METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN
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Aproximaciones Al Conocimiento Del Conocimiento
Para Introducirse En El Conocimiento Del Conocimiento
Antes de hablar de la ciencia, de las características del método científico y de la investigación social, es menester
considerar el problema del conocimiento. En otras palabras, parece oportuno comenzar con algunas consideraciones
acerca del conocimiento del conocimiento.
Frente a la responsabilidad de reescribir este libro, al igual que en las ediciones anteriores, sólo tengo la modesta
pretensión de servir a estudiantes preocupados e inquietos. Al reflexionar sobre las correcciones y reelaboraciones que
debía hacer, lo primero que constaté fue la necesidad de comenzar el libro con algunas consideraciones sobre el tema
del conocimiento. El no haberlo hecho en las ediciones anteriores fue un déficit importante.
Sin embargo, al hacerla de esta manera, no dejo de tener dudas y contradicciones. Soy consciente de que un
estudiante que se inicia en los métodos y técnicas de investigación social no tiene planteados problemas epistemológicos.
Por otra parte, he sostenido que el curso de epistemología debe impartirse más bien hacia el final de una carrera
universitaria y no al principio, ni siquiera en los primeros años, Esto, además, se deriva de un principio básico de la
psicopedagogía que hoy es ampliamente aceptado: todo nuevo conocimiento debe estar anclado en las estructuras
cognitivas previas de los educandos. Los resultados del aprendizaje no dependen sólo de la situación de aprendizaje y
de los conocimientos que se proporcionan a los estudiantes, sino también de los conocimientos previos de los mismos.
Como lo señalara
Ausubel, el factor sencillo más importante que influencia el aprendizaje es lo que ya sabe el que aprende. Averígüelo y
enséñele en consecuencia.
Si no se tiene ningún anclaje en los conocimientos previos del estudiante, lo epistemológico puede ser
extremadamente aburrido; o, como lo he constatado en algunas facultades de ciencias sociales, la enseñanza de la
epistemología al comienzo de la carrera sólo ha servido para proporcionar un recetario que explica todo y, lo que es lo
mismo, que forma dogmáticos. Con ello se logra, de hecho, todo lo contrario de lo que podría proporcionar ese tipo de
conocimiento.
Ésta es la razón principal que me llevó a iniciar el tema explicando cómo ha sido la búsqueda de un simple
estudiante, es decir, mi búsqueda de respuesta a lo que es el conocer.
Como éste es un libro para estudiantes y personas que sin realizar estudios académicos desean iniciarse en los
métodos y técnicas de investigación social, he creído que es más didáctico introducirlos en el tema, explicitando algunos
hitos de mi itinerario, los interrogantes, las búsquedas y las respuestas provisorias que he encontrado en relación con
este tema. No lo hago porque mi búsqueda sea modélica; todo lo contrario: ella es una marcha desde la ingenuidad y la
ignorancia a intuiciones vagas e imprecisas; de la creencia en que la ciencia y el método científico me podían ofrecer
referencias ciertas, hasta llegar a un nuevo punto de partida (el que tengo al escribir este libro) que supone marchar sin
barandas en medio de la incertidumbre y la perplejidad: el horizonte de mi ignorancia es cada vez más amplio.
Así Comienza Mi Búsqueda
Siendo joven y apenas iniciado en el estudio de las ciencias sociales (el haber terminado una licenciatura es sólo
un comienzo), reflexionando sobre los procesos sociales y el modo de conocerlos, escribí lo que consideré mi primera
conc1usión o formulación sobre estos temas; lo resumí en lo siguiente:
lo único que no cambia es el cambio,
y lo que menos conocemos es el conocimiento.
A los pocos meses, descubrí mi ignorancia e ingenuidad (entre patética y ridícula), por lo que creía que era un
hallazgo. Lo primero (acerca del cambio) ya había sido dicho (aunque con otras palabras) hacía unos veinticinco siglos
por Heráclito. Al constatarlo, desapareció en mí, de manera permanente, la pretensión de ser un Colón o vikingo
descubridor.
UNIDAD 1 CONOCIMIENTO Y CIENCIA
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En cuanto a la segunda cuestión, a poco de interesarme por el tema, constaté que el problema del conocimiento
había sido motivo de reflexión de muchos filósofos a lo largo de veinticinco siglos y de algunos científicos en las últimas
décadas.
Sin formación epistemológica alguna, ignorando aun la existencia de esta disciplina, me formulé dos preguntas que
hasta ese entonces se me hablan presentado como obviedades: qué es conocer y cómo conocemos.
Para responder a estos interrogantes, leí y releí (creo que hasta media docena de veces) el libro de Jean Hessen
Teoría del conocimiento. Me informé de que, si bien en la filosofía griega a partir de los sofistas se plantea el problema
del conocimiento, y que en Platón y Aristóteles existen múltiples consideraciones sobre esta cuestión, hasta el siglo
XVII esta problemática no adquiere especificidad en el ámbito de la filosofía. Así hice un recorrido por Locke, Leibniz,
Berkeley, Hume, Kant y Fichte.
Confieso que toda esta información, obtenida por lecturas y asistiendo a algunos cursos de filosofía, no fui capaz
de traducirla a mi práctica profesional en el campo de las ciencias sociales; y cuando quise responder a la pregunta ¿qué
es conocer?, no pude dar otra respuesta que la ingenua y simple que encontramos en las definiciones de los diccionarios
corrientes: conocer es lo que tiene lugar cuando un sujeto, en el ejercicio de sus facultades intelectuales, aprehende un
objeto de conocimiento.
Pero hacia 1968 (hace poco más de treinta años), siguiendo una línea de reflexión que aprendí de mi maestro
Erich Fromm, adopté un punto de partida para introducirme en la comprensión del conocimiento científico, para analizar
mejor los problemas sociales, económicos, culturales y políticos. Hay que reunir decía Fromm dos áreas de
problemas que comúnmente se estudian por separado: las potencialidades, cualidades y estructura del carácter humano
y los problemas sociales, políticos y económicos. De ahí deduje y con eso iba más allá de lo que planteaba el mismo
Fromm que hay que empezar por conocer al sujeto cognoscente. Pensé que, para profundizar en el tema, hay que
conocer algo de los propios procesos, cognitivos.
Desde el primer momento, tuve conciencia de que Fromm no planteaba de ese modo el problema; el libro ni
siquiera trata del problema del conocimiento de manera específica. El texto me resultó sugerente, y me aferré a un punto
de partida: comenzar a conocer al que conoce. Esta intuición parcialmente válida me resultaba insuficiente para
responder a las preguntas clave sobre la naturaleza del conocimiento.
Al año siguiente de la publicación del libro de Fromm antes citado The Revolution of Rope, un joven
pensador latinoamericano (hoy reconocido mundialmente), Humberto Maturana, publicaba Neurophysiology of
Cognition (texto que conocí veinte años después). En este libro, el problema del conocimiento se formula desde la
biología (no desde la filosofía, como se había hecho tradicionalmente). Maturana ofrece un enfoque fundamentado
científicamente que ha servido de inspiración para nuevos desarrollos. El observador, nos dice, es un sistema viviente,
y el entendimiento del conocimiento como fenómeno biológico debe dar cuenta del observador y de su rol en él. Al año
siguiente, en el Congreso sobre Antropología del Conocimiento realizado en Chicago, Maturana enriquece este
nuevo planteamiento al considerar el problema del conocimiento, no desde la perspectiva del sistema nervioso, sino
desde la perspectiva del operar biológico total del ser vivo, o sea, de su autonomía operacional.
