que se llama feminismo. Saber estar a solas con la parte de
nosotros que nos conoce voces que nunca imaginamos, sueños
que nunca aceptamos, paz que nunca llega, es un privilegio de la
estirpe de los milagros. Yo creo que ese privilegio, a mí y a otras
mujeres, nos los dio el feminismo que corría por el aire en los
primeros años setenta. Al igual que nos dio la posibilidad y las
fuerzas para saber estar con otros sin perder la índole de
nuestras convicciones. Entonces, como ahora, yo quería ir al
paraíso del amor y sus desfalcos, pero también quería volver de
ahí dueña de mí, de mis pies y mis brazos, mi desafuero y mi
cabeza. Y pocos de esos deseos hubieran sido posibles sin la voz,
terca y generosa, del feminismo. No sólo de su existencia, sino de
su complicidad y de su apoyo.»4
La disputa sobre el feminismo comienza con su propia
definición. Por un lado, como dice Victoria Sau: «Atareadas en
hacer feminismo, las mujeres feministas no se han preocupado
demasiado en definirlo.»5 Y por otro lado, sabido es que quien
tiene el poder es quien da nombre a las cosas. Por ello, el
feminismo desde sus orígenes ha ido acuñando nuevos términos
que histórica y sistemáticamente han sido rechazados por la
«autoridad», por el «poder», en este caso, por la Real Academia
Española (RAE), cuya «autoridad» hace décadas que está
cuestionada por el feminismo. Así, dice el Diccionario de la RAE
¡en su vigésima segunda edición del año 2001!: «Feminismo:
doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y
derechos reservados antes a los hombres. Movimiento que exige
para las mujeres iguales derechos que para los hombres.» Tres
siglos y los académicos aún no se han enterado de que
exactamente eso es lo que no es el feminismo. La base sobre la
que se ha construido toda la doctrina feminista en sus diferentes
modalidades es precisamente la de establecer que las mujeres
son actoras de su propia vida y el hombre ni es el modelo al que
equipararse ni es el neutro por el que se puede utilizar sin rubor
varón como sinónimo de persona. ¿Pensará la Academia que las
mujeres no tenemos derecho al aborto, por ejemplo, puesto que
los hombres no pueden abortar? Siguiendo a Victoria Sau, «el
feminismo es un movimiento social y político que se inicia
formalmente a finales del siglo XVIII y que supone la toma de