
2) adhesión, contacto físico incrementado por el blastocisto y la decidua, y 3) invasión,
penetración e invasión de sincitiotrofoblasto y citotrofoblasto en la decidua, el tercio interno
del miometrio y la vasculatura uterina
La implantación exitosa requiere un endometrio receptivo apropiadamente cebado con
estrógeno y progesterona por el cuerpo lúteo.
La adherencia está mediada por receptores de superficie celular en el sitio de implantación
que interactúan con los receptores de blastocisto.
La unión del trofoectodermo del blastocisto a la superficie decidual por aposición y
adherencia parece estar estrechamente regulada por interacciones paracrinas entre estos
dos tejidos.
El éxito de la adhesión del blastocisto endometrial implica la modificación en la expresión de
las moléculas de adhesión celular (CAM, cellular adhesion molecules). Las integrinas —una
de las cuatro familias de CAMs— son receptores de superficie celular que median la
adhesión celular a las proteínas de la matriz extracelular.
Desarrollo del trofoblasto:
La formación de la placenta humana comienza con el trofoectodermo, que da lugar a una
capa de células trofoblásticas que rodea el blastocisto.
Las células trofoblásticas exhiben la estructura, función y patrón de desarrollo más variable
de todos los componentes de la placenta. Su capacidad de invadir hace posible la
implantación, su intervención en la nutrición del producto se refleja en su nombre, y su
función de órgano endocrino es esencial para las adaptaciones fisiológicas de la madre y
para el mantenimiento del embarazo.
En el octavo día de la post fecundación, después de la implantación inicial el trofoblasto se
ha diferenciado en un sincitio externo multinucleado, el sincitiotrofoblasto primitivo, y una
capa interna de células mononucleares primitivas, citotrofoblastos. Estas últimas son células
germinales para el sincitio. A medida que los citotrofoblastos proliferan, sus paredes
celulares desaparecen y las células se fusionan para agregarse a la capa externa en
expansión del sincitiotrofoblasto.
Cada citotrofoblasto tiene un borde celular bien delimitado, un solo núcleo y capacidad para
experimentar síntesis de DNA y mitosis (Arnholdt, 1991). Estos carecen del
sincitiotrofoblasto, que proporciona funciones de transporte de la placenta. Se llama así
porque en lugar de células individuales, tiene un citoplasma amorfo sin bordes celulares,
núcleos que son múltiples y diversos en tamaño y forma, y un revestimiento sincitial
continuo. Esta configuración ayuda al transporte.
Una vez completada la implantación, los trofoblastos se diferencian aún más a lo largo de
dos vías principales, dando lugar a trofoblastos vellosos y extravellosos. Ambos tienen
distintas funciones. Los trofoblastos vellosos generan vellosidades coriónicas, que en lo
principal transportan oxígeno, nutrientes y otros compuestos entre el feto y la madre.
Los trofoblastos extravellosos migran hacia la decidua y el miometrio y también penetran en
la vasculatura materna, entrando así en contacto con diversos tipos de células maternas.
Los trofoblastos extravellosos se clasifican además como trofoblastos intersticiales y
endovasculares. Los trofoblastos intersticiales invaden la decidua y eventualmente penetran
en el miometrio para formar células gigantes de lecho placentario. Estos trofoblastos
también rodean a las arterias espirales. Los trofoblastos endovasculares penetran la luz de
la arteria espiral