En esto reside la cuestión central para entender la naturaleza cognoscitiva del ser humano. Al problema que
habíamos planteado al comienzo de este parágrafo cómo introducirse en el problema del conocimiento respondemos
inspirados en Maturana: desde la reflexión que hemos de hacer sobre el sistema viviente que es el sujeto cognoscente.
Ya Piaget había anticipado que tarde o temprano se hará necesaria que la biología nos ayude a comprender cómo son
posibles las estructuras lógico-matemáticas y cómo se adaptan de manera eficaz al medio exterior.
La idea piagetiana del enraizamiento vital del conocimiento queda formulada en Maturana, que pone de relieve
el isomorfismo estructural entre las organizaciones biológicas y cognitivas.
El ser humano (que aquí consideramos como sujeto cognoscente) es más que alguien que conoce: es un ser
material entre otros seres materiales; es un organismo viviente entre otros organismos vivientes. Ese ser viviente es el
que conoce; y ese conocer está enraizado en su misma constitución física, biológica y neurológica. Además, por lo que
conocemos hasta hoy, es el único ser vivo que sabe que sabe (al menos, en nuestro planeta).
Es obvio que aquí nos encontramos en una situación diferente de cuando estudiamos otros fenómenos en donde
preguntar acerca de algo y lo preguntado pertenecen a distintos dominios. Cuando nos interrogamos acerca del conocer,
el preguntar y lo preguntado pertenecen a lo mismo.
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Este planteamiento inicial es apenas un arranque para las consideraciones sobre el conocer del conocer que se
desarrollan en este capítulo. No ofrezco respuestas cenadas, sino alguna información y puntos de referencia para pensar
sobre el tema. Si el lector se inquieta por conocer qué es el conocer y si se motiva para verse a mismo en el fenómeno
del conocimiento, el objetivo de este capítulo se habrá logrado.
El conocimiento del conocimiento es el punto de partida para aprender a pensar científicamente. Necesitamos
saber tener al menos una idea acerca de la naturaleza, el funcionamiento y el alcance del acto humano de conocer.
Además, necesitamos dar respuesta (aunque sea provisional) a la vieja cuestión sobre la relación entre el sujeto que
conoce y el objeto conocido, que, a lo largo de siglos, ha sido una cuestión clásica y central de lo que hoy se llama
epistemología o teoría del conocimiento.
Aquella toma de conciencia acerca de mi ignorancia sobre lo que es el conocimiento que en forma borrosa
había vislumbrado en los años cincuenta ahora, a mis 70 años, se ha transformado en una ignorancia más lúcida, pues
mayores son las preguntas que me formulo. Confieso al lector que estoy asombrado por esta cualidad humana que todos
poseemos y sobre la cual tan poco sabemos. Dicho todo esto a modo de introducción en el tema, voy a presentar algunas
anotaciones de mis reflexiones acerca del conocer.
Todos, o casi todos, admitimos que los seres humanos conocemos, pero ¿qué conocemos?, ¿qué podemos
conocer?, ¿qué podemos saber acerca de la realidad?, ¿cómo sabemos lo que creemos saber?, ¿cómo sabemos lo que
creemos saber?, ¿cómo adquirimos conocimiento de la realidad y en qué medida ese conocimiento es seguro? En fin,
nos podemos preguntar a modo de síntesis de todas estas cuestiones: ¿qué es el conocimiento? Durante milenios el
hombre ha reflexionado sobre estos problemas. Los filósofos presocráticos, en el siglo VI a.C., sentaron las bases de la
teoría del conocimiento que se ha desarrollado en Occidente durante 26 siglos. Aquí nos limitaremos a plantear una
consideración resumida de las respuestas que han tenido alguna vigencia en el siglo XX, para luego explicar algunas
cuestiones que servirán para introducimos en la complejidad del problema del conocimiento.
Realidad Y Conocimiento
Por el solo hecho de vivir, el hombre entra en relación con la realidad. Ésta es una evidencia que bien puede
servir como punto de partida y base de nuestro análisis. Pero, apenas intentamos profundizar en ella o, lo que es lo
mismo, problematizarla, otra serie de cuestiones aparecen en nuestro horizonte de reflexión como problemas o
interrogantes:
¿Qué entendemos por realidad?
¿Cuáles son los modos de relación con la realidad?
¿Cuáles son las relaciones sujeto-objeto en la realidad?
El hombre existente está inserto en la trama de la realidad. Pero, ¿qué es la realidad? La realidad es simplemente
lo dado, lo existente. Y lo existente, a su vez, es complicadamente la totalidad de aquello con lo que el hombre se
relaciona o puede relacionarse en su devenir; es el mundo en toda su riqueza ontológica. También es, por tanto según
esta afirmación, lo que puede existir y lo que ha existido.
Lo que para esta introducción a la investigación social conviene enunciar, como fundamento de posteriores
desarrollos, es la doble dimensión en que esa realidad se manifiesta:
La realidad natural, que se identifica con lo no-humano (especialmente con la naturaleza).
La realidad social, que se identifica con los humanos (especialmente con la sociedad).
Qué Es La Práctica Social
Mediante la actividad humana, el hombre se relaciona con lo otro que no es él. Ahora bien, según las dimensiones
de la realidad, esta actividad que en adelante llamaremos práctica social se desarrolla en un doble plano: el de las
relaciones de los hombres entre sí y de éstos con la naturaleza exterior.
Digamos, como aproximación preliminar, que el hombre y la humanidad se hacen en esa práctica social; en este
sentido, constituye un aspecto esencial del hombre. Por ello aparecen dos aspectos inseparables como expresión de la
práctica social: las relaciones del hombre con la naturaleza y las relaciones de los hombres entre sí. ¿Cómo se expresan
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estas relaciones? Existe una forma fundamental: la actividad productiva por medio del trabajo, ya que las relaciones
con la naturaleza y con los hombres son fundamentalmente relaciones de producción. Y, como estas relaciones a lo
largo de la historia se han presentado bajo formas de cooperación y de conflicto, ambas aparecen como otro modo de
práctica social. Pero hay más: también la ciencia, el arte, la ética y la moral son formas de práctica social. Los
conocimientos científicos surgen de esa práctica, aunque nolo de la práctica: el hombre interroga la realidad desde un
determinado marco referencial, y da respuestas no ajenas a ese marco. Pero las respuestas, sin las pruebas de verificación
que da esa práctica, no pueden ser consideradas como tales. El arte, por su parte, expresa un modo de actividad humana,
de aprehensión estética de la realidad. Y, por último, la ética y la moral, como estilo o modo de relacionarse entre los
seres humanos, son también una práctica que se origina en las condiciones de existencia dentro de determinados
contextos históricos y espaciales.
Modos De Relación Con La Realidad
Tenemos, pues, que el hombre concreto es un ser en situación relacional con la realidad. Ahora bien, ¿cuál es el
modo de esa relación? La práctica social nos pone de relieve tres modos de relación del hombre con la realidad:
los modos de trabajar,
los modos de conocer,
los modos de ser.
Los Modos De Trabajar
El primero de ellos el trabajo es la actividad mediadora de las relaciones con la realidad, a la vez que
constituye el origen o génesis del conocer y del ser. Formulado de una manera más rigurosa, diremos que las relaciones
productivas que no se reducen a lo económico sino a todas las esferas de la actividad humana son el vínculo
fundamental de la persona con la naturaleza y con los demás seres humanos.
