permite que en la célula se cumpla la función que esta proteína tiene a cargo. Por lo tanto, cuando
una proteína determinada no se produce, esa función no se lleva a cabo.
La expresión diferencial de genes se puede lograr por la acción de proteínas especiales llamadas
reguladoras, que promueven o impiden el “copiado” (transcripción) de las instrucciones contenidas
en cada gen. También pueden determinar cuántas copias hacer (lo que redundará en mayores o
menores cantidades de esas proteínas en la célula) y en qué momento.
La diabetes es una enfermedad compleja, determinada por múltiples factores genéticos y
ambientales, cuyo resultado final es el aumento excesivo de glucosa en sangre (hiperglucemia).
Algunos problemas vinculados a la hiperglucemia en el organismo a largo plazo pueden ser:
problemas cardíacos, nefropatías, neuropatía, problemas relacionados con la visión, trastornos
óseos y de las articulaciones, complicaciones cutáneas, problemas en el aparato digestivo,
disfunción sexual, problemas en los dientes y las encías, entre otros.
El páncreas tiene dos funciones principales, la función exocrina y la función endocrina. La función
endocrina implica la producción de hormonas, entre ellas la insulina. La insulina, producida por las
células β (células beta) del páncreas, provoca la disminución del nivel de glucosa en la sangre.
Si bien las células precursoras de las células β poseen exactamente los mismos genes que el resto
de las células del cuerpo, en ellas se encuentra encendido un gen maestro que en el resto de las
células se encuentra apagado.
Actualmente el mecanismo de diferenciación de células precursoras de células β, está siendo
estudiado con vistas al logro de nuevas terapéuticas en el abordaje de la diabetes. Estas células
precursoras tienen la capacidad de multiplicarse, y aunque carecen de la característica de
producción de la hormona insulina, al diferenciarse en células β adquirirán la capacidad de
producirla.
Entonces, si el gen maestro se encuentra activo habrá proteína maestra que permitirá la activación
de otros genes que llevarán a la fabricación de otras proteínas necesarias para la síntesis de
insulina. Este mecanismo transformó a una célula madre en una célula β.
Si este gen maestro se encuentra apagado, los genes por él controlados se apagarán también y la
célula no adquirirá las proteínas necesarias para la producción de insulina para ser considerada
como célula β.
Para encender los genes apropiados la proteína reguladora maestra debe, inicialmente,
reconocerlos. El reconocimiento se produce a través de una señal particular que poseen los genes y
que sólo puede ser reconocida por esa proteína maestra. Esta señal es una secuencia de ADN
llamada promotor.
En resumen, todos los tipos celulares poseen todos los genes, pero en cada tipo celular sólo se
expresan aquellos genes que son reconocidos y encendidos por proteínas maestras codificadas, a
su vez, por genes maestros activos.
Cada tipo celular está destinado a ocupar un lugar preciso en la anatomía del organismo, por lo
que cada gen regulador maestro debe ser encendido en cierto momento del desarrollo y en células
que se localicen en un lugar coherente con el plano general del organismo.
La determinación de qué genes maestros deben ser activados o cuáles, desactivados, no puede
producirse, ni se produce, al azar. En esta selección son determinantes las moléculas, heredadas de
su progenitora, que posea la célula en su citoplasma y del intercambio de información con el
entorno, que está en relación con la localización que la célula ocupe en el plano del desarrollo
embrionario.
El camino de la diferenciación celular está marcado por los genes encendidos y apagados que una
célula posea y que están determinados por la relación que los genes establezcan con su entorno
intra y extracelular.