, tomas de control de pequeñas ciudades. Actos de violencia para el equipamiento de
las organizaciones, o demostrar la impotencia del estado. Montoneros agrupó todas las
organizaciones guerrilleras (excepto el ERP) por privilegiar la acción, no estar atados
políticamente; estaban menos orientados al movimiento obrero, buscaban su apoyo en los
sectores cultivados por los sacerdotes tercermundistas. Desde 1971 aprovecharon el clima
creado por la salida política y el retorno de perón, se volcaron a la organización y movilización a
través de la Juventud Peronista, que creció notablemente.