Los Modos De Conocer
Las personas nos relacionamos también con la realidad a través de los modos de conocer. De este hecho se
deriva una serie de consecuencias para todo lo referente al problema del conocimiento y el método científico: cómo
conocemos es el primer interrogante que surge de esta relación. El conocimiento no se produce en un individuo aislado
a modo de un átomo independiente tal ser no existe en la realidad sino en un ser humano inserto en una trama
socio-natural. No se elaboran los conceptos y las teorías a partir o apoyados sólo en las ideas. Y esto ocurre por una
razón fundamental: los seres humanos pensamos a partir de nuestras experiencias. Pero he aquí también la otra cara de
la moneda: cuando interrogamos la realidad, lo hacemos desde un determinado cuerpo de conocimientos, al menos con
el que nos proporciona nuestra cultura, entendida ésta en sentido antropológico.
El conocimiento no es ni una simple y exclusiva elucubración intelectual, ni un mero reflejo de experiencias.
Más aún: en la ciencia contemporánea muchos conocimientos se adquieren por experiencia indirecta (por ejemplo, el
peso de los isótopos a través del espectroscopio de masa: la trayectoria que se produce no existe en la naturaleza).
Los Modos De Ser
Pero no basta con dilucidar las formas de la realidad ni con considerar al ser humano implantado en esa realidad.
Estos hechos nos enfrentan a otro problema: ¿cómo son las relaciones del individuo con la realidad? La respuesta a esta
cuestión condiciona toda la problemática de la metodología de la investigación social.
Como la realidad no es constantemente igual a misma sino esencialmente dinámica el ser real es un
permanente devenir, las relaciones entre las personas y de éstas con la naturaleza se dan en un proceso dinámico. El
ser humano inserto en el tejido socio-natural es un ser en devenir en unidad dialéctica con la naturaleza y la sociedad,
también en devenir. Todo el problema de la metodología de la investigación consistirá, fundamentalmente, en resolver
el problema de cómo captar el movimiento de las cosas cuya forma hecha no es más que una configuración transitoria.
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Captar simultáneamente lo sincrónico y lo diacrónico, de toda realidad con la que nos relacionamos, es exigencia
ineludible de todo conocer.
En síntesis: la realidad es dinámica, cambiante; en consecuencia, el método para aprehender esa realidad, la
perspectiva desde la cual la estudiemos, ha de ser concordante con ella. El enfoque dialéctico de los problemas no es,
entonces, una opción a priori o simplemente ideológica, sino una necesidad derivada de la naturaleza misma de las cosas.
Pero la realidad es también sistémica; el modo de abordarla ha de ser sistémico; y, como cada hecho, fenómeno o
acontecimiento se realiza en un determinado contexto, necesitamos también de un pensamiento ecologizado.
La Relación Sujeto-Objeto
Por último, y como derivados de los problemas de las relaciones de los seres humanos con la realidad y las
formas de hacerla, se nos plantea el problema de la relación sujeto-objeto como dos miembros o elementos de la relación
cognoscitiva. La cuestión de la relación sujeto-objeto es un problema básico de la teoría del conocimiento y decisivo en
la formulación de las ciencias y las tecnologías sociales. La relación entre estos dos miembros es el punto de partida de
toda teoría del conocimiento.
No hay pensamiento ni conocimiento sin la exterioridad de aquel que conoce. Sin embargo, ¿puede el sujeto
ponerse frente a la realidad con total prescindencia de ella?, ¿el sujeto se desenvuelve con total independencia del
objeto?, ¿hay un dualismo entre el sujeto y el objeto?, ¿existe plena autonomía del sujeto frente al objeto?, ¿todo lo que
no es sujeto se constituye en objeto de conocimiento?, ¿el conocimiento tiene su centro de gravedad en el sujeto o en el
objeto? Éstas son algunas de las cuestiones que el debate actual trata de responder; sin embargo, a efectos de este trabajo,
podemos introducir sintéticamente el tema del siguiente modo.
Decíamos que el ser humano no escapa de la realidad por la especulación filosófica, religiosa, mística o
científica; en consecuencia, el sujeto está siempre implicado en esa realidad. En cuanto sujeto: el hombre nace y se
desarrolla en una matriz sociocultural, de ahí que la creatividad, la producción del conocimiento y aun el trabajo
científico son expresiones sociales o, si se quiere, son un producto histórico, aunque realizado por un sujeto o un conjunto
de sujetos (cuando se realiza un trabajo de creación colectiva).
Sin embargo, el hecho de que el ser humano el sujeto cognoscente este implicado en la realidad no significa
que la sociedad y la naturaleza se reflejen mecánicamente en el pensamiento y que el pensamiento sea totalmente pasivo
frente a la realidad. La persona humana, por sus modos de trabajar, de conocer y de ser, es capaz de trascender las
circunstancias, aunque, éstas siempre constituyen un condicionamiento.
Y aquí se nos plantea una nueva cuestión: si el sujeto está implicado en la realidad, ¿hasta qué punto es posible
conocer sin actuar? Esta manera de comprender las relaciones del hombre con la realidad (naturaleza y sociedad), y la
mediación de los modos de conocer, nos lleva a un nuevo nivel en nuestro análisis: la dicotomía del conocer y el actuar,
de la teoría y la práctica, o bien la dualidad sujeto-objeto parecen ser supuestos inadecuados para el abordaje de la
realidad. Por el contrario, el conocer y la ciencia se nos aparecen como insertos o como parte de las formas y de las
relaciones del individuo con la realidad. Sujeto-objeto no están solamente uno frente al otro: se implican y se exigen
mutuamente. Constituyen momentos dialécticos de un mismo proceso.
Como resulta de este análisis, el problema del conocimiento está estrechamente ligado al problema de la realidad
o, para ser más precisos, de cómo nos relacionamos con esa realidad. Aquí, a modo de conclusión del problema de las
relaciones sujeto-objeto, resumiremos la cuestión en dos proposiciones que, a lo largo de este capítulo, vamos a matizar
y profundizar:
el sujeto de conocimiento es un sistema viviente en las condiciones reales de existencia;
sujeto-objeto son dos polos de una realidad en relación dialéctica; el primero desde su operar biológico, lo
segundo como aquello que es observado y conceptuado.
El conocimiento parece ser la resultante de unas interacciones que se producen a medio camino entre el sujeto
y el objeto, y, por tanto, que dependen de ambos al mismo tiempo, pero a causa de una indiferenciación completa
y no de unos intercambios entre formas distintas. (Jean Piaget)
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Acerca Del Conocimiento
Al leer o escuchar a los investigadores que han reflexionado acerca de la tarea que realizan, es frecuente que
expresen la idea de que el asombrarse y el preguntar son el inicio y la clave del trabajo científico. Al introducimos en el
tema del conocimiento, comenzaremos con algunas preguntas para que el lector se inquiete y se interrogue acerca de la
naturaleza del conocimiento (en el anexo de este capítulo, el lector encontrará un listado de preguntas que nos propone
Morin). Como dice este autor, la noción de conocimiento nos parece una y evidente. Pero, en el momento en que se la
interroga, estalla, se diversifica, se multiplica en nociones innumerables, planteando cada una de ellas una nueva
interrogación. Comenzamos con algunas preguntas simples y básicas sobre este asunto: ¿qué es conoce?, ¿cuál es el
origen del conocer?, ¿qué podemos conocer y cómo podemos asegurar la validez de lo que conocemos?, ¿en qué medida
las situaciones existencia1es personales condicionan el conocer?, ¿cómo influyen las condiciones sociales, culturales,
políticas y económicas en la producción del conocimiento?, ¿qué relación existe entre nuestro tipo de inteligencia y
nuestro estilo cognitivo?, ¿qué tipos de procesos configuran los eventos cognitivos?, ¿qué sabemos?, ¿cómo sabemos?,
¿cómo sabemos qué sabemos?, ¿cuáles son los saberes que nos permiten el conocimiento del conocimiento?, ¿de qué
depende el conocimiento? Una inmensa literatura ha tratado de responder a estas preguntas. Nosotros nos limitaremos a
contestar, brevemente, algunas de estas cuestiones, sabiendo la insuficiencia de las respuestas (aunque lo intentemos
guiados por nuestro maestro Morin) y con las dudas que introduce en mi mente Roger Penrose al momento de escribir
estas líneas, con su libro Lo grande, lo pequeño y la mente humana; especialmente cuando afirma: quizá el conocimiento
no puede ser explicado en términos científicos. Al menos habrá que intentarlo.
Al pensar acerca del conocimiento del conocimiento, la primera cuestión que aparece en ese horizonte de
reflexión, sin lugar a dudas, es preguntarnos ¿qué es conocer?, ¿qué es el conocimiento? Si tenemos en cuenta la cantidad
de conocimientos científicos producidos y acumulados hasta finales de este segundo milenio que es el momento en
que escribo este texto, puede parecer extraño, inútil y trasnochado, preguntarse ¿es posible el conocimiento? Y si a
ello añadimos el hecho de que en estas últimas décadas se está produciendo un crecimiento casi exponencial de los
conocimientos científicos, la pregunta hasta puede parecer ridícula; más todavía si a ello añadimos una pregunta clásica
de la filosofía que Karit formuló con el interrogante qué podemos conocer; todo esto puede parecer una retórica inútil.
Nos preguntamos acerca de las posibilidades del conocimiento, cuando tenemos un cúmulo impresionante de
conocimientos científicos, que hace cien años eran impensables y que, ahora, en los umbrales del siglo
XXI, se duplican cada 3-10 años, según el ámbito de diferentes ciencias y disciplinas.
Sin embargo, estas consideraciones no son retóricas, ni inútiles. Tenemos una necesidad vital de situar,
reflexionar, de interrogar nuestro conocimiento, es decir, conocer las condiciones, posibilidades y límites de sus
aptitudes para alcanzar la verdad a la que tiende. La búsqueda de la verdad va unida, a partir de este momento, a una
investigación sobre la posibilidad de la verdad. Lleva, por tanto, en la necesidad de interrogar la naturaleza del
conocimiento para examinar su validez. Vamos a intentar situar el combate por la verdad en el nudo estratégico del
conocimiento del conocimiento. Sólo avanzando en esta línea (ir descubriendo lo que sea el conocer), podemos ir
superando las ilusiones y las patologías del saber. No es aquí en donde se va a tratar esta cuestión. Personalmente, no
tengo capacidad para avanzar en este tema, ni vocación de epistemólogo. Me preocupa fundamentalmente la aplicación
de los conocimientos para resolver problemas. Pero esta aplicación de los saberes debe estar bien fundada, de ahí que el
conocer acerca de lo que sea el conocer me parece importante. Por otro lado, también tenemos en cuenta los destinatarios
de este libro (estudiantes y personas preocupadas por introducirse en el tema de la investigación social). A ellos queremos
decirles, simplemente, que el problema existe y que queremos inquietarlos para que no caigan en superficialidades.
Las Preguntas Básicas Acerca Del Conocer
Si bien aquí formulamos cinco preguntas, éstas no agotan todos los interrogantes sobre el conocimiento del
conocimiento. Sólo queremos mostrar diferentes dimensiones de la problemática del conocer: ontológica, gnoseológica,
epistemológica, metodológica y psicobiológica.
¿Qué es lo que puede ser conocido? Ésta es una cuestión de carácter ontológico, que condiciona las respuestas
a las cuestiones subsiguientes, pues responde a la pregunta ¿cuál es la naturaleza de la realidad que es objeto de
conocimiento? En nuestro caso, ¿qué clase de realidad es la realidad social?
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¿Cuál es la relación entre el sujeto que conoce y el objeto por conocer? Esta es la pregunta gnoseológica.
Hace referencia a la relación que existe entre el sujeto y el objeto, y a los problemas que se derivan de esa
relación, como son las posibilidades de conocimiento, el tipo de relación que se da entre la realidad y el
pensamiento, etc.
¿Cuál es la relación del sujeto cognoscente con el objeto por conocer, cuando se realiza una investigación
científica? A esta pregunta responde la epistemología, que es la disciplina que trata los problemas del
conocimiento científico y su validación. ¿Cómo adquirimos conocimientos?, ¿en qué medida el conocimiento
es seguro?, ¿en qué se funda la validez del conocimiento científico?, ¿cómo sabemos lo que creemos saber?
Aquí la relación es entre un sujeto/observador/conceptuador y un objeto/observado/conceptuado.
¿Cómo conocer?, o ¿cómo podemos conocer lo que queremos conocer? Esta es una pregunta de carácter
metodológico; se trata de una cuestión que depende de la respuesta que se ha dado a las anteriores cuestiones.
Si un método expresa una estrategia cognitiva para el conocimiento de la realidad fundado en una concepción
epistemológica, la concepción que se tenga de la realidad y de las relaciones entre el sujeto cognoscente y el
objeto por conocer es determinante del método, si se lo concibe tanto como estrategia cognitiva cuanto como
estrategia de acción.
¿Cuál es el origen del conocimiento?, o bien, ¿cómo se produce el conocimiento en el sujeto que conoce? La
cuestión del origen del conocimiento tiene sobre todo un sentido psicológico enraizado en lo biológico. ¿Es el
pensamiento o la experiencia o ambas combinaciones la fuente y la base del conocimiento humano?, ¿cuál
es el factor determinante en el conocimiento humano? ¿En dónde está el centro de gravedad, en el sujeto que
conoce o en el objeto conocido o conocible?
Las Formas Del Conocer, Como Saber Cotidiano Y Como Saber Científico
Todos los seres humanos poseen mayores o menores conocimientos según su grado y modo de participación en
la totalidad de la cultura. En todos los hombres existen saberes, pero por las formas o tipos de conocimientos pueden
discernirse dos modos principales:
el saber cotidiano,
el saber científico.
Se sabe, pues, de manera natural por el solo hecho de vivir, y se sabe científicamente cuando existe disposición
para conocer con arreglo a ciertos procedimientos.
Saber Cotidiano
Es el saber o conocimiento que se adquiere con la experiencia cotidiana. Se trata de conocimientos inconexos
entre sí, a veces superficiales, constituidos por una yuxtaposición de casos y hechos. Es el modo común, corriente y
espontáneo de conocer que adquiere en el trato directo con los hombres y con las cosas, es ese saber que llena nuestra
vida diaria y que se posee sin haberlo buscado o estudiado, sin aplicar un método y sin haber reflexionado sobre algo.
Su contenido es la suma de todos nuestros conocimientos sobre la realidad que utilizamos de un modo efectivo
en la vida cotidiana y del modo más heterogéneo (como guía para las acciones, como tema de conversaciones, etc.).
Existe añade Heller en otra parte de su ensayo un determinado mínimo de saber cotidiano. ¿Cuál es ese mínimo?
Pues, la suma de los conocimientos que todo sujeto debe interiorizar para poder existir y moverse en su ambiente. Según
las épocas y los estratos sociales, cambia el contenido y extensión del saber cotidiano
Este saber cotidiano se caracteriza por ser superficial, asistemático y acrítico.
Cuando decimos que es superficial no es en el sentido de frívolo, insustancial o ligero, sino de que se conforma
con lo aparente, con lo que comprueba en el simple pasar junto a las cosas. Se expresa en frases como porque me lo
dijeron, porque lo vi, porque lo leí, porque todo el mundo lo dice; para este tipo de conocimiento, el criterio de evidencia
inmediata es suficiente.
