firmacionismo, etc.) ya en 1934 '. Obras como las de Nagel (1961) y
Hempel (1965 y 1966) constituyeron las expresiones más sistemáticas de
esta filosofía empirista y justificacionista de la ciencia: no en vano han sido
libros de texto en numerosas Universidades, sobre todo en el ámbito de
influencia anglosajona. Diversos autores (Toulmin, Polya, Hanson, Quine,
Putnam y el propio Wittgenstein) publicaron en los años 50 y 60 agudas
críticas a algunas de las tesis principales de la standard view, o concepción
heredada
2
. Sin embargo, la crisis de la filosofía positivista de la ciencia se
inicia a partir de la publicación en 1962 de la obra de Kuhn, La estructura
de las revoluciones científicas; a partir de esa fecha surgieron numerosos crí-
ticos de las tesis positivistas, tanto entre los filósofos e historiadores de la
ciencia (Lakatos, Feyerabend, Laudan, etc.) como entre los defensores de
la sociología del conocimiento científico (Barnes, Floor y otros muchos)
?
.
La mayoría de los comentaristas está de acuerdo al señalar que la obra de
Kuhn ha supuesto un punto de inflexión en el desarrollo de los estudios
sobre la ciencia en el siglo XX
4
.
Desde 1970 cabe hablar de una proliferación de concepciones sobre la
ciencia, sin que haya ninguna central ni determinante. Junto a la filosofía
de la ciencia que se sigue inscribiendo en la tradición positivista y analíti-
ca \ se han consolidado la sociología de la ciencia, la etnociencia y en
1
En su Logik der Forschung, que comenzó a tener amplia influencia a partir de la traducción
inglesa de 1959 (The Logic of Scientific Discovery), Popper afirmó que las teorías científicas son
conjeturas que tarde o temprano serán refutadas, y que el método científico fundamental es el
hipotético-deductivo, en oposición al inductivismo del Círculo de Viena. Popper propuso la
denominación de realismo crítico para aludir a sus posturas filosóficas generales, que consideran
que la ciencia es una incesante búsqueda de la verdad. Su influencia sobre Lakatos y su polémica
con Kuhn han sido momentos relevantes en la filosofía de la ciencia del siglo XX.
2
Esta denominación fue propuesta por Putnam y ha sido traducida al castellano como con-
cepción heredada a partir de la edición de Eloy Rada y Pilar Castrillo del libro de Frederick Suppe
titulado La estructura de las teorías científicas (Madrid, Editora Nacional, 1979). Véase H. Putnam,
"Lo que las teorías no son", en L. Olivé y A.R. Pérez Ransanz 1989, p. 312.
1
Para un estudio más detallado de las críticas a la concepción heredada, así como de las pos-
turas de Kuhn, Lakatos y de la concepción estructural, que ha tratado de conjugar esas críticas
con algunos postulados básicos de la filosofía empirista de la ciencia, véase J. Echeverría,
Introducción a la Metología de la Ciencia; la Filosofía de la Ciencia en el siglo XX, Barcanova,
Barcelona, 1989. Para un resumen del desarrollo de la filosofía de la ciencia a lo largo del siglo
XX, ver J.A. López Cerezo, J. Sanmartín y M. González, "El estado de la cuestión. Filosofía actual
de la ciencia", Diálogo Filosófico, 29, 1994, pp. 164-208.
4
Carlos Solís ha publicado recientemente el libro Ramones e intereses. La historia de la ciencia
después de Kuhn (Barcelona, Paidós, 1994) en el que se contraponen la filosofía racionalista previa
a la obra de Kuhn y la filosofía sociologista ulterior (p. 13).
s
Un buen manual en castellano con esa orientación es el libro reciente de Anna Estany,
Introducción a la filosofía de la ciencia, Barcelona, Crítica, 1993.
12
general los estudios sobre la ciencia (Science Studies). Asimismo han apa-
recido nuevas maneras de hacer la historia de la ciencia y de la tecnología.
No hay que olvidar la creciente atención que se presta a la influencia de la
política científica (Science Policy) sobre la actividad de los científicos, ni
los estudios sobre la ciencia y el poder
6
, así como la naciente economía de
la ciencia. Todo ello muestra que la filosofía positivista, que tuvo una pro-
funda influencia durante varias décadas, está en declive, y que denomina-
ciones como Filosofía Científica, Lógica de la Ciencia o incluso Teoría de la
Ciencia, que pueden ser consideradas como características de la filosofía
positivista de la ciencia, han ido perdiendo vigencia.
Esta transformación se refleja en los libros recientes, en las nuevas revis-
tas, en las series monográficas de las editoriales especializadas, en las líne-
as de investigación y en los Congresos, pero también en otros ámbitos ins-
titucionales, como las Universidades y las Sociedades Científicas. La
reflexión sobre la ciencia ya no es exclusiva de los lógicos ni de los filóso-
fos. Son pocos los que tratan de indagar los fundamentos lógicos o filosóficos
de la ciencia
7
. Por el contrario, se insiste en el carácter cultural y social de
la ciencia, y con ello en la complejidad y pluralidad del saber científico. El
ideal positivista de la Ciencia Unificada ha pasado a la historia. La reduc-
ción de las teorías científicas a sistemas lógico-formales axiomatizados, al
modo del programa metamatemático de Hilbert, ha quedado literalmente
abandonada, y el análisis y la reconstrucción de las teorías científicas con-
forme a las técnicas informal-conjuntistas de la concepción estructural",
aun pudiendo representar una tentativa de salvar los "restos del naufragio",
va experimentando a su vez profundas modificaciones conceptuales, que
tienden a hacer converger algunos aspectos de la filosofía clásica de la cien-
cia (Carnap, Reichenbach o Popper, por mencionar tres autores que han
tenido amplia influencia durante muchos años) con algunas de las aporta-
ciones de Kuhn o de Lakatos. Algunos filósofos de la ciencia han adopta-
6
Entre la literatura reciente en castellano sobre este tema, destaca el volumen colectivo titu-
lado Ciencia y Poder (Madrid, Universidad Pontificia de Comillas, 1987), así como la monografía
de José Manuel Sánchez Ron, El poder de la ciencia (Madrid, Alianza, 1992), de tendencia más
historiográfica.
7
Richard Rorty, en su libro La filosofía y el espejo de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1983, ha
dedicado amplios ataques a esta epistemología fundacionista. Sin embargo, en 1994 se ha creado
un grupo internacional que edita la revista Foundations of Science y que trata de volver a vincu-
lar a los científicos, los filósofos y los historiadores. Su líder principal es el polaco R. Wójcicki.
" La obra básica es la de W. Balzer, CU. Moulines y J. Sneed, An Architectonic for Science,
Dordrecht, Reidel, 1987. Véase también CU. Moulines, Exploraciones metacientíficas, Madrid,
Alianza, 1982.
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