
desplazamiento de los fragmentos, pero lo que realmente
determina la indicación quirúrgica es la estabilidad de la
articulación (Tabla 3). La síntesis se realiza mediante
tornillos canulados o placa atornillada. Si el grado de
conminución o de lesión de los tejidos blandos desaconseja
el uso de placas, el fijador externo tipo híbrido es la opción
más aconsejable.
Tabla 3. Indicaciones de tratamiento quirúrgico en
fracturas de meseta tibial
• Fractura abierta
• Síndrome
compartimental
• Lesión vascular
externa con inestabilidad
Fracturas desplazadas de
meseta tibial interna
Fracturas bicondíleas
desplazadas
Fracturas intraarticulares
con desplazamiento mayor
de 10mm (En pacientes
jóvenes desplazamiento
mayor de 2mm)
Con la reconstrucción de la superficie articular y la fijación
estable, se inicia la movilización precoz de la rodilla, lo
cual mejora la lubricación articular, la nutrición
cartilaginosa y disminuye la fibrosis periarticular.
Respecto a los abordajes quirúrgicos, la mayoría de las
fracturas unituberositarias pueden tratarse con un abordaje
anterolateral o uno posteromedial. En ocasiones se puede
realizar síntesis percutánea con tornillos a compresión. Se
aconseja la artroscopia en las fracturas tipo I y III de
Schatzker, ya que al asistir la reducción de la superficie
articular (mediante tornillos), evita tener que realizar un
abordaje submeniscal transverso, y además permite el
tratamiento de lesiones ligamentosas y meniscales
asociadas. La experiencia está generalizando su uso incluso
en las fracturas tipo II, aun siendo de mayor energía.
En las fracturas bituberositarias, V y VI de Schatzker, aun
existe cierta discusión acerca de si utilizar un abordaje
central ampliado para la osteosíntesis de ambas mesetas o
una doble vía, que parece ser la opción preferida por la
mayoría de los autores en la actualidad.
La clasificación de Schatzker nos permite elegir el mejor
método de síntesis para cada fractura (Tabla 1):
• Fracturas tipo I: se suele conseguir la fijación
anatómica mediante dos o tres tornillos canulados de
grandes fragmentos de forma percutánea.
• Fracturas tipo II y III: se reducen los fragmentos
articulares hundidos realizando una ventana ósea en la
metáfisis tibial. Se coloca en el defecto resultante un
injerto óseo que se fija bien con tornillos canulados o
bien con una placa de sostén si el fragmento externo
es conminuto o porótico.
• Fracturas tipo IV: suele ser necesaria una placa de
sostén medial. Cuando el fragmento es
predominantemente posterior, puede requerirse una
segunda incisión posteromedial.
• Fracturas tipo V y VI: tras la reconstrucción articular
se estabiliza la articulación mediante una placa
lateral, a la que habitualmente se añade una pequeña
placa posteromedial que previene la desviación en
varo del fragmento medial (7,8). Otros autores han
recomendado sólo una placa bloqueada lateral, con
menor sangrado intraoperatorio pero con más
incidencia de malalineación (9).
7.- COMPLICACIONES
Varían entre el 12 y el 56% de las fracturas de mesetas
tibiales (6).
Las complicaciones agudas más importantes en este tipo de
fracturas son el síndrome compartimental, la lesión de la
arteria poplítea (0,9%) (6), la lesión del nervio ciático
poplíteo externo (1,75%) (6) y las lesiones ligamentosas y
meniscales asociadas.
La infección es en la mayoría de los casos, temprana.
Entre las complicaciones crónicas más frecuentes se
encuentran la artrosis precoz, con dolor y pérdida de
movilidad (10), la distrofia simpático refleja y la
artrofibrosis.
8.- TOMA DE DECISIONES EN URGENCIAS
Lo más urgente a descartar son el síndrome compartimental
y la lesión de los vasos poplíteos, pues ambos pueden
requerir una intervención urgente, mediante fasciotomías o
revascularización del miembro.
Si la afectación de las partes blandas no es importante se
puede realizar, con máxima asepsia, una artrocentesis
evacuadora si existe derrame a tensión, para aliviar el dolor
del paciente. Lo más importante es la inmovilización de la
fractura, mediante férula inguinopédica en extensión y
elevación de la pierna en una férula de Braun, pautando
analgesia, antiinflamatorios y crioterapia. Si la lesión es de
alta energía y conminuta, se puede valorar la colocación de
un fijador externo para control de las partes blandas antes
del tratamiento definitivo. De este modo, se realiza una
ligamentotaxis que puede ayudar a reducir los fragmentos
de cortical, aunque nunca se conseguirá desimpactar el
hundimiento articular.
Las fracturas abiertas son una urgencia quirúrgica, por lo
que se pautará el tratamiento antibiótico intravenoso lo
antes posible, la vacuna antitetánica intramuscular y se
cursará el preoperatorio para intervenirla urgentemente y
realizar desbridamiento y estabilización con fijador externo
(5,10).
BIBLIOGRAFÍA
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2001 14:125-128
2. Jacofsky D, Haidukewych G. Fracturas de la meseta
tibial. En: Insall y Scott. Cirugía de la rodilla.
Madrid:Elsevier;2007.p. 1133-1146.
3. Stannard JP, Lopez R, Volgas D. Soft tissue injury of
the knee after tibial plateau fractures.J Knee Surg.
2010 Dec;23(4):187-92.
4. Watson JT, Wiss DA. Fracturas proximales de la tibia y
del peroné. En Rockwood & Green. Fracturas en el
adulto. Madrid:Marban;2007. p. 1800-1842.
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