Otra característica que se le atribuye al saber de la vida cotidiana es la de no ser sistemático, tanto en la forma
de adquirirlo y vincularlo como en el modo de establecer cánones de validación. Se limita a percibir lo inmediato a
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través de experiencias, vivencias, estados de ánimo y emociones de la vida diaria, permaneciendo a nivel de certeza
sensorial. El mismo sujeto organiza las experiencias y conocimientos de un modo no sistemático.
Decíamos que también es acrítico, puesto que, apoyado únicamente en la evidencia inmediata, sólo percibe la
epidermis de la realidad. Los conocimientos del saber vulgar pueden ser verdaderos o no, lo cierto es que la pretensión
de serlo no se plantea de una manera crítica o reflexiva. Como ya se dijo, es un conocimiento que está a nivel de certeza
sensorial, o sea, un saber que puede decir acerca de lo que pasa, pero no por qué pasa lo que pasa.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que en nuestra época el saber cotidiano está penetrado por el saber
científico. Se trata de algo reciente que se ha verificado paralelamente con la difusión de los medios de comunicación
de masas. El saber cotidiano acoge (o puede suceder que acoja), ciertas adquisiciones científicas, pero no el saber
científico como tal. Cuando un conocimiento científico cala en el pensamiento cotidiano, el saber cotidiano lo asimila
englobándolo en su propia estructura. Estos saberes científicos están implicados en el pragmatismo del pensamiento
cotidiano: hay informaciones y conocimientos científicos que forman parte de la cultura.
La ciencia crece a partir del conocimiento común y le rebasa con su crecimiento: de hecho, la investigación
científica empieza en el lugar mismo en que la experiencia y el conocimiento ordinarios dejan de resolver
problemas o hasta de plantearlos. (Mario Bunge)
Saber Científico
En su práctica social, el hombre se enfrenta con una serie de problemas que no puede resolver con los
conocimientos corrientes ni por sentido común.
Por otro lado, para el hombre que naturalmente desea saber, como decía, Aristóteles, no le basta la captación de
lo externo, ni el sentido común, puesto que existen fenómenos que no se captan en el solo nivel perceptivo. Es preciso
superar la inmediatez de la certeza sensorial del conocimiento vulgar y espontáneo de la vida cotidiana; hay que ir más
allá del conocimiento ordinario. Este salto que no supone una discontinuidad radical en lo que hace a la naturaleza,
pero si en cuanto al método conduce el conocimiento científico. Como lo explico Einstein hace medio siglo, toda
ciencia no es nada más que un refinamiento del pensamiento cotidiano.
Entre un tipo de saber y otro, hay una separación que no es cualitativa sino de grado; lo diferenciador no está
dado por la naturaleza del objeto de estudio, sino por la forma o procedimiento de adquisición del conocimiento. Entre
uno y otro tipo de conocimiento, no hay una ruptura radical en lo que hace al contenido, tema, sustancia o verdad. Sin
embargo, hemos de advertir que esta afirmación sólo es válida para el campo de las ciencias humanas (al menos, en su
estado actual de desarrollo). En las ciencias físicas y químicas, existe una ruptura entre el conocimiento vulgar y el
conocimiento científico; lo mismo ocurre en el campo de la biología, de la astrofísica y la cosmología.
Volviendo al ámbito de las ciencias sociales, diremos que el corte o diferencia radical reside fundamentalmente
en que el saber científico se obtiene mediante procedimientos metódicos con pretensión de validez, utilizando la
reflexión sistemática, los razonamientos lógicos, y respondiendo a una búsqueda intencionada. Para esta búsqueda, se
delimita el problema que se estudia, se diseña la investigación, se prevén medios e instrumentos de indagación, y se
procede a un análisis e interpretación de todo lo estudiado. En suma: el conocimiento científico es el resultado de una
tarea de investigación que se vale del método científico.
Ni la veracidad ni la naturaleza del objeto conocido son notas esenciales que distinguen uno y otro conocimiento;
lo que las diferencia es la forma de su adquisición, el modo y los instrumentos del conocer. Saber, por ejemplo, que el
río Paraná se ha desbordado no constituye un conocimiento científico, aunque sí puede ser un conocimiento verdadero
y comprobable. Afirmar, pues, que la ciencia es el único camino de acceso al conocimiento y a la verdad no es más que
una expresión del fetichismo cientificista. Por otra parte, un mismo objeto una montaña, un cultivo, una determinada
comunidad o las relaciones entre padres e hijos puede ser motivo de observación tanto de un científico como de un
hombre de la calle.
El conocimiento científico no guarda una diferencia tajante o absoluta con el conocimiento de la vida cotidiana
y su objeto o sustancia; como ya hemos mencionado, puede ser el mismo. En los saberes que se adquieren en la vida,
por el solo hecho de vivir, hay conocimientos que están en la frontera misma del saber científico. El conocer científico
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(a diferencia del conocimiento de la vida cotidiana, compuesto de saberes yuxtapuestos) pretende relacionar de manera
sistemática todos los conocimientos adquiridos acerca de un determinado ámbito de la realidad.
Saber-Doxa Y Saber-Episteme
Esta distinción entre el saber-doxa y el saber-episteme nos parece más fundamental que la distinción ya
tradicional entre el conocimiento vulgar y el conocimiento científico. El antecedente más lejano lo encontramos en
Platón, pero hoy esta distinción ha sido retomada por una de las más profundas pensadoras contemporáneas, Agnes
Heller.
Según Platón, la doxa u opinión es aparencial y se contrapone a la ciencia y el saber verdadero. La recta opinión es el
sentido común, pero no un saber cierto. Para Heller, la doxa no puede ser separada de la acción práctica, en ella está
única y exclusivamente su verdad. Pero no en la praxis como totalidad, y ni siquiera en un conjunto relativamente grande
de acciones, su verdad, por el contrario, se muestra cada vez en tipos particulares de acciones concretas conseguidas.
Por el contrario, la episteme no constituye nunca un saber relativo a una sola cosa, sino que es un saber sobre
una cosa en relación con otras cosas (conjuntos). Esta actitud no es práctica, sino teorética. Conocer un fenómeno en el
plano de la episteme no significa simplemente poder reaccionar ante él (o bien saberlo producir), sino conocer la
conexión que lo liga a otros fenómenos, captar el puesto que ocupa en el sistema de otros fenómenos.
Mientras la doxa, como el saber cotidiano, es indemostrable e irrefutable en sus datos y preceptos, la episteme
como saber de la ciencia posee un doble sistema de referencia. Por un lado (sus verdades) deben ser válidas en la
realidad (praxis) y por otro lado deben ser situables dentro de un determinado sistema cognoscitivo.
Las Grandes Cuestiones Que Comporta La Problemática Del Conocimiento
A partir de Morin, vamos a presentar cuatro grandes cuestiones que nos pueden proporcionar una visión del
conjunto de la problemática del conocimiento:
Lo que el conocimiento contiene.
Los procesos que configuran todo evento cognitivo.
Los saberes separados acerca del conocimiento del conocimiento.
Puntos de reflexión para pensarla complejidad y multidimensionalidad del conocimiento.
Lo Que El Conocimiento Contiene
En cuanto nos introducimos en lo referente a los contenidos del conocimiento, nos encontramos con que el
conocimiento alude a tres aspectos diferentes, pero inseparables: es una competencia (o sea, una habilidad para una
cosa o estar instruido en ello), es una actividad que un individuo realiza de acuerdo con su desarrollo cognitivo y su
competencia. Y como resultado de ambas, todo conocer es un saber acerca de algo. Estas diferentes dimensiones del
conocer nos deben prevenir para no caer en la simplificación de reducirlo a una sola noción.
