
Módulo II: Desarrollo de competencias para la comunicación y el lenguaje
Mo
nt
ea
lba
n #
24
2
dep
to
.
4.
Co
l
Na
rv
ar
te
. De
l
Ben
it
o
Juá
re
z
C.
P.
03
02
0 México DF. 552
32394
yudersolisfernande[email protected]
Nuestra segunda tesis es la de la interacción de las diversas formas de representación. Hay
representación cuando se imita un modelo ausente. La hay en el juego simbólico, en la
imaginación y hasta en el sueño. En fin, el sistema de conceptos y de relaciones lógicas
supone la representación, tanto bajo sus formas operatorias como intuitivas. ¿Cuáles son,
pues, los elementos comunes a estas diversas representaciones para que se pueda incluso
sostener que poseen mecanismos parecidos? La psicología asociacionista clásica resolvía
fácilmente el problema derivando todas las representaciones de una realidad única y simple:
la imagen, continuación directa de la sensación; pero la imagen en sí misma plantea un
problema, puesto que, lejos de prolongar inmediatamente la percepción como tal, no parece
intervenir en la vida mental antes del segundo año, y se trata de comprender cómo. Además
no es necesario precisamente estudiar las relaciones entre los diversos significantes y las
diversas significaciones; en resumen, estudiar por entero la actividad representativa.
Otra forma de resolver todos los problemas consiste en apelar a la vida social. Después de
haber intentado explicar las formas elementales de la vida mental, de la emoción al nivel
―proyectivo‖ y de ―la inteligencia de las situaciones‖ por la intervención, en escalas sucesivas,
de sistemas fisiológicos, integrando cada uno a los precedentes, pero sin una secuencia
funcional, Wallon recurre, para dar cuenta de la representación, a factores sociales tales como
el mito, el lenguaje y las formas superiores de imitación. Pero la cuestión que se plantea
entonces es la de saber por qué y cómo el niño experimenta en tales momentos precisos la
influencia de estas o aquellas relaciones sociales: cómo y por qué el lenguaje se adquiere a
una cierta edad y no a otra, según un cierto orden y no según otro y no transforma el
pensamiento sino en la medida en que éste se encuentra apto para dejarse transformas.
Por lo tanto, no es a la ―vida social‖ en bloque a la que debe apelar la psicología, sino a una
serie de relaciones que se establecen, según todas las combinaciones posibles, entre
individuos de distintos niveles de desarrollo mental y en función de tipos diferentes de
interacción (cooperación, imitación, discusión, obligación, etc.).
En su última obra, Wallon no reprocha el menospreciar el papel de la vida social en la génesis
de la representación: ―Reduce todo—dice de mi libro—a los factores puramente individuales
de la motricidad de los poderes, tales como el uso del símbolo y de la expresión del
pensamiento, que no pueden pertenecer sino solamente a un ser esencialmente social, y
limita de manera inadmisible los fundamentos de la vida mental‖ (Ibid). Ahora bien, esta
objeción es tanto más impresionante cuanto que, en un texto anterior,
2
Wallon nos acusaba
exactamente de lo contrario y quería que el proceso del pensamiento lógico explicara el de la
cooperación social, mientras que nos adjudicaba la opinión inversa. Habíamos estado de
acuerdo con él en que los factores sociales no explican nada por sí mismos, por mucho que
su intervención sea necesaria en el desarrollo de la razón. Fieles al mismo punto de vista, le
2
―Les trois systémes de la pensé de l’enfant‖, Bull. Soc. Franç. De Philos., año 28, núm. 4, Colin, 1928. (Véase la
intervención de Wallon).