El conocimiento
contiene
Una competencia o aptitud para
producir conocimiento.
Una actividad cognitiva, que se efectúa
en función de esta competencia.
Un saber, resultante de esas
actividades.
UNIDAD 1 CONOCIMIENTO Y CIENCIA
10
El Conocimiento Como Conjunción De Procesos Y Como Fenómeno Multidimensional
En el estado actual acerca del conocimiento del conocimiento, hay dos aspectos que nos introducen en el corazón
mismo de su complejidad
La conjunción de procesos que se dan en el acto o hecho de conocer.
La multidimensionalidad del fenómeno.
Para Morin, estos son los procesos y las dimensiones del acto de conocer:
Se trata de un fenómeno multidimensional, habida cuenta que el acto de conocimiento es a la vez: biológico-
psicológico, lingüístico, espiritual, social, cerebral, histórico, cultural y lógico.
Los Saberes Separados Acerca Del Conocimiento Del Conocimiento
Es mucho lo que se ha avanzado en las diferentes disciplinas acerca del conocimiento. Sin embargo, lo que ha
acontecido es que se han producido desarrollos paralelos: en gran medida, cada especialista ignora a los otros. En algunos
casos, se enfatiza lo que se conoce o se ha investigado desde la propia disciplina; y, desde un porciúnculo del saber sobre
el conocimiento, se lo quiere explicar en su totalidad. Aquí también Morin nos aporta una visión global de saberes
parcelados y separados, que nos permite tener información acerca del desafío, aún pendiente, de unir estos saberes
dispersos.
Los saberes que unidos permitirían el conocimiento del conocimiento se hallan separados y parcelados en:
Ciencias físicas:
o Información,
o Computación,
o Inteligencia artificial.
Ciencias biológicas:
o Sistema nervioso central,
o Filogénesis y ontogénesis del cerebro.
Ciencias humanas:
o Lingüística,
Consecuentemente no puede quedar reducido a una sola noción
información percepción descripción idea teoría
Todo evento
cognitivo
necesita de
una
conjunción de
procesos
enerticos, eléctricos,
químicos, existenciales,
psicológicos, culturales,
lingüisticos, lógicos, ideales,
individuales/colectivos,
personales
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN
11
o Psicología cognitiva,
o Diversas psicologías,
o Psicoanálisis,
o Antropología cultural,
o Sociologías:
de la cultura,
del conocimiento,
de la ciencia,
de la historia de la cultura,
de las creencias,
de las ideas.
En filosofía:
o teoría del conocimiento.
Entre ciencia y filosofía:
o lógica-epistemología.
Cada uno de los fragmentos separados ignora el rostro global del que forma parte.
Todas estas consideraciones, que hemos realizado apoyados fundamentalmente en Edgard Morin, tienen el
propósito de ayudamos a reflexionar, con más elementos de juicio y con mayor profundidad, sobre las cuestiones
fundamentales acerca del conocimiento y, consecuentemente, del tema que nos ocupa y preocupa: la actitud científica
como estilo de vida.
Puntos De Reflexión Para Pensar La Complejidad Y Multidimensionalidad Del Conocimiento
Frente a la complejidad y multidimensionalidad del conocimiento tenemos la necesidad vital de situar,
reflexionar y re-interrogar nuestro conocimiento, es decir, conocer las condiciones, los límites y las posibilidades de
nuestro conocer.
El conocimiento depende de:
Condiciones físico-bio-antropo-socio-culturo-históricas de producción.
Condiciones sistémico-lingüístico-paradigmáticas de organización.
En este parágrafo, apenas hemos esbozado la problemática sobre el conocimiento del conocimiento, con dos
propósitos principales: dar una visión de conjunto de la misma, y poner de manifiesto su complejidad y
multidimensionalidad.
Las Respuestas Clásicas Al Problema Del Conocimiento
Como ya lo hemos indicado, si el tema central de este libro es acerca del pensar científico, de manera indisociable
de esta cuestión nos encontramos con el problema del conocimiento. ¿Qué es conocer? Acerca de este problema, hay
Reflexionar nuestro
conocimiento
Qué es lo que puede ser conocido → Cuestión ontológica
Cuál es la relación sujeto-objeto → Cuestión gnoseológica
Cuál es la relación del sujeto cognoscente con el objeto por conocer en la investigación
científica → Cuestión epistemológica
Cómo podemos conocer lo que queremos conocer → Cuestión metodológica
Cuál es el origen del conocimiento → Cuestión psicobiológica
UNIDAD 1 CONOCIMIENTO Y CIENCIA
12
una pluralidad de respuestas. Lo que aquí presentamos en dos grandes apartados o tendencias es una simplificación.
Habida cuenta de los propósitos de este libro, hemos considerado necesario sacrificar una información más exhaustiva
y matizada, con el fin de mejor cumplir los objetivos didácticos.
Las respuestas epistemológicas que podríamos llamar clásicas, en el último siglo, podríamos resumirlas en las
siguientes:
Ambas posturas pueden considerarse como respuestas particulares al problema del conocimiento. La primera
reduce los procesos cognitivos a un mero reflejo de la realidad que se proyecta en la mente del sujeto cognoscente. La
segunda sostiene que lo que se conoce es una organización cognitiva de datos, hechos, fenómenos y procesos en cuanto
el sujeto participa activamente en la construcción del conocimiento. A estas dos perspectivas epistemológicas nos vamos
a referir muy brevemente; un análisis en profundidad exigiría presentar un abanico más amplio y matizado de las
respuestas al problema del conocimiento. Por otra parte, tendríamos que incluir las nuevas comentes o propuestas
epistemológicas: Popper, Lakatos, Kuhn, Feyerabend, Bunge, Maturana, Morin, etc.
Positivismo, Empirismo Lógico Y Neopositivismo
El positivismo primero, el empirismo lógico o neopositivismo después (en su versión vienesa y anglosajona)
fueron, hasta pasada la mitad del siglo XX; el paradigma que dominó la ciencia moderna. Como postura epistemológica,
se apoya en la creencia de un universo sustancial que funciona como una máquina gobernada por leyes mecánicas que
nos permiten predecir el futuro y actuar en consecuencia.
Da por supuesta la posibilidad del contacto entre el sujeto cognoscente y el objeto que se quiere conocer, de tal
modo que el sujeto aprehende al objeto. Consecuentemente, lo percibido es lo dado, ya que al conocer nos apropiamos
y reproducimos una realidad auto-subsistente.
La realidad es descifrable, consecuentemente aprehendida por el sujeto, sin otros límites que los que resultan de
su desarrollo cognitivo y de los instrumentos de que dispone y utiliza. Dentro de esta concepción, en el acto de conocer
hay una preponderancia de la realidad, en cuanto el conocimiento sería captación de un mundo objetivo que existe
independientemente de nuestras percepciones. En el acto de conocimiento, el sujeto aprehende al objeto, es decir, lo
representa; no hay diferencia entre lo que se conoce y lo dado.
Caracterizado por el rechazo a toda metafísica, tanto el positivismo como el empirismo lógico y el
neopositivismo, al no considerar ningún tipo de conocimiento que directa o indirectamente no tenga correspondencia
con hechos constatables, ha sido una llamada a los hechos y una exigencia de realidad. Esto le aportó rigor y precisión
al conocer, frente a la vaguedad más o menos quimérica de las elucubraciones sin referencias empíricas, en un puro
juego especulativo de ideas abstractas sin conexiones o referencias con la realidad. Sin embargo, dio una interpretación
demasiado estrecha de la realidad y de los hechos; sobre todo, cuando se expresa como un realismo ingenuo y considera
el conocer como un simple epifenómeno de la realidad. El objeto de conocimiento es aprehendido tal como se da en la
realidad. Al hacer afirmaciones de este tipo, se confunden las interpretaciones de la realidad con la realidad misma.
Aceptada la posición positivista/empirista, el conocimiento sería captación de un mundo objetivo que existe
independientemente de nuestras percepciones. De esta realidad se pueden hacer afirmaciones acerca de sus propiedades
estructurales y relacionales que es posible captar con procedimientos propios del método científico y aun con el simple
saber vulgar. Cuando se trata del conocimiento científico se utilizan procedimientos que implican una serie de exigencias
metodológicas que le son propias. Se procura, además, formular proposiciones de carácter universal.
Si el conocer es simple reflejo de la realidad, el pensamiento sería un radar/receptor que expresaría, en el caso
de las ciencias sociales, lo epifenoménico de la realidad social. Llevada al extremo esta posición, todas las ciencias
conocimiento
reflejo de la realidad → positivismo, empirismo lógico y
neopositivismo
construcción del espíritu → constructivismo
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN
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serían furgón de cola de la realidad, en cuanto leen el orden y los procesos que se dan en ella y captan las leyes
subyacentes.
La ilusión del Círculo de Viena, de fundamentar en el positivismo lógico la certidumbre del pensamiento
mediante el desarrollo de una filosofía científica, cuyo objeto es el lenguaje de la ciencia, se hundió a medida que se
tomaba conciencia de la insuficiencia de la verificación empírica y de la verificación lógica, como pruebas de
certidumbre del conocimiento.
Alrededor de 1926 la ontología realista ingenua comenzó a agonizar. La realidad parecería desaparecer a
medida que no miraba cada vez más profundamente dentro de ella. Parecía que la realidad tomaba diferentes formas en
función de las preguntas que nos hacíamos y de la forma en que nos las formulábamos. En 1927, el Principio de
indeterminación de Werner Heisenberg agregó leña al fuego. Este principio afirma que la experimentación en sí misma
determina el estado observado del fenómeno que está siendo estudiado, y que la decisión de llevar a cabo un experimento
de una cierta manera, hace que ciertas observaciones sean posibles, e inevitablemente hace que algunas otras sean
imposibles.
Desde los años treinta, con diferentes grados de profundidad y con diversas velocidades de cambio según las
disciplinas, la crisis de la visión mecanicista de la realidad (concepción estática de la naturaleza funcionando como un
mecanismo de relojería eterno e increado que el científico puede conocer) es reemplazada por una imagen evolutiva, de
un universo desbocado en el que no todo puede predecirse. El modelo determinista, fundado en el positivismo, el
empirismo y el positivismo lógico, es reemplazado por un modelo probabilístico esto produce una metamorfosis de la
ciencia, a la que ya no se considera capaz de concebir la realidad rígidamente prescriptiva en la que existen leyes y
orden. En la física, se producen cambios expresados en el principio de indeterminación de Heisenberg conforme
con los cuales el físico debe verse a mismo como sujeto cognoscente. Lo objetivo (o lo a llamado) depende de
factores subjetivos. Es, pues, un sujeto, el que determina qué es lo objetivo. No es posible una diferenciación neta entre
el sujeto y el objeto. La objetividad científica, enraizada en la lógica misma de la representación científica, pierde
vigencia. El sujeto observador, como soporte de las construcciones científicas, es la perspectiva fundamental desde
donde se desarrolla la nueva epistemología.
Constructivismo
Coincidiendo con el colapso de la ortodoxia positivista, el constructivismo va adquiriendo una creciente
importancia en el campo de la filosofía de la ciencia desde finales de la década de los sesenta. En efecto, la concepción
constructivista aparece como contrapuesta al positivismo, al positivismo lógico y al empirismo, en cuanto las respuestas
gnoseológicas de los mismos coinciden en afirmar que las cosas se conocen tal como se ofrecen al sujeto, es decir, que
éste aprehende y representa al objeto de conocimiento tal como se da en la realidad, independientemente del sujeto
cognoscente.
Para la posición constructivista, la realidad que creemos no es registro, ni reflejo de lo existente, sino una
construcción de nuestro pensamiento por el que organizamos nuestro mundo experimental, y conforme con ello
percibimos la realidad y actuamos sobre ella. Los conceptos y categorías que aplicamos a los fenómenos, hechos o
procesos no son propiedades objetivas de las cosas sino formas lógicas, expresiones conceptuadas, categorizaciones,
clasificaciones que utiliza el sujeto cognoscente apelando al lenguaje científico de una determinada ciencia, expresiones
del mismo lenguaje común. No conocemos la cosa en sí, sino la cosa tal como nosotros la construimos, conceptuándola
y designándola.
En la actualidad, prácticamente todos los científicos aceptan que los conceptos y categorías que se utilizan para
designar los fenómenos, y la formulación de las mismas teorías, son construcciones del sujeto cognoscente. Nosotros
los científicos dice Maturana hacemos ciencia como observadores que explican lo que observan. Y nos recuerda
que Einstein y otros científicos han considerado que las teorías científicas son creaciones libres de la mente humana y
que le maravillaba que por medio de ellas pudiera uno comprender el Universo.
En el acto de conocer hay una preponderancia del que conoce, de la construcción que hace el sujeto cognoscente
sobre el conjunto de las realidades que observa y conceptúa. Cada persona que observa la realidad, operando como un
sistema procesador de información, dice algo sobre ella y al decir expresa una construcción de su espíritu. No descubre
hechos, dicen los constructivistas, sino que formula proposiciones acerca de los hechos. Llevado esto a sus últimas
consecuencias, como hacen los constructivistas radicales, habría tantas realidades sociales como observadores, y la
UNIDAD 1 CONOCIMIENTO Y CIENCIA
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realidad, los hechos y los fenómenos quedarían reducidos a simples construcciones humanas. El mismo Watzlawich lo
afirma: Una realidad inventada nunca puede precisamente por ser inventada ser la realidad verdadera.
Si aceptamos el carácter constructivo de los procesos cognitivos (constructivismo gnoseológico), no hay por qué
aceptar que la organización de la realidad y de los hechos mismos, tal como la ve el sujeto, es obra del mismo sujeto
(constructivismo ontológico). Cada persona, en cuanto sujeto cognoscente, sea o no un científico, al observar la realidad
y decir algo sobre ella, expresa una construcción de su espíritu. Un constructivista como Paul Watzlawich afirma que
toda realidad es, en el sentido más directo, la construcción de quienes creen que descubren e investigan la realidad. En
otras palabras, la realidad supuestamente hallada es una realidad inventada y su inventor no tiene conciencia del acto
de su invención, sino que cree, que esa realidad es algo independiente de él y que puede ser descubierta. El mundo no
es real, para los constructivistas, sino en cuanto dado a un sujeto, lo que conocemos del mundo (utilizo aquí el término
como equivalente a realidad) no es el mundo, la realidad en sí misma, sino la construcción subjetiva que hace el sujeto
cognoscente que ordena y clasifica el totum revolutum que es la misma realidad, designándola conformas de expresión
propias del lenguaje científico y del lenguaje corriente.
No cabe duda, como afirman los constructivistas (y los no constructivistas), de que el sujeto cognoscente es
quien construye los conceptos, categorías, modelos, hipótesis, teorías. Todos estamos de acuerdo en esto. Para los
positivistas y los neopositivistas, parece que esto no tenía mucha relevancia, Pero los constructivistas afirman, también,
que los hechos son construcciones humanas y que la misma realidad social (o lo que llamamos así) es construida por el
observador. Esto es altamente discutible, formulado de una manera tajante y sin matices. No es extraño, entonces, que
los constructivistas que llevan el subjetivismo del conocer hasta sus últimas consecuencias no realicen ni investigaciones
empíricas, ni elaboraciones teóricas. Están en la meta-teoría. En sus manifestaciones patológicas, el subjetivismo
constructivista puede llegar a ser una forma de fantasía narcisista. De ninguna manera afirmamos que ésta sea la posición
de todos los que se denominan constructivistas, ni que el constructivismo no haya aportado nada a la teoría del
conocimiento. Hemos querido señalar ciertas posturas extremas que nos parecen infecundas y sin fundamentos.
Para resumir las consideraciones de este parágrafo, hemos de señalar que dos peligros opuestos amenazan a
estas respuestas epistemológicas clásicas: reducir los procesos cognitivos a un mero reflejo de la realidad o considerarlos
una construcción fantasiosa y delirante de lo que el sujeto cognoscente considera que es la realidad.
Nuestra Toma De Posición
Al explicitar mi toma de posición, no lo hago para presentar una postura original, ni mucho menos. Sería
pretencioso, pues no soy epistemólogo y no quiero caer en aquello que he criticado en otros libros: autores que, sin
formación filosófica ni científica, escriben sobre epistemología. Aquí sólo quiero compartir un punto de vista y estar en
mejores condiciones de comunicarme con los lectores de este libro.
Parto del supuesto de que el conocimiento humano es posible. Esto lo dan por sentado tanto el hombre común
como el filósofo y el científico. Si el conocimiento no fuera posible, todo sería un espejismo, puro sueño o ilusión. El
conocimiento es posible, pero lo que captamos o creemos captar, ¿es lo real o su apariencia?, ¿es reflejo de las cosas o
construcción del espíritu? La realidad que supuestamente conocemos, ¿es hallada y conocida o construida e inventada?
O ¿en qué medida es hallada y construida? Éstas son cuestiones a las que han respondido cada una a su manera las
dos posturas epistemológicas antes aludidas.
Nuestro punto de vista que podríamos denominar realismo crítico, ratio-vitalista integra aspectos de ambas
posturas, considerando que, en lo más profundo como dice Morin, el problema del conocimiento se encuentra en
el corazón del problema de la vida; y, haciendo referencia a Piaget, recuerda que éste tuvo el sentimiento profundo de
que las condiciones del conocimiento, incluidos los datos a priori y las categorías, tienen como fuente los principios
fundamentales de la organización viviente. El conocimiento tiene un enraizamiento vital y no podemos disociarlo ni de
la vida humana, ni de las relaciones sociales. En los últimos años, Maturana hizo un desarrollo amplísimo de esta idea.
Partimos del supuesto de que existe un mundo objetivo, independiente del sujeto, pero esa realidad del mundo
objetivo debe ser captada y aprehendida por alguien, un sujeto cognoscente que percibe a través de mediaciones (teorías,
conceptos, categorías, modelos, etc.) y a través de predisposiciones (elementos que están subyaciendo en nuestro modo
de pensar y de hacer, y de los cuales no siempre somos conscientes, como son los paradigmas, las cosmovisiones, etc.).
Decimos que existe una realidad independiente del sujeto cognoscente, pero el conocimiento que tiene el sujeto está
enraizado vitalmente en la constitución física, biológica, psicológica y neurológica del ser humano que conoce. Este lee
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN
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la realidad (la observa y la conceptúa), a través de las mediaciones a las que hemos hecho referencia. No hay una simple
relación sujeto-objeto, lo que significa que no hay una lectura directa de los hechos, ni de los fenómenos, ni de los
procesos, ni de la experiencia. Hay, pues:
un sujeto/observador/conceptuador y
un objeto/observado/conceptuado.
Nadie recibe datos de la realidad como si fuese una tabula rasa; la mente humana no se comporta como un
receptor pasivo o mero almacén de datos y de información. Lo que recibe, lo recibe desde una estructura mental y lo
integra en un sistema de ideas en el que inserta todo lo nuevo conocido. Existe una realidad objetiva, pero el sujeto
cognoscente observa y conceptúa la realidad; construye el conocimiento acerca de ella. Consecuentemente, el
conocimiento que se tiene de la realidad depende de cómo la concebimos. Lo que se recibe se integra a un sistema
organizado y en una estructura mental preexistente. Por eso, cuando interrogamos acerca de cómo conocemos y en qué
medida ese conocimiento es seguro, concluimos que ni la verificación empírica ni la verificación lógica (la coherencia
interna en el modo de razonar) son suficientes para conocer la verdad de nuestro conocer.
A modo de síntesis acerca de nuestro punto de vista, hemos de decir:
Existe una realidad objetiva y las cosas de esa realidad tienen existencia independientemente del conocimiento
que podemos tener de ellas; esta forma de realismo ontológico se expresa también en lo gnoseológico.
Pero, cuando conocemos esa realidad, estamos condicionados por nuestra constitución física, biológica,
psicológica y neurológica. Todo cuanto podamos decir acerca de la realidad está dicho desde un sujeto que
observa, comprueba y conceptúa. La fuente de conocimiento no consiste simplemente en la percepción que se
tiene de la realidad sino en el proceso de construcción y asimilación activa de esa realidad. El sujeto cognoscente,
además, está inserto, forma parte de una determinada realidad sociocultural y pertenece a una determinada época
histórica.
A este cruzamiento entre realidad y construcción de la realidad desde el sujeto cognoscente es a lo hemos
llamado realismo crítico. Y. al enraizar el conocimiento en lo biológico, y en la vida toda del que conoce. Lo llamamos
también ratio-vitalista. Nuestra toma de posición acerca conocimiento la vemos preanunciada en lo que Kant decía en
la Crítica de la razón pura: Todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, no por eso originase todo él en la
experiencia. O dicho en lenguaje piagetiano: tanto el sujeto que construye como el objeto que es asimilado se constituyen
en protagonistas de una epistemología, cuyas condiciones funcionales provienen de la naturaleza biológica de la
inteligencia.
Ahondando en estas ideas, hemos de decir que nunca la experiencia de la realidad es evidencia de la realidad.
Ésta es leída por un sujeto que:
tiene una determinada lengua con la que piensa, se expresa y designa (conceptúa) la realidad (eventualmente,
podría hacerlo con más de una lengua; la lengua materna es el primer instrumento de construcción del mundo
social;
pertenece a una determinada cultura, es decir, tiene una herencia social que le proporciona un determinado modo
de ser, de pensar y de actuar;
tiene un sistema de ideas organizado, desde el que conoce y desde el cual integra lo que conoce, interrogando,
conceptuando, traduciendo e interpretando la realidad;
dispone de un conjunto de instrumentos intelectuales que constituyen formas de aproximación a la realidad; en
un científico se trata de conocimientos de lógica inductiva y de manejo del método científico y un conjunto de
instrumentos operativos que son expresados en procedimientos para el abordaje y estudio de la realidad.
Si bien la realidad existe independientemente de nosotros, cuando hablamos de algún aspecto de la realidad lo
que hacemos es expresar nuestra idea de ese aspecto de la misma.
Condicionamientos En La Producción Del Conocimiento
Habida cuenta de que este libro tiene como finalidad presentar de una manera didáctica y fácil de entender
algunas cuestiones básicas sobre el pensar científico y el desarrollo de la actitud científica, me ha parecido útil dedicar
unas reflexiones para llamar la atención sobre los condicionamientos de la producción del conocimiento.

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Ezequiel, Ander-Egg (2001). Métodos y técnicas de investigación, Tomo I (pp. 29-71). Lumen.